BB


Yoongi no estaba seguro de que estuviera haciendo lo correcto. Pensó que tal vez había estado tanto tiempo sin un amigo o compañero a parte de su tutor escolar que le hacía un poco temerario en cuanto a Jimin se refiere. No sabía si podía confiar en él completamente, y sin embargo allí estaba, haciendo precisamente eso.

Los nervios se apoderaron de él durante las clases de la mañana. Por suerte Xiao se distrajo lo suficiente por la idea del nuevo computador que no se dio cuenta. Pensó que Jimin lo notó un poco, pero no dijo nada.

Comieron con Xiao como de costumbre, aunque estaba distraído por completo. Entonces, finalmente, llegó el computador y Yoongi le hizo señas a Jimin hacia la puerta.

—Ya regresamos —le dijo a Xiao.

—Sí, um... bien. Espera, ¿qué? —Sus palabras fueron seguidas por un ondeo de mano en su dirección cuando se volvió de nuevo al computador, murmurando para sí mismo.

—¿Dónde vamos? —preguntó Jimin.

—Ya verás.

Lo condujo hasta el piso superior, donde estaba su habitación. Una vez allí, lo llevó a la parte trasera de uno de los pasillos y abrió un armario.

Hizo a un lado los abrigos en el armario, revelando una puerta en la parte posterior. Yoongi lo miró, vio que Jimin tenía curiosidad, pero no parecía sospechar nada. Un poco raro. Él estaría lleno de sospechas si alguien lo llevara a un armario.

Llevó la mano a la baja luz del techo y pulsó un botón en el lateral, haciendo propulsar la cerradura de la puerta. Se abrió un poco, y él la empujó aun más.

—¿Listo? —preguntó.

—Claro —dijo Jimin, dando un paso adelante.

—No te alejes. Está un poco oscuro en la escalera.

Jimin se metió en el armario y Yoongi cerró la puerta del armario detrás de él. Una vez que la puerta se cerró, la luz del armario se apagó. Jimin de inmediato se acercó y le puso una mano en su espalda. Yoongi exhaló un suspiro. No había pensado en eso, que Jimin necesitaría de contacto para seguirlo.

Empezó a subir las escaleras que él conocía tan bien como la palma de su mano. Jimin lo siguió. A diez escalones, tropezó y Yoongi maldijo por lo bajo. Se había olvidado de advertirle sobre el décimo escalón deformado.

El hábito le había hecho pasar por encima del borde vuelto hacia arriba.

Regresó a ayudarlo, encontrando su brazo. Deslizó su mano hacia las de Jimin, envolviendo sus dedos alrededor de su palma. Jimin inmediatamente se apoderó de su mano. Trató de ignorar la sensación de tener su mano enlazada tan estrechamente a la suya. No significaba nada, ¿verdad?

—Pensé que dijiste un poco oscuro —dijo Jimin, con un pequeño nervioso temblor en su voz ahora—. Personalmente, diría que esto es boca de lobo.

Yoongi se rió entre dientes.

—Lo siento. He estado subiendo estas escaleras por un largo tiempo. Me olvidé de lo oscuro que es. Puedo encontrar mi camino con los ojos cerrados.

—Por supuesto que puedes. Es lo mismo con los ojos cerrados o abiertos.

Yoongi sonrió en la oscuridad. Estaba descubriendo que Jimin era bastante gracioso. En la parte superior de la escalera, se detuvo y Jimin se topó con él.

—Lo siento —dijeron los dos al mismo tiempo.

—Mala suerte, me debes una Coca-Cola —dijo Jimin rápidamente.

—¿Qué?

—Ya sabes, cuando dices algo al mismo tiempo que otra persona, dices mala suerte, y entonces te deben algo.

—¿Y tú eliges que se te deba una Coca-Cola?

Sintió la elevación leve de la mano de Jimin, y supuso que provenía de un encogimiento de hombros.

—Seguro, ¿por qué no?

Yoongi no contestó, suponiendo que fuera una pregunta redundante. Luego encontró la manija de la puerta y la abrió. Una luz aletargada inundó el hueco de la escalera. Para sorpresa de Yoongi, Jimin no le soltó la mano. Yoongi abrió el camino de la oscuridad a un pasillo largo y estrecho en dirección opuesta a la que habían llegado.

