CAPITULO 5
HERÓNIMO
- Por favor, llama al abogado de la familia... - Digo, una vez saliendo del ascensor en el piso 30 y pasando por la recepción, sin detenerme a la secretaria de mi padre.
Corrección.
Ahora, mi secretaria.
Cual, solo asiente y sin pérdida de tiempo, toma el intercomunicador mientras me dirijo seguido de Collins como Grands a la oficina.
No tengo tiempo que perder como tampoco analizar por la forma en que me miran de arriba abajo.
Sí, sí, maldita sea...
Cambié.
Pero me detengo a medio abrir esta, para mirar tanto a cada activo en su puesto como posibles clientes aguardando ser atendidos.
A cada persona que no deja de observarme por aparecer con mi corta edad, como simples cosas que adorna y componen lo que es TINERCA, bajo la cortina de siempre y propia de una empresa de los sonidos de esta.
Objetos que con su abstracto, tanto como cada masa humana en este piso tienen vida.
Sí.
Aunque parezca mentira.
Porque, todo vive al unísono por lo que hizo y forjó mi padre.
Y yo tengo que mantener que todo siga latiendo.
- A trabajar. - Ordeno, acomodando mejor mis lentes y con voz imperiosa que no sabía que tenía tan presente en mí.
Y para mi satisfacción, todos lo cumplen.
- ¿Qué mierda pasó contigo, corazón? - Su voz como ese perfume importado, amaderado y de siempre, bajo una estela de aroma elegante que deja e impregna a dónde va o está, me colma al entrar.
Sí, es ese mismo que piensan y ya conocen.
- Mi primo Gabriel... - Se los presento, tomando mi mochila universitaria que Collins cargaba por mí, para depositarla sobre el escritorio de la oficina.
Miro a mi primo.
- Mis nuevos mano derechas... Lucius Collins y Máximo Grands. - Tomo asiento y como toda presentación, mirando la cantidad de carpetas que veo sobre la mesa y sin saber, por dónde mierda empezar.
- Hola sexi 1, hola sexi 2... - Saluda Gabriel, seguido de mí. - ...hola sexi 3... - Finaliza, mirando con más detención mi cambio drástico.
Sigue sentado en uno de los sillones blancos del extremo, cruzado de pierna una sobre la otra y sin dejar de limarse una de sus uñas.
Hoy pintadas con esmalte en tono celeste que apostaría que se lo robó a Gloria para que la haga juego con la camisa que lleva, porque vi a mi abuela con tal color pintadas días atrás.
Creo.
Y sacudo mi cabeza.
Voy a lo que quedaron, como coma vertical de pie y entre mi primo y yo.
Collins y Grands.
Y ante lo que es difícil de admitir, cuando nos tienen compartiendo la misma habitación.
Nuestro gran parecido casi clon.
Sip.
Tremenda semejanza física.
Ya que Gabriel es un yo en marica.
Y por eso, causa ese impacto como jodidamente lo tienen mis manos derecha, al vernos por primera vez juntos en este momento.
Mudos como estáticos y sin aún, poder creer nuestro gran parecido y herencia genética, por parte maternal de la familia L'Rou.
Medimos prácticamente lo mismo como corporal, pero Gabriel es unos años mayor.
Mismo pelo.
Los putos rulos.
Pero él, es rubio, llevándolo más largo y atado con una media cola que sobresale un mechón en tono rosa.
Rostro, sonrisa y rasgos clon con el mismo color de ojos.
¿Detalles diferentes?
Yo uso lentes, él no.
Y Gabriel se viste de una forma muy particular y el que les habla, más bien clásico.
- Es medio raro... - Les digo, acomodando nuevamente mis lentes en el puente de mi nariz. - ...pero se hace querer... - Es todo mi comentario, haciendo que mi primo ría.
- Hollywood, para ustedes... - Se levanta para estrechar sus manos y diciendo su nombre artístico y por el cual, se está dando a conocer como diseñador de zapatos en el mundo de la moda.
Voltea a mí, dejando la lima en la baja mesa y caminando hacia donde estoy.
- ¿Entonces, es lo que parece? - Me pregunta, tomando asiento en el borde de mi escritorio.
- ¿Qué cosa? - Lo miro.
Y me señala, seguido a todo lo que nos rodea y la pila de carpetas que tengo en mi nariz.
- Que te harás cargo de todo, cariño...
