La muerte de Lila ...por Lila

Lila frunció el ceño ante su almuerzo.

Por primera vez en su vida, sus mentiras le habían fallado. Habían pasado tres meses desde que regresó al Collège Françoise Dupont y, por lo general, tenía a todos los estudiantes comiendo de la palma de su mano y a esa molesta perra santurrona convertida en una paria. En esta ocasión no había sido el caso. Sus mentiras fueron recibidas constantemente con incredulidad e irritación hasta el punto en que ella fue la que se convirtió en una marginada en la escuela.

¡Y todo fue culpa de esa perra MarinetteDupain-Cheng!

Lila no sabe cómo, pero sabe de alguna manera, de alguna forma, que la pequeña vaca entrometida había logrado refutar todas y cada una de las mentiras de Lila antes de que Lila pudiera tener la oportunidad de pintar a la molesta y enfermiza niña buena como la perra manipuladora y tortuosa, que Lila sabía que era.

Hasta ahora, Lila está castigada por mentirle a su madre sobre el cierre de la escuela, bajo una avalancha de tareas y detención por mentirle a la escuela acerca de estar fuera del país y por amenazar a la perra de las coletas en el baño, había sido gritoneada por Alya Cesaire por arruinar la integridad del Ladyblog, había sido rechazada por todos los demás por 'usarlos' y había perdido todo el favor de Gabriel Agreste por 'acosar sexualmente' a su hijo.

Mientras tanto, la petulante perra rosa Marinette Dupain-Chengha sido elevada a los cielos por toda la clase como una especie de santa venerada cuando fue reelegida como presidenta de la clase, felicitada por su último trabajo de diseño tanto para Jagged Stone como para Gabriel Agreste no sólo por el Ladyblog, si no por las noticias locales y algunas de las revistas internacionales más importantes, y tenía gente como Adrien Agreste mirándola con adoración mientras soltaba esa irritante y dulce risa suya.

Era como uñas en una pizarra.

Lila no sabía cómo la gente podía soportar una dulzura tan enfermiza.

La ponía enferma solo de pensar en ello.

Estaba tan furiosa con el mundo que la traicionaba que Lila no miró su almuerzo correctamente mientras le daba un gran mordisco a su pollo.

No fue hasta que tragó que se dio cuenta de que había un problema.

Un hueso pequeño, pero doloroso, se atascó en su garganta.

Lila comenzó a ahogarse.

¡Dolía tanto!

Ella ... no podía ... ¡respirar!

Lila escuchó su silla caer al suelo mientras se ponía de pie y farfullaba ruidosamente mientras se agarraba la garganta.

"...Ayuda..." jadeó. "...Me ahogo...!"

"Ya, claro que te ahogas",Alix puso los ojos en blanco, "como cuando tenías artritis en la muñeca y no pudías cargar tu bandeja".

"O como cuando tuviste tinnitus por rescatar a un gato que no existe", se burló Kim, "y necesitabas sentarte en la parte delantera junto a Adrien".

"O tal vez es como la vez que te torciste el tobillo," Max frunció el ceño, "y tuviste que distraer a Chat Noir para que no protegiera a Ladybug".

Lila no sabía cómo Max sabía sobre eso, pero sabía que una vez que se salvara tendría que vengarse de cierto gato negro que no había mantenido la boca cerrada y había arruinado aún más su reputación en París.

Estaba segura de que Hawk Moth la ayudaría.

(Entonces recordó que Gabriel Agreste ignoró todas sus súplicas por una akumatización ya que recientemente cortó todos los lazos con ella y frunció el ceño por el dolor).

Ese molesto ser humano Disney Princess llamada Marinette o el dulce y hermoso Adrien probablemente habrían rescatado a Lila, pero ambos almorzaron en casa y, por lo tanto, no había nadie demasiado indulgente para ayudar a Lila mientras balbuceaba su último aliento y se desplomaba en el suelo tieza como un clavo.

Por supuesto, sus compañeros de clase se sintieron muy mal cuando se dieron cuenta de que había estado diciendo la verdad demasiado tarde, pero la Sra. Rossi rechazó sus disculpas con un lento y dolido movimiento de cabeza.

"Es mi culpa", dijo entre lágrimas, "nunca le conté lo que le sucedió al chico que gritó lobo. Quizás si lo hubiera hecho, ella habría sabido que era mejor no mentir con tanta frecuencia".

El señor Damocles le dio unas palmaditas en la espalda con simpatía, ya que no pudo evitar pensar que nunca antes se habían dicho palabras más verdaderas con respecto a Lila Rossi.

Era un epitafio apropiado para un mentiroso.

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