8. Diferente
Ella bajó del bus unas calles antes y durante ese día no la vi otra vez.
Recuerdo que al estar en la panadería de mi padre estaba pensando solo en ella.
Como era de esperarse mi padre lo notó, no fue el único que lo hizo, la señora Nancy, una mujer de casi la misma edad que mi padre, de igual manera se dio cuenta.
—¿Qué tienes Sebastián? —me preguntó ella—. Te noto diferente.
—¿Diferente? —le pregunté—. ¿En qué sentido?
—Si, diferente —respondió, hizo una breve pausa—. Es como si estuvieras más alegre —dijo ella—. Como si poco a poco estuvieras superando...lo que ya sabes...
No le respondí nada, ella tampoco continuó hablándome debido a que notó la tristeza en mi rostro.
Sacudí mi cabeza tratando de calmarme porque no tenía por qué entristecerme, no cuando a ese punto de vida había llegado una nueva alegría.
Pero no tenía por qué entristecerme, ya que a mi vida había llegado una nueva alegría.
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