CCB
Yoongi tenía razón. El agua tibia calmó sus músculos. Jimin no podía admitir exactamente que sabía que necesitaba estirar pero que no lo había hecho porque no quería ser atrapado observándolo. Tampoco le diría lo impresionado que estaba porque él lo cargara dos pisos por escaleras —y de vuelta otra vez— y ni siquiera estaba agitado. E incluso bajo la amenaza de tortura no admitiría que cuando él lo había tomado en brazos casi había gritado de terror.
—¿No vas a meterte conmigo? —preguntó cuando salieron al jacuzzi y él no hizo ningún movimiento para unirse a Jimin.
—Yo no fui el que no calento adecuadamente —dijo.
—Y no haces nada por placer, ¿verdad? —bromeó Jimin.
Yoongi miró a la distancia.
—No a menudo —admitió.
Jimin estaba sorprendido. No lo había dicho en serio.
—Bueno, eso es triste —dijo. Yoongi lo miró y Jimin sonrió—. Vamos, al menos mete los pies.
Él no respondió, y Jimin pudo ver la batalla que tenía lugar en sus ojos.
De repente se le ocurrió que la deformidad de su rostro probablemente no terminaba allí. Yoongi caminaba con una ligera cojera, así que probablemente había algo similar en su pierna.
—Yoon —dijo Jimin, sin la más mínima pizca de broma en su voz—. Por favor, no... —¿No qué? ¿Qué no temiera confiar en él? ¿Qué no temiera que se riera de él cuando él sabía que había venido una vez con ese mismo propósito? Inseguro de cómo terminar la oración, cambió de táctica—. Haré un trato contigo.
—¿Qué tipo de trato? —Él sonaba lleno de sospechas.
—Tú pones los pies en el agua, y yo te digo por qué estaba aquí esa noche, cuando me perseguiste.
Él lucía listo para negarse, pero la curiosidad lo venció. Se desató las zapatillas, sacándoselas. Entonces, sin mirar al contrario, se sacó las medias, y finalmente levantó las piernas de sus pantalones justo por encima de sus rodillas. Una cicatriz ancha y nudosa corría en una ancha franja desde el lado de su rodilla y hacia abajo por el costado de la pantorrilla. No era tan mal. Jimin había visto peores.
~🍓🍃~
Yoongi se sentó en el borde de cemento, bajando los pies al agua. No dijo nada, y Jimin tuvo la sensación de que estaba avergonzado de su cicatriz.
No era ni de cerca tan mala como la que tenía en el rostro, la cual él veía todo el tiempo, así que no estaba seguro de por qué estaba avergonzado.
—Entonces —comenzó a decir Jimin, mirándolo, obligándolo a mirarlo.
Si se iba a confesar, quería asegurarse de estar mirándolo de frente.
Cuando Yoongi fijó sus ojos en los de Jimin, continuó—: Estaba con un grupo de amigos, y uno de ellos propuso que fuéramos a la Casa... que viniéramos aquí.
—Dilo —dijo él, en voz baja.
Jimin inhaló. No lo insultaría más fingiendo no saber a qué se refería.
—La Casa del Monstruo —dijo. Yoongi palideció, y Jimin se dio cuenta de cuán increíblemente cruel era el nombre. Su vergüenza era profunda, y deseó que pudiera retirar cada vez que había pensado el nombre, o dicho en voz alta—. Lo lamento tanto, Yoon. Soy tan imbécil como todos ellos.
—Bueno, ¿no eres el afortunada de poder ver al monstruo de cerca?
—Sí —dijo Jimin—. Lo soy. —Era sincero en sus palabras—. Yoonie, si tan sólo permitieras que la gente...
—Dijiste que me ibas a decir por qué —lo interrumpió.
Jimin exhaló. Le contó toda la historia, de principio a fin; o al menos el final donde él se tropezaba y se golpeaba la cabeza. No dejó nada fuera, excepto el nombre de sus amigos. Yoongi estaba silencioso cuando Jimin terminó, y se movió para sentarse junto a él en el borde. Lo miró, a su rostro derretido, queriendo preguntarle cómo había resultado tan herido.
