Capitulo 3
- No te vayas.
El sonido de las sábanas se escucho en la silenciosa habitación. Max suspiro ante el agarre en su camisa.
- Debo irme, el maestro volverá y si me encuentra te meteré en problemas. - murmuro, acariciando los cabellos lilas del joven. - Vendré mañana por la noche.
- N-no. - el oji plata abrazo la amplia espalda de su amante. - quédate aquí un rato más, por favor.
Maximiliano suspiro ante la persistencia de su prometido. Le gustaba tanto estar con el pero sus deberes como príncipe de la corona abarcaban gran parte de su tiempo. Eso y el hecho de que si su maestro se enteraba de las visitas le iría muy mal, no era tan poderoso como para enfrentarlo aún.
- No. Lanzel, comprende. - trato de separar los delgados brazos de su cuerpo, acariando sus manos para no hacerle daño. - No hagas esto más complicado.
- Eres malo- cedió con lágrimas no derramadas. - Vienes por un día, me prometes volver al día siguiente y termino esperando más de una semana. - reprochó al darle una mirada enojada. Le dio la espalda para demostrar su disgusto.
Max suspiro, no quería que su encuentro terminará con una absurda pelea. Todo sería más fácil si su identidad no fuera un peligro para su amado.
- No es por que quiera. - rodeó el cuerpo delgado y reposo su barbilla en el hombro de este. - Mi trabajo-
- Tu trabajo no te lo permite. Si. Siempre dices eso. - interrumpió tratando de empujar al mayor. - Me prometiste que hablarías con mi padre para pedir mi mano. - negó las caricias, estaba molesto. - Nunca cumples tu palabra.
Aparto con rapidez las manos que lo abrazaban y nuevamente se recostó en su cama, sin darle una mirada al oji carmín.
-Lanzel.
- Ya vete, Max.
Aquello dejo descolocado al príncipe que, sin saber que más hacer, se apresuró al peli lila con la intención de solucionar el problema, más un pequeño toqueteo en la ventana lo detuvo. Giro su mirada irritada al ruido, encontrándose a una paloma mensajera.
Debatió en si ir o no.
- Joven maestro...- la sirvienta tras la puerta sonaba ansiosa. - Joven maestro, el duque lo espera para almorzar...
- Yo no-
No termino de responder al sentir el traqueteo tras suyo. Max se había ido nuevamente, dejando atras a un dolido Lanzel.
Lo había dejado sin importarle su sentir, ¿Acaso Max-
- ¿Joven maestro?
La repentina voz de la sirvienta lo hizo apretar la sábanas con fastidio.
- En un momento estaré con el.
Conteniendo su irá, escucho como los pasos se alejaban rápidamente.
Estando solo, tomó entre sus manos el florero que reposaba en la mesilla y lo tiro con fuerza a la pared más cercana. Los fragmentos volaron por el piso, el agua escurrió con rapidez al suelo y las bellas flores que su padre pidió personalmente para el, fueron aplastadas por el pie desnudo del peli lila. Los fríos y profundos ojos destellaron, revelando su malestar.
Max le había negado algo. Lo había dejado solo.
Ya no era divertido.
- ¡Buenos días, papá! - el joven corrió hasta saltar a los brazos de su padre, riendo ante las caricias en su cabello.
- Lanzel, buenos días. - el duque beso la coronilla de su hijo y sonrió levemente ante la mirada llena de cariño recibía. - ¿Cómo amaneciste hoy, hijo mío?
- ¡Muy bien! ¡Emocionado de verte! - exclamó al tomar su brazo y comenzar a caminar rumbo al comedor principal. - ¿Pasarás la tarde conmigo y mi hermana?
Aquella pregunta tomó desprevenido al duque.
- Lanzel-
- Por favor, - los ojos plateados suplicaron. - quiero que mi hermana sea parte de nuestra salida.
Regis suspiro agotado. Nunca fue capaz de prohibirle o negarle algo a su hijo. No era la primera vez que hacía ese tipo de peticiones y aún así creía con firmeza que el poco tiempo disponible era mejor utilizado en su adorable hijo. Solo en el.
- Bien.
- ¡Gracias, papá! - Lanzel beso repetidamente la mejilla de su padre. - ¡Eres el mejor!
Después de unos buenos minutos entre risas y calidez, llegaron al comedor. Jubelian se removió incómoda ante la mirada fría del duque. Lanzel ignoro este hecho y sonrió a su padre cosa que fue correspondida de forma leve.
Los asientos principales fueron tomados y la comida inicio en un incómodo silencio. Tanto el duque como su hija se ignoraban para evitar un momento desagradable, siendo el hermoso peli lila el único que hablaba.
- ¡Hermana Jubel, iremos a dar un paseo por el pueblo! ¿Quieres venir?
" ¡Lanzel! ¡¿Por qué?! ಥ‿ಥ"
El llanto interno de la joven era destacable. Ella no quería ir con su padre, podría matarla de un solo movimiento y su hermano no se enteraría nunca.
Preocupada, prestó atención a la expresión del duque. En ningún momento dejo de comer y parecía no importarle lo que decía Lanzel.
- ¿Hermana?
Lanzel llamo preocupado. Jubel por fin reaccionó y sonrió encantada.
- Me encantaría ir, claro, si padre lo permite.
El duque la fulminó con la mirada, bajo su vista al plato y después asintió con rigidez.
Lanzel asintió contento y volvió a su comida.
Durante el almuerzo, el duque se encargo de cortar y repartir pedazos de carne a su hijo que simplemente las aceptaba gustoso, dando siempre una brillante sonrisa como agradecimiento.
Tal interacción hizo sentir mal a la peliplateada, pero logró disimular con una expresión ilegible. Concentrando su atención en su plato y cada cierto tiempo, en las preguntas que su hermano le hacía acerca de la comida.
- Papá- llamó la joven, esperando no ser ignorada. El duque estaba ocupado observando a su hijo comer su postre. - Y-yo, me preguntaba si podría investigar un poco en la biblioteca del ducado.
Lanzel saboreó el último bocado antes de mirar a su padre con ojos de cachorro. Suplicando que aceptará lo que su hermana quería.
- Bien - asintió y se levantó para después acercarse a su hijo y besar su frente. - pero no trates de ir más allá de lo permitido o serás castigada.
Sin más, el duque abandono el comedor, dejando atras a un molesto Lanzel y una asustada Jubelian.
El oji plata suspiro y sonrió levemente a su hermana. - Es mejor prepararse, hermana. Partiremos en unos minutos, padre es algo impaciente cuando se trata de salir.
Con rapidez, se acercó a su hermana y tomó su brazo, guiando el camino hasta la habitación de la cual no saldrían hasta que Lanzel