Capítulo XIV: La prisión glacial
Al día siguiente del juicio, Polum y Lidia escoltados por miembros de la guardia naterdana, salieron de su reino secreto en busca de un lugar para encarcelar eternamente a los culpables, para sorpresa de muchos, pues no entendían el motivo por el que el rey buscaba fuera de Naterda, mas nadie preguntaba, pues habría de haber algún motivo real. Así, el grupo de naterdanos recorrieron partes del mundo montados en criaturas voladoras llamadas droppics.
Después de tantos días buscando con suma cautela para no ser descubiertos en el territorio de los humanos, el rey de Naterda encontró finalmente el lugar ideal para encarcelar a los rebeldes. Muy al norte del planeta Tierra, donde todo lo que se puede ver es hielo y del cielo cae nieve, Polum vio una potencial prisión para su hermano y sus seguidores.
—Es aquí —declaró Polum con seriedad al sentir el hielo sobre sus patas azules—. Aquí es donde debemos construir la prisión para los rebeldes —se volvió a su esposa—, siempre y cuando las hadas estén dispuestas a usar su magia para ello.
—Claro, si tú das la orden, vendremos y encerraremos a los culpables en hielo —confirmó Lidia vistiendo un largo y grueso abrigo que cubría sus alas—. Pero, hay algo que quisiera preguntarte.
—Lo que sea, reina mía.
—¿Por qué decidiste encerrarlos en esta Capa de Realidad, con los humanos?
Lidia fue la primera en cuestionarle eso a Polum, quien tenía la respuesta pero le resultaba complicado expresarla, pues sabía bien que no era precisamente la mejor opción e incluso estaba al tanto de que sus emociones habían concebido la idea.
—Los rebeldes querían venir al reino de los humanos a invadirlos para quitarles su territorio, entonces, pensé que si eran encarcelados en el reino de los humanos sin la posibilidad de hacer algo para hacerles daño, el castigo sería mayor —confesó Polum.
La reina meditó las palabras de su esposo y en su voz encontró sinceridad y supo que su decisión no era más que un asunto personal entre hermanos.
—Es por Vralan, ¿no es así?
Polum asintió avergonzada pero disimuladamente con la cabeza.
—¿Crees que te arrepentirás de esto, alejar a tu hermano de esta manera?
—No lo sé, Lidia, últimamente tengo la sensación de que no tengo idea de absolutamente nada, pero lo que si puedo asegurarte es que Vralan me alejó primero.
Los recuerdos de los acontecimientos recientes le vinieron encima a Polum y sus lágrimas, que ese sentían como pequeños fragmentos de hielo, comenzaron a brotar de sus ojos negros. Lidia al ver a su amado así deseó ser tan alta como él para limpiar sus lágrimas o tener el poder de aliviar su tristeza, pero como no podía solamente lo abrazó. El abrazo, tibio al tacto, reconfortó un poco al rey y le ayudó a encontrar la fuerza suficiente para ordenar a la guardia que se alistara para regresar a Naterda.
Una vez, días después, de regreso en su reino, Polum se preparó para ordenar que los prisioneros fueran llevados al norte para ser encarcelados ahí. La orden del rey comenzó a ser obedecida de inmediato, Polum quiso asegurarse en persona que todos los rebeldes fueran escoltados hasta el norte por lo que no se movió de la zona subterránea hasta ver a todos los prisioneros caminar a su prisión glacial.
La fila de rebeldes, sabiendo que su destino estaba decidido y era inalterable, se movió sin decir palabra alguna, pues todos se mantenía en absoluto silencio, y se encogían al notar la presencia del rey, excepto por Vralan, que aunque sabía de por medio que intentarlo sería inútil, prefirió no callar como el resto de sus seguidores.
—Polum, por favor, piensa en lo que podríamos hacer juntos —suplicó—. Los humanos nunca tendrían oportunidad contra nosotros y todos los naterdanos podrán decir que tienen un nuevo hogar, como has soñado desde que llegamos a este planeta.
Pero Polum no estaba de humor para escuchar a su hermano sobre una invasión a los humanos y con dedicarle una mirada gélida le transmitió una negativa a su alocada propuesta.
—No sería justo para los humanos, Vralan —declaró el rey—. Si los atacamos sin razón, no seremos tan diferentes a la entidad cósmica que destruyó Plow y que mató a muchos, incluyendo a mamá.
Un par de guardias tomaron a Vralan por los brazos y lo sacaron a la fuerza de la zona subterránea para ser dormido por un polvo que una de las hadas le sopló en la cara.
Con todos los prisioneros dormidos fueron trepados a droppics mientras que los guardias, las hadas, la reina y el rey se preparaban para viajar de regreso al norte y terminar con aquel capítulo de la historia de Naterda.
* * *
Para cuando el efecto del hechizo de sueño se agotó, los naterdanos ya estaban volando cerca donde se levantaría la prisión. Al despertar en el lomo de un droppic, volando a miles de metros y envueltos en temperaturas bajas, los rebeldes comenzaron a hacer un escándalo, preguntando qué estaba pasando y dónde estaban.
—¡Polum, ¿qué es esto?! —exclamó Vralan.
—¡¿No querían estar con los humanos?! —respondió Polum.
Los guardianes impusieron su fuerza y su autoridad para hacer callar a los prisioneros.
Al poco tiempo, los droppics comenzaron a descender y cuando todos los naterdanos tocaron el hielo con sus pies y patas, las hadas comenzaron a levantar con su magia la prisión glacial, encerrando en hielo y congelando al instante a los rebeldes.
—Quisiera que todo fuera diferente, lo digo en serio —dijo Polum a su hermano gemelo—, pero no me dejaste otra opción. De todos los que pudieron haber hecho esto, ¿por qué mi propio hermano tuvo que estar involucrado?
Vralan chistó irónico liberando de su hocico vaho causado por el frío de la zona.
—¿Cuál hermano?
—¿Cómo puedes decir eso, después de todo lo que hemos pasado juntos? —inquirió Polum—. ¿Qué pasó con "hermanos hasta la muerte"?
—Creo que deberías hacerte esa misma pregunta, Majestad —habló Vralan con sorna.
Aunque los hermanos estaban de pie frente al otro, la distancia entre ellos era abismal y se fue haciendo cada vez más grande sin que se dieran cuenta desde hacia ya un tiempo y ahora estaban tan lejos del otro que no podían reconocerse entre sí.
—¡Basta! —pidió el rey, herido.
—¡Es la verdad, tú y yo no somos hermanos!
Entonces un humo frío comenzó a envolver a Vralan y cuando el humo se disipó el pativón se encontraba encerrado en hielo. Polum giró su vista y vio a Lidia con la mano izquierda extendida.
—Lo siento, pero no podía seguir escuchando eso —dijo la reina.
Polum le echó un último vistazo al cuerpo congelado de su hermano antes de retirarse de la escena en la que hasta el último de los rebeldes fue congelado.
Cuando las hadas terminaron, ellas junto con el resto de naterdanos subieron a los lomos de los droppics para regresar a Naterda y mientras se alejaban más hielo apareció con la magia de las hadas, cubriendo las celdas de los prisioneros como medida de seguridad por si alguna vez los humanos aparecían por aquellas zonas. Y así, con toda la rebelión congelada, el rey Polum, la reina Lidia, las hadas y los guaridas dejaron la prisión glacial atrás.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top