Capítulo #11

Es una locura. Lo sabe.

Debe estar volviéndose loco si realmente está planteándose decirle la verdad, pero ya lo ha decidido. No debería de pasar tanto tiempo pensando en eso, pero no puede dejar de hacerlo. La quiere aunque no debería, y aquella mujer tiene la razón.

Después de semanas pensando en cómo decírselo lo ha decidido. Kisame le ha preguntado los motivos por los que ha estado distraído durante las últimas misiones. Él lo ha enviado a meterse en sus asuntos por supuesto, pero en parte el espadachín tiene razón. No puede seguir así y aunque es consciente de que va a ser un suicidio se lo dirá. Y no es justo para ella en ningún sentido, pero tampoco es un hecho que él pueda borrar y solo fingir que no sucedió. Su mente se lo recuerda día con día, hora con hora, minuto a minuto. Va a volverse loco.

Pasan cinco, diez, tal vez quince minutos y comienza a sentirse mareado, seguramente vomitará. La espera lo está impacientando, sus nervios se encuentran alterados, y no deberían. Él es Itachi Uchiha, ha sabido mantener la calma en todas las situaciones, por qué no podría con está?

Su corazón comienza a acelerarse cuando comienza a percibir su chacra en la distancia.

Todo ha sido una locura, cómo es que pudo permitir que las cosas llegaran tan lejos. En ningún momento debió haberse permitido siquiera verla, mucho menos permitirse pasar tiempo con ella, nunca debió caer en ese profundo par de ojos cafés.

Debió dejarla en el país del té, diciéndole la verdad, TODA la verdad. Y simplemente abandonarla, sin mostrar ningún tipo de compasión, o sentimiento por ella. Le hubiera gustado tener el valor.

Pudo simplemente dejarla ahí, tirada sobre la hierba en medio del bosque sin explicaciones, lejos de la aldea. No, porque habría buscado la manera de volver a Konoha y la habrían asesinado, Danzo se habría encargado de ello.

Debió matarla, eso.
¿Por qué no la mató?, Pudo haberlo hecho así, sin miramientos, a sangre fría, como lo había hecho con todos los demás. Debió  encajar su katana sobre su corazón y acabar con ella de una vez por todas. Pero su frágil cordura no habría soportado una vida sin ella. Menos ahora que sabía lo que significaba para él tenerla cerca.

Lleva sus manos sobre su cabeza comenzando a sofocarse ante su poca capacidad de retener oxígeno, desea apagar los sonidos dentro su cabeza por solo un instante. Lo único que quiere hacer es gritar hasta que su garganta se quede sin voz, hasta apagar el ruido de sus malditos pensamientos.

Su corazón late a una velocidad exagerada, como queriendo abandonar su lugar, haciendo que el pecho le doliese. Quiere arrancarlo de ahí y lanzarlo lejos, muy lejos.

El mareo no pasa y se siente caliente, está hirviendo. Es el calor, intenta asfixiarlo. El sudor comienza a escurrir por su frente, lo percibe, pero no puede concentrarse en nada. Comienza a presionar con fuerza su cabeza con ambas manos intentando suprimir todos sus pensamientos. Está cansado, de todo, en el fondo sabía que no podría permanecer cuerdo por tanto tiempo después de lo que había hecho.

Basta. Suplica en silencio cuando los recuerdos de la noche de la masacre comienzan a abrirse paso entre todo el nido de escenas que se intercalan en su mente.

Basta.

La quiere. Debió matarla. Sería mejor si ella hubiese muerto esa noche, Madara debería haberla encontrado, las cosas serían mejor para todos, viviría la locura él solo y se revolcaría dentro de su remordimiento sin temor a nada, porque entonces no tendría nada que perder. O mejor aún si él estuviese muerto, no tendría que cargar con ningún peso. Su deber era luchar y morir con todos los Uchiha como se lo propusieron aquella ocasión. Pero no Sasuke merecía una oportunidad y su vida valía cada una de sus acciones para bien o para mal. Su pequeño hermano menor valía mil y un vidas y a él no le importaba tomarlas, mucho menos dar la suya propia a cambio de que lo dejaran vivir. Nadie entendería nunca su actuar, pero eso nunca le importó menos. Hasta que se percató de que había otra vida que le importaba, una por la que también podría hacer cosas que él mismo nunca imaginó.

Inhala y exhala una y otra vez, a toda velocidad, pero el aire no termina de alcanzar.

No puede hacerlo, no puede decirle, lo odiara y él no quiere que ella lo odie, porque eso la alejaría de él y él no quiere eso. Se deja caer sobre sus rodillas, sosteniendo con fuerza su cabeza. Su sharingan se activa y desactiva intermitentemente, en respuesta a la crisis que intenta controlar por sí mismo.

