Asesina
Colombia, algunos años atrás.
Una mujer de una cabellera larga y rosada caminaba descalza sola por el bosque en una noche estrellada, a medida que avanzaba además de dejar huellas sobre la tierra dejaba gotas de sangre.
Se adentró en lo más profundo del bosque repleto de vegetación por dónde se la mirara, fácilmente podría perderse cualquier persona.
Su camino llegó a su fin cuándo se posicionó en frente de un gran y majestuoso árbol, con un tronco muy duro y ancho que daba la sensación de parecer irrompible.
—Entrate di Briujio —mencionó ella, segundos después atravesó el árbol, que resultó ser nada más y menos que la entrada a uno de los tantos clanes de brujas existentes en Colombia.
Al pasar a través del portal caminó y observó su hogar por ultima vez, desde que entró sabía que nunca más llamaría al lugar su hogar no más después de lo acontecido, miraba con recelo a las demás brujas que caminaban por el lugar y que de igual forma la miraban a ella.
También estaba temerosa, había hecho algo malo, por eso sus manos estaban manchadas de sangre.
Se colocó en su cabeza una bufanda que llevaba en sus hombros, le quedó como una capucha que le ayudaría a disimular y a pasar desapercibida por el lugar.
Caminó con rapidez, fue a su morada tan pronto le fue posible, posó la palma de su mano derecha sobre la puerta de madera, dejando manchas de sangre sobre ella, la puerta se abrió en un santiamén.
La cerró lo más rápido que pudo y fue directamente al baño.
Se miró su rostro pálido y asustado en el espejo que estaba en el baño, fue a lavarse sus manos manchadas de sangre con el agua especial del clan de brujas, que borraba todo rastro de sustancia que haya estado en contacto con las manos de cualquier ser en un santiamén.
Lo mismo hizo con la puerta de su casa, la limpió velozmente.
—¡Hasta qué al fin apareces! —mencionó otra bruja de su misma edad que la andaba buscando.
La bruja peli rosa no volteó, sabía quién era, reconoció su voz al instante.
—¿A qué se debe tu presencia acá? —preguntó la bruja de cabello rosado dándole la espalda por completo.
—Me enteré un tremendo bochinche que la involucra a usted —contestó la bruja acercándose a ella con lentitud— ¿Es verdad que mataste a una de nuestras hermanas?
—¡Sí lo es! —exclamó la bruja que aún tenía sus manos mojadas y acto seguido le lanzó rayos de sus manos.
La bruja cayó al suelo de forma inminente al recibir el impacto directo de la que consideraba aún su hermana de clan.
—¿Qué vaina contigo? —preguntó adolorida la bruja que yacía en el suelo— Usted no es así Delia, pero ahora creo con más razón que es verdad lo que andan diciendo, eres una asesina.
—¡Lo hice por amor! —soltó entre sollozos Delia— Un amor entre una bruja y un humano está prohibido, sus leyes lo mataron, ustedes son las asesinas.
La bruja que recibió el ataque intentó levantarse pero Delia le lanzó otro rayo mágico de forma veloz que ni siquiera tuvo tiempo de defenderse, los rayos no eran simplemente rayos de energía, eran mágicos, tenían la capacidad de provocar dolor en todo el cuerpo a la persona que estuviera en contacto con ellos.
Delia con su magia envolvió una rama que estaba muy cerca de sus pies, la atrajo hacia su mano para luego transformarla en un cuchillo de punta muy filosa.
—¡No lo hagas hermana! —fueron las últimas palabras de la pobre bruja que terminó siendo la segunda víctima de Delia.
Delia la mató clavando el cuchillo en su cuello sin siquiera pensarlo dos veces, estaba molesta, estaba llena de odio y con ganas de vengarse.
Quiso huir pero en ese momento más brujas aparecieron rodeando el lugar por todos lados, quedaron anonadadas con la escena criminal.
Delia escuchaba lo que las brujas murmuraban acerca de ella, entre sollozos gritó y lanzó una potente onda de rayos mágicos que emergieron de sus manos, tan solo la usó como distracción porque sabía que su hechizo no sería tan eficaz frente a tantas brujas.
Ni bien terminó de usar su hechizo, llamó a su escoba con un meneo de manos, la escoba apareció en un santiamén, ella se colocó sobre el objeto mágico para escapar volando.
Varias brujas montadas en sus escobas comenzaron a perseguirla ni bien se recuperaron del ataque de Delia, lo más aterrador para la bruja peli rosa fue ver que quién comandaba el grupo era la matriarca del clan, Rosana, la flamante y poderosa líder del clan de las brujas del árbol, que era como de hacían llamar ellas.
—¡No escaparas! —gritó Rosana levantando su mano para crear una pared invisible que provocó que la escoba de Delia chocara y por ende ella cayera al suelo.
La escoba no se rompió debido al poder mágico que le era dotado por su portadora como en todas las escobas del clan.
A Delia le empezó a doler la cabeza, el golpe fue fuerte, intentó ponerse de pie para seguir huyendo pero Rosana la detuvo.
