-debemos darnos un beso-

La manera en que Aspros había pronunciado las silabas fue tan provocativa que un calor inundo mis mejillas.

Agradecí internamente el hecho de que parte de mi rostro fuera cubrido por esta incomoda mascara.

-siempre nos damos besos-

-¡no hablo de esos besos!-

Protestó de manera indignada haciendo pucheros.

Se acerco a mi invadiendo mi espacio y llevo sus manos a las ataduras de la mascara.

En el momento en que mi rostro fue despojado de la mascara, mi hermano hacerco sus labios a mi oído.

-besos en la boca-

El susurro provocativo de mi hermano logró que se erizaran todos los bellos de mi cuerpo.

Sabía a que se refería.

Las veces que expiaba a su hermano en los entrenamientos había vistos a muchachitos que se besaban en la boca a escondidas.

Cuando veía esas escenas no podía evitar pensar en los labios de Aspros.

En como se sentira besarlo.

Quería besarlo.

Deseaba besarlo.

Sin embargo....

-somos hermanos-
-pero.... pero eso no importa-

Había sentido el cuerpo de Aspros tensarse, se separo de mi y me miro a los ojos, por un momento fui capaz de ver desesperación en sus ojos, pero rapidamente su hermano mostro una mirada segura de si misma, y dijo esas palabras.

Yo sabía que si importaba.

Ya no era un pequeño, sabía que esto estaba mal.

Esto era un pecado.

Esto era en contra de las reglas de la sociedad.

Esto era enfermo.

A pesar de eso no me atreví a contradecir a mi hermano.

-tienes razón, no importa-

Una sonrisa sincera se formo en su precioso rostro.

Sus manos tomaron mis mejillas con cariño.

Se acercó a mi con los ojos cerrados, nuestros labios estaban a punto de encontrarse.

Nuestra respiración se mezclaba.

-uh... oh-

Fueron los sonidos que escaparon de la boca de mi hermano al momento en que mis brazos envolvieron su cuerpo.

Le había abrazado, fue un abrazo desesperado.

No podía cruzar la línea.

No podía darle un beso en la boca.