Orden para el caos

Stella tuvo ganas de vomitar en el momento que vio los cuerpos despedazados de aquel equipo de superhéroes en la computadora. Y se sintió aun peor cuando fue a las vergas y observó los cuerpos a pocos centímetros de ellos. No entendía porque razón ella tenía que ir a las Vergas a hablar con los medios de comunicación para decirles que la situación, si bien, era preocupantes, todos ellos estaban ahí para defenderlos y protegerlos. Se hubiera negado, pero la otra opción era revisar los cuerpos para encontrar algo "extraño", era mejor mentir que estar revisando los cuerpos. No obstante, tampoco fue fácil mentir. Nunca se había caracterizado por mentir.

Mucho más cuando se enteró, en el avión donde el Falcón se lo dijo, que esos sujetos, y no eran los únicos, habían ido a las Vegas a divertirse en una orgia donde habían drogas y alcohol. Ya no podía verlos como héroes, a nadie realmente. Toda su percepción de la vida cambió desde que se convirtió en superhéroe. Siguió el consejo del Falcón; puso una cara triste y comenzó hacer que lloraba para que no la molestaran con tantas preguntas sobre su opinión de este asunto.

Termino de hablar con los medio y, en ese momento, estaba esperando a que el Falcón y Ace salieran de la reunión; aparentemente, tenían una con Superman, Mujer Maravilla, Tony Stark y con el Capitán América sobre la situación que acaba de pasar; la primera muerte de un equipo de superhéroes en mucho tiempo. La verdad era que, con esto que acaba de suceder, le preocupó que en algún momento ella se viera envuelta en la misma situación.

Sintió un hormigueó en su estómago al pensar en eso; llegar a estar enfrente de los asesinos de superhéroes. Estaba segura que no podría defenderse por el miedo que sentiría al estar enfrente de esos tipos, y, lo más probable, es que la matarían fácilmente. Quizás lo único bueno era que no tendría que seguir soportando las miradas pervertidas de Ace y Translucido. Ver todo lo que paso en tan poco tiempo le hizo pensar en dos cosas: Dios la odiaba; o Dios no existía.

Tantos sacrificios y muchas cosas que tuvo que hacer para entrar en ese equipo, y lo único que le pasó fue que abusaran de ella. Aunque se preguntaba cómo les iba a Mildred y Cristina; no sabía mucho de ellas. Pero quería evitar pensar que los compañeros no eran iguales a Ace. Esperaba que no les hubiera pasado lo mismo. A pesar de todo, quería creer que la vida solo la tenia de su perra a ella. Además, Superman no podía ser igual que esos dos sujetos, ¿o sí?

Ya ni sabía que era real o que era una fantasía. Toda su vida pensó que los héroes ayudaban y eran buenas personas, absolutamente todos, pero Ace, sobre todo, era todo menos una buena persona. Al menos el Falcón intentaba no ser un hijo de puta, intentaba ser todo lo contrario; una buena persona, aunque se comportaba, en algunas ocasiones, indiferente. Stella continuó recargada detrás de una sala que estaba alejada de un hotel. Al parecer el hotel era de Bruce Wayne, quien invertía en los superhéroes. Tenía curiosidad sobre lo que estaban hablando.

El Falcón no le dijo exactamente de qué hablarían, algo extrañó porque, a veces, le contaba esos detalles, no obstante, en esta ocasión, lo vio más serio y ligeramente preocupado. Incluso pudo observar en Ace y el Falcón una mirada llena de miedo; claramente esta situación los tenía preocupados. Sacó su teléfono para ver revisar su Facebook y encontrar algo que le ayudara a matar el tiempo. Aunque, unos segundos después, escuchó como los reporteros volvían alterarse. Se asomó para observar que había pasado, observó a Superman junto con Mujer Maravilla enfrente de ellos. Pero podía verlos tranquilos. No se veían tan preocupados como Ace y el Falcón. Puede que se debiera a que eran los más fuertes, físicamente, de todos los equipos.

-Por favor... –Superman alzó las manos para que guardaran silencio –, sé que hay un grave problema. Estamos conscientes de esto, pero como les dijo Starlight; nosotros ya tomamos cartas en el asuntó. –Hizo una pequeña pausa. –Les queremos mandar nuestras condolencias a los familiares de los héroes caídos. Ellos solo hicieron su deber; protegerlos de esos sujetos. No podemos decir nada más. Quiero prometerlos que no dejaremos que les pase nada...

-Debemos irnos, Stella. –El Falcón apareció a un lado suyo. Por suerte Ace no estaba con él.

-Si... ¿A dónde? –Preguntó, volteando a verlo.

-Con un equipo de superhéroes, te explicó bien todo cuando lleguemos.

Ambos tomaron impulsó y comenzaron a volar para llegar al aeropuerto. Stella no sabía exactamente a donde irían o que harían. Pero era mejor que estar con él, que con los demás integrantes.

...

Mildred tenía miedo. Ya le habían explicado cómo estaba la situación, eso la había asustado tanto que no dejaba de mover sus dedos; pensar que en el momento que llegara a poner un pie fuera del edificio había altas posibilidades de que la pudiera llegar asesinar. Estaba pensando muy seriamente en mudarse al edificio, pero le preocupaba el Caballero Luna. En estos momentos estaba completamente callado; sin embargo, a veces, la miraba a ella, o a la Capitana Marvel, o el culo del Capitán América.

Este último le daba algo de lastima. Pensó que sería a quien más respetó le tenían. Había detenido la tercera guerra mundial en una ocasión y el Caballero Luna lo violó, sin mencionar que se asustaba cuando Tony le apuntaba con su armadura.

-¿Sabes, T'challa? – Habló Ant-Man –, le dije a Tony que estaría genial que te diagnosticaran cáncer de colon para que la gente estuviera pensando más eso que en los asesinos que acaban de aparecer. –Pantera negra lo volteó a ver lentamente. –Espera, no me lo tomes a mal, es que, ¿Cuántas personas mueren de cáncer al año? Y ver que un héroe tiene cáncer. Podrías desparecer unos días, y durante ese tiempo un villano aparece, el Capitán América se enfrenta a él, y cuando está a punto de ser vencido, Pantera Negra regresa para salvar el día. Podrías decirle a los medios, momentos después, que te retiraras del equipo y te dedicaras a hacer campañas contra la lucha del cáncer. Tendrás dinero y dejaras de estar en el equipo. –T'challa tosió un poco. No dejó de mirar a Scott. –Vamos, no te enojes. Hasta podríamos abrir una empresa para que donen dinero para la lucha contra el cáncer. –Le golpeó el hombro. –Aunque usaremos el dinero para otra cosa.

-En estos momentos las cosas están tensas, Scott. –Comentó, rascándose la cabeza. –Debemos poner nuestra atención en lo que pasa a nuestro alrededor. No sabemos si en algún momento aparezcan, como en las Vegas. –T'challa volteó a ver a Mildred. –Y tú deberías mudarte al edificio. –Dijo. Mildred bajó la cara mientras volteaba a ver disimuladamente al Caballero Luna. T'challa lo notó. –Tranquila. Luna estará tranquilo por la tormenta que viene. O haz lo que quieras. De todas formas podemos buscar a otra integrante si llegan a sacarte toda la mierda.

Mildred hizo una mueca. No conocía mucho a esos sujetos, y sinceramente no quería hacerlo por lo que podría pasarle. Desde que tuvo el accidente con Luna y al ver como violaron al Capitán América no estaba del todo segura que quería conocerlos, o quedarse a solas con ellos. ¿Qué cosas llegarían hacerle?

-No estoy segura.

-Es lo que te aconsejo, niña. Esos tipos son peligrosos. –Mildred observó como el Caballero Luna salió rápidamente de la habitación. –De seguro va con Black Noir.

-¿Por qué esos tipos nos quieren asesinar? –Preguntó Mildred finalmente.

Esa pregunta incomodó a T'challa y Scott. Mildred era parte del equipo, aunque tampoco podían decirle ciertas cosas. A Ojo de halcón y la viuda negra no les dijeron muchas cosas, como que cuando fueron por ese sujeto en Nueva York, o de dónde venían sus poderes realmente. Hay cosas que no podían decirles a pesar de ser equipo. Sobre todo por los riesgos de que alguno por querer hacerse la buena persona lo revelara ante los medios. Y por ese motivo tenía la excusa perfecta para eso.

-Quieren tener el control del mundo por eso existimos, debemos evitar que eso suceda. –Pensó un poco, también estaban lo villanos. –Es como algunos villanos; muchos de ellos quieren establecer ciertos sistemas de gobierno, o empezar la tercera guerra mundial. Cosas por el estilo, nosotros solo los detenemos.

-Por eso estamos nosotros. –Agregó Scott. –Nosotros los detenemos. Por eso somos un equipo.

Mildred no respondió. Era algo... inspirador lo que dijeron. Por algo eran héroes, pero al ver todas las cosas que hacían, los veía con diferentes ojos.

-De hecho estuvimos a nada de detenerlos hace cuatro años...

-¿En serio? –Mildred se mostró algo interesada en ese tema. -¿Qué pasó?

-Casi todo el FBI, la CIA y la NSA tenían relación con estos asesinos y un par de sujetos llamado Wolverine y Deadpool evitaron que Superman atrapara a todos. El resto que nos enfrentamos quedamos desconcertados cuando no vimos a nadie. –Pantera Negra intentó hacer memoria, pero su mente estaba en blanco. –No lo recuerdo bien. Casi todos estábamos en nuestro edificio con un terrible dolor de cabeza. Aunque vimos algunas cosas que hicieron Deadpool y Wolverine; darle una verdadera pelea a Superman.

Podía recordar el caos de hace cuatro años. Algunos héroes fueron asesinados, otros quedaron paralíticos y Superman, a quien nunca le había visto tener un golpe, sin embargo, aquel día, termino con algunos moretones en su rostro junto con unos rasguños.

-Es por eso que te aconsejo que te quedes en el edificio, afuera podrían encontrarte.

Mildred sabía perfectamente que T'challa y Scott tenían razón; era mejor quedarse en el edificio. Era el más seguro del país, incluso más que el de La liga de la justicia. Iba a responder, pero la puerta se abrió; Mildred volteó para ver de quien se trataba, aunque se arrepintió de haberlo hecho; enfrente estaba un hombre de cabello castaño, pero de los lados llenó de canas, piel blanca y con un parche en el ojo izquierdo. Lo más que perturbó a Mildred fue la mano humana que estaba comiendo. Iba a salir de la oficina en ese momento, pero Scott la agarró de la mano antes de que lo hiciera. Negó con la cabeza. No entendió porque, aunque viendo su mirada, llena de nerviosismo, le hizo quedarse donde estaba.

-¿Qué hay, muchachos? –Saludó el hombre amablemente. Mildred observó algunos rastros de carne entre sus dientes y la mano dejaba caer unas gotas de sangre. –Me alegra verlos, ya que debo decirles algo muy importante.

-¿Sobre qué, Nick? –El hombre volvió a darle otra mordida a la mano.

-Son dos cosas: la primera es que no le hagas caso al idiota que nos representa, Mildred. Ellos piensan que por llenarle los bolsillos de dinero son dueños de tu culo. Sin mencionar que no fue tan grave como las estupideces que llegan hacer Ace o Flash. –El hombre limpió la sangre que caía de su boca. –La segunda: probablemente mande al carajo al Capitán América...