- Es el plan. - Le digo. - Y lo que quiero. - Sincero y abriendo una tercer carpeta que mi primo la mira por arriba conmigo.
Nota mi desconcierto por estar algo verde para esto, por más ganas que le pongo y lleva una de sus prolijas como estéticas manos a su barbilla y tan genéticamente parecido a mí, frota sus labios pensativo.
Las indica.
- ¿El sueño tuyo y del tío? - Dice por el contenido que logra leer, desde su posición de esa carpeta abierta.
Asiento.
Cada una aparte de llevar la empresa, detallan lo que queríamos con el viejo.
El nacimiento de más metalúrgicas y como sede madre TINERCA.
- Ponle color a tu vida, darling... - Me dice.
Y arrugo mi ceño por no entender.
Las vuelve a señalar.
- Cada carpeta con su contenido importante, un color también. - Me explica. - Así, sabrás distinguirlas y de qué, trata cada una.
Aunque parece una burrada snob lo que dijo.
Le di la razón con mi vista en las benditas carpetas, que no terminé de comprender como organizar.
Y levanté mi vista, sonriéndole.
Creo, que la segunda y sincera del día.
Pero esta cayó minutos después y al escuchar su motivo de visita.
- No. - Le dije, tras algo más de una hora leyéndolas y haciendo anotaciones laterales como en un cuaderno con ayuda de Collins metiéndome en el tema, mientras Grands por orden mía, fue presentado al equipo de seguridad de la metalúrgica para tomar el mando de todo.
- No a ninguna de las dos cosas. - Seguí diciéndole a Hollywood, que tipo sombra por estar pegado a mi jodida espalda, me seguía por toda la oficina e intentando convencerme, bajo la risita de Collins como testigo desde el papelerío interminable.
- No y no. - Volví a repetirle también, cuando y tras golpecitos discretos, la secretaria entró cargando en sus manos, algo más de una docena de carpetas que mandé comprar, pero de ocho colores y le señalé que las dejara sobre la baja mesa de los sillones, donde Collins estaba.
- ¿Quieres parar? - Le dije a mi Sombra.Primo.Cabrón.
- No. - Refutó con ironía e imitándome, cruzando sus brazos muy a lo diva mientras la vemos marcharse.
Y quiero reír, pero me niego.
Por jodido.
- No tengo ganas... - Es mi respuesta.
-Pero, nosotras sí... - Es la suya.
Y observo la habitación.
Vacía de adornos navideños por más que, exquisita en muebles y decoración.
Resoplo.
- Bien. - Admito, haciendo palmotear feliz a mi primo. - Pero... - Su turno de arrugar su ceño. - ...no a lo segundo... - Decreto, volviendo a otros papeles de mi escritorio.
Cual, Gabriel los toma de mis dedos y los lanza al aire, llamando mi atención como la de Collins por su actitud.
Enojada.
Muy enojada.
- Te dije... - Me gruñe, lejos de su alegre carácter. - ...que nosotras, queremos ambas cosas... - Me eleva su ceja, tan parecida a la mía. - ...te aguantas, pendejo...
La mierda.
Mi primo enojado es de temer.
Y así.
Carajo...
Ese misma día y con el tronar de sus dedos tras nuestra confrontación.
Cual, ya lo tenía muy organizado, porque perder contra mí, no estaba en sus planes.
Y con ayuda de la misma gente de TINERCA, bajando cosas de su coche, comenzó con la primer cosa.
Decorarla con adornos navideños.
Continuo después, mientras lo dejé por más cosas para hacer, tomando mi saco de vestir del respaldo de mi sillón y seguido por Collins.
Maldición.
De preparar sobre ese día festivo, la víspera de mi cumpleaños para el día siguiente.
- Necesito que compres esto... - Una vez dentro del estacionamiento y ya en detalle todo de la mano y organización por Grands el tema de seguridad, le entrego un papel con una anotación de mi puño y letra, antes de subir al coche de la empresa dejando los nuestros, cual la llave le lanzo a Collins para que conduzca.
- ¿Una parcela? - Pregunta, leyendo el escrito y afirmo abriendo la puerta trasera.
- Quiero cada metro cuadrado que compone esa colina y... - Recalco. - ...prohibido que corten el pequeño manzano que hay en ella. Hay un jardinero, un hombre anciano y no sé, su nombre... - Prosigo, sacando un segundo juego de llaves de mi saco. - ...averígualo y ofrécele lo que pida, para que lo cuide solo y únicamente él, al lugar.
