Capítulo único
El rey mono sentía su cabeza doler tanto, ¿Dónde estaba? ¿Qué día era? Se sentía perdido en el tiempo. Estaba en una cama, y al levantarse miró alrededor, reconocía el sitio, estaba en su casa.
No recordaba haber regresado a su casa, de hecho no recordaba muchas cosas, lo mejor sería ir a ver a MK. Fue entonces que Wukong sintió un delicioso aroma a té.
—Oh, despertaste, Peach.—
Era Macaque, le sonreía con cariño y su voz sonaba tan suave y atenta. Había puesto en el comedor tazas de té y una tetera, olía delicioso. Además de que había una canasta con frutas.
—¿Macaque?...— Wukong no comprendía nada, ¿Qué hacía allí Macaque? Tan... agradable.Se supone que estaban en malos términos, ¿Por qué estaba en su casa, sintiéndose tan cómodo? ¿Sirviendo el té? El rey mono se levantó y tomó asiento en el comedor, su rostro mostraba su confusión.
—¿Si, Peach?—
Incluso usaba ese apodo, un apodo que hace años que no escuchaba.
—¿Qué haces aquí?—
—¿Qué clase de pregunta es esa, tontito? Vivo aquí.—
—No, tu... No vives aquí.—
Macaque le miró extrañado, ¿Qué significaba eso? Parece que su pareja estaba enfermo o algo.
—Oye, ¿Estás bien, Peaches? ¿Por qué dices eso?— Macaque se acercó y tomó del rostro suavemente al mono dorado. —¿Tienes fiebre?— El mono de pelaje oscuro pegó su frente a la otra, tratando de medir temperaturas. Wukong sintió su rostro arder, Macaque estaba tan cerca, demasiado, le hizo ponerse nervioso, apartándose.
—Ya, ya, ¿Qué está sucediendo?—
—¿Perdiste la cabeza?—
—No, yo...— Wukong pensó en eso, no entendía la situación, lo mejor era seguir la corriente hasta entender. —Yo... Creo que sí, no recuerdo nada.—
—Entiendo... No te preocupes, peach.— Macaque tomó asiento a su lado, dándole una taza a su pareja.
—Ya sabes quien soy, pero te noto algo perdido... Somos pareja, vivimos en Flower Fruit Mountain, llevamos años aquí sin abandonar nuestro hogar.—
—... ¿Sin abandonarlo?—
Wukong comenzó a dudar las cosas, se hacía una idea de lo que sucedía, o algo así, quería asegurarse de ciertas cosas.
—¿Y mi bastón? ¿ Y Tripitaka?—
—No me suenan esos nombres... Te habrás golpeado fuerte. Dudo que existan esos, nunca hemos salido de aquí, tampoco hay un bastón.—
Sí, las cosas eran raras, diferentes, de cierta manera una parte del rey mono no quería preguntar más, se sentía cómodo.
—¿Estás mejor con esa información, Peach?—Preguntó Macaque, sosteniendo la mano del otro.
Wukong lo meditó un momento, hasta que finalmente su cabeza llegó a un acuerdo.
—Tienes razón, si, gracias, Mango.—
Hace tanto tiempo que no decía ese apodo, Macaque sonrió y abrazó a su pareja, el rey mono correspondió el abrazo.
Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que abrazó a Macaque, y aún se sentía como la primera vez, su suave pelaje, su dulce aroma...
Wukong sabía que era falso, pero si lo era, lo disfrutaría un poco antes.
Disfrutaría aquello que hubiese pasado si tan solo no se hubiese ido de Flower Fruit Mountain.
Wukong acarició la cabeza de su pareja, llegando hasta sus oídos, pronto escuchó los ronroneos del macaco de seis orejas, quien se dejaba atender por su pareja.
Porque si, lo fueron, y parece que volvieron a esa época.
En ese tiempo donde solo eran ellos dos y nadie más.
—No te vayas, Peach...—Dijo Macaque entre sus ronroneos. —De verdad quiero disfrutar mi vida contigo.—
Una cruel mentira, Wukong lo sabía, pero creyó en esa mentira, esa dulce mentira.
—No lo haré, Mango.—
Respondió con otra mentira, porque sabía que en algún momento tenía que despertarse, pero no por ahora.
Solo... Solo quería disfrutar un rato más de eso.
Solo... Un par de minutos más.
A la mañana siguiente, Wukong abrió los ojos y se encontró con Macaque dormido a su lado, acurrucado en su pecho.
Tan dulce, tan tranquilo, tan hermoso como en los recuerdos del rey mono.
¿Por qué se fue de Flower Fruit Mountain? Podía haber vivido este sueño como si fuese verdad, pero no, había destruido sus posibilidades.
—¿Peach...?— Escuchó la dulce voz de Macaque recién levantado.