-¡Al fin! –Gritó T'challa de felicidad, interrumpiendo a Nick. –Disculpa, Nick. –Movió sus manos. –Es solo que... bueno, es un marica que nos hace ver como ridículos.

-¿Y quién lo va sustituir?

-Los va –corrigió Nick –, también vas a ser sustituido, Scott.

Eso tomó por sorpresa a Mildred y T'challa. ¿Por qué lo iban a sustituir? No había hecho nada malo, asistía a las reuniones, tenía un comportamiento tranquilo y no tenía miedo de combatir contra esos tipos. Bueno, eso último era mentira. Sabía perfectamente que podían matarlo. Pero no se los dejaría fácil. Entonces, ¿Por qué lo iban a sustituir?

-Pero... pero yo...

-Tranquilo. No estoy seguro del todo. Es solo una posibilidad. –Nick volvió a morder la mano. Caminó hacia la salida, dándole mordidas a la mano. –La razón es porque eres el que menos vende de la compañía y... ya sabes cómo son esos estúpidos; lléname de dinero o te mando al carajo. Haz que seamos el centro de atención por varios años. Que nuestras películas sean las más taquilleras de la historia. Que todo el mundo te respete. Esto último es gracioso porque yo no respeto al Capitán América. –Se rió. –Si llegó a verlo me voy a comer su brazo. Nos vemos luego, chicos.

Con eso salió de la oficina y Scott sintió ganas de llorar. Tanto que le había dado a la compañía para que lo echaran del equipo. No era justo. Esperaba que no lo sacaran. Le gustaba estar aquí, sobre todo por los privilegios.

-Si lo piensas bien, quizás a ti te podrían hacer una película donde mueras de cáncer de colon o te cases con la reina hormiga. –T'challa se puso de pie. –Voy por un trago, ¿quieres venir?

-¿Te parece que estoy de humor, negro? –Preguntó molestó Scott.

-Le decía a Mildred. –Ella bajó un poco la mirada. –Es mejor irnos porque el zoófilco de mierda ya se puso como la Capitana Marvel cuando esta de sangrona. –Mildred tuvo que tapar su boca para no reírse por el chiste.

-¡Vete a la mierda!

Mildred salió junto a T'challa. La verdad era mejor irse que quedarse. Scott estaba enojado y no sabía cómo se podía poner en ese estado. Puede que no le aterraba tanto como el Caballero Luna. Ese tipo nada mas con verlo le daban ganas de correr lejos. Y no sabía exactamente porque, había leído desde antes de entrar a los vengadores, el Caballero Luna no poseía ningún poder. Todo era su físico. ¿Cómo fue que la sometió el primer día?

No era muy fuerte cuando tenía luz solar, pero si podía lastimar de gravedad a una persona común, a pesar de que fuera fuerte. Y el Caballero Luna, a pesar de eso, la logró someter. Era por eso que tenía cuidado por donde iba en la noche. Sin embargo, eso se terminó; ahora tendría que tener cuidado de que no entrara en su habitación.

-Es mejor que lo dejemos solo. –Dijo T'challa, haciendo que Mildred la volteara a ver. –La verdad me alegra que lo saquen del equipo. Es un racista de mierda; lleva mucho tiempo diciéndole a los representantes que me hagan una película donde muera de cáncer de colon para que salga del equipo. –Se rio, negando con la cabeza. –Sería algo humillante morir de ese modo. Mas cuando los putos representantes exprimen ese tipo de cosas.

-No me parece un mal tipo. Al menos eso creo.

-Es un idiota. Ya se le pasara. O eso espero. –Se encogió de hombros. –De todos modos no me importa.

Ambos continuaron caminando hasta que llegaron a una habitación donde no había absolutamente nadie. Mildred tuvo un poco de desconfianza. ¿Qué le garantizaba que T'challa no fuera igual que el Caballero Luna? T'challa observó que Mildred parecía ligeramente nerviosa de estar muy lejos. Abrió la puerta donde Mildred observó, al menos eso parecía, un pequeño bar; había muchas botellas de alcohol.

-Está algo alejado para que los trabajadores no se den cuenta de que tenemos nuestro propio bar. –Entró. –Si quieres entra, o no lo hagas. Si haces lo último solo aléjate lo suficiente y no le digas a nadie que hay un bar.

-No, es que... -Mildred se puso ligeramente roja.

-Supongo que piensas que si Luna te hizo lo que te hizo, ¿Qué te garantiza que yo no haga lo mismo?

Mildred se puso un poco más roja. La verdad es que desconfiaba de todos, incluso de la Capitana Marvel.

-No me interesa mucho el sexo, niña.

-Está bien...

Entró junto a T'challa y este agarró una botella de Whiskey que bebió directamente de la botella.

-No le digas al Capitán de esto. Odio que ese marica venga.

Mildred negó con la cabeza. Le resultó gracioso lo que le hacían al Capitán América, ya le resultaba gracioso. No podía creerlo. Quizás hasta estaba volviéndose igual que ellos. Cuando lo vio salir del edificio junto a Tony no pudo evitar tener la sensación de que miraba a un insecto con un traje de color y azul que tenía la bandera de los estados unidos. No le haría nada, pero no quería estar cerca de ese tipo. Le daba asco.

-Dame un poco. –Ordenó Mildred, tomando un vaso. Lo único que quería era un momento para olvidar al equipo.

...

Stella llegó junto con el Falcón a un edificio en mal estado; el lugar en donde estaba en total mierda. Bueno, no podía esperar mucho de Detroit; una ciudad llena de delincuencia, violencia, drogas e incluso algunos casos de incesto. ¿Qué se supone que hacían aquí? Tomó el avión con el Falcón, unos treinta minutos después llegaron a ese lugar.

El Falcón tocó a la puerta. Ninguno de los dos traía puesto su traje, se lo quitaron en el avión. Abrió la puerta un sujeto que Stella conocía perfectamente; pertenecía a la "Legión de superhéroes", que estaba conformada por Blood Claw, Lightning Lad, Saturn girl, Cosmic boy y Black Lightning, que era ese sujeto.

Ese equipo le gustaba mucho a Stella de niña; sus poderes eran muy interesantes. Aunque no sabía porque estaban aquí o para qué. Pensándolo un poco quizás era para pedirles ayuda o advertirles sobre lo que acaba de pasar en las Vegas con esos "héroes".

-¿Qué haces aquí, Manuel? –Preguntó el hombre negro que le abrió.

-Hola, Jefferson.

-Entra. –El hombre se hizo un lado. –De haber sabido que vendrías hubiera arreglado un poco. –Al entrar ambos observaron algunas botellas de alcohol junto con pastillas y rastros de polvo por todo el lugar, pero lo más asqueroso era el olor. Era indiscutible, en ese lugar habían tenido sexo. Jefferson se acercó a un sofá, se sentó y comenzó a beber de una botella de vodka que estaba tirada. –Pensé que ya no tenía. ¿En qué te puedo ayudar, Manuel?

-Sí, ¿sabes lo que paso en las Vegas, verdad?

Stella decidió seguir observando más a fondo ese lugar. Era un asco. Incluso podría compararlo con esos lugares donde venden drogas o hay prostitutas y no había mucha diferencia.

-Te recomiendo que no te alejes de aquí. Los otros idiotas están cogiéndose a Imra y si ven a una linda chica como tú, jura que te va doler la vagina y el ano durante una semana. –A Stella no le gustó la manera en que se expresó, pero tampoco le gusto pensar en... –Si, escuche lo que paso. ¿Cuál es problema con nosotros? Sé que también somos un blanco. Los hijos de perra mataron a la mitad de nuestros miembros hace cuatro años. Por esa razón estamos preparados, Manuel.

-Me alegra que estén preparados. Pero no estoy aquí para eso. –Manuel sacó un cigarro, lo encendió y comenzó a inhalar el humo. –Como las muertes tienen a la población preocupada Superman, Ace, Tony y yo hablamos sobre como desviar la preocupación de la gente y... espero que no te enojes –se rió un poco –, para que la gente deje de prestar atención en los asesinos deberás decir que eres gay y tienes una relación con Chico Bestia.

Jefferson se quedó callado. Stella, por otro lado, se sorprendió por lo que Manuel le dijo que hiciera. Apretó la botella hasta que la rompió. Las luces, incluso, comenzaron a parpadear. Comenzó a reírse mientras limpiaba los restos de vidrio de su mano.

-¿Es una broma? –Manuel se quedó en silencio, lo cual hizo sentir a Jefferson furioso. -¡¿POR QUÉ MIERDA ME PIDES QUE HAGA ESA ESTUPIDEZ?! –Golpeó la pared, haciéndole un agujero.

-Porque Superman me dijo que lo hicieras. –Inhaló un poco de humor y se puso de pie. –De hecho también diremos que T'challa tiene cáncer de colon para que la gente esté más interesada en esos temas que en el de los asesinos.

-¡Vete a la mierda! –Le enseñó el dedo de en medio. –No voy hacer esa estupidez, y más con Chico Bestia, ¿Por qué no pensaron en alguna otra cosa o en alguien más, alguien que no sea yo?

Manuel volvió a inhalar algo de humo hasta que dejó sin nada de tabaco el cigarro y arrojó la colilla al suelo.

-Fue a votación. Superman piensa que sería una buena idea para que ustedes vuelvan a tener algo de atención y produzcan algo de dinero. –Dio un suspiró. –De todos modos sabes lo que pasara si no le haces caso. Y, además, ya subimos un video en internet.

-No me jodas. –Jefferson apretó los puños. – ¡ME LLEVA LA PUTA MIERDA!

-Sabes que no tienes opción, Jefferson. O lo haces o Superman te sacara toda la mierda. Esas son tus dos opciones, ¿Cuál escoges?

Jefferson se acarició las sienes. Manuel se sentó nuevamente en el sofá cuando lo vio un poco más tranquilo. Pensó que lo iba atacar.

-Al menos hubieran escogido a otro sujeto. Chico Bestia, qué puto asco. –Jefferson sacó una bolsa de polvo blanco. –Tener que ser pareja de Chico Bestia...

-No tendrán que confirmar nada, es más ni siquiera tendrás que cogértelo o acercarte a él, lo único que tendrán que hacer es quedarse callados cuando las personas o la prensa les pidan explicaciones. Con esto la gente les pondrá atención total mientras aparecen videos por internet. –Jefferson colocó unas líneas de polvo sobre la mesa y comenzó a inhalarlas. –Ya te dije que no serán los únicos; Pantera Negra tendrá atención cuando alguien por Facebook o Twitter diga que tiene cáncer.

-Lo que digas. –Respondió finalmente, después de unos minutos.

Jefferson pareció quedarse mirando a la nada mientras soltaba una risa divertida. Manuel entendió que ya estaba drogado y que lo mejor era irse. Ya sabía Muchos de esos idiotas en ese estado se ponían demasiado "raros", por no llamarlos de otro modo.

-¡Los quiero todos adentro! –Stella y Manuel escucharon el gritó placentero de una chica. -¡Quiero que me los metan por todos los agujeros de mi cuerpo!

-Otra orgia. –Dijo Manuel, poniéndose de pie. En ese momento una chica salió junto con otros tres hombres detrás de ellas. Gateó y miró seductoramente a Manuel. Él agarró a Stella para salir del edificio. Aun escuchando los gemidos y gritos de la mujer. Lo más probable es que Jefferson entre en unos momentos. –A estos tipos solo les interesa el sexo. –Negó con la cabeza, soltando una risa divertida. –Si vieras las estupideces que hacían cuando vamos a "Herogasm", y más cuando estaba completo el equipo. –Hizo una mueca de asco.