- Sí, señor. - Asiente tomando también esas llaves y notando que pertenecen a un Jeep negro último modelo, esperando por ser manejado en los parking exclusive del gran estacionamiento.
Y entro al coche con ya Collins al volante y mi espera.
Aflojo algo mi corbata y desabotonado los primeros botones de mi camisa de vestir.
Recordándome esa acción a la que tantas veces, vi de mi padre por hacerlo.
Suspiro.
- Al gimnasio del tal Polaco... - Le digo a Collins, desahogando mi vista en lo que la ventanilla de mi lado me regala.
Su salida del predio metalúrgico como internación en las calles de la ciudad.
Para minutos después, el coche detenerse y por la misma ventanilla, pero ahora baja su vidrio por mí.
El gimnasio del Rafa.
El polaco.
https://youtu.be/nbJmjFhGSl0
Mirar su fachada.
Exterior como interior.
Afuera, precario, de un blanco sucio y con lo justo con su cartel a medio colgar entre oxidado y faltándole una letra a la vieja pintura.
Interesante.
Por dentro y al abrir su puerta con Collins a la par mía.
Miro todo lo que me rodea.
Música de calle como suburbio de la vieja escuela.
La que esta te enseña con el olor a sudor, gruñido y jadeo humano por el desgaste exigido de la bolsa de boxeo y el entrenamiento constante.
Muchos.
Tal vez un par de docenas de ellos y colmado de latinos e inmigrantes.
Sudorosos y sin reglas en su mente, que con cada golpe que dan con sed de gloria y ser campeones arriba del ring.
Mundo de mala muerte y parece que este tal Rafa me quiere meter, porque son gente de escasos recursos.
- Porque los verdaderos luchadores, están ahí... - Su rasposa voz, siento tras mi espalda y contestando a mis reflexiones al verme, volteando a él. - ...ya que, aparte de hacerlo arriba de un ring... - Su índice señala todo. - ...lo hacen cada día para sobrevivir en las calles... - Se acerca hasta donde estoy. - ...para que puedas aprender la lectura de los ojos de tu rival, si hay hambre de muerte, victoria o venganza, muchacho... - Prosigue, ya a mi lado. - ...como aprender cada expresión de sus cuerpos, movimientos y así, anticiparte a sus ataques arriba del cuadrilátero y convertirte en el puto Dios en esto....
Sigo en silencio y me limito a mirar, tratando de interpretar la reacción de Collins, ya que y aunque, siento fidelidad y confianza.
Estoy aprendiendo a conocerlo.
Ambos lo estamos.
Y su mirada gris plata es una lectura abierta para la mía, provocando que sonría.
- ¿Entonces, niña bonita? - El Polaco me dice, apoyándose en las viejas y usadas cuerdas del ring hasta donde llegamos y haciendo un gesto a uno que entrena con su sparring, que se detenga para señalarme.
Cual, lo hacen quedando el luchador solo, desde su altura y colgado de una esquina, toma y me lanza un par de guantes que tomo del aire.
Miro estos entre mis manos.
- ¿Estás listo para dejar las jodidas peleas de edificios clandestinos y sótanos de mala muerte, para convertirte en el puto rey de un Círculo?
- ¿Círculo? - Digo sin dejar de mirar, tanto los guantes entre mis dedos como a él.
El Polaco asiente, escupiendo un lado del piso y con su derecha indicarme arriba del ring, donde el boxeador de casi mi masa corporal, me espera y con soberbia me señala que vaya a él.
- Sí. - Me dice. - Para ser el jodido HRNM... - Me bautiza. - ¿O tienes miedo? - Invoca el ring y lo que me espera ansioso arriba de este.
Tal, con varios años de experiencia, en su mitad de los veinte de edad y con ganas de aplastarme el trasero.
Y convencido empiezo a desabotonar toda mi camisa y arremangar hasta la altura de mis codos las mangas, seguido a aflojar del todo la corbata, bajo la sonrisa complaciente del Polaco.
Que hoy como esa noche, no lleva traje y gabardina.
Solo una vieja sudadera con un logo deportivo y pantalones de gimnasia.
Pero.
Calzando su mejor percha y que todo él irradia.
La de entrenador.
Corrección, nuevamente.
Y golpeo su pecho con los guantes al pasar por su lado al dárselos, porque no los voy a usar.
Solo mis puños, causando que se sonría más.
Mi entrenador...
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top