EDITADO

Mi nombre es Tomás Hill, tengo diecinueve años y, en este momento, estoy tirado en el baño de mi instituto a causa de una sobredosis de heroína. No recuerdo por qué terminé acá, sintiendo como mi cuerpo arde, y al siguiente instante, los dedos de mis pies se enfrían, como si me hubieran drenado la sangre. No puedo moverme ni retirar mi cara de la taza de baño. Siento mucho sueño y mi estómago se relaja para botar los restos de desayuno que ahora terminan esparcidos sobre mi camiseta escolar. No tengo fuerza para hablar y pedir ayuda, menos para moverme y arrastrarme para que me vea alguien y recibir auxilio.

Siento que me quedo sin oxígeno y abro la boca, como un pez fuera del agua y entonces, alcanzo a escuchar un ruido en la puerta del baño y jadeo para que me oigan.

Alguien abre la puerta y con la vista nublada, distingo su silueta acercándose a mí, mirándome curioso, apoyado en sus rodillas. Muevo mis dedos tratando de alcanzarlo, pero como ya dije, no puedo hacer mucho. Aquella figura humana, acerca su cara a la mía, y sin decir nada, nuestras narices se juntan. Haciendo gran esfuerzo enfoco sus ojos: uno es verde claro y el otro color miel.

-Te voy a ayudar, Tomás -susurra, y su aliento entra, como una ráfaga furiosa de aire, por mis pulmones y me desvanezco, sintiendo como la muerte me lleva de su mano.

***

La heterocromía es una anomalía de los ojos, en la que los iris son de diferente color. También puede llegar a afectar a la piel o el cabello, pero el caso más común es en los ojos, total o parcialmente.