Capítulo #14
—Debo ir a trabajar, lamento tener que dejarte solo Itachi Kun, volveré al caer la tarde.
—Te esperaré, tendré la cena lista.
Esa mañana desayunaron juntos. Izumi se encerró en la habitación para prepararse para su trabajo e Itachi se marchó para darle privacidad.
La tarde transcurrió con normalidad, Itachi había estado fuera todo el día, sin embargo ocultarse el sol Itachi volvió a aquella casa, para cumplir su promesa respecto a la cena.
Izumi se encontraba lo suficientemente cansada como para pensar en cualquier cosa. Caminó mecánicamente a través de la sala principal para llegar a su habitación, mientras buscaba con los dedos las horquillas extraviadas entre su cabello. Encendió las lámparas para iluminar el oscuro lugar y corrió la puerta descuidadamente retirando los pequeños pasasdorcillos, aquellos que mantenían en alto su extravagante peinado, para finalmente guardarlos dentro de una pequeña cajita de color plateado que descansaba sobre el pequeño tocador, no quería extraviarlas.
Observó su reflejo una última vez con el kimono puesto, siempre había pensado que era un Kimono precioso que ella solo utilizaría en una situación o un evento muy especial y no simplemente para ir a trabajar. Aun despues de todo ese tiempo, Izumi no se había acostumbrado a las extravagancias que la tienda de té le exigían. Sonrió para sí misma una última vez antes de deshacer el nudo del obi.
Itachi entro a la casa descuidadamente, con el sigilo que lo caracterizaba, notando la puerta abierta de la habitación, caminó en esa dirección atraído por la imagen de Izumi en un hermoso Kimono color blanco con flores violetas adornandolo, preguntandose si aquella imagen sería real o solo una alucinación. El chico se encontró tan fascinado mirando a la chica que no se percató de que la chica estaba comenzando a deshacerse de su vestuario.
Izumi por su parte estaba tan inmersa en su labor que nunca sospechó la presencia de su discreto espectador.
Dobló cuidadosamente el obi, colocando éste sobre el futón que siempre ocupaba, para después llevar sus manos hacia su pecho, y tomar las orillas del yukata, abriéndolo sin cuidado alguno dejando a la vista sus hombros y su espalda semidesnuda, sinembargo nunca esperó que el reflejo del espejo de jugara una mala pasada, dejando a la curiosa vista de Itachi la imagen más que perfecta de un par de pequeños pero redondos pechos apenas cubiertos por el pretexto de tela que suponía aquel insulso sujetador.
El Uchiha apartó la mirada, permitiéndose apreciar su espalda, sin embargo cuando aquel kimono comenzó a perderse bajo la cintura de la chica, una de las manos de Itachi se apresuró mecánicamente a encontrar la hoja de la puerta, cerrándola de un solo movimiento, obligándose a sí mismo a despertar de aquella hipnótica imagen.
Sus mejillas y rostro se tiñeron inmediatamente de rojo al comprender lo que acaba de suceder. Sin embargo no podía describir aquella escena de otra manera, Izumi Uchiha realmente era fascinante.
Izumi alarmada devolvió el yukata al lugar del que nunca debió ser retirado, como si nunca hubiese pretendido quitárselo y se dió un momento para asimilar su situación. Casi hubiese deseado no observar aquel mechón de cabello azabache mientras la puerta terminaba de cerrarse, su rostro se tornó de color carmesí, comprendiendo que se había confiado demasiado al creer que la casa estaba sola, había olvidado por completo la promesa de la mañana.
Ocupó un tiempo considerable para recomponerse de el vergonzoso momento y poder cambiar su atuendo.
Izumi entró a la cocina apartando la mirada del escrutinio visual que los ojos negros de Itachi se encontraban realizando sobre ella. La mesa estaba servida y él se encontraba ocupando un sitio en un extremo de ésta, al parecer esperaba por ella.
—Siento no haber estado presente el día de tu cumpleaños. — se disculpó Itachi apartando la mirada de la chica, al revivir la imagen acontecida hacia apenas unos minutos en su cabeza
Izumi traga pesado preguntandose a qué venía eso ahora.
—Siento lo de... lo de hace un momento.
Izumi deseó que la tierra se la tragara en ese mismo instante y el inminente sonrojo en su rostro lo dejó más que claro.