Todo había comenzado a causa dos sencillas preguntas que aquélla mujer que cuidaba de la chica le había hecho ya hacía algún tiempo. "¿Cuándo le dirás la verdad?, ¿acaso merece ella que le construyas un mundo a base de una mentira?" No, había sido la respuesta que le hubiese gustado dar, pero entonces la realidad comenzó a colapsar sobre él como una avalancha interminable de remordimientos.

Izumi lo encuentra en esa posición cuando abre la puerta corrediza del salón principal de la casa. Se sobresalta en un principio al no comprender que sucede, pero le bastan un par de segundos darse cuenta que está temblando y de inmediato comprende que necesita ayudarlo.

Su respiración es superficial, intentando retener toda la cantidad de aire posible en cada inhalación. Eso la asusta.

Últimamente Itachi tiende a sentirse mal con demasiada frecuencia, como si las cosas lo rebasaran a la mínima provocación.

Itachi nunca fue una persona enfermiza, sino todo lo contrario, incluso después de sus misiones más difíciles nunca fue hospitalizado, y nunca requirió ningún tipo de atención psicológica, pero Izumi sabe que Itachi tuvo que lidiar con sus propios demonios él solo después de la masacre de su clan, sabe que por eso decidió marcharse por que habia cosas que el mismo necesitaba entender, él era así, le gustaba sanar sus heridas en solitario, pero en ese último tiempo ha estado actuando extraño y ella comprende que las situaciones están sobre pasando sus limites y a saber a que tipo de presión lo estarán sometiendo ahora que cumple misiones por fuera de la aldea sin poder regresar. Sabe que no es el mismo Itachi que conoció en Konoha pero últimamente le preocupa más de lo habitual, come poco, algunas veces despierta vomitando la cena, siempre parece abstraído en su mundo, casi no duerme, y cuando lo hace suele despertar a media noche y quedarse despierto hasta el amanecer sobre el tejado de la casa. Aunque nunca lo ha seguido, sí que lo ha escuchado salir de la habitación.

También sabe que aunque él nunca ha hecho algún comentario al respecto, tiene pesadillas con más frecuencia de las que un ser humano puede tolerar. Izumi sabe que Itachi no esta bien, pero también sabe que si Itachi no quiere hablar sobre las cosas que le suceden, no lo hará, por mucho que ella intente averiguar.

Se arrodilló frente a él y colocó sus manos sobre las de él. ─Tranquilo, Itachi, respira despacio ─indicó ella mientras intenta liberar la presión que ejercen las manos del Uchiha sobre sí mismo.

─Dame tus manos, mírame, ¿qué sucede?, tranquilízate, inhala despacio ─dijo poniendo el ejemplo ella misma una vez que él comenzó a dar signos de aligerar un poco la tensión de su cuerpo.

─Eso es, ahora suelta el aire despacio, y vuelve a tomar otro poco, tranquilo, eso es, no tienes prisa, todo está bien Itachi-kun, lo ves es fácil.

El sharingan se desactivó una última vez cuando Itachi cerró los ojos intentando concentrarse en la voz de ella.

─Ahora levanta la cabeza, será más fácil respirar. Eso es, despacio, no olvides respirar, inhala, exhala.

Izumi intentó mantener la calma, pero estaba realmente aterrada, nunca lo había visto de ese modo. ─ dime que sucedió.

Finalmente los ojos de Itachi se abrieron mostrando su habitual color ónix con un aspecto vidrioso, que la desarmó al instante, pues pareciera que en cualquier momento terminaría de romperse y se desmoronaria justo ahí, entre sus brazos.

¿Qué era lo que estaba pasando con Itachi Uchiha?, tanto misterio estaba comenzando a ponerla de los nervios. Algunas veces él parecía estar tan entero e inquebrantable como el Itachi de Konoha y otras parecía estarla pasando realmente mal y aun con eso no era capaz de decir media palabra al respecto. Eso era normal en él, pero de alguna forma le  estaba perjudicando.

La señora Satomi le había dicho que la mejor forma de superar una situación complicada era hablando del tema con alguien. Ella misma había estado deprimida un tiempo, incluso sabía perfectamente que no había un sólo día en que no intentara recordar que era lo que había sucedido en Konoha aunque eso le doliese desde lo más profundo, pero intentaba superar el dolor día a día. Pero Itachi, él parecía estar afectado a un nivel mucho mayor.

Colocó las manos de él sobre sus rodillas, para poder apartarle el cabello del rostro y después secar el sudor de su frente. Su temperatura estaba elevada y de inmediato se le ocurrió ir en busca de algún trozo de tela para mojarlo con agua fría y colocarlo sobre su frente.

─Espera ─ pidió Itachi, con la voz entrecortada, aferrándose a una de sus muñecas en cuanto ella hizo el intento de levantarse de su sitio.

