1. Sacrificios, decepciones y anhelos
Mencionamos la Revolución Francesa como un ejemplo de que, para el génesis de las luchas, debe existir una marcada inconformidad. No es un secreto para nadie de que todos nuestros maestros de historia, intelectuales y demás aplauden con excitación la revolución en Francia por su Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789.
Durante la revolución las mujeres tomaron parte activa en la lucha, no dudaron en entregarse a la pelea. Tras la publicación de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, , escritora y filósofa de la época, vio que en el documento aprobado en la Asamblea Nacional Constituyente la mujer no era mencionada en ninguna parte, haciendo solamente énfasis en el hombre. Fue por ello por lo que, dos años después, en 1791, sacó a la luz la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana, un texto en el que parafraseó el documento de 1789 y donde cambió la palabra hombre por la palabra mujer.
El documento redactado por Olympe inicia con una reclamación para que las mujeres sean introducidas en la Asamblea Nacional. Más adelante, en su artículo 2, dice: El objetivo de toda asociación política es la conservación de los derechos naturales e imprescriptibles de la Mujer y del Hombre; estos derechos son la libertad, la propiedad, la seguridad y, sobre todo, la resistencia a la opresión. Olympe buscaba que las mujeres tuviesen las mismas prerrogativas que poseían los hombres. Ella estuvo consciente de que, si el objetivo de la revolución era desarticular un régimen donde todos no eran iguales, para pasar a uno donde sí se llevara a ejecución esta acción, esto debía llevarse al pie de la letra y no favorecer solamente a un sexo.
Sin embargo, la lucha de Olympe no tuvo frutos. Finalmente, terminó siendo arrestada y su cabeza, el 3 de noviembre de 1793, terminó rodando impunemente por las calles de la Francia loca de esos días.
La Revolución Francesa, como claro ejemplo de que un malestar provoca luchas, también nos demuestra de que dentro de esas luchas hay otras que se contraponen al ideal de la lucha principal.
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