-No sé lo que pasa con esos tipos... son... no puedo más. –Stella se dejó caer al suelo. –No llevo mucho tiempo con ustedes y... y... no puedo seguir.

-Y es justo lo que me paso a mí después de un mes en el equipo; me rompí. –Manuel sacó otro cigarro. –No puedes soportar la mierda. –Inhaló algo de humo mientras ayudaba a Stella a ponerse de pie. –Intenta sobrellevarlo, Stella. –Pero continuó llorando, a lo que Manuel se le ocurrió algo. Quizás no era lo mejor, sin embargo, puede que le ayudara. -Te llevaré con alguien para que puedas liberarte un poco.

Stella se quedó parada sin poder moverse mientras intentaba relajarse. No podía seguir soportando esta mierda, puede que lo hubiera soportado más de no ser por la presión que ahora sentía por el riesgo de ser asesinada.

-Pensé que lo podía soportar, pero es difícil. –Stella comenzó a llorar. –Ya no puedo.

-Fue más rápido que cuando yo entre. –Manuel acarició su cabeza. –Supongo que es porque Ace no me hizo lo mismo que a ti. –Manuel le dio un abrazo, al menos esperaba que eso la hiciera sentir mejor. –Necesitas ir con esta persona de inmediato. Puede que eso te relaje un poco y te sientas mejor. Me ayudó mucho cuando me rompí; yo no soportaba no ver a mis hijos y ver toda la mierda que Ace hacía.

Manuel le extendió el cigarro a Stella para que inhalara algo de humo, pero ella se negó. Nunca le había gustado fumar, ni consumir drogas, ni beber demasiado alcohol. Tal vez se debía porque su madre no se lo permito para que no tuviera problemas de salud o algunas dificultades para entrar a un equipo. Pero eso no quiere decir que no llegó hacer unas cosas libres; ya no era virgen; la perdió una vez en una fiesta de un campamento donde la mando su mamá para que pudiera controlar mejor sus habilidades.

La verdad en estos momentos quería tomar algo de alcohol y salir con alguien. Al menos una noche para distraerse un momento de lo mierda que se volvió su vida a partir de que entró a un equipo de superhéroes. Puede que Manuel lo quisiera. Esperaba que no tuvieran el pene pequeño como Ace. Estiró un poco su cuerpo. Esos pensamientos nunca se le habían ocurrido.

-Está bien. –Dijo finalmente.

-Te vas a sentir bien. Es una gran amiga. –Sonrió.

Ambos tomaron impulso para volar.

...

-Entonces sentí como el Caballero Luna me llenaba todo el ano de semen mientras los demás se reían de lo ridículo que me veía y como, aun teniendo el traje del Capitán América, se burlaban de lo que me estaba haciendo... lejos de molestarme o hacerme sentir como una basura, en realidad no me pareció en nada desagradable... todo lo contrario. En un inicio me dolió. Más aún porque el sexo anal necesita preparación antes de que lo metan por ahí. A pesar del dolor inicial, poco a poco comenzó a gustarme. –Charlotte McCormack escuchó con atención las palabras del Capitán América. Ese era su trabajó después de todo; darle terapia psicológica a los superhéroes. Con la cantidad de idiotas con los que había hablado se dio cuenta que no eran muy diferente de los soldados. Aunque estos sujetos eran más como niños pequeños. Niño su que son lo suficientemente fuertes como para partirla a la mitad. Después de un mes como psicóloga se dio cuenta que fue la peor decisión que pudo tomar. Hubiera preferido renunciar y ser maestra de alguna universidad, o cajera. Y lo peor es que no podía renunciar, estaba bajó contrató; además que le pagaban grandes cantidades de dinero y, sin embargo, si llegaba a renunciar, probablemente, los héroes más que nada, comenzarían acosarla. Era mejor que la despidieran en algún momento. –Desde entonces me ha gustado que me metan el pene adentro de mi ano. Y quiero que muchos más héroes o villanos lo hagan.

-¿Has intentado tener sexo con otras personas a partir de esto? –Preguntó sencillamente, dio la vuelta a su pequeño cuaderno, esperando la respuesta. –Si dices que te gusta, entonces imagino que has ido a ciertos lugares a ver si encuentras algo o alguien que te lo haga. O si no lo has hecho, creo que ya empezaste a picarte el ano.

El Capitán América comenzó a jugar con sus dedos. Desvió la mirada con algo de rubor. Charlotte observó como en sus pantalones se levantaba un bulto. Estaba en lo correcto. No le dio asco, había visto en múltiples ocasiones como los héroes tenían erecciones o se masturbaban en su consultorio. Al principio no le gustó, incluso tuvo problemas con esos tipos, pero como eran "fuertes", y no todos eran tolerantes, decidió no dejar de quejarse.

-He querido tener sexo con Cráneo Rojo. –Charlotte evitó reírse de él cuando se lo dijo. Pero la imagen dentro de su cabeza donde el Capitán América y Cráneo Rojo desnudándose para hacerse sexo oral y, posteriormente, sexo anal le hizo querer reírse a carcajadas. Movió su boca para que no notara la sonrisa que quería formarse en su rostro. –A veces me lo imagino como me toca. Me besa. Me quita el traje lentamente. Y me obliga a chupar su enorme pene nazi.

Charlotte tosió para que la risa que quería salir de su boca no se hiciera presente. Era difícil soportar, más aun cuando ese tipo era patético; había tomado terapias desde que sus compañeros lo humillaban por asustarse con las armas. Incluso intentó desquitarse con ella diciendo que iba asesinar a su familia, cosa que no le creyó porque su familia vivía en Francia, y no tenía hijos, ni esposo. Al ver que no podía hacer eso decidió intentar conquistarla. Ese tipo era un idiota.

-¿Y cómo crees que él se lo tome si le propones tener sexo contigo? –El Capitán América pareció pensar un poco. Charlotte esperaba que realmente lo hiciera, sería divertido saber qué fue lo que pasó después. ¿Le diría que él también lo amaba y tendrían sexo gay o Cráneo Rojo pediría la renuncia y algún miembro de los vengadores diría que ha sido arrestado permanente? –Deberías proponérselo. No sabes si él también sienta lo mismo por ti. Inténtalo, puede que te lleves una sorpresa.

-¿En serio lo crees? –Charlotte asintió. –Pero tengo que miedo que me rechace o me vea como un rarito.

-Es un consejo que te estoy dando. Recuerda que amor es amor. Quizás él sienta lo mismo que tú. Quizás termines por cumplir tus fantasías. Quizás hasta ambos puedan demostrar que... –volvió a toser para ocultar la risa que quería salir de su boca –, a pesar de las distintos ideales políticos lo que ambos sintieron todo este tiempo fue amor.

El Capitán América pensó en las palabras de Charlotte. La miró un momento antes de ponerse de pie. Salió de la oficina y dejó sola a la psicóloga. Charlotte comenzó a reírse mientras tapaba su boca para que esa risa no fuera tan escandalosa. Se había tragado toda la estupidez que le dijo que hiciera. La verdad es que a veces se aprovechaba de algunos problemas mentales que tenían ciertos héroes. Como le pasó con Ant-man; le dijo que compartiera su idea sobre Pantera Negra con los demás, quizás le funcionaria o puede que lo sacaran del equipo por racista.

Lo único bueno de ese trabajo eran las estupideces que a veces hacían los héroes. Al terminar de reír, sacó un cigarro y comenzó a elaborar algunas notas en otro cuaderno. Revisando un poco las notas se encontró con el de "Los increíbles". Esta vez no hubo risa, todo lo contrario; hizo una mueca al recordar como esos cuatro sujetos tuvieron una orgia en su consultorio.

Y se supone que habían ido para ver si el padre, que era Míster Increíble, dejara de cogerse los culos de su hija, esposa y dos hijos. Lo más asqueroso de todo no era que le encantara cogerse a sus propios hijos, sino que, uno de ellos, apenas tenía un año de edad. Esto ocasionó que su hijo sintiera envidia y también quisiera hacer lo mismo. Su padre encontró a su hija junto con su hijo teniendo sexo. Además que notó una rivalidad hacia su padre.

Eso iba terminar mal, estaba segura. Cuando tuvieron sexo enfrente de ella fue para ver si Elastigirl y la niña invisible dijeran que pene les gustaba más. Estaba segura que el pequeño Dash mataría a su padre para que pudiera seguir cogiéndose a su hermana y madre. Esos sujetos si eran unos malditos enfermos. Cambio de hoja y en ese momento el teléfono enfrente de su escritorio comenzó a sonar. Charlotte inhaló un poco de humo antes de responder.

-¿Qué pasa? –Charlotte inhaló mucho humo de su cigarro y lo apagó en el cenicero. –Has que pase.

Se recogió el cabello. Según su secretaria era el Falcón de fuego. Ya sabía a qué venia y eso le parecía genial. Ese sujeto no era muy atractivo, pero al menos no era tan asqueroso o patético como los demás. El falcón entró a la oficina junto con una chica asiática. Eso era nuevo; nunca antes había traído a otras chicas, sin embargo, siempre hay una primera vez. Aunque tampoco le molestaba ya que era bisexual, o eso creía, siempre estaba abierta a nuevas experiencias.

-No pensé que fueses a traer a otra chica. –Comentó, acercándose a él. –No me molesta, es solo que nunca antes lo había hecho. –Se encogió de hombros mientras se quitaba la bata.

-No siempre vengo para sexo, Charlotte. –Charlotte hizo una cara de decepción. Se sentó de nuevo enfrente de su escritorio. Esperó a que Manuel le dijera que era lo que quería. –La verdad me ayudaste a superar a mis hijos dándome terapia hace años...

-¿Y quieres que haga lo mismo con tu amiga? –Interrumpió. Manuel asintió. Ella solo suspiró. –La verdad me interesaba más hacer un trio. Nunca antes lo había intentado, pero quería hacerlo. –Miró su reloj. –Tengo algunos minutos disponibles que iba usar para revisar algunas cosas. Aunque tampoco me parecen muy importante. Está bien. Toma asiento... ¿tu nombre es?

-Stella. –Respondió.

Ella observó a la chica; era rubia, su cabello le llegaba debajo de los hombros y su cuerpo era algo lleno, pero no para ser gorda; además que era muy atractiva. Ya veía porque Manuel tenía algo con ella.

-Bueno, Manuel tengo unos quince o veinte minutos. No hace mucho, pero hablar con alguien por unos segundos siempre ayuda. Así que lárgate del consultorio.

-Sí. Te veré en unos momentos, Stella. –El Falcón salió de la habitación dejando solo a las chicas.

-¿Te estas acostando con él? –Stella hizo una mueca desagradable. –Es solo una pregunta. La verdad se me hubiera hecho raro eso. Manuel no se mete con chicas demasiado jóvenes.

-¿Se mete con otras mujeres?

-Es para olvidar a su familia. Imagina asesinar a una persona en una pelea de boxeo, eso te hace abandonar a tu familia y después estas en un equipo de superhéroes extremadamente enfermos. –Vio de reojo a Stella. –Empecemos con algo sencillo, ¿Qué es lo que te ha hecho Ace? –Al ver la mueca de asco y pasar una de sus manos por su boca, lo entendió. –Te hizo hacerle una mamada o a tener sexo directamente. Tranquila, lo entiendo. Lo intentó hacerlo conmigo hasta que le dije que si lo hacia revelaría algunas cosas que no le harían bien a su imagen. –Stella no se imaginó que era eso, pero no preguntó. La verdad es que se hacía una idea. –Un consejo que puedo darte es que a la próxima que alguien quiera obligarte a chuparle el pene, muérdeselo.

