Capítulo VI
Corazones al descubierto
Transcurrieron dos semanas desde el inicio de los juegos sucios de Jack. Clyde había notado que en días tranquilos siempre buscaba algún quehacer extra para llegar a las horas menos transitadas del estacionamiento; con motivos evidentes. Estacionaba en un lugar apartado y luego el mismísimo Clyde era quien no podía esperar a desarreglar su chaqueta y mordisquear sus labios en besos que pedían a gritos que desapareciera la consola central, que además servía de base a la radio.
Esa tarde fue una de tantas, después de cerciorarse de que no había nadie alrededor, se pasaron al asiento trasero del coche, buscando más contacto físico, algo que había sugerido O'Bryan y que, tras dudar un poco, Jack aceptó, pensando en tomar el control para que no sucediera más de lo que estaba dispuesto a hacer. Nada había ido más allá del manoseo, los besos mojados, las mordidas sobre los hombros y el cuello; las caricias atrevidas sobre los glúteos por debajo de la ropa interior y la masturbación. Clyde insistía tanto como podía pero con miedo siempre de perder lo poco que obtenía de Jack. Ya de por sí tener sus manos callosas sobre su pene era glorioso.
—Jack... vamos a hacerlo... —susurró O'Bryan sobre el oído de Jack, que se refregaba contra su cuerpo, tocándolo y propinando chupones sobre su pecho al descubierto.
—No... —titubeó sobre los pectorales firmes de Clyde—. Eso sería demasiado.
—¿Por qué? ¿A qué le tienes miedo?
Jack se detuvo agitado, se sentó en el asiento y pasó la mano derecha por su cabello. O'Bryan se sentó a su lado, bufó y luego sonrió por su propio error, acababa de pensar en no decir nada para no entrar en conflicto y aún así no pudo cerrar la boca.
—Me gusta lo que pasa entre nosotros —inició viendo que Jack estaba agobiado por el lío en el que se había metido cuando decidió que Clyde le gustaba cada día un poco más, y que mientras más lo tocaba, más quería—. Elegiste el coche como tu zona segura, trato de respetar eso y también trato de entender que me trates como tu mejor amigo cuando llegamos a casa; pero me cuesta no sentir cosas fuertes por ti, Jack, y me cuesta no pensar en lo que vas a hacer conmigo en el futuro.
—No quiero que... —interrumpió Jack de pronto—, pienses que estoy jugando contigo. Sé que te lo propuse como un juego, pero solo fue mi modo de animarme a hacer esto, porque lo venía pensando desde que me dijiste que sentías cosas por mí. Solo que si tenemos sexo..., todo va a cambiar. Eso es lo que me asusta...
—Lo que te asusta es que rompa la única barrera que tienes... Déjame hacerte una pregunta, Jack, ¿qué pasa si decido que no tengo futuro contigo, que esto me lastima, y busco mi vida con otro hombre?
Jack observó a Clyde con las pupilas temblorosas, enseguida la imagen de otro hombre besándolo, dándole lo que él le estaba negando, poseyendo su cuerpo desnudo sin ninguna vergüenza, le sacudió las ideas. Se acomodó la camisa y salió del coche, cubriéndose la boca con la sangre hirviendo de enojo. Clyde salió detrás de él, solo con el pantalón puesto y una sonrisa amplia de satisfacción. Aunque Jack no le decía nada acerca de lo que sentía, él podía leerlo con claridad.
—Estás jugando sucio... —dijo Jack y se dio la vuelta para enfrentarlo.
—Solo te estoy ayudando a aclarar tu mente, porque resulta que yo sí quiero ir en serio contigo. Vine a buscarte para intentarlo. Sin exagerar, esperé este momento toda mi vida incluso pensando en la posibilidad de que fueras hetero y que tendría que volver con el corazón roto —contestó—, pero resultó ser que estás lleno de sorpresas y no quiero que se termine solo porque no tienes las pelotas para asumir que te vuelvo loco.
