Prólogo
...
El polvo no me dejaba observar nada, sentía, además, como era arrastrada levemente por esta.
-¡Lía!- Grité, soportando como la arena golpeaba mi espalda y mis brazos, mientras trataba de ver a mis dos hermanas, Lía y Gía, siendo la última la que estaba en medio de las dos, y yo tratando de amortiguar el daño de la arena. Aumente mi agarre, y luego de unos segundos había acabado.
-Gía...- Dijo Lía agachándose a verla, estaba abrazada a mis piernas. Pero sentía que ya no podía mantenerme de pie.
-¿Y-Ya pasó?- Murmuró con una voz débil, soltándose lentamente y dejándose cargar por la castaña.
-Sí.- Dijo asintiendo.
Me deje caer, y con cuidado toqué mi espalda, me había desgastado un poco la ropa, tal vez me había hecho pequeñas marcas debajo de esta, hice una mueca.
-¿Estas bien?- Preguntó mi hermana, con sus ojos azules cristalizados.
-Sí.- Me levanté con cuidado.- Será mejor buscar un refugio.- Iba a caminar, pero ella me detiene.
-Ví al monstruo...- Dijo bajando el tono de su voz, observé su rostro.- Creo que debemos buscar un sitio alejado de la electricidad.-
Ella tenia la habilidad de ver debilidades en ciertos monstruos, así que preferí escucharla.
-Bien.-
...
-Acá estaremos bien.- Dijo bajando a Gía, encontramos un sitio lejos del centro, con un enorme árbol, el suelo era tierra fértil.- No te alejes mucho.- Dijo agachándose a ver a Gía, al tener 5 años entendía muy bien.
-Parece que no somos las únicas.- Dije viendo como dos chicas con bata llegaban a nuestro lado.
-Al menos aún hay gente inteligente.- Dijo una.
De pronto, comenzó a llover una especie de sustancia, aunque debajo del árbol no caía, saqué mi mano para ver que era, mala idea, comenzó a salir una especie de alergia en él, además de que dolía horrible.
-¡Diana!- Gritó mi hermana, retrocedí por impulso, mientras sostenía mi mano, la cual se volvía negra.- N-No te muevas.- De pronto, tomó un poco de tierra fértil y la vertió en mi mano, mientras desaparecía todo rastro y regresaba a la normalidad. Las chicas con bata observaban impresionadas las habilidades de Lía, mientras la pequeña Gía me abrazaba el brazo.
-Miren eso.- Observamos a donde señalaba la chica con bata.
Una especie de ... Criatura gigante, su cuerpo emanaba electricidad. Era atacado inútilmente por los "héroes", puesto que sus golpes no hacían efecto en él.
-Están acabados.- Dijo mi hermana.
Observé la tierra, mientras una idea surgía en mi cabeza.
-No si yo los ayudo.- Dije levantándome, tomé una canasta de la mochila que llevábamos y la llene de tierra.
-¿Diana?- Me llamó mi hermana. Al parecer por donde esos tipos estaban no llovía.- ¿Que haces?- Dijo sosteniendo mi brazo, impidiéndome salir de debajo del árbol.
-La debilidad del monstruo es la tierra...- Esperé un segundo.- ¿Cierto?- Sentí como aflojó su agarre.- Tengo que ayudarlos. Estaré bien, cuida de Gía.-
Me lancé hacia adelante y comencé a correr lo más rápido de mis piernas me permitían, sintiendo como ardía mi piel, pero trataba de no concentrarme en eso, llegando a pasar el rato de esta lluvia. Observé como el monstruo tenia a sus pies 10 tipos tirados y en mal estado.
-Hey, ¿Que estás haciendo aquí?- Sentí una voz a mis espaldas, volteé y observé a un hombre con un traje amarillo, al igual que tenía casi nada de pelo.- Es muy peligroso, deberías irte.- Dijo avanzando hacia mi.
-L-La...- Estaba muy a dolorida como para hablar, apenas podía sostener la canasta.
