4. Una vista resumida
a) Ausencia de dialéctica
El feminismo posmilénico no soporta, bajo ningún contexto, una opinión contraria.
Este argumento será recibido como opinión misógina, machista y retrógrada basada en un discurso de odio y abalada por el patriarcado que ofrece privilegio al hombre hetero, más o menos ese el discurso del feminismo posmilénico.
A diferencia de Olympe de Gouges, que siempre abogó por el debate para exponer sus ideas y razones por las cuales la mujer debía tener derechos civiles y políticos, la ola vigente no procura escuchar y saber las razones por las cuales se niega una u otra razón, por lo que tampoco tiene ocasión para contradecir los argumentos que se oponen a las demandas que ellas presentan. El feminismo posmilénico se maneja con censura a la opinión contraria a la ideología y una dictadura de la opinión.
b) Feminazi
Cuando se habla de manera despectiva del feminismo posmilénico, sólo aparece un término: feminazi.
Es injusto hablar de esa forma respecto al colectivo en su totalidad. Dentro de las filas de las comprometidas con la lucha feminista, hay un grupo que llevan las circunstancias al extremo, tanto en lo expresado como lo actuado. Es esta facción la que busca pintar al hombre como el enemigo, es esta facción la que habla de la aniquilación del hombre, es esta facción la que responsabiliza al hombre de todo mal, sin distinción.
¿Es responsable el feminismo posmilénico de la existencia de estos grupos? No, no lo es. Tampoco los independistas del 1844 tuvieron la culpa de un hombre como Santana y su traición a la patria.
Estos grupos son resultado de un malentendido de la lucha. Recuerdan mucho a los choques entre las feministas y las políticas de la tercera ola. Las feminazis no son el feminismo posmilénico, las feminazis son las extremistas que no han entendido la lucha o que, en el peor de los casos, se han dejado manipular por líderes que buscan la ridiculización y desintegración del colectivo.
c) Más de Mary Wollstonecraft
La dirección de las exigencias por parte de Mary Wollstonecraft son más que viables para la sociedad actual. Las mujeres, desde niñas, deben de ser enseñadas a que son, en ciertas medidas, iguales a los niños y viceversa. Acciones como lavar, planchar, cocinar, trapear, fregar y barrer deben ser enseñadas a los niños desde sus primeros años de conciencia y enseñarles, al mismo tiempo, que el hombre no está por encima de la mujer y, cosas como llorar o ser incapaz de algo, no le hacen menos personas. En los niños hay que evitar, a toda costa, usar expresiones machistas o sexistas: come como un hombre; los hombres no llorar.
Los niños son una memoria vacía, sus conductas y actitudes del mañana son resultado de todo lo que aprendieron en sus primeros años.
d) Dos problemas
En nuestra época, lamentablemente, todo está siendo hipersexualidad y la mujer es vista como objeto (económico, sexual) en la sociedad posmoderna del Instagram, el iPhone y los influencers. Aunque se quiera negar, haciendo uso de la más vil doble moral, hoy se cree que la mujer puede ser comprada y, el hecho de que un hombre mantenga relaciones con más de una, es visto como un orgullo y algo que debe ser expuesto como logro. La cuestión de la hipersexualidad y el hecho de la mujer como objeto sexual son las causas por la cual al feminismo posmilénico le tardará conseguir la igualdad frente a la sociedad. El logro de la igualdad frente a la sociedad se ve todavía más lejano debido a la complicidad por parte de cierto número significativo de mujeres respecto a los dos elementos que hemos mencionado.
Byung-Chul Han, filósofo surcoreano, en su trabajo La sociedad de la transparencia, expone que en esta sociedad un individuo tiene valor, más que nada, por su exposición (atención) antes que por lo económico. Esas mujeres que son parte del juego de la hipersexualidad y del rol de objeto sexual, antes que nada, cotizan su persona con la mayor exposición posible y, sobre todo, abrazan pensamientos antifeministas. Estas mujeres, haciendo esto, pueden llegar a conseguir lo que desean. Tal como sentenció Wollstonecraft, las mujeres están cediendo a ciertas virtudes para obtener elementos materiales.
e) La cultura, los medios y la pornografía como escuela
El humano promedio no puede vivir sin la conexión al internet, una cuenta de Instagram o una de Tik Tok. Es su pan de cada día, puede faltarle otra cosa, pero no el internet u olvidar la clave de la cuenta de Instagram.