Por alguna razón, no pensó que Yoongi quisiera contárselo a él de todas las personas.
—Yoongi, sé que decir que lo lamento no ayuda. Pero realmente lo siento. —Golpeó su hombro con el contrario, la única forma de tocarlo con la que se sentía seguro. Finalmente, Yoongi lo miró—. En cierta forma, ahora pienso en ti como un amigo. Y nunca haría nada para lastimar a mi amigo.
Los ojos de él buscaron en los de Jimin, y se dio cuenta de que eran de un marrón claro. No había notado el color antes.
Aparentemente, Yoongi había decidido creerle, porque asintió.
—¿Qué hay de tus amigos? Te dejaron atrás.
Jimin se encogió de hombros. Honestamente, le dolía que le hubieran hecho, que ninguno hubiera dado un paso adelante cuando él estaba siendo sobornado por el Sr. Min.
—¿Te molestaría sentarte a mi otro lado? —preguntó Yoongi.
—Para nada. ¿Por qué? —no pudo evitar preguntar.
—Puedo verte mejor con el ojo izquierdo. Y también oír mejor de ese lado.
Jimin se puso de pie en el jacuzzi y caminó frente a él, volviendo a salir para sentarse al otro lado; el lado desde el cual Jimin podía convencerse de que él era completamente normal. Y hermoso, también.
—Por favor no me digas que no oíste nada de eso, y que voy a tener que repetirlo todo. Una confesión por día es suficiente. —Jimin infundió sus palabras con gran sufrimiento y sarcasmo. Él entendió la broma y le sonrió.
—No oí la parte del "lo lamento", quizás podrías repetirla.
Jimin rió y se inclinó hacia adelante para lanzarle un poco de agua.
—Oye —se quejó Yoongi—. Estoy vestido.
—Entonces ponte tu traje de baño la próxima vez —dijo Jimin. En lugar de responder, Yoongi lo salpicó en respuesta, y pronto estuvo tan empapado como él.
Jimin se sorprendió al ver a Yoongi en el comedor la mañana siguiente.
A pesar de que él estaba tieso, había dormido bien en las sábanas de algodón y había sido capaz de usar la ducha —lo cual se sintió como estar bajo la celestial, cálida lluvia— y por lo tanto se encontraba en un estado de ánimo mucho mejor.
—Hola, Yoon—dijo—. Es bueno saber que eres humano.
Lo miró de reojo.
—¿Qué quieres decir?
—Bueno, no te he visto comer antes. —Indicó su plato el cual contenía dos huevos y un pedazo de pan tostado—. Me preguntaba si tu dieta era algo horrible que no pudiera ser visto por personas ajenas. —Jimin tomó su propio plato a rebosar y se sentó junto a él; en su lado izquierdo—. ¿No todos los monstruos comen bebés y esas cosas? —Jimin contuvo el aliento, preguntándose si él permitiría la burla.
No dijo nada durante unos momentos, y temió que hubiera ido demasiado lejos. Luego se encogió de hombros y dijo:
—No bebés, sólo pollitos potenciales. —Señaló a los huevos con el tenedor.
Jimin se rió y le embistió con su hombro.
—Sabía que tenías un hueso de la risa en algún lugar por ahí, Yoonie. — Él sonrió.
—¿Quieres ver algo genial hoy? —preguntó.
—A decir verdad, si quiero —dijo Jimin.
—Te voy a mostrar después del almuerzo.
—Guau —dijo—. Comer alimentos humanos y escaparse de la escuela. Estás lleno de sorpresas.
—Van a traer el nuevo computador después del almuerzo. Xiao estará completamente obsesionado y consumido por eso. Haremos otra aparición justo antes de que sea hora que vaya a casa y ni siquiera sabrá que nos hemos ido.
—Hurra por los frikis de la tecnología —dijo Jimin. Su tono era ligero, pero estaba muy curioso acerca de lo que Yoongi quería mostrarle.
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