-Es solo que... no me imaginé que me pidiera algo así. –Dijo en voz baja. –Yo llegue muy entusiasmada al equipo... ese tipo me... y luego el resto...

-Si mal no recuerdo, el resto de los integrantes son: Black Noir, los gemelos fantásticos y Translucido, ¿verdad? –Stella asintió. –No sé mucho de Black Noir, es muy raro el tipo. Los gemelos fantásticos tienen un trauma porque su padre abusaba sexualmente de Jayna y Zan solo repitió lo mismo de su padre. En cuanto Ace, puedo decirte que tiene un problema con las mujeres. –Charlotte la miró fijamente. –Aunque no quiero que te intereses en esos sujetos, quiero que pienses más en ti. –Stella no supo a que se refería. –Entiendo cómo te sientes; fue una tontería formar parte del equipo, más ese equipo. Pero tú eres la única persona que puede cambiar eso. Puedes mandar a la mierda a esos hijos de puta y hacerles ver que nada de lo que te han dicho puede afectarte. Puedes demostrar que, a pesar de todo, puedes seguir en el quipo siendo tu misma.

Esas palabras le hicieron pensar. ¿Por qué debía hacerse la victima? ¿Por qué tenía que ser buena persona cuando nadie en ese equipo lo era? Si seguía siendo una buena persona todos iban a pasar por encima de ella.

-Tienes razón. –Dijo Stella decidida, poniéndose de pie.

-A la mierda con ellos.

-Sí. No tengo porque hacerme la víctima. –Stella se acercó a la puerta.

-Es cierto, Stella. Vuelve y hazles ver que no te interesan lo que digan.

-Sí. A la mierda con ellos. –Charlotte miró su reloj.

-Bueno, en unos minutos tengo otra consulta. Así que...

-Lo entiendo. –Se acercó a la puerta. –Muchas gracias, creo que me han servido un poco tus palabras.

-No hay de qué, pero –se acercó a ella y le dio una tarjeta –si quieres volver a venir márcame antes para hacerte una cita. No podemos hablar bien bajó presión. Apenas y te dije unas palabras.

-Sí. Creo que te volveré a llamar.

Stella salió de la oficina. Charlotte imaginó que ahora que la había hecho liberarse y darle consejos, imaginó que eso la iba meter en problemas. Le calculaba una semana para que esa chica le llamara y le pidiera una cita. Sacó otro cuaderno donde revisó quien sería su próximo paciente. Ahora tendría que darle terapia a "Zoom". Ese tipo tenía una obsesión fascinante hacia Flash.

Estaba segura que lo amaba. Se expresaba de una forma muy rara de él. Quizás podía convencerlo de que la siguiente vez que lo atrapara, le quitara el traje para tuvieran sexo. Esperaba que lo hiciera porque, normalmente, muchos de esos tipos, grababan cuando tenían sexo y se lo enseñaban.

Ella, por su parte, los vendía por internet a ciertas personas que estaban obsesionados con los superhéroes. Y como ese tipo de videos no era muy fácil que pudieran filtrarse por la red pública, pues no tenia de que preocuparse. Además, nunca sospechaban; no sabían que cuando miraba los videos también había algo descargando el video. Así que pensaban que alguien hackeó su computadora.

...

Cristina tenía algo de miedo al ver la foto de todos esos cadáveres. Lo peor era que ni Superman, ni la mujer maravilla, quienes eran los más poderosos de Liga, estaban tranquilos. Podía ver que estaban nerviosos y ligeramente preocupados. Esta reunión la hizo Superman cuando regresó de las Vegas para discutir sobre lo que tenían que hacer con esta crisis, sin embargo, a ella le daba mucho miedo; además, Flash estaba soltando pequeñas risas de vez en cuando.

-Muy bien, chicos. Todos sabemos cómo terminaron las cosas hace cuatro años; si bien logre encerrar a la mitad de esos tipos, y aunque ese maldito de Butcher los asesinó para después suicidarse –Superman se puso de pie, observando a todos los miembros de la mesa –, no es para estar tranquilos. Estos tipos son más peligrosos que Butcher. Se viene una tormenta y necesitamos estar... -Fue interrumpido por una risa de Flash. Cristina lo miró, ¿Qué le pasaba? –Necesitamos estar juntos para poder superar esta crisis –levantó la voz al escuchar las risas de Flash –, debemos estar unidos entre nosotros. Juntos saldremos adelante.

Cristina sonrió al escuchar el discurso de Superman. Su gran admiración era la Mujer Maravilla, pero Superman era un grande por como hablaba, por esa razón todos los superhéroes le tenían respeto. Aun recordaba como a la Capitana Marvel se detuvo cuando él se lo indicó, lo más increíble fue que solo lo hizo con mover su dedo, todos lo respetaban.

-Muy bien, Cristina, te quedaras en una de las habitaciones. No te lo ofrecí antes porque pensé que tenías una familia y no querías apartarte de ellos.

Cristina le sonrió.

-En realidad... vivo en un departamento. No dije nada porque no quería causar problemas.

-Vamos, Cristina. ¿Qué somos?

-Un equipo.

-Exactamente. Y los equipos deben apoyarse en tiempos difíciles. –Le guiñó un ojo, haciendo que se sonrojara. –Ahora, pueden irse. Cristina, trae tus cosas y que Inspector Marciano te ayude y te enseñe tu habitación. Nadie quiere que te pase algo cuando esos tipos andan libres por la calle. Son muy peligrosos.

Todos, excepto Flash, salieron de la habitación. Cristina caminó hasta que salió del edificio. Revisó sus bolsillos para sacar su celular, pero no lo encontró. Gruñó un poco, de seguro se le había caído en la oficina o mientras salía del edificio. No había mucha gente, así que no creía que alguien lo hubiera encontrado.

-Voy a regresar creo que se me cayó mi celular.

-Está bien.

Cristina volvió a entrar al edificio; caminó de regresó buscando su teléfono por el suelo para ver si estaba, pero no tuvo éxito. Siguió caminando hasta que llegó de nuevo al salón donde se reunía el equipo. Observó su teléfono tirado cerca de la puerta. Al acercarse y recogerlo escuchó que Flash parecía estar llorando. Cristina se acercó silenciosamente a la puerta que estaba entreabierta; se encontró con Superman mirando con los ojos de un rojo brillante a Flash.

-¡¿Qué mierda es lo que te he dicho cuando estamos en una reunión oficial?! –Gritó, furioso, sin quitar el brillo de los ojos.

-Yo...

-¡¿TÚ QUÉ?!

-Yo... no se... solo... no se me ha quitado el estado desde el día de ayer. Lo siento mucho.

-¿Y esperas que no haga caso de esta mierda que hiciste cuando te encanta drogarte, emborracharte y traer a un montón de mujeres al puto salón? –Apretó los puños. -¡MÍRAME! –Alzó su puño, Flash hizo lo mismo, cosa que no le gusto a Superman; lo agarró fuertemente del cuello y comenzó agolpear su rostro contra el suelo repetidas veces. Cristina observó como sangraba. -¡¿Te atreves a alzarme la mano, maldito drogadicto de mierda?! –Volvió a golpear su rostro repetidas veces. – ¡Te estoy preguntando algo, respóndeme! –Volvió a gritar con furia.

-No... señor.

-No vuelvas te atrevas a levantarme la mano de nuevo porque te arranco los huevos. –Lo miró directamente a los ojos. –Y sabes que no estoy hablando en sentido figurado, pendejo.

Superman lo arrojó al suelo. Se acercó a la salida haciendo que Cristina reaccionara. Se alejó rápidamente hacia las escaleras. Las bajó rápidamente hasta llegar a un piso lo suficientemente alejado para que Superman no lo la viera. No sabía si Superman iba a bajar o ir a otro lado porque escuchó, antes de la reunión, que iba ir con Lois Lane. Estaba completamente aterrada por verlo de ese modo. Mucho más como estaba hablando. Incluso pensó que no era la misma persona que había visto hace unos momentos. ¿Qué le pasó?

Quizás Flash había hecho algo muy malo. ¿Por qué se supone que lo había regañado? La verdad ya no recordaba. Al verlo tan enojado lo único que pensó fue en irse. Aunque fuera cual fuera el problema, al menos eso creía ella, no se merecía que le hubiera hablando de ese modo. Se talló los ojos mientras bajaba las escaleras.

Lo mejor era no mencionar nada. Quizás no se lo tomarían bien los demás, ni siquiera el mismo Superman. Y la verdad le aterraba pensar que pudiera volverse como hace unos momentos, pero ahora con ella. Incluso sintió algo de cosquillas en su garganta al imaginarse que Superman la estaba lastimando. Pero, pensándolo bien, ¿qué estupidez estaba imaginando? Superman no hace eso. Puede que solo fuera el estrés de que esos sujetos habían regresado. Lo mejor sería hablarlo un día con Flash y que él se lo explicara. O quizás solo estaban practicando para la escena de una película. O puede que lo más prudente era no preguntar.

-¿En dónde estaba tu teléfono? –Preguntó el Inspector, acercándose a Cristina cuando salió del edificio. Ella lo miró con atención mientras balbuceaba. -¿Te sucede algo, Cristina? –Ella volvió a balbucear sin poder saber que decirle exactamente. –Supongo que es la preocupación de esos tipos, ¿verdad? No te preocupes, el salón de la Justicia es el segundo lugar más seguro de Estados Unidos. Es imposible que entren y si pasa lo sabríamos de inmediato.

-Está bien. –Cristina se calmó un poco. Era mejor olvidarlo, o hablarlo cuando estuviera más tranquila con la Mujer Maravilla. -¿Estás seguro de que quieres acompañar por mis cosas?

-Sí. Está bien. Nada más déjame... –su apariencia cambio por la de un hombre rubio alto y delgado. –Es para que no vean en la calle. Me llamó John Jones, por cierto. La mayoría me dice Inspector Marciano.

-Es que tampoco me dijiste tu nombre.

-Supongo que es mi error.

Ambos tomaron un taxi y fueron hacia el departamento de Cristina. Mientras llegaban ella siguió pensando en lo que pasó con Superman y Flash. No podía dejar de ver la imagen de Superman molestó y escucharlo decir malas palabras. Era mejor hacerlo, más aún porque en estos momentos debía estar más atenta a sus alrededores por los que mataban a los héroes.

Se imaginó a ella llegar a enfrentarse a uno de esos sujetos y atraparlo. Eso le encantaría; ser una de las pocas que, no solo enfrente, sino que atrapó a uno esos tipos. No conocía a muchos sujetos que hubieran logrado esa hazaña. Lo único que sabía era que algunos se habían enfrentado ellos y sobrevivido. Esos sujetos fueron Superman, Mujer Maravilla, Tony Stark, Black Noir y Ace Savvy. Esperaba atrapar a Deadpool, sobre todo a ese sujeto.