Se acercó a él mordiéndose el labio inferior y acarició su pecho sobre la camisa.
—No seas hijo de puta —dijo y lo apartó tomándolo de las muñecas—, ¿qué le voy a decir a mi familia si se enteran de que tengo una relación con otro hombre? A mi hijo... ¿Y si Rachel cree que todo este tiempo la evitaba porque era gay y se le ocurre inventar que tú eras mi amante? ¡Ella le llenaría la cabeza con eso a mi madre! Le dirá que la engañaba contigo, que no volví a casa porque estaba acostándome contigo. Ya te vio cuando fui a pedirle el divorcio.
Clyde retrocedió, se cruzó de brazos y lo observó por unos instantes. No le gustaba el futuro que pintaban todas esas preocupaciones; era el momento adecuado de colocar una piedra en el camino para poner a prueba los sentimientos de Jack.
—¿Sabes qué...? Tienes razón. Creo que deberíamos parar, no estás listo para esto. No quiero ilusionarme contigo para que al final salgas corriendo. Resuelve toda esa mierda que tienes en la cabeza y luego jugamos a lo que quieras.
Clyde tomó su camiseta y su chaqueta de policía del asiento trasero, las cuales se fue poniendo en el camino mientras se alejaba hacia las escaleras que permitían el ingreso al edificio.
—Clay... —llamó al verlo marcharse, pero él no volteó, subió las escaleras sin más.
Jack se acercó al coche apoyando las palmas sobre el techo. Pensó por unos segundos en las palabras de Clyde y terminó golpeando la chapa con ambas manos, en un vano intento de despojarse de su frustración.
—Adelante —dijo la vicejefa Reynolds cuando oyó tres golpes en la puerta de su oficina.
Mason entró con una sonrisa ladina, maliciosa. Había estado espiando a Jack desde que se corrió el rumor sobre una mejora de sueldo para él y su compañero, tres días atrás. La envidia y la rabia por no haber logrado nada de eso en años, lo impulsó a seguirlo incluso en la patrulla, porque estaba seguro de que perdían el tiempo en la calle. Pronto descubrió que nada estaba más lejos de la verdad, Jack y O'Bryan eran excelentes policías que no se tomaban más de media hora de descanso en su servicio, aun cuando nadie los vigilaba. Sin embargo, se quedó espiando en el estacionamiento esa tarde y vio mucho más de lo que esperaba.
—Reynolds, tengo que hablar con usted sobre esos policías estrella suyos —comentó tomando asiento frente al escritorio de la mujer, quien frunció el ceño ya que odiaba el chusmerío.
—Mira, Mason, sé que no te agrada Tucker; pero hace un gran trabajo en la calle y no me gusta que vengas a hablar con sarcasmo a mi oficina solo para escupir veneno. Si existe un error de alguno de los dos, yo me haré cargo de notificarlo.
—Es que no es nada sobre el trabajo, ya todo el edificio sabe que son muy buenos policías —inició con sorna—. Solo que vi algo que no me parece adecuado, hay cosas que uno debe reservarse para su casa, o un hotel, ¿sabe? Hay que ubicarse. Porque a mí, por ejemplo, que iba pasando por allí, me resulta asqueroso ver a dos hombres teniendo sexo, más si es en el estacionamiento del Departamento —Hizo una mueca de asco.
—No lo estoy entendiendo, Mason —dijo Mackenzie sin poder comprender, un poco bloqueando la información que le estaba dando.
—Sí, es difícil de asimilar, yo tampoco lo hubiese creído, hasta que lo vi. Sé que Tucker es un hombre casado, por eso me parece todavía peor. La esposa de Tucker es amiga de usted, ¿verdad? Pues, no quiero ser el aguafiestas, pero Tucker y O'Bryan son algo más que compañeritos de trabajo.