Desde el instante que la había observado aquella imagen angelical de Izumi frente al espejo sonriedole a su reflejo, mil y un pensamientos habían comenzado a aglomerarse en su cabeza. Y una duda afilada como un mismo Kunai se había formulado en su cabeza para revolver un poco más sus ya conflictuados sentimientos. La imagen de Izumi siendo tan hermosa le enfadaba de cierto modo, y no alcanzaba a comprender porqué, sin embargo aquella máscara de indiferencia en su rostro hacia muy bien su trabajo.
—Tu cena se enfría— fue lo único que salió de la boca del Uchiha.
—Gomen— se disculpo ella aún sin mirarlo a la cara, se sentía realmente avergonzada, mientras él intentaba aparentar que no había visto nada. Sin embargo Izumi no pasó por alto las miradas esporádicas que Itachi le lanzaba de vez en cuando.
Itachi se enfocó en terminar su cena con la finalidad de marcharse cuando antes, Intentando ignorar las miles de preguntas que tenía para ella. Hasta que el silencio prolongado se volvió tan tenso que comenzó a ser insoportable.
Izumi sentía la necesidad de salir corriendo de ahí para ocultar su vergüenza. Decidió lanzar una mirada al Uchiha, mirada que no pretendía durar más que unos segundos, sin embargo la mirada de él la encontró primero.
Itachi la observó, sin evitar recordar el reflejo en el espejo.
—¿Saliste con alguien? —La pregunta sonó como un disparo en medio del silencio, tan natural como inesperada de entre los labios del prodigio.
Izumi encontrándose en pleno proceso de pasar un bocado casi se atraganta, por lo que se vió en la necesidad de toser algunas veces antes de volver a respirar con normalidad, una extraña sensación le hizo revolotear el estómago y echarse a reír como una desquiciada a causa de los nervios.
Itachi apartó la mirada avergonzado, lo había comprendido a la perfección, a la primera.
En parte a Izumi le hizo gracia. Si Itachi pudiese saber el día que ella había tenido en el tienda de té, probablemente no pensaría lo mismo. Y el hecho de que el sobrino de la señora Satomi la hubiese acompañado hasta la puerta de tu trabajo, solo por que le quedaba de camino a casa de su jefe no contaba como salir con alguien, ¿o si?, ¿Itachi lo sabría, o simplemente estaría sacando conclusiones en base a un kimono?
—Es... es solo el vestuario para el trabajo.
Itachi se tomó unos momentos para asimilar la respuesta de la chica.
—Bueno es solo que te veías...—la pequeña pausa que Itachi utilizó para encontrar el adjetivo adecuado que la describiera sin exponerse aún más, dió tiempo a que Izumi se le acelerase el pulso imaginando sus palabras. —muy distinta.
Izumi asintió un tanto decepcionada, esperaba quizá un halago. —Si, supongo.
—Me hubiese gustado ver el vestuario completo—añadió el chico sin pensar demasiado en la implicación de sus palabras, buscando la mirada de ella en un momento de impulso, generado por los fuertes latidos de su corazón.
Las mejillas de Izumi se encendieron recordando que Itachi la había visto casi desnuda. Bajó inmediatamente la mirada ocultando sus ojos de la mirada de Itachi. Avergonzandose al imaginarse vistiendo un Kimono solo para deleitar la vista del Uchiha, la idea le estremece.
Itachi observa su reacción con un gesto natural, sin embargo su corazón insiste en a latir incluso más rápido de lo usual. Aquello no es para nada una buena señal.
—Me refería a tu cabello, con ese peinado y todos esos adornos.
Izumi apreció el hecho de que intentara negar lo innegable, solo para hacerla sentir tranquila, pero su mirada le decía que había visto demás, podía leer la incomodidad en sus ojos negros y tambien cierta insistencia en su mirada.
—Te espero, para ir a dormir—dijo Itachi mientras recargaba la cabeza sobre la palma de su mano para observar a Izumi terminar su cena, soltando un suspiro de cansancio.
Esa mañana Izumi despertó consciente de que Itachi no la había pasado la noche en la habitación. Ella tampoco había podido dormir en todo ese tiempo, pero tampoco consiguió valor para ir a buscarlo y preguntar si todo estaba bien, no sería muy apropiado, sobre todo despues de los acontecimientos que se habían suscitado antes de la cena.
Aún se siente avergonzada y no había decidido cómo dirigirse a él. Nunca en todo el tiempo conociendo a Itachi le había ocurrido algo similar, se sentía estúpida, ridícula, pequeña y muy, muy avergonzada.