Era el más desgraciado de todos; había visto algunos videos donde se la pasaba haciendo chistes mientras los mataba o se burlaba de ellos. Ese sujeto era el que más le desagradaba. Lo peor es que, según lo que leyó, solo lo hacían por diversión y venganza que los sacaran de los equipos. Acabaría con esos tipos. Y demostraría porque era miembro de La liga de la justicia.Stella tuvo ganas de vomitar en el momento que vio los cuerpos despedazados de aquel equipo de superhéroes en la computadora. Y se sintió aun peor cuando fue a las vergas y observó los cuerpos a pocos centímetros de ellos. No entendía porque razón ella tenía que ir a las Vergas a hablar con los medios de comunicación para decirles que la situación, si bien, era preocupantes, todos ellos estaban ahí para defenderlos y protegerlos. Se hubiera negado, pero la otra opción era revisar los cuerpos para encontrar algo "extraño", era mejor mentir que estar revisando los cuerpos. No obstante, tampoco fue fácil mentir. Nunca se había caracterizado por mentir.

Mucho más cuando se enteró, en el avión donde el Falcón se lo dijo, que esos sujetos, y no eran los únicos, habían ido a las Vegas a divertirse en una orgia donde habían drogas y alcohol. Ya no podía verlos como héroes, a nadie realmente. Toda su percepción de la vida cambió desde que se convirtió en superhéroe. Siguió el consejo del Falcón; puso una cara triste y comenzó hacer que lloraba para que no la molestaran con tantas preguntas sobre su opinión de este asunto.

Termino de hablar con los medio y, en ese momento, estaba esperando a que el Falcón y Ace salieran de la reunión; aparentemente, tenían una con Superman, Mujer Maravilla, Tony Stark y con el Capitán América sobre la situación que acaba de pasar; la primera muerte de un equipo de superhéroes en mucho tiempo. La verdad era que, con esto que acaba de suceder, le preocupó que en algún momento ella se viera envuelta en la misma situación.

Sintió un hormigueó en su estómago al pensar en eso; llegar a estar enfrente de los asesinos de superhéroes. Estaba segura que no podría defenderse por el miedo que sentiría al estar enfrente de esos tipos, y, lo más probable, es que la matarían fácilmente. Quizás lo único bueno era que no tendría que seguir soportando las miradas pervertidas de Ace y Translucido. Ver todo lo que paso en tan poco tiempo le hizo pensar en dos cosas: Dios la odiaba; o Dios no existía.

Tantos sacrificios y muchas cosas que tuvo que hacer para entrar en ese equipo, y lo único que le pasó fue que abusaran de ella. Aunque se preguntaba cómo les iba a Mildred y Cristina; no sabía mucho de ellas. Pero quería evitar pensar que los compañeros no eran iguales a Ace. Esperaba que no les hubiera pasado lo mismo. A pesar de todo, quería creer que la vida solo la tenia de su perra a ella. Además, Superman no podía ser igual que esos dos sujetos, ¿o sí?

Ya ni sabía que era real o que era una fantasía. Toda su vida pensó que los héroes ayudaban y eran buenas personas, absolutamente todos, pero Ace, sobre todo, era todo menos una buena persona. Al menos el Falcón intentaba no ser un hijo de puta, intentaba ser todo lo contrario; una buena persona, aunque se comportaba, en algunas ocasiones, indiferente. Stella continuó recargada detrás de una sala que estaba alejada de un hotel. Al parecer el hotel era de Bruce Wayne, quien invertía en los superhéroes. Tenía curiosidad sobre lo que estaban hablando.

El Falcón no le dijo exactamente de qué hablarían, algo extrañó porque, a veces, le contaba esos detalles, no obstante, en esta ocasión, lo vio más serio y ligeramente preocupado. Incluso pudo observar en Ace y el Falcón una mirada llena de miedo; claramente esta situación los tenía preocupados. Sacó su teléfono para ver revisar su Facebook y encontrar algo que le ayudara a matar el tiempo. Aunque, unos segundos después, escuchó como los reporteros volvían alterarse. Se asomó para observar que había pasado, observó a Superman junto con Mujer Maravilla enfrente de ellos. Pero podía verlos tranquilos. No se veían tan preocupados como Ace y el Falcón. Puede que se debiera a que eran los más fuertes, físicamente, de todos los equipos.

-Por favor... –Superman alzó las manos para que guardaran silencio –, sé que hay un grave problema. Estamos conscientes de esto, pero como les dijo Starlight; nosotros ya tomamos cartas en el asuntó. –Hizo una pequeña pausa. –Les queremos mandar nuestras condolencias a los familiares de los héroes caídos. Ellos solo hicieron su deber; protegerlos de esos sujetos. No podemos decir nada más. Quiero prometerlos que no dejaremos que les pase nada...

-Debemos irnos, Stella. –El Falcón apareció a un lado suyo. Por suerte Ace no estaba con él.

-Si... ¿A dónde? –Preguntó, volteando a verlo.

-Con un equipo de superhéroes, te explicó bien todo cuando lleguemos.

Ambos tomaron impulsó y comenzaron a volar para llegar al aeropuerto. Stella no sabía exactamente a donde irían o que harían. Pero era mejor que estar con él, que con los demás integrantes.

...

Mildred tenía miedo. Ya le habían explicado cómo estaba la situación, eso la había asustado tanto que no dejaba de mover sus dedos; pensar que en el momento que llegara a poner un pie fuera del edificio había altas posibilidades de que la pudiera llegar asesinar. Estaba pensando muy seriamente en mudarse al edificio, pero le preocupaba el Caballero Luna. En estos momentos estaba completamente callado; sin embargo, a veces, la miraba a ella, o a la Capitana Marvel, o el culo del Capitán América.

Este último le daba algo de lastima. Pensó que sería a quien más respetó le tenían. Había detenido la tercera guerra mundial en una ocasión y el Caballero Luna lo violó, sin mencionar que se asustaba cuando Tony le apuntaba con su armadura.

-¿Sabes, T'challa? – Habló Ant-Man –, le dije a Tony que estaría genial que te diagnosticaran cáncer de colon para que la gente estuviera pensando más eso que en los asesinos que acaban de aparecer. –Pantera negra lo volteó a ver lentamente. –Espera, no me lo tomes a mal, es que, ¿Cuántas personas mueren de cáncer al año? Y ver que un héroe tiene cáncer. Podrías desparecer unos días, y durante ese tiempo un villano aparece, el Capitán América se enfrenta a él, y cuando está a punto de ser vencido, Pantera Negra regresa para salvar el día. Podrías decirle a los medios, momentos después, que te retiraras del equipo y te dedicaras a hacer campañas contra la lucha del cáncer. Tendrás dinero y dejaras de estar en el equipo. –T'challa tosió un poco. No dejó de mirar a Scott. –Vamos, no te enojes. Hasta podríamos abrir una empresa para que donen dinero para la lucha contra el cáncer. –Le golpeó el hombro. –Aunque usaremos el dinero para otra cosa.

-En estos momentos las cosas están tensas, Scott. –Comentó, rascándose la cabeza. –Debemos poner nuestra atención en lo que pasa a nuestro alrededor. No sabemos si en algún momento aparezcan, como en las Vegas. –T'challa volteó a ver a Mildred. –Y tú deberías mudarte al edificio. –Dijo. Mildred bajó la cara mientras volteaba a ver disimuladamente al Caballero Luna. T'challa lo notó. –Tranquila. Luna estará tranquilo por la tormenta que viene. O haz lo que quieras. De todas formas podemos buscar a otra integrante si llegan a sacarte toda la mierda.

Mildred hizo una mueca. No conocía mucho a esos sujetos, y sinceramente no quería hacerlo por lo que podría pasarle. Desde que tuvo el accidente con Luna y al ver como violaron al Capitán América no estaba del todo segura que quería conocerlos, o quedarse a solas con ellos. ¿Qué cosas llegarían hacerle?

-No estoy segura.

-Es lo que te aconsejo, niña. Esos tipos son peligrosos. –Mildred observó como el Caballero Luna salió rápidamente de la habitación. –De seguro va con Black Noir.

-¿Por qué esos tipos nos quieren asesinar? –Preguntó Mildred finalmente.

Esa pregunta incomodó a T'challa y Scott. Mildred era parte del equipo, aunque tampoco podían decirle ciertas cosas. A Ojo de halcón y la viuda negra no les dijeron muchas cosas, como que cuando fueron por ese sujeto en Nueva York, o de dónde venían sus poderes realmente. Hay cosas que no podían decirles a pesar de ser equipo. Sobre todo por los riesgos de que alguno por querer hacerse la buena persona lo revelara ante los medios. Y por ese motivo tenía la excusa perfecta para eso.

-Quieren tener el control del mundo por eso existimos, debemos evitar que eso suceda. –Pensó un poco, también estaban lo villanos. –Es como algunos villanos; muchos de ellos quieren establecer ciertos sistemas de gobierno, o empezar la tercera guerra mundial. Cosas por el estilo, nosotros solo los detenemos.

-Por eso estamos nosotros. –Agregó Scott. –Nosotros los detenemos. Por eso somos un equipo.

Mildred no respondió. Era algo... inspirador lo que dijeron. Por algo eran héroes, pero al ver todas las cosas que hacían, los veía con diferentes ojos.

-De hecho estuvimos a nada de detenerlos hace cuatro años...

-¿En serio? –Mildred se mostró algo interesada en ese tema. -¿Qué pasó?

-Casi todo el FBI, la CIA y la NSA tenían relación con estos asesinos y un par de sujetos llamado Wolverine y Deadpool evitaron que Superman atrapara a todos. El resto que nos enfrentamos quedamos desconcertados cuando no vimos a nadie. –Pantera Negra intentó hacer memoria, pero su mente estaba en blanco. –No lo recuerdo bien. Casi todos estábamos en nuestro edificio con un terrible dolor de cabeza. Aunque vimos algunas cosas que hicieron Deadpool y Wolverine; darle una verdadera pelea a Superman.

Podía recordar el caos de hace cuatro años. Algunos héroes fueron asesinados, otros quedaron paralíticos y Superman, a quien nunca le había visto tener un golpe, sin embargo, aquel día, termino con algunos moretones en su rostro junto con unos rasguños.

-Es por eso que te aconsejo que te quedes en el edificio, afuera podrían encontrarte.

Mildred sabía perfectamente que T'challa y Scott tenían razón; era mejor quedarse en el edificio. Era el más seguro del país, incluso más que el de La liga de la justicia. Iba a responder, pero la puerta se abrió; Mildred volteó para ver de quien se trataba, aunque se arrepintió de haberlo hecho; enfrente estaba un hombre de cabello castaño, pero de los lados llenó de canas, piel blanca y con un parche en el ojo izquierdo. Lo más que perturbó a Mildred fue la mano humana que estaba comiendo. Iba a salir de la oficina en ese momento, pero Scott la agarró de la mano antes de que lo hiciera. Negó con la cabeza. No entendió porque, aunque viendo su mirada, llena de nerviosismo, le hizo quedarse donde estaba.

-¿Qué hay, muchachos? –Saludó el hombre amablemente. Mildred observó algunos rastros de carne entre sus dientes y la mano dejaba caer unas gotas de sangre. –Me alegra verlos, ya que debo decirles algo muy importante.

-¿Sobre qué, Nick? –El hombre volvió a darle otra mordida a la mano.

-Son dos cosas: la primera es que no le hagas caso al idiota que nos representa, Mildred. Ellos piensan que por llenarle los bolsillos de dinero son dueños de tu culo. Sin mencionar que no fue tan grave como las estupideces que llegan hacer Ace o Flash. –El hombre limpió la sangre que caía de su boca. –La segunda: probablemente mande al carajo al Capitán América...