-Estas herida.- Observó mis brazos al descubierto.- Quedate aquí, iré a acabar con él.- Dijo caminando en dirección a la criatura.
Por alguna razón, no conseguí soltar las palabras.
Pero, la criatura, fue directo a mí.
Cerré los ojos esperando el golpe, pero no llegó. En cambio sentía que estaba en brazos de alguien, abrí los ojos, observando a este desconocido.
-Eso estuvo cerca.- Estábamos encima de un edificio lejos del monstruo.
-¡La tierra!- Grité, soltando las palabras, recibiendo una expresión de confusión por él.- Su debilidad es la tierra.- Levanté con esfuerzo la canasta.
-Ohh...- Dijo pareciendo entender algo más.- Es por eso que mis golpes no le afectaban.- Me dejó con cuidado en el suelo, no tenía las fuerzas con para mantenerme de pie, así que me sentó delicadamente.- ¿Entonces si uso esta tierra lo derrotaré?- Dijo levantando la canasta. Asentí.- Bien, espera un momento.- Dijo saltando de edificio a edificio hasta llegar al frente del monstruo.
Ví como se colocó algo de tierra en su mano, además de coger un puñado de este y cerrando su mano. La siguiente escena fue la más épica que haya visto. Solo bastó un puñetazo para acabarlo.
-Increíble.- Dije susurrando.- Es muy fuerte.-
Pude notar como me hacía una seña de victoria, sonreí. Él regreso hasta mi costado.
-Tenías razón.- Dijo dejando la canasta a mi lado. Sonreí levemente, y me deje caer a su lado, descansando mi cabeza en su hombro.- Oye, ¿Estas bien?- Dijo tomando mi brazo, casi del color carbón. Aún podía mantener mis ojos abiertos.
-La tierra...- Él pareció entenderlo esta vez, comenzando a pasar esta suavemente por mis heridas, volviendo a su color natural, suspiré aliviada.
-Eres muy valiente.- Dijo tranquilo mientras seguía con su trabajo.- ¿Como te llamas?
-Diana.-
-Que lindo nombre.- Sonrió.- Yo soy Saitama.-
-¿Eres un héroe?- Pregunté viéndolo.
-Algo así, soy héroe en mis ratos libres.- Dijo riendo. Yo sonreí.- ¿Cuantos años tienes?- Preguntó, seguro por mis ropas, tenía una sudadera gris, aunque sin mangas, estas las había roto para hacer unas vendas para una señora hace dos días, traía unas medias largas blancas, que parecían más una pantaloneta y encima de esta una falda negra; mi cabello estaba recogido en una coleta, y usaba unas botas bajas de color marrón. Agregando que toda mi ropa lucía desgastada, este monstruo nos llevaba molestando 3 días seguidos.
-Tengo 16 años.-
-Anda, eres muy joven.- Dijo sorprendido, aún le faltaba curar parte de mis piernas.- Yo tengo 22 años.- Hubo un poco de silencio.
-Eres muy fuerte...- Dije sonrojada.
-¿Eh? Gracias, la verdad empecé a entrenar desde hace un año, pero es bueno saber por parte de alguien más que estoy consiguiendo mi objetivo.- Me volvió a sonreír.
-¿Tú crees..- Hice una pausa.- ¿Que pueda llegar a ser tan fuerte como tú?-
-Por supuesto. Tienes una gran resistencia, solo necesitas algo de entrenamiento y listo.-
-...- Asentí.- Bien, entrenaré todos los días, y cuando me vuelva más fuerte te lo mostraré.-
-Esa es la actitud.- Acabó de curarme, ayudando a levantarme.- Esperaré ansioso ese día.- Me dijo dándome una mirada desafiante.
<<Bueno, nos vemos.>>
...
Desperté de aquel sueño, observé la hora en mi reloj, <<6:00 a.m.>>, era hora de ir a entrenar, sentía que cada día estaba más cerca de mi meta, habían pasado ya dos años desde ese momento.
-Ya verás, Saitama, me voy a volver más fuerte.- Me dije a mi misma.
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