El reloj marcaba las cinco de la mañana, pero Izumi decidió comenzar el día, no tendría que trabajar, pero tampoco tenía ganas de quedarse acostada toda la mañana. Así que con su atuendo de kunoichi decidió ocupar su mente en aquella lista de tareas que había iniciado la semana anterior, cuando Satomi le había recomendado que anotara cada cosa que deseaba hacer para no olvidar nada. Reviso un par de veces la lista, releyendo por octogésima vez a lo largo del mes aquella tarea que había programado especialmente para Itachi, "visitar las atracciones de la aldea", aún quedaban algunos lugares pendientes y si Itachi permanecía un tiempo más tal vez pudiesen visitar unas cuantas. Dobló la hoja de papel entre sus manos y camino hacia lo que debería ser el jardín.
Itachi la observó desde el tejado de la casa. Una vieja costumbre respecto a mirar el amanecer o el atardecer desde ahí cuando tenía mucho en que pensar. En esta ocasión no era su casa en la villa de los Uchiha ni siquiera el muelle o algún risco en alguna de las bases de operación de Akatsuki, era una aldea desconocida para él, nunca se había puesto a pensar en cómo se sentía respecto a aquel lugar o en lo desconocida que le resultaba aquella aldea, la había visitado en varias ocaciones, sin embargo nunca se había detenido a conocerla en realidad, ni a la aldea ni a la chica que sus ojos apreciaban en ese mismo instante había pasado tiempo y ella había cambiado en muchos aspectos que el comenzaba a querer descubrir. Una ligera sonrisa se situó sobre sus labios al verla admirar el amanecer. Quizá la charla con aquella mujer le había ayudado más de lo que quería reconocer.
Izumi soltó un suspiro y se limitó a recorrer el jardín garabateando algo sobre un pedazo de papel que sujetaba entre sus manos. Sonriendo para sí misma y dejando volar sus pensamientos de vez en cuando.
Se supone que las chicas nunca hayan sido algo que llamara su atención, de hecho, la cosa iba al revés, las chicas solían verse fascinadas por él desde el primer momento en que pisó el suelo de la academia ninja, pero con Izumi parecía que las cosas seguían el curso contrario a su naturaleza. No lograba comprender por qué tenerla cerca lo ponía de nervios incluso desde Konoha, razón por la que prefería mantenerse lo más alejado posible de ella para evitar esa cosa que se retorcía en su estómago cada vez que la veía aunque fuese de lejos o a través de las cámaras de vigilancia y ahora que la había besado, todo eso se había multiplicado, todas esas sensaciones que no entendía por que le agradaban tanto al grado de obsesionarse por repetirlas. ¿Tanto se había acostumbrado a ella en tan poco tiempo?, siempre creyó que lo que sentía antes de que todo ocurriera se trataba de un sentimiento de culpa por aquella ocasión en que la hizo llorar en la cafetería, pero las cosas iban más allá de eso, pues ahora que sabía perfectamente lo que era el verdadero sentimiento de culpa, comprendió que aunque intento evitarlo con todas sus fuerzas, se estrellaba contra sus propios sentimientos cada vez que evadía las cosas que tenían que ver con ella. Al alejarla de él solo ha logrado darse cuenta de cuán importante era tenerla cerca. Pero ahora podía tener la certeza de que la quería de un modo diferente a todos los modos que conocía, de ese modo en que no deseas compartir nada con nadie más que no sea con esa persona.
—Izumi— la voz masculina llamó su atención hacía la casa de enfrente, llamando la atención de la chica en cuestión y tambien la de él.
—Hatsuko Kun— saludó la chica con tono alegre.
—¿No vas al trabajo hoy?— preguntó el joven.
—Es mi día de descanso al fin—respondió ella mostrandole el papel que tenía en las manos a modo de bandera.
—Excelente, espero puedas terminarlas pronto, necesitamos un picnic en tu jardín.
—Sería divertido, ¿así que te vas de viaje nuevamente?
—Bueno tengo trabajo, pero no me extrañes demasiado, tenemos una excursión pendiente en tu próximo día libre.
—Eso si llegas a tiempo— se burló la chica.
—El joven se despidió con una mano antes de volver a andar por el camino rumbo a la aldea.
Itachi observó en silencio toda la escena, logrando que su interior se revolucionará con una nueva y extraña necesidad de detener aquella complicidad que parecía existir entre Izumi y ese. Aquella mujer tenía razón, a Izumi no le desagradaba ese chico y eso lo hacía sentirse enojado, consigo mismo, con ese tipo, pero sobre todo con Izumi, por ser capaz de compartir su sonrisa con alguien más que no fuese él, pero sobre todo su tiempo.
—No creo que ese haya sido un lugar muy cómodo para dormir— dijo aquella mujer refiriéndose a el, logrando que Izumi diera con su ubicación sobre el tejado de la casa.
Y depronto una especie de sensación de culpa se instaló en el pecho de Izumi. Buscó sus ojos encontrándose con una mirada fría e indiferente que le helo la sangre. Pudo comprender que estaba celoso, y tambien pudo comprender que había escuchado todo, y aunque no se trataba de algo malo, el temor de perder lo que con tanto esfuerzo había conseguido la hizo sentir aterrada. ¿Por que las cosas debían ser tan complicadas con el?, ¿por que cuando se trataba de Itachi Uchiha sus emociones actuaban como una montaña rusa sin descanso?
Itachi bajó del tejado de un salto y en silencio entró a la casa, sin dedicar una palabra a ninguna de las dos mujeres en el lugar.
Su mente se situó en una escena de un momento específico de su historia con ella, hacía dos años atrás. No lo recordaba con precisión, pero si las emociones y sensaciones que le causó aquel momento.
La pantalla la refleja a lo lejos, él sabía que se trataba de ella por que es inconfundible, sus cabellos castaños destacan de cualquier otra cabellera Uchiha, intentó mantener un gesto neutral pero el corazón le latía rápido, tan rápido como siempre que ocurría, ella siempre aparecía en los momentos más inesperados, y ahí estaba. Después de unos segundos en pantalla la observó detenidamente, había parado su andar para esperar su encuentro con alguien, por supuesto, también lo conocía a él, incluso más que a ella, era Shisui, su mejor amigo. Ellos iniciaron una conversación que él no pudo escuchar, completamente ajenos a la cámara de vigilancia que invadía su privacidad, pudo ver a Izumi dedicándole una radiante y cálida sonrisa a Shisui.
Esa fue la primera vez que lo sintió, nunca antes le había parecido mal que ambos se encontrarán demasiado cerca, o demasiado divertidos. Ella se reía de algo que él le había contado y él había tomado su mano mientras reía con ella, fue entonces que lo supo, estaba celoso y deseó que ellos dos nunca se hubiesen cruzado, deseó nunca ver aquellas imágenes o tal vez simplemente deseaba poder estar en su lugar con tanta naturalidad, sin que tantas cosas cruzaran su cabeza al instante en que sus miradas se encontraban, no eran nada, entonces ahora que se habían besado, la sensación lo había golpeado tan duro, que ni siquiera quería mirarla.
Con el silencio que lo caracterizaba caminó hacia el interior de la única habitación de la casa.
Izumi entró detrás de él despues de disculparse con la mujer que cuidaba de ella en ausencia de Itachi.
Ella lo tomó por el hombro haciéndolo detenerse en el marco de la puerta de la habitación, Itachi se limitó a guardar silencio y esperar a que dijera lo que tenía que decir, lo único que necesitaba en ese momento era estar solo, apenas había comenzadoa aceptar lo que sentía y lo que quería y aún tenía que lidiar con tantas cosas más, a veces quererla podía ser agotador.
—¿Estás enfadado?— pregunto ella aún conociendo la respuesta. Después de unos minutos de silencio en los que ninguno dijo nada Izumi volvió a preguntar.
—¿Estas celoso?
Escucharlo de ella le produjo una extraña sensación de vulnerabilidad que nunca había sentido antes, se odio a si mismo por sentirse de esa manera, por lo que sin pensar claramente en sus acciones la tomo por las muñecas bruscamente, y la beso. No con la intención de hacerle daño, sino de hacerle comprender un poco la forma en que se sentía. Cuántas veces no deseó hacer eso mismo cuando la veía por la villa junto a otra persona, simplemente besarla y dejar claro que ella era su chica y de nadie más, pero en aquel momento, ¿qué derecho tenía?
—Tengo que irme mañana— le dijo en cuanto la soltó. —Volveré en cuanto comiences a extrañarme—dijo al tiempo en que posó suavemente su mano sobre el hombro de la chica quien de inmediato le dedicó una mirada triste, temiendo que su decisión fuese provocada por el momento anterior.
—Itachi...
Un dedo sobre sus labios le impidió continuar.
—No, es algo que tenía que hacer de todos modos, no te hagas ideas extrañas, pero en mi ausencia, no quiero que se acerque demasiado a ti.
...
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