—¡Detente! —exclamó Rosana molesta lanzando un hechizo que impidió que se moviera.— Eres una de las brujas más fuertes y más capaces que conozco pero tus crímenes son imperdonables, realmente esperaba que esos rumores fueron solo eso simples rumores.
Pasaron largos minutos hasta que el consejo de brujas decidió llevar a cabo un juicio.
En un lugar especial dentro del clan, las brujas se reunieron para juzgar a Delia por sus crímenes.
El lugar en donde se encontraba estaba hecho de madera tanto por dentro como por fuera pero estaba repleto de las cincuenta y cinco brujas que quedaban del clan incluyendo a Delia que era la bruja que estaba en el centro, estaba recostada sobre una madera, aprisionada con cadenas mágicas creadas por una bruja que la escoltaba.
—Hermanas nos hemos reunido hoy aquí por una razón de suma importancia —empezó Rosana con voz fuerte mirando a todas las espectadoras a su alrededor.— Delia, la que consideramos nuestra hermana ha cometido grandes crímenes en menos de ocho horas, ella ha matado a dos de nuestras hermanas.
Las espectadoras exclamaron asombro, muchas la empezaron a abuchear.
—¡Silencio! —dijo Rosana haciendo callar a todas— Primero mató a la hermana Crisol en el mundo mágico y luego a la hermana Soledad aquí mismo en nuestro hogar, ¿qué tienes qué decir en tu defensa?
La bruja que escoltaba a Delia meneo sus manos para desaparecer el bozal mágico que le impedía hablar.
—¡Si, yo las maté! —afirmó Delia haciendo que el público se estremezca— Pero lo hice por amor, esa es mi defensa.
—¿A qué te refieres con amor? —interrogó Rosana interesada.
—Este estúpido clan de brujas no acepta que tengamos amoríos con humanos solo porque no son seres mágicos —contestó molesta Delia— Es algo estúpido, nadie puede decidir sobre el amor, una no decide de quien enamorarse.
—¿Y es por eso que mataste a dos de tus hermanas? —preguntó otra bruja del consejo— Explícanos, todas queremos saber porque por más enamorada que esté no es justificado para que las hayas asesinado.
—A Crisol la maté porque iba a contarles a todas mi secreto, ella vio cuando estaba con mi amado en el mundo humano, no fue muy buena escondiéndose —confesó Delia abruptamente— Ella me descubrió, iba a delatarme y por eso la maté, pero lastimosamente no la rematé porque ella tuvo fuerzas para llegar hasta aquí y contar los hechos, hubiera podido seguir con mi amor pero no, y a Soledad la maté porque no iba a dejar que me impidiera realizar mi cometido, mi amado ya no está, se enteró de que soy una bruja y huyó, se asustó tanto que corrió y cayó a un precipicio .
Todas las brujas pertenecientes al clan escuchaban atentas las confesiones de Delia.
—¡Es imperdonable! —dijo furiosa Rosana— Eso no te justifica haber matado a dos de las tuyas, nosotras no matamos a tu amado, ni siquiera llegamos a conocerlo, tu castigo será vivir en el calabozo de las animas de por vida.
Delia gritó muy fuerte, ella quiso liberarse de las ataduras mágicas.
—¡No te dejaré escapar! —señaló la bruja que la escoltaba.
—No eres tan fuerte como la matriarca Rosana —mencionó Delia y empezó a recitar palabras muy rápido, se liberó fácilmente, envolvió su mano derecha de magia y así golpeó el rostro de su escolta para luego tomarla de rehén y creó una daga con sus rayos mágicos.— Si me persiguen la mataré también, ya maté a dos de ustedes, una más no sería problema.
—¡Estás colmando mi paciencia! —exclamó Rosana pensando en que hacer para evitar una muerte más.
Delia escapó del lugar con su rehén.
—¿A dónde irás? —preguntó la rehén asustada, apenas podía hablar porque sentía la daga muy cerca de su garganta.
—A la biblioteca —dijo Delia luego llamó a su escoba y escapó con su rehén.
Al llegar a la biblioteca mató a su rehén clavando la daga mágica en su pecho, ya no le servía, fue en busca de uno de los libros de hechizos pero mientras buscaba causó un gran alboroto en la biblioteca, controló los libros para hacerlos caer por todo el lugar y mató a la bibliotecaria aplastándola con varios objetos pesados de madera.
Fue hacía la sección de libros prohibidos, abrió la puerta cuando posó sobre la misma la mano de la fallecida bibliotecaria, al entrar buscó con gran velocidad y al final se llevó un libro de resurrecciones.
Quemó dos casas para crear una distracción y así poder escapar, atravesó el portal y colocó un hechizo que impidiera que la salida o entrada de cualquier ser.
Voló lo más lejos posible, cuando sintió que estaba lo suficientemente alejada de su clan se sentó en el suelo, abrió el libro, leyó el índice y fue hacia la página ciento cuatro.
—Hechizo de resurrección de humano masculino —leyó en voz baja y después cerró el libro de un solo golpe.— Así que tengo que hacer varios sacrificios para lograr mi cometido, no importa, mi venganza recién comienza.
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