Mackenzie Reynolds se levantó rápido de su asiento y caminó hacia la puerta, bajo la mirada sorprendida de Mason. La abrió con enojo, haciéndose a un lado para dejar la pasada libre.
—Váyase, Mason. Y más vale que no hable de esto con nadie si no quiere perder su empleo, ¿oyó? —El hombre no se movió, permaneció sorprendido sin saber qué contestar—. ¡Váyase!
Mason se levantó a gran velocidad y abandonó la oficina. Mackenzie cerró la puerta, agobiada. Rachel no era su amiga; siempre la consideró una mujer celosa y controladora que llamaba para ver que su esposo estuviera haciendo lo que se suponía que debía hacer; ella solo lograba agotar su mente con preguntas tontas. Su amigo era Jack, y no podía creer que estuviera engañando a su esposa con un hombre, con su compañero de trabajo; mucho menos esa conducta tan inapropiada de usar el estacionamiento y la patrulla como motel. Estaba dolida y decepcionada, necesitaba hablar con él, principalmente para protegerlo de Mason; a pesar de la amenaza que le había hecho, él podría jugar sucio para perjudicarlo, esparcir el rumor.
—¿Vas a cenar? —preguntó Jack, secándose las manos con un repasador, tras terminar de lavar la cocina y aprontar una fuente de vidrio con la cena.
Clyde había vuelto de su carrera nocturna, tenía una toalla colgada sobre los hombros, un pantalón corto de lycra y una camiseta ajustada de manga larga. Bebió de su botella deportiva y negó.
—Estoy lleno —contestó.
—Hice un arroz con azafrán y pollo estofado —insistió, pero O'Bryan se había puesto porfiado, estaba poniendo distancia y actuando como un niño ofendido, a pesar de que el olor delicioso le hacía rugir el estómago—. Solo comiste un trozo de tarta en la tarde, ¿seguro que no tienes hambre?
—No quiero comer contigo —dijo finalmente y Jack se mordió el labio, aguantando el enojo.
—Al menos eso es más honesto —comentó Jack por lo bajo, pero Clyde lo escuchó.
—Sí, al menos UNO de los dos es honesto —espetó fuerte y claro.
Jack arrojó el repasador al fregadero y caminó a grandes zancadas hacia O'Bryan, lo tomó de la cintura y lo empotró contra la pared, atrapando su boca en un beso violento.
—Si esto es lo que necesitas para dejar de comportarte como un pendejo entonces voy a dártelo... —gruñó sobre su boca y notó que Clyde se mordía los labios mientras él le quitaba la ropa a los tirones.
—Créeme que es lo que tú necesitas para dejar de ser un puto frígido, hijo de puta.
Caminaron hasta el sofá cama dejando la ropa por el camino entre besos y caricias groseras. Pronto el cuerpo desnudo de Jack estaba sobre el suyo, acoplándose a su anatomía como una pieza de puzzle que lo completaba. Escuchaba sus jadeos pesados y le regalaba gemidos ante cada caricia de su boca hambrienta, de sus manos ásperas. Cuando se sintió listo, Jack se metió entre sus piernas para llenarlo de gozo, pero Clyde lo abrazó con ellas para detenerlo.
—Espera... —susurró.
—Tiene que ser una broma —comentó Jack, agitado—, ¿ahora qué?
—Solo ve despacio, hazlo suave, es mi... primera vez —ladeó el rostro, avergonzado por su confesión.
—¿Cómo que es tu primera vez?, no entiendo.
Clyde se giró un poco para poder tomar un condón de su billetera, que estaba entre los almohadones del sofá cama. Se lo ofreció a Jack, que lo tomó por inercia.
—Lo que escuchaste. No quería decírtelo porque puede que suene ridículo, o cursi, o... pienses que soy un enfermo mental. —Chistó ante la mirada atenta de su compañero, que había entrecerrado los ojos, sobre-analizando la situación—. Es que... cuando era adolescente fantaseaba con el momento en que nos volviéramos a encontrar, como si fueras una especie de príncipe montado en su corcel. —Jack alzó una ceja—. ¡No seas hijo de puta porque te voy a dar una patada en los huevos!