-¡Al fin! –Gritó T'challa de felicidad, interrumpiendo a Nick. –Disculpa, Nick. –Movió sus manos. –Es solo que... bueno, es un marica que nos hace ver como ridículos.

-¿Y quién lo va sustituir?

-Los va –corrigió Nick –, también vas a ser sustituido, Scott.

Eso tomó por sorpresa a Mildred y T'challa. ¿Por qué lo iban a sustituir? No había hecho nada malo, asistía a las reuniones, tenía un comportamiento tranquilo y no tenía miedo de combatir contra esos tipos. Bueno, eso último era mentira. Sabía perfectamente que podían matarlo. Pero no se los dejaría fácil. Entonces, ¿Por qué lo iban a sustituir?

-Pero... pero yo...

-Tranquilo. No estoy seguro del todo. Es solo una posibilidad. –Nick volvió a morder la mano. Caminó hacia la salida, dándole mordidas a la mano. –La razón es porque eres el que menos vende de la compañía y... ya sabes cómo son esos estúpidos; lléname de dinero o te mando al carajo. Haz que seamos el centro de atención por varios años. Que nuestras películas sean las más taquilleras de la historia. Que todo el mundo te respete. Esto último es gracioso porque yo no respeto al Capitán América. –Se rió. –Si llegó a verlo me voy a comer su brazo. Nos vemos luego, chicos.

Con eso salió de la oficina y Scott sintió ganas de llorar. Tanto que le había dado a la compañía para que lo echaran del equipo. No era justo. Esperaba que no lo sacaran. Le gustaba estar aquí, sobre todo por los privilegios.

-Si lo piensas bien, quizás a ti te podrían hacer una película donde mueras de cáncer de colon o te cases con la reina hormiga. –T'challa se puso de pie. –Voy por un trago, ¿quieres venir?

-¿Te parece que estoy de humor, negro? –Preguntó molestó Scott.

-Le decía a Mildred. –Ella bajó un poco la mirada. –Es mejor irnos porque el zoófilco de mierda ya se puso como la Capitana Marvel cuando esta de sangrona. –Mildred tuvo que tapar su boca para no reírse por el chiste.

-¡Vete a la mierda!

Mildred salió junto a T'challa. La verdad era mejor irse que quedarse. Scott estaba enojado y no sabía cómo se podía poner en ese estado. Puede que no le aterraba tanto como el Caballero Luna. Ese tipo nada mas con verlo le daban ganas de correr lejos. Y no sabía exactamente porque, había leído desde antes de entrar a los vengadores, el Caballero Luna no poseía ningún poder. Todo era su físico. ¿Cómo fue que la sometió el primer día?

No era muy fuerte cuando tenía luz solar, pero si podía lastimar de gravedad a una persona común, a pesar de que fuera fuerte. Y el Caballero Luna, a pesar de eso, la logró someter. Era por eso que tenía cuidado por donde iba en la noche. Sin embargo, eso se terminó; ahora tendría que tener cuidado de que no entrara en su habitación.

-Es mejor que lo dejemos solo. –Dijo T'challa, haciendo que Mildred la volteara a ver. –La verdad me alegra que lo saquen del equipo. Es un racista de mierda; lleva mucho tiempo diciéndole a los representantes que me hagan una película donde muera de cáncer de colon para que salga del equipo. –Se rio, negando con la cabeza. –Sería algo humillante morir de ese modo. Mas cuando los putos representantes exprimen ese tipo de cosas.

-No me parece un mal tipo. Al menos eso creo.

-Es un idiota. Ya se le pasara. O eso espero. –Se encogió de hombros. –De todos modos no me importa.

Ambos continuaron caminando hasta que llegaron a una habitación donde no había absolutamente nadie. Mildred tuvo un poco de desconfianza. ¿Qué le garantizaba que T'challa no fuera igual que el Caballero Luna? T'challa observó que Mildred parecía ligeramente nerviosa de estar muy lejos. Abrió la puerta donde Mildred observó, al menos eso parecía, un pequeño bar; había muchas botellas de alcohol.

-Está algo alejado para que los trabajadores no se den cuenta de que tenemos nuestro propio bar. –Entró. –Si quieres entra, o no lo hagas. Si haces lo último solo aléjate lo suficiente y no le digas a nadie que hay un bar.

-No, es que... -Mildred se puso ligeramente roja.

-Supongo que piensas que si Luna te hizo lo que te hizo, ¿Qué te garantiza que yo no haga lo mismo?

Mildred se puso un poco más roja. La verdad es que desconfiaba de todos, incluso de la Capitana Marvel.

-No me interesa mucho el sexo, niña.

-Está bien...

Entró junto a T'challa y este agarró una botella de Whiskey que bebió directamente de la botella.

-No le digas al Capitán de esto. Odio que ese marica venga.

Mildred negó con la cabeza. Le resultó gracioso lo que le hacían al Capitán América, ya le resultaba gracioso. No podía creerlo. Quizás hasta estaba volviéndose igual que ellos. Cuando lo vio salir del edificio junto a Tony no pudo evitar tener la sensación de que miraba a un insecto con un traje de color y azul que tenía la bandera de los estados unidos. No le haría nada, pero no quería estar cerca de ese tipo. Le daba asco.

-Dame un poco. –Ordenó Mildred, tomando un vaso. Lo único que quería era un momento para olvidar al equipo.

...

Stella llegó junto con el Falcón a un edificio en mal estado; el lugar en donde estaba en total mierda. Bueno, no podía esperar mucho de Detroit; una ciudad llena de delincuencia, violencia, drogas e incluso algunos casos de incesto. ¿Qué se supone que hacían aquí? Tomó el avión con el Falcón, unos treinta minutos después llegaron a ese lugar.

El Falcón tocó a la puerta. Ninguno de los dos traía puesto su traje, se lo quitaron en el avión. Abrió la puerta un sujeto que Stella conocía perfectamente; pertenecía a la "Legión de superhéroes", que estaba conformada por Blood Claw, Lightning Lad, Saturn girl, Cosmic boy y Black Lightning, que era ese sujeto.

Ese equipo le gustaba mucho a Stella de niña; sus poderes eran muy interesantes. Aunque no sabía porque estaban aquí o para qué. Pensándolo un poco quizás era para pedirles ayuda o advertirles sobre lo que acaba de pasar en las Vegas con esos "héroes".

-¿Qué haces aquí, Manuel? –Preguntó el hombre negro que le abrió.

-Hola, Jefferson.

-Entra. –El hombre se hizo un lado. –De haber sabido que vendrías hubiera arreglado un poco. –Al entrar ambos observaron algunas botellas de alcohol junto con pastillas y rastros de polvo por todo el lugar, pero lo más asqueroso era el olor. Era indiscutible, en ese lugar habían tenido sexo. Jefferson se acercó a un sofá, se sentó y comenzó a beber de una botella de vodka que estaba tirada. –Pensé que ya no tenía. ¿En qué te puedo ayudar, Manuel?

-Sí, ¿sabes lo que paso en las Vegas, verdad?

Stella decidió seguir observando más a fondo ese lugar. Era un asco. Incluso podría compararlo con esos lugares donde venden drogas o hay prostitutas y no había mucha diferencia.

-Te recomiendo que no te alejes de aquí. Los otros idiotas están cogiéndose a Imra y si ven a una linda chica como tú, jura que te va doler la vagina y el ano durante una semana. –A Stella no le gustó la manera en que se expresó, pero tampoco le gusto pensar en... –Si, escuche lo que paso. ¿Cuál es problema con nosotros? Sé que también somos un blanco. Los hijos de perra mataron a la mitad de nuestros miembros hace cuatro años. Por esa razón estamos preparados, Manuel.

-Me alegra que estén preparados. Pero no estoy aquí para eso. –Manuel sacó un cigarro, lo encendió y comenzó a inhalar el humo. –Como las muertes tienen a la población preocupada Superman, Ace, Tony y yo hablamos sobre como desviar la preocupación de la gente y... espero que no te enojes –se rió un poco –, para que la gente deje de prestar atención en los asesinos deberás decir que eres gay y tienes una relación con Chico Bestia.

Jefferson se quedó callado. Stella, por otro lado, se sorprendió por lo que Manuel le dijo que hiciera. Apretó la botella hasta que la rompió. Las luces, incluso, comenzaron a parpadear. Comenzó a reírse mientras limpiaba los restos de vidrio de su mano.

-¿Es una broma? –Manuel se quedó en silencio, lo cual hizo sentir a Jefferson furioso. -¡¿POR QUÉ MIERDA ME PIDES QUE HAGA ESA ESTUPIDEZ?! –Golpeó la pared, haciéndole un agujero.

-Porque Superman me dijo que lo hicieras. –Inhaló un poco de humor y se puso de pie. –De hecho también diremos que T'challa tiene cáncer de colon para que la gente esté más interesada en esos temas que en el de los asesinos.

-¡Vete a la mierda! –Le enseñó el dedo de en medio. –No voy hacer esa estupidez, y más con Chico Bestia, ¿Por qué no pensaron en alguna otra cosa o en alguien más, alguien que no sea yo?

Manuel volvió a inhalar algo de humo hasta que dejó sin nada de tabaco el cigarro y arrojó la colilla al suelo.

-Fue a votación. Superman piensa que sería una buena idea para que ustedes vuelvan a tener algo de atención y produzcan algo de dinero. –Dio un suspiró. –De todos modos sabes lo que pasara si no le haces caso. Y, además, ya subimos un video en internet.

-No me jodas. –Jefferson apretó los puños. – ¡ME LLEVA LA PUTA MIERDA!

-Sabes que no tienes opción, Jefferson. O lo haces o Superman te sacara toda la mierda. Esas son tus dos opciones, ¿Cuál escoges?

Jefferson se acarició las sienes. Manuel se sentó nuevamente en el sofá cuando lo vio un poco más tranquilo. Pensó que lo iba atacar.

-Al menos hubieran escogido a otro sujeto. Chico Bestia, qué puto asco. –Jefferson sacó una bolsa de polvo blanco. –Tener que ser pareja de Chico Bestia...

-No tendrán que confirmar nada, es más ni siquiera tendrás que cogértelo o acercarte a él, lo único que tendrán que hacer es quedarse callados cuando las personas o la prensa les pidan explicaciones. Con esto la gente les pondrá atención total mientras aparecen videos por internet. –Jefferson colocó unas líneas de polvo sobre la mesa y comenzó a inhalarlas. –Ya te dije que no serán los únicos; Pantera Negra tendrá atención cuando alguien por Facebook o Twitter diga que tiene cáncer.

-Lo que digas. –Respondió finalmente, después de unos minutos.

Jefferson pareció quedarse mirando a la nada mientras soltaba una risa divertida. Manuel entendió que ya estaba drogado y que lo mejor era irse. Ya sabía Muchos de esos idiotas en ese estado se ponían demasiado "raros", por no llamarlos de otro modo.

-¡Los quiero todos adentro! –Stella y Manuel escucharon el gritó placentero de una chica. -¡Quiero que me los metan por todos los agujeros de mi cuerpo!

-Otra orgia. –Dijo Manuel, poniéndose de pie. En ese momento una chica salió junto con otros tres hombres detrás de ellas. Gateó y miró seductoramente a Manuel. Él agarró a Stella para salir del edificio. Aun escuchando los gemidos y gritos de la mujer. Lo más probable es que Jefferson entre en unos momentos. –A estos tipos solo les interesa el sexo. –Negó con la cabeza, soltando una risa divertida. –Si vieras las estupideces que hacían cuando vamos a "Herogasm", y más cuando estaba completo el equipo. –Hizo una mueca de asco.