─Solo será un momento ─ aseguró ella, pero él negó intentando oponerse a que se alejara.

─Hay algo que...

─Todo está bien, tranquilo, volveré en un segundo  ─ prometió apartando la mano de él de entre la suya.

Itachi recargó su peso sobre las palmas de sus manos, volviendo a cerrar los ojos para apartar el mareo.

Pero cuando Izumi volvió, Itachi ya había devuelto la comida.

─Lo siento ─ se disculpó.

─Está bien, tranquilo, ¿Cómo te sientes ahora, estas mejor?

Itachi asintió por respuesta. Y ella se apresuró a ayudarlo a ponerse de pie.

─Tengo que decirte algo. Es importante.

─Hablaremos después de que tomes una ducha─ dió Izumi por respuesta.

Itachi se negó nuevamente, intentando aplazar más las cosas, pero cuando ella lo tomó de la mano y lo obligó a andar con rumbo a la habitación de baño él la siguió obedientemente sin intentar liberarse de la presión que ejercían sus dedos sobre él.

Se sentía bien de ese modo.

─¿Aún te sientes mareado? ─ preguntó ella, preocupada de dejarlo solo.

─Estoy bien ─ aseguró el orgulloso Uchiha.

Izumi no lo soltó hasta que llegaron a la altura de la bañera y lo obligó a sentarse en el borde para desatar la cinta de su cabello.

Itachi la observó en silencio, preguntándose nuevamente cómo es que tendría el valor para decirle que él asesinó al clan, a la madre de ella, a sus propios padres. Tan abstraído se encontraba que no noto el sonrojo de Izumi cuando finalmente se atrevió a levantarle la playera, mucho menos cuando sus brazos se levantaron automáticamente para ayudarle a terminar de removerla.

─Intenta no desmayarte mientras te duchas ─ medio bromeó ella mientras daba la vuelta sobre sí misma para caminar en dirección a la puerta. ─estaré afuera, limpiando el salón.

Se lo diría.

...

─Y bien ─ dijo Izumi suspirando mientras tomaba asiento sobre el futón que le correspondía, Itachi tomó asiento junto a ella e inhaló un poco de aire rogando a todos los dioses encontrar la manera más sutil de expresarse.

─Lo primero que debes saber es que yo sabía que todo esto sucedería tarde o temprano, pero intente retrasarlo lo más que pude.

Izumi lo miró directamente a los ojos mientras hablaba, intentando averiguar a que se refería.

─Hablé con esa mujer el otro día y ella me dijo que debería ser sincero contigo. Y debo hacerlo porque siento que si no lo hago ahora voy a terminar perdiendo la cabeza.

Por primera vez en todo el tiempo que llevaba de conocerlo Itachi estaba dispuesto a hablar con ella de algo que tuviese que ver con él mismo.

Itachi apartó la mirada de sus ojos.

─Se que no has estado muy bien últimamente y quiero saber que sucede ─ Izumi volvió a buscar su mirada, pero pudo notar como Itachi intentaba concentrarse en la grieta del pilar de madera junto a la puerta. Suspiró con cansancio, lo conocía muy bien, en el fondo sabía que seguía siendo el mismo Itachi, pero muy muy en el fondo, y hacía falta recordarle quien era y traerlo de vuelta. ─Solo quiero ayudar.

─No sé ni por donde empezar, se perfectamente que no servirá de nada decirte que eres  correspondida, después de que te lo diga, aún así sé que debo decirlo.

Los ojos de Izumi se llenaron de brillo al instante, y no pudo evitar dejar de escuchar sus palabras. Él la correspondía, realmente lo hacía, como tantas veces se lo había dicho Shisui, después de todo siempre había tenido la razón. Y ella que había dudado de sus palabras quería reír, llorar, gritar y todo al mismo tiempo, pero en cambio sólo pudo guardar silencio.

─Supongo que Shisui sabía lo que hacía al enviarte a hablar conmigo, de alguna manera su logro poner mis planes de cabeza, esa noche cambió las cosas como no imaginaba.

Incluso estaban pensando lo mismo. Por supuesto que Shisui tenía razón, cuanto lo amaba, ese era su Itachi, el que tantas veces había intentado volver a ver. Dios, quería lanzarse encima de él y abrazarlo hasta que se fundieran en uno mismo. Había esperado por ese momento toda su vida y ahora que finalmente estaba sucediendo, no tenía idea de cómo reaccionar.

─Pero hay cosas que hice que...

Izumi nunca podría saber lo que Itachi intentó decirle esa noche, porque todo lo que ella siempre quiso escuchar de sus labios él ya lo había dicho, por eso decidió tomar todo ese valor que tantas veces había reprimido en el pasado, por eso mismo se atrevió a acortar la distancia entre ambos para finalmente juntar sus labios con los de él en un casto e inexperto beso. Era apenas un rose de labios, pero a ambos les había acelerado el corazón de manera que parecía querer escapar de su pecho. Sobre todo a él, quien había sido tomado por sorpresa.