—¿Qué hay aquí? —suspiró.

—No hay... nada... en estas habitaciones —dijo, esperando que Jimin no notara su vacilación por encima de la mentira—. Es lo que hay en el otro extremo del pasillo que quería mostrarte.

—Muéstrame el camino —dijo Jimin.

Así lo hizo, manteniendo su agarre en la mano de Jimin. Las puertas de todas las habitaciones estaban cerradas, la luz entraba por las pequeñas ventanas altas rectangulares cerca del techo. Al final, él se acercó y sacó una llave de encima del marco de la puerta. Tuvo que soltar la mano de Jimin para abrir la puerta, ya que estaba un poco atascada. Una vez que consiguió abrirla, y se hizo a un lado para que Jimin pudiera pasar.

Jimin salió y se quedó sin aliento, volviéndose hacia él con una mirada de asombro en su rostro. Yoongi se sintió aliviado. Había temido que pensara que sería estúpido.

~👹👺~

Jimin no podía creer la vista. Podía ver toda la ciudad desde aquí. Nunca la había visto desde arriba de esta forma. Para Jimin, su país,  siempre había sido pequeño, sucio, y algo así como el infierno en la tierra. Pero desde aquí, estaba llena de color. Los árboles estaban cambiando en el clima de otoño, pintando las sombras de la ciudad de rojo, amarillo, verde y naranja. Las calles trazadas en un bonito patrón cuadrado. El ayuntamiento, el banco, y un par de las iglesias todas altas y orgullosas por encima de la línea de árboles. Lo que Jimin siempre había pensado como una línea definida entre su parte de la ciudad y el lado rico de la ciudad se tornaba borrosa desde aquí.

—¡Gigi! Esto es increíble.

Permaneció de pie detrás de donde Jimin se apoyaba en la barandilla. Toda el área de visualización era pequeña. Cinco o seis personas la llenarían y estarían hombro con hombro. El techo sobresalía a ambos lados de la cubierta, la única zona abierta frente a la puerta era donde  estaba de pie ahora. Era más una bóveda que una cubierta.

—Puedo ver por qué vienes aquí —dijo Jimin. Se volvió a mirarlo. Se deslizó hasta el suelo, estirando las piernas delante de él.

—Sí, es un buen lugar para mí

Algo en su tono de voz le llamó la atención y se trasladó a sentarse a su lado. Se dio cuenta de que él se sentó contra la pared de la derecha por lo que sólo podía sentarse en su lado izquierdo.

—¿Qué quieres decir con eso? —preguntó.

Yoongi bajó la mirada a sus manos, golpeando suavemente sus pulgares entre sí como si de debatiera algo. Por último, en voz tan baja que casi no lo oyó, dijo:

—Nadie me puede ver aquí, pero yo puedo ver todo.

Jimin se mordió el labio.

—Quieres decir que puedes esconderte aquí.

Sus ojos vagaron hacia el chico por un breve segundo. Él asintió.

—Esa otra cosa, al atardecer... —Jimin vaciló. ¿Se lo diría? Suponía que no lo haría si él no se lo preguntaba—. ¿Por qué haces eso?

Yoongi no dijo nada. Solo se acercó y le tomó la mano, llevándola entre las suyas en su regazo. Él arqueó una ceja mientras lo miraba de reojo, como si preguntara si estaba bien. De repente se le ocurrió a Jimin que probablemente él no había sostenido nunca la mano de nadie, y su corazón se comprimió. Jimin sonrió y golpeó su hombro contra el suyo antes de inclinar su cabeza sobre su hombro, mirando por encima a su pueblo.

—El atardecer es el peor momento del día para mí —dijo lentamente—. Es la hora del día en que ocurrió el accidente.

Jimin se obligó a permanecer inmóvil cuando realmente quería jadear, mirarlo fijamente y demandar más información. ¿De qué estaba hablando? En cambio, solo giró la mano entre las suyas, enredando sus dedos entre sí, y colocó su mano libre sobre la parte superior, intercalando su mano entre las suyas.

—Mi mamá, mi hermana... —Él se estremeció—. El fuego era demasiado intenso. No podía llegar a ellas. Debería haber sido yo. No ellas.

Su voz estaba llena de dolor y auto recriminación.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top