-No sé lo que pasa con esos tipos... son... no puedo más. –Stella se dejó caer al suelo. –No llevo mucho tiempo con ustedes y... y... no puedo seguir.

-Y es justo lo que me paso a mí después de un mes en el equipo; me rompí. –Manuel sacó otro cigarro. –No puedes soportar la mierda. –Inhaló algo de humo mientras ayudaba a Stella a ponerse de pie. –Intenta sobrellevarlo, Stella. –Pero continuó llorando, a lo que Manuel se le ocurrió algo. Quizás no era lo mejor, sin embargo, puede que le ayudara. -Te llevaré con alguien para que puedas liberarte un poco.

Stella se quedó parada sin poder moverse mientras intentaba relajarse. No podía seguir soportando esta mierda, puede que lo hubiera soportado más de no ser por la presión que ahora sentía por el riesgo de ser asesinada.

-Pensé que lo podía soportar, pero es difícil. –Stella comenzó a llorar. –Ya no puedo.

-Fue más rápido que cuando yo entre. –Manuel acarició su cabeza. –Supongo que es porque Ace no me hizo lo mismo que a ti. –Manuel le dio un abrazo, al menos esperaba que eso la hiciera sentir mejor. –Necesitas ir con esta persona de inmediato. Puede que eso te relaje un poco y te sientas mejor. Me ayudó mucho cuando me rompí; yo no soportaba no ver a mis hijos y ver toda la mierda que Ace hacía.

Manuel le extendió el cigarro a Stella para que inhalara algo de humo, pero ella se negó. Nunca le había gustado fumar, ni consumir drogas, ni beber demasiado alcohol. Tal vez se debía porque su madre no se lo permito para que no tuviera problemas de salud o algunas dificultades para entrar a un equipo. Pero eso no quiere decir que no llegó hacer unas cosas libres; ya no era virgen; la perdió una vez en una fiesta de un campamento donde la mando su mamá para que pudiera controlar mejor sus habilidades.

La verdad en estos momentos quería tomar algo de alcohol y salir con alguien. Al menos una noche para distraerse un momento de lo mierda que se volvió su vida a partir de que entró a un equipo de superhéroes. Puede que Manuel lo quisiera. Esperaba que no tuvieran el pene pequeño como Ace. Estiró un poco su cuerpo. Esos pensamientos nunca se le habían ocurrido.

-Está bien. –Dijo finalmente.

-Te vas a sentir bien. Es una gran amiga. –Sonrió.

Ambos tomaron impulso para volar.

...

-Entonces sentí como el Caballero Luna me llenaba todo el ano de semen mientras los demás se reían de lo ridículo que me veía y como, aun teniendo el traje del Capitán América, se burlaban de lo que me estaba haciendo... lejos de molestarme o hacerme sentir como una basura, en realidad no me pareció en nada desagradable... todo lo contrario. En un inicio me dolió. Más aún porque el sexo anal necesita preparación antes de que lo metan por ahí. A pesar del dolor inicial, poco a poco comenzó a gustarme. –Charlotte McCormack escuchó con atención las palabras del Capitán América. Ese era su trabajó después de todo; darle terapia psicológica a los superhéroes. Con la cantidad de idiotas con los que había hablado se dio cuenta que no eran muy diferente de los soldados. Aunque estos sujetos eran más como niños pequeños. Niño su que son lo suficientemente fuertes como para partirla a la mitad. Después de un mes como psicóloga se dio cuenta que fue la peor decisión que pudo tomar. Hubiera preferido renunciar y ser maestra de alguna universidad, o cajera. Y lo peor es que no podía renunciar, estaba bajó contrató; además que le pagaban grandes cantidades de dinero y, sin embargo, si llegaba a renunciar, probablemente, los héroes más que nada, comenzarían acosarla. Era mejor que la despidieran en algún momento. –Desde entonces me ha gustado que me metan el pene adentro de mi ano. Y quiero que muchos más héroes o villanos lo hagan.

-¿Has intentado tener sexo con otras personas a partir de esto? –Preguntó sencillamente, dio la vuelta a su pequeño cuaderno, esperando la respuesta. –Si dices que te gusta, entonces imagino que has ido a ciertos lugares a ver si encuentras algo o alguien que te lo haga. O si no lo has hecho, creo que ya empezaste a picarte el ano.

El Capitán América comenzó a jugar con sus dedos. Desvió la mirada con algo de rubor. Charlotte observó como en sus pantalones se levantaba un bulto. Estaba en lo correcto. No le dio asco, había visto en múltiples ocasiones como los héroes tenían erecciones o se masturbaban en su consultorio. Al principio no le gustó, incluso tuvo problemas con esos tipos, pero como eran "fuertes", y no todos eran tolerantes, decidió no dejar de quejarse.

-He querido tener sexo con Cráneo Rojo. –Charlotte evitó reírse de él cuando se lo dijo. Pero la imagen dentro de su cabeza donde el Capitán América y Cráneo Rojo desnudándose para hacerse sexo oral y, posteriormente, sexo anal le hizo querer reírse a carcajadas. Movió su boca para que no notara la sonrisa que quería formarse en su rostro. –A veces me lo imagino como me toca. Me besa. Me quita el traje lentamente. Y me obliga a chupar su enorme pene nazi.

Charlotte tosió para que la risa que quería salir de su boca no se hiciera presente. Era difícil soportar, más aun cuando ese tipo era patético; había tomado terapias desde que sus compañeros lo humillaban por asustarse con las armas. Incluso intentó desquitarse con ella diciendo que iba asesinar a su familia, cosa que no le creyó porque su familia vivía en Francia, y no tenía hijos, ni esposo. Al ver que no podía hacer eso decidió intentar conquistarla. Ese tipo era un idiota.

-¿Y cómo crees que él se lo tome si le propones tener sexo contigo? –El Capitán América pareció pensar un poco. Charlotte esperaba que realmente lo hiciera, sería divertido saber qué fue lo que pasó después. ¿Le diría que él también lo amaba y tendrían sexo gay o Cráneo Rojo pediría la renuncia y algún miembro de los vengadores diría que ha sido arrestado permanente? –Deberías proponérselo. No sabes si él también sienta lo mismo por ti. Inténtalo, puede que te lleves una sorpresa.

-¿En serio lo crees? –Charlotte asintió. –Pero tengo que miedo que me rechace o me vea como un rarito.

-Es un consejo que te estoy dando. Recuerda que amor es amor. Quizás él sienta lo mismo que tú. Quizás termines por cumplir tus fantasías. Quizás hasta ambos puedan demostrar que... –volvió a toser para ocultar la risa que quería salir de su boca –, a pesar de las distintos ideales políticos lo que ambos sintieron todo este tiempo fue amor.

El Capitán América pensó en las palabras de Charlotte. La miró un momento antes de ponerse de pie. Salió de la oficina y dejó sola a la psicóloga. Charlotte comenzó a reírse mientras tapaba su boca para que esa risa no fuera tan escandalosa. Se había tragado toda la estupidez que le dijo que hiciera. La verdad es que a veces se aprovechaba de algunos problemas mentales que tenían ciertos héroes. Como le pasó con Ant-man; le dijo que compartiera su idea sobre Pantera Negra con los demás, quizás le funcionaria o puede que lo sacaran del equipo por racista.

Lo único bueno de ese trabajo eran las estupideces que a veces hacían los héroes. Al terminar de reír, sacó un cigarro y comenzó a elaborar algunas notas en otro cuaderno. Revisando un poco las notas se encontró con el de "Los increíbles". Esta vez no hubo risa, todo lo contrario; hizo una mueca al recordar como esos cuatro sujetos tuvieron una orgia en su consultorio.

Y se supone que habían ido para ver si el padre, que era Míster Increíble, dejara de cogerse los culos de su hija, esposa y dos hijos. Lo más asqueroso de todo no era que le encantara cogerse a sus propios hijos, sino que, uno de ellos, apenas tenía un año de edad. Esto ocasionó que su hijo sintiera envidia y también quisiera hacer lo mismo. Su padre encontró a su hija junto con su hijo teniendo sexo. Además que notó una rivalidad hacia su padre.

Eso iba terminar mal, estaba segura. Cuando tuvieron sexo enfrente de ella fue para ver si Elastigirl y la niña invisible dijeran que pene les gustaba más. Estaba segura que el pequeño Dash mataría a su padre para que pudiera seguir cogiéndose a su hermana y madre. Esos sujetos si eran unos malditos enfermos. Cambio de hoja y en ese momento el teléfono enfrente de su escritorio comenzó a sonar. Charlotte inhaló un poco de humo antes de responder.

-¿Qué pasa? –Charlotte inhaló mucho humo de su cigarro y lo apagó en el cenicero. –Has que pase.

Se recogió el cabello. Según su secretaria era el Falcón de fuego. Ya sabía a qué venia y eso le parecía genial. Ese sujeto no era muy atractivo, pero al menos no era tan asqueroso o patético como los demás. El falcón entró a la oficina junto con una chica asiática. Eso era nuevo; nunca antes había traído a otras chicas, sin embargo, siempre hay una primera vez. Aunque tampoco le molestaba ya que era bisexual, o eso creía, siempre estaba abierta a nuevas experiencias.

-No pensé que fueses a traer a otra chica. –Comentó, acercándose a él. –No me molesta, es solo que nunca antes lo había hecho. –Se encogió de hombros mientras se quitaba la bata.

-No siempre vengo para sexo, Charlotte. –Charlotte hizo una cara de decepción. Se sentó de nuevo enfrente de su escritorio. Esperó a que Manuel le dijera que era lo que quería. –La verdad me ayudaste a superar a mis hijos dándome terapia hace años...

-¿Y quieres que haga lo mismo con tu amiga? –Interrumpió. Manuel asintió. Ella solo suspiró. –La verdad me interesaba más hacer un trio. Nunca antes lo había intentado, pero quería hacerlo. –Miró su reloj. –Tengo algunos minutos disponibles que iba usar para revisar algunas cosas. Aunque tampoco me parecen muy importante. Está bien. Toma asiento... ¿tu nombre es?

-Stella. –Respondió.

Ella observó a la chica; era rubia, su cabello le llegaba debajo de los hombros y su cuerpo era algo lleno, pero no para ser gorda; además que era muy atractiva. Ya veía porque Manuel tenía algo con ella.

-Bueno, Manuel tengo unos quince o veinte minutos. No hace mucho, pero hablar con alguien por unos segundos siempre ayuda. Así que lárgate del consultorio.

-Sí. Te veré en unos momentos, Stella. –El Falcón salió de la habitación dejando solo a las chicas.

-¿Te estas acostando con él? –Stella hizo una mueca desagradable. –Es solo una pregunta. La verdad se me hubiera hecho raro eso. Manuel no se mete con chicas demasiado jóvenes.

-¿Se mete con otras mujeres?

-Es para olvidar a su familia. Imagina asesinar a una persona en una pelea de boxeo, eso te hace abandonar a tu familia y después estas en un equipo de superhéroes extremadamente enfermos. –Vio de reojo a Stella. –Empecemos con algo sencillo, ¿Qué es lo que te ha hecho Ace? –Al ver la mueca de asco y pasar una de sus manos por su boca, lo entendió. –Te hizo hacerle una mamada o a tener sexo directamente. Tranquila, lo entiendo. Lo intentó hacerlo conmigo hasta que le dije que si lo hacia revelaría algunas cosas que no le harían bien a su imagen. –Stella no se imaginó que era eso, pero no preguntó. La verdad es que se hacía una idea. –Un consejo que puedo darte es que a la próxima que alguien quiera obligarte a chuparle el pene, muérdeselo.