—Prosigue... —Incentivó mientras abría el envoltorio del condón con seriedad.
—Tenía fantasías sexuales contigo y me conformaba con eso. No quería estar con otros hombres hasta que te viera. Yo sentía que era... tuyo. Es una estupidez. Solo me lo propuse y se dio así... Pensé que sería genial poder guardarte mi primera vez, por eso no estuve con nadie. No importa si me rechazabas al final, era... romántico. Si no se daba, creo que me hubiera vuelto asexual o algo así...
A Jack se le escapó una risilla y tuvo que cubrirse para que Clyde no lo golpeara, además tuvo que agarrarlo para que no se escapara de la posición en que lo tenía. El rostro de O'Bryan estaba completamente ruborizado.
—No puedo creer que exista alguien como tú... —habló en voz baja—. Eres increíble, no sé lo que mi yo de niño hizo contigo, pero qué bueno que lo hizo; porque de otra forma no me hubieras salvado de la vida de mierda que llevaba.
—Estás siendo inoportuno —comentó arrebatándole el condón de las manos para ponérselo—. Más vale que después de todas las cosas estúpidas que dije, te pongas serio con esto —susurró.
Jack suspiró sin dejar de verlo a los ojos, cuestionando qué era lo más importante para él en ese momento. Se inclinó para besarlo mientras lo preparaba y le tomó la palabra con lo de ir despacio, para ambos era una experiencia nueva. O'Bryan se colgó de su cuello cuando se recargó con la primer embestida, fue una sensación de placer abrasadora que los sacudió con fuerza. La cena se enfrió sobre la mesada, mientras el reflejo del televisor apagado frente a la estufa eléctrica revelaba ambos cuerpos enredados en frenesí, buscando saciarse, compartiendo besos fogosos, hasta que llegó la madrugada y el cansancio los dejó tendidos sobre la superficie amplia del sofá.
El sonido de la alarma despertó a Jack a las seis en punto. Tenía la mitad de su cuerpo sobre el de O'Bryan, apenas cubierto por una manta gruesa. Observó su semblante sereno y acarició su mejilla con el pulgar. A pesar de la apariencia de hombre fuerte y decidido, nunca había dejado de ser una doncella en apuros, la que esperaba por él. Sonrió pensando que si descubría lo que pasaba por su mente, seguramente se enfadaría. Todo eso todavía estaba muy vivo en el alma de Clyde y en algún rincón de la suya, que iba despertando lento y tratando de esquivar todos los miedos que iban surgiendo. Quizá si no se hubieran separado, las cosas serían muy diferentes para ambos, porque Clyde tenía razón, volvía loco a Jack; lo hacía perder la razón, lo encendía y lo tenía pendiente de cada cosa que hacía. Sin embargo, no estaba solo, su familia también era importante para él y lo que sucedía entre ambos no era fácil de esconder. Su padre era su mayor problema, y Rachel, que por despecho haría lo imposible para alejarlo de su hijo.
A quienes me leen:
¡Buenas! Pido disculpas porque me demoré un montón en actualizar, porque no anduve con mucho tiempo para escribir. Este capítulo está dedicado a los sentimientos de Clyde y Jack, así que luego volveremos a los dramas. Estaré concluyendo en dos capítulos más, como mucho, ya que es una historia de ficción general, romance, con mensajes de vivir la vida de uno y no dejar que los demás definan como quieres vivir. No tiene mucha ciencia. Igual espero que la estén disfrutando un montón.
Disculpen la demora, voy a tratar de agilizar mi escritura. ¡Gracias por sus comentarios, por leerme y darme ánimos para continuar! De verdad significa mucho para mí. Estoy leyendo en cada comentario, y los tengo en cuenta, quiero que lo sepan.
¡Abrazo apretado!
Kalen.
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