En esta era de la hipersexualidad estamos bombardeados a todo momento por contenido con insinuaciones sexuales. La exposición de la que habla Chul Han está siendo más que explotada en el ámbito de la sexualidad. Un anuncio de refrescos te enseña veinte mujeres en traje de baños diminutos y muestra en dos ocasiones la bebida promocionada; una mujer publica una foto con mensaje inspirador mientras muestra medio cuerpo desnudo; el artista urbano te habla de su superioridad porque tiene un séquito de mujeres a su disposición. El cine, las comedias y la publicidad están basada en el sexo. Entre los más jóvenes, parte relevante de las conversaciones que sostienen entre sí, están relacionadas con lo sexual. Lo mismo con la música, gran mayoría de los éxitos tienen o están minados de referencias sexuales. Pero, hay una constante en todo esto, la mujer es el objeto.
El primer contacto con lo sexual que tiene todo adolescente de esta era digital es la fácilmente asequible pornografía. Vivimos en la época donde el porno se halla con facilidad, sólo debe colocarse xxx en el buscador de Google y aparecerán diversas y llamativas páginas con contenido sexual explícito. Y, revisando los vídeos, ¿qué encontramos? Mujeres sumisas, hombres dominantes. ¿Dónde está el problema? Pues los jóvenes, además de cualquier joven adulto, interpreta esos videos como la realidad actual y, todo lo que acaba de ver, lo guarda en su mente para ponerlo en práctica con el mundo real con el que interactúa.
Ahí está una de las principales problemáticas de la sociedad actual, la cual no beneficia en lo absoluto al feminismo posmilénico ni cualquier vertiente futura: la sociedad está siendo educada por la cultura, los medios y la pornografía.
f) Lenguaje inclusivo, un sinsentido
Si algo he aprendido durante mis cortos años como lector y escritor constante, es que el poder de las palabras es infinito. En la introducción a un poemario escrito hace poco más de un año, expreso: Es preciso preguntarse, tratando de tomar un aire más filosófico que poético, qué sería del humano sin las palabras. Todavía sigo con semejante convicción, no me caben dudas de que las palabras fueron fundamentales para el humano. De la palabra se ha dicho mucho. Pero, lo que más resuena en estos días, es que ciertas palabras son machistas (no su uso, la palabra como tal). Es por ello por lo que surge el llamado lenguaje inclusivo.
Para explicar el contexto, pondremos un ejemplo simple. Tradicionalmente, se ha usado el todos para referirse a todas las personas, incluidas las mujeres y los hombres, que se encuentren presentes en un evento o demás. El feminismo posmilénico ve esto como una opresión, parte del sistema heteropatriarcal, por lo que deciden, en consideración suya, para que todos los presentes realmente sean identificados, incluyendo las personas de género no binario*, cambiar la o por una x o una e, por lo que, en lugar de todos, estaríamos diciendo todxs o todes. Según el feminismo posmilénico esta práctica sí lograría la inclusión de todas las personas, incluyendo las mujeres.
¿Realmente el feminismo posmilénico considera que el lenguaje es lo que ha estado manteniendo el machismo en la sociedad? El lenguaje inclusivo, antes que ser una estructura para lograr la inclusión, es una tontería. ¿Prefieren las feministas que el hombre cambie el todos por el todes y siga siendo el machista que ve a la mujer como mercancía?
*Nota: El género no binario es un concepto utilizado para describir a una persona cuya identidad de género no es ni hombre ni mujer.
g) Feminismo, un movimiento eterno
Las luchas que llevan a cabo el feminismo posmilénico, tarde o temprano, dejarán de ser y luego serán otras. Si tuviésemos en frente a Emily Wilding Davison ella no pudiese creer posible que, incluso después de su muerte y lo logrado por sus compañeras después del trágico suceso, todavía existan movimientos feministas que estén exigiendo derechos e igualdades.
No cabe duda de que las mujeres seguirán luchando, sobre todo en América Latina, la tierra que nunca ha podido estar conforme y que el machismo ha sido regla en la sociedad.
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