—Lo siento, Mango, ¿Te desperté?—
—No, no, está bien.—Macaque le sonrió y se apegó más al cuerpo del rey mono.
Estaba mal, estaba mal, estaba mal, pero quería seguir saboreando estas mentiras.... Vivir en un mejor futuro con Macaque.
La verdad, llevaba más de un día allí, lo sabía, pero quiso pensar que solo fue uno. Disfrutó cada momento con Macaque, las comidas compartidas, las caricias.
Había extrañado tanto esas cosas.
"Despierta" Una voz le llamaba.
Ya lo había escuchado antes, pero quería ignorarla.
"Por favor, reacciona" No, no, no reacciones, Wukong. El rey mono no deseaba eso, no quería irse de allí.
Abrazó a Macaque para sentirlo más cerca, como si fuese el mono de seis orejas quien se iría.
—¿Peach?— Macaque llamó, notaba intranquilo a su pareja.
—No te preocupes, Mac. Todo estará bien.—
—... ¿Te irás?—
—No, no me iré...—
Macaque miraba a Wukong con unos ojos llenos de tristeza, el rey mono solo sintió su corazón partirse.
Tenía que irse.
"¡Monkey King!" Aquella voz llamando otra vez.
Wukong solo escondió su rostro en el cuello de Macaque, aferrándose más, tratando de guardar en su mente como se sentía abrazar a su antiguo amante.
—Te amo, Macaque... Lo siento, lo siento tanto.—
El rey mono se levantó, buscaba irse, pero Macaque se aferró a sus ropas.
—No, no, no me dejes...—Pidió Macaque, se veía el dolor en sus ojos.
—Debo irme.—
—No, no tienes que irte. ¿Me dejarás? ¿Me abandonarás? ¿Otra vez?—
Wukong se quedó en silencio, esa hermosa mentira se había acabado, veía la angustia en el rostro de Macaque, el rey mono solo se sentía volver al pasado, su peor momento, donde solo fue un joven idiota imprudente.
—Mac... Tengo que irme, suéltame.—
—¿O si no qué? ¿Me vas a matar otra vez? ¿Me vas a lastimar?— La voz de Macaque se quebró en llanto. —Por favor, no me dejes.—
El rey mono sentía todo el peso de la culpa encima, se supone que había superado eso, pero era mentira, aún dolía, saber que mató a su pareja, que destruyó su preciosa relación... Y ahora estaba por irse de ese hermoso sueño, lo abandonaría otra vez, no quería, pero sabía quien le estaba llamando.
—Lo siento, me iré.—
Macaque dejó de llorar, soltó al rey mono y se levantó de la cama.
—Entonces mátame, otra vez.—
Que cruel era este sueño, se había vuelto una pesadilla.
—Si quieres tu libertad, tienes que matarme. —
Wukong no pudo decir nada, Macaque se abalanzó para atacarlo, el rey mono lo detuvo, no quería pelear, pero al usar su visión dorada pudo verlo: Para despertarse tenía que matar a Macaque, tendría que destruirlo.
"Te odio" Maldijo mentalmente a quien hubiese hecho esta broma de mal gusto.
Tuvo que tragarse el dolor y pelear, ver a su amado ser lastimado, gritar del dolor, sangrar, hasta finalmente terminar en el suelo sin poder hacer nada más. Habían destruido toda la casa durante esa pelea.
—Anda... Ven por tu libertad... Vete, como siempre lo haces.—Dijo Macaque en agonía, con la poca fuerza que tenía.
—Lo siento...—
Wukong no había dejado de soltar lagrimas, dolía, dolía tanto. Lo había superado, pero ahora lo revivió, ese momento de su vida que había deseado tanto olvidar.
El rey mono agarró el arma de Macaque y la levantó, sabía lo que tenía que hacer.
Entonces, golpeó al ojo del macaco de seis orejas, aquel ojo que en el pasado le había lastimado, nuevamente se repetía. Pero tan pronto como el arma tocó a Macaque, este se desvaneció y en cambio apareció su bastón dorado.
Wukong recogió aquel bastón, su pecho dolía.
Que cruel fueron aquellas mentiras.
...
Finalmente pudo salir de la calabaza en la que LBD le había encerrado junto al bastón durante la batalla. Había quedado tanto tiempo allí que olvido que estaban durante la pelea, MK tuvo que encargarse solo junto a sus amigos.
—¡Monkey King! Ya era hora que despertaras... ¿Te gustó tu pequeño sueño?—
El rey mono frunció el ceño y miró a LBD, estaba muy molesto, fuera de la tristeza estaba la ira. Aquella maldita demonio fue la causante de que tenga que experimentar esas crueles mentiras.
—Voy a destrozarte.—
Sí, el rey mono no estaba nada feliz.
Porque le mostraron hermosas mentiras... Para luego ahogarlo en su pesadilla.
FIN
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