-Es solo que... no me imaginé que me pidiera algo así. –Dijo en voz baja. –Yo llegue muy entusiasmada al equipo... ese tipo me... y luego el resto...

-Si mal no recuerdo, el resto de los integrantes son: Black Noir, los gemelos fantásticos y Translucido, ¿verdad? –Stella asintió. –No sé mucho de Black Noir, es muy raro el tipo. Los gemelos fantásticos tienen un trauma porque su padre abusaba sexualmente de Jayna y Zan solo repitió lo mismo de su padre. En cuanto Ace, puedo decirte que tiene un problema con las mujeres. –Charlotte la miró fijamente. –Aunque no quiero que te intereses en esos sujetos, quiero que pienses más en ti. –Stella no supo a que se refería. –Entiendo cómo te sientes; fue una tontería formar parte del equipo, más ese equipo. Pero tú eres la única persona que puede cambiar eso. Puedes mandar a la mierda a esos hijos de puta y hacerles ver que nada de lo que te han dicho puede afectarte. Puedes demostrar que, a pesar de todo, puedes seguir en el quipo siendo tu misma.

Esas palabras le hicieron pensar. ¿Por qué debía hacerse la victima? ¿Por qué tenía que ser buena persona cuando nadie en ese equipo lo era? Si seguía siendo una buena persona todos iban a pasar por encima de ella.

-Tienes razón. –Dijo Stella decidida, poniéndose de pie.

-A la mierda con ellos.

-Sí. No tengo porque hacerme la víctima. –Stella se acercó a la puerta.

-Es cierto, Stella. Vuelve y hazles ver que no te interesan lo que digan.

-Sí. A la mierda con ellos. –Charlotte miró su reloj.

-Bueno, en unos minutos tengo otra consulta. Así que...

-Lo entiendo. –Se acercó a la puerta. –Muchas gracias, creo que me han servido un poco tus palabras.

-No hay de qué, pero –se acercó a ella y le dio una tarjeta –si quieres volver a venir márcame antes para hacerte una cita. No podemos hablar bien bajó presión. Apenas y te dije unas palabras.

-Sí. Creo que te volveré a llamar.

Stella salió de la oficina. Charlotte imaginó que ahora que la había hecho liberarse y darle consejos, imaginó que eso la iba meter en problemas. Le calculaba una semana para que esa chica le llamara y le pidiera una cita. Sacó otro cuaderno donde revisó quien sería su próximo paciente. Ahora tendría que darle terapia a "Zoom". Ese tipo tenía una obsesión fascinante hacia Flash.

Estaba segura que lo amaba. Se expresaba de una forma muy rara de él. Quizás podía convencerlo de que la siguiente vez que lo atrapara, le quitara el traje para tuvieran sexo. Esperaba que lo hiciera porque, normalmente, muchos de esos tipos, grababan cuando tenían sexo y se lo enseñaban.

Ella, por su parte, los vendía por internet a ciertas personas que estaban obsesionados con los superhéroes. Y como ese tipo de videos no era muy fácil que pudieran filtrarse por la red pública, pues no tenia de que preocuparse. Además, nunca sospechaban; no sabían que cuando miraba los videos también había algo descargando el video. Así que pensaban que alguien hackeó su computadora.

...

Cristina tenía algo de miedo al ver la foto de todos esos cadáveres. Lo peor era que ni Superman, ni la mujer maravilla, quienes eran los más poderosos de Liga, estaban tranquilos. Podía ver que estaban nerviosos y ligeramente preocupados. Esta reunión la hizo Superman cuando regresó de las Vegas para discutir sobre lo que tenían que hacer con esta crisis, sin embargo, a ella le daba mucho miedo; además, Flash estaba soltando pequeñas risas de vez en cuando.

-Muy bien, chicos. Todos sabemos cómo terminaron las cosas hace cuatro años; si bien logre encerrar a la mitad de esos tipos, y aunque ese maldito de Butcher los asesinó para después suicidarse –Superman se puso de pie, observando a todos los miembros de la mesa –, no es para estar tranquilos. Estos tipos son más peligrosos que Butcher. Se viene una tormenta y necesitamos estar... -Fue interrumpido por una risa de Flash. Cristina lo miró, ¿Qué le pasaba? –Necesitamos estar juntos para poder superar esta crisis –levantó la voz al escuchar las risas de Flash –, debemos estar unidos entre nosotros. Juntos saldremos adelante.

Cristina sonrió al escuchar el discurso de Superman. Su gran admiración era la Mujer Maravilla, pero Superman era un grande por como hablaba, por esa razón todos los superhéroes le tenían respeto. Aun recordaba como a la Capitana Marvel se detuvo cuando él se lo indicó, lo más increíble fue que solo lo hizo con mover su dedo, todos lo respetaban.

-Muy bien, Cristina, te quedaras en una de las habitaciones. No te lo ofrecí antes porque pensé que tenías una familia y no querías apartarte de ellos.

Cristina le sonrió.

-En realidad... vivo en un departamento. No dije nada porque no quería causar problemas.

-Vamos, Cristina. ¿Qué somos?

-Un equipo.

-Exactamente. Y los equipos deben apoyarse en tiempos difíciles. –Le guiñó un ojo, haciendo que se sonrojara. –Ahora, pueden irse. Cristina, trae tus cosas y que Inspector Marciano te ayude y te enseñe tu habitación. Nadie quiere que te pase algo cuando esos tipos andan libres por la calle. Son muy peligrosos.

Todos, excepto Flash, salieron de la habitación. Cristina caminó hasta que salió del edificio. Revisó sus bolsillos para sacar su celular, pero no lo encontró. Gruñó un poco, de seguro se le había caído en la oficina o mientras salía del edificio. No había mucha gente, así que no creía que alguien lo hubiera encontrado.

-Voy a regresar creo que se me cayó mi celular.

-Está bien.

Cristina volvió a entrar al edificio; caminó de regresó buscando su teléfono por el suelo para ver si estaba, pero no tuvo éxito. Siguió caminando hasta que llegó de nuevo al salón donde se reunía el equipo. Observó su teléfono tirado cerca de la puerta. Al acercarse y recogerlo escuchó que Flash parecía estar llorando. Cristina se acercó silenciosamente a la puerta que estaba entreabierta; se encontró con Superman mirando con los ojos de un rojo brillante a Flash.

-¡¿Qué mierda es lo que te he dicho cuando estamos en una reunión oficial?! –Gritó, furioso, sin quitar el brillo de los ojos.

-Yo...

-¡¿TÚ QUÉ?!

-Yo... no se... solo... no se me ha quitado el estado desde el día de ayer. Lo siento mucho.

-¿Y esperas que no haga caso de esta mierda que hiciste cuando te encanta drogarte, emborracharte y traer a un montón de mujeres al puto salón? –Apretó los puños. -¡MÍRAME! –Alzó su puño, Flash hizo lo mismo, cosa que no le gusto a Superman; lo agarró fuertemente del cuello y comenzó agolpear su rostro contra el suelo repetidas veces. Cristina observó como sangraba. -¡¿Te atreves a alzarme la mano, maldito drogadicto de mierda?! –Volvió a golpear su rostro repetidas veces. – ¡Te estoy preguntando algo, respóndeme! –Volvió a gritar con furia.

-No... señor.

-No vuelvas te atrevas a levantarme la mano de nuevo porque te arranco los huevos. –Lo miró directamente a los ojos. –Y sabes que no estoy hablando en sentido figurado, pendejo.

Superman lo arrojó al suelo. Se acercó a la salida haciendo que Cristina reaccionara. Se alejó rápidamente hacia las escaleras. Las bajó rápidamente hasta llegar a un piso lo suficientemente alejado para que Superman no lo la viera. No sabía si Superman iba a bajar o ir a otro lado porque escuchó, antes de la reunión, que iba ir con Lois Lane. Estaba completamente aterrada por verlo de ese modo. Mucho más como estaba hablando. Incluso pensó que no era la misma persona que había visto hace unos momentos. ¿Qué le pasó?

Quizás Flash había hecho algo muy malo. ¿Por qué se supone que lo había regañado? La verdad ya no recordaba. Al verlo tan enojado lo único que pensó fue en irse. Aunque fuera cual fuera el problema, al menos eso creía ella, no se merecía que le hubiera hablando de ese modo. Se talló los ojos mientras bajaba las escaleras.

Lo mejor era no mencionar nada. Quizás no se lo tomarían bien los demás, ni siquiera el mismo Superman. Y la verdad le aterraba pensar que pudiera volverse como hace unos momentos, pero ahora con ella. Incluso sintió algo de cosquillas en su garganta al imaginarse que Superman la estaba lastimando. Pero, pensándolo bien, ¿qué estupidez estaba imaginando? Superman no hace eso. Puede que solo fuera el estrés de que esos sujetos habían regresado. Lo mejor sería hablarlo un día con Flash y que él se lo explicara. O quizás solo estaban practicando para la escena de una película. O puede que lo más prudente era no preguntar.

-¿En dónde estaba tu teléfono? –Preguntó el Inspector, acercándose a Cristina cuando salió del edificio. Ella lo miró con atención mientras balbuceaba. -¿Te sucede algo, Cristina? –Ella volvió a balbucear sin poder saber que decirle exactamente. –Supongo que es la preocupación de esos tipos, ¿verdad? No te preocupes, el salón de la Justicia es el segundo lugar más seguro de Estados Unidos. Es imposible que entren y si pasa lo sabríamos de inmediato.

-Está bien. –Cristina se calmó un poco. Era mejor olvidarlo, o hablarlo cuando estuviera más tranquila con la Mujer Maravilla. -¿Estás seguro de que quieres acompañar por mis cosas?

-Sí. Está bien. Nada más déjame... –su apariencia cambio por la de un hombre rubio alto y delgado. –Es para que no vean en la calle. Me llamó John Jones, por cierto. La mayoría me dice Inspector Marciano.

-Es que tampoco me dijiste tu nombre.

-Supongo que es mi error.

Ambos tomaron un taxi y fueron hacia el departamento de Cristina. Mientras llegaban ella siguió pensando en lo que pasó con Superman y Flash. No podía dejar de ver la imagen de Superman molestó y escucharlo decir malas palabras. Era mejor hacerlo, más aún porque en estos momentos debía estar más atenta a sus alrededores por los que mataban a los héroes.

Se imaginó a ella llegar a enfrentarse a uno de esos sujetos y atraparlo. Eso le encantaría; ser una de las pocas que, no solo enfrente, sino que atrapó a uno esos tipos. No conocía a muchos sujetos que hubieran logrado esa hazaña. Lo único que sabía era que algunos se habían enfrentado ellos y sobrevivido. Esos sujetos fueron Superman, Mujer Maravilla, Tony Stark, Black Noir y Ace Savvy. Esperaba atrapar a Deadpool, sobre todo a ese sujeto.

Era el más desgraciado de todos; había visto algunos videos donde se la pasaba haciendo chistes mientras los mataba o se burlaba de ellos. Ese sujeto era el que más le desagradaba. Lo peor es que, según lo que leyó, solo lo hacían por diversión y venganza que los sacaran de los equipos. Acabaría con esos tipos. Y demostraría porque era miembro de La liga de la justicia.

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