Capitulo 15: Sacando las garras.

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      —Salgamos de acá—dice Lu, y se da la vuelta para caminar hacia algún lugar. Yo me quedo parado pensando. Pensando en que todo esto es una locura siniestra y retorcida. Me llevo los dedos a mis labios temblorosos, todavía manchados con sangre seca. Giro mi cara para ver el delgado cuerpo de Lu avanzar hacia la puerta por la cual entramos.

      Lo entiendo todo.

     Lu no hace más que jugar conmigo y mis traumas. Se atrevió a replicar el beso que Emma me había dado antes de suicidarse, esa sensación detrás de la forzosa consumación. Crispo mis puños y juro que todo en mi interior arde tanto como la habitación a mis espaldas. Observo como se detiene y gira su pálido rostro para mirarme con una seriedad imposible, como si supiera todo lo que estoy pensando.

      Camino hacia él, totalmente dispuesto a tirármele encima y desahogar mi ira, torturándolo de todas las formas posibles. Lu se voltea y sigue caminando como si nada y, sin pensar, lo alcanzo, rodeando su cuello con mis brazos. Caemos los dos al piso, y la luz roja me hace saber que nos encontramos de nuevo es ese infernal pasillo.

     —Estabas enamorado de tu hermana—se burla soltando esa risa que tanto me irrita. —¡Ay, Tomás!

      —¡Cállate! —le grito y aprieto con fuerza su frágil cuello, haciendo que jadee por falta de oxígeno, pero su risita no se detiene —. ¡Tú no sabes nada, maldito!

      —Ella también estaba... enamorada... de ti —insiste, en medio de gemidos, con voz estrangulada. Miro sus ojos y la parte blanca de estos se torna completamente negra. —No me digas que —gruñe Lu y su mano se aferra a mi brazo y sus uñas se han puesto negras al igual que sus ojos, tornándose largas, cual garras de demonio—, no has fantaseado con cogértela.

      Mi puño se estrella contra su sonrisa socarrona y sus filosos dientes atrapan mis nudillos con fuerza, haciéndome gemir de dolor. Arrugo mis cejas, ahora Lu luce completamente aterrador y siniestro. Lucho por sacar mi mano de su asquerosa boca, pero cada intento hace que sus dientes se claven más y más en mis nudillos.

      —¡¿Por qué tanta rabia, Hill?!—Dice con algo de dificultad, sin dejar de morder mi mano. Las gotas de sudor y las lágrimas caen de mi cara y chocan contra la de Lu.—¡¿Qué te he hecho yo?! —Reclama. —No tengo la culpa de que no le hayas dicho que leamabas de igual forma —susurra Lu, venenosamente.  

      —¡No pedí esto! —Grito, mas dolorido en mi ser que físicamente.

      Suelta una carcajada gutural y su mandíbula deja libre mi mano, que ahora sangra a montones. Lu atrapa con su garra el cuello de mi camiseta y acerca nuestras caras, permitiéndome ver más de cerca sus ojos heterocromaticos rodeados de ese negro tan espeso.

      —Claro que si—susurra Lu, y de su boca parecen salir varias voces, todas ellas horribles y acuosas.

      El cuerpo empieza a temblarme por completo y mi respiración es agitada. Mantengo la mirada, abriendo mis ojos como un par de platos, conteniendo el terror que me inunda. Ahora Lu luce tan diferente, tan aterrador y tan malvado.

      —No... n-no lo pedí, mentiroso —balbuceo haciendo gran esfuerzo para no parecer demasiado aterrorizado.

      —Claro que si—replica Lu.

      Me suelta y da un hondo suspiro, relajando su cuerpo y dejando caer sus brazos a los lados de su cuerpo, sobre el suelo. Veo como su apariencia se "normaliza" y, cansado, se pasa una mano entre el blanco cabello.

      —Es mejor que no me hagas enojar, ¿vale? —dice él, empujándome, para que me quite de encima suyo, y luego se levanta. —Tú me llamaste y aquí estoy, así que dejémonos de idioteces y ven—. Estira su mano para ayudarme a levantar del suelo.

      Siento que los ratones se me han comido la lengua. ¿Lo hice?


***

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