Como si ella hubiese apagado el interruptor de sus pensamientos la mente de Itachi Uchiha se puso totalmente en blanco, como si el tiempo se hubiese detenido solo por un instante, pudo sentir las manos de Izumi temblando sobre su pecho. Ella había tenido la osadía de tirar de su playera para alcanzar sus labios y callarlo de una buena vez. Su estómago pareció reaccionar a aquel beso de una manera totalmente inesperada, era una sensación extraña muy parecida a la que le causaba encontrarla caminando por el recinto Uchiha inesperadamente, pero multiplicada por un millón. Como si una parvada de aves hubiese decidido alzar el vuelo precisamente dentro de él, revoloteando y chocando por todos lados.

Todas esas sensaciones lograron desconectarlo del mundo por un pequeño momento, uno que él no estuvo dispuesto a dejar ir. Por eso en cuanto Izumi se apartó apenas un centímetro de sus labios, su mano se movió automáticamente hacia la nuca de la chica para volver a atraerla en dirección a sus labios y repetir la sensación de aquel dulce contacto una y otra y otra vez más, saboreando la calidez y suavidad de sus labios acompasándose a los suyos, perdiendo la noción del espacio y del tiempo.

Nunca antes Itachi Uchiha se había sentido tan conectado a otra persona. Podía sentir la adrenalina corriendo por sus venas a toda velocidad, pero ahora el motivo era distinto al que generaba una batalla. Entonces cuando finalmente se separaron a falta de oxígeno. Itachi llegó a la conclusión de que definitivamente no iba a perderla, significara lo que significara.

Quería más de esos, cientos, miles de momentos como ese y los necesitaba solo de ella, tal vez así algún día ella borraría todos sus crímenes, o lo besaría tanto que él se olvidaría de su propio nombre y de todo su pasado, como en aquel instante. Permanecería ahí mismo con ella por el resto de su vida y se olvidaría del mundo entero.

Izumi es la primera en abrir los ojos y sonreír contra sus labios sintiendo la felicidad recorrer cada poro de su piel. Itachi soltó un profundo suspiro y sin abrir los ojos la abrazó, aferrándose a ella como si no estuviese dispuesto a soltarla nunca más. En parte así era.

Le había costado tanto admitir que la quería que ahora no tenía idea de qué hacer consigo mismo.

─¿Qué era eso tan importante que querías decirme?─ preguntó Izumi con las mejillas ligeramente sonrojadas.

─Ahora mismo no importa─ respondió Itachi antes de acortar la distancia entre ambos para volver a besarla una vez más.

...

─Deberíamos de empezar a preparar la cena─ dijo Itachi mientras observa a Izumi dibujar formas en el aire con los dedos al tiempo que canturrea alguna canción antigua sobre amor.

─Hay que quedarnos aquí solo un poco más─ pidió Izumi mirándole con ojos de cachorro.

Habían permanecido recostados sobre el futón por más de una hora, observando el atardecer por la ventana. Itachi no deseaba hacer otra cosa que permanecer ahí resguardando ese momento del exterior, como una manera de evitar la realidad. Izumi estaba feliz despues de todo, estaba sonriendo tan deslumbrante como el sol y reía por todo y nada, él por su parte finalmente había conseguido un poco de paz interior y no quería dejarla escapar tan rápido.

─Solo unos minutos más─ respondió Itachi tomando una de sus manos en el aire para entrelazarla con la suya y hacerla descansar sobre su pecho. Izumi le regaló una sonrisa y recargó su mejilla sobre el hombro de él.

─Itachi-kun, hay algo que he querido preguntarte desde hace tiempo.

─Puedes preguntar lo que quieras ─ aseguró fijando su mirada sobre el tejado.

─¿También tienes pesadillas cierto? sobre esa noche.

Él pasó saliva pesadamente antes de asentir despacio.

─Lo sé ─ responde Izumi buscando su mirada.

Itachi la observó sin decir nada, guardando para sí mismo que la mayoría de sus pesadillas tenían que ver con la muerte de ella.

─Cuando tengas pesadillas puedes despertarme, así no tienes que permanecer despierto tu solo, te hare compañia el tiempo que haga falta. Incluso puedo dejar que te quedes a dormir a mi lado.

Itachi sonrió sinceramente ante la inocencia que Izumi le provocó, aun cuando estaba toda sonrojada no podía cerrar la boca. Primero lo besaba y luego lo invita a dormir en el mismo sitio que ella, sin duda esa chica no tenía idea de lo que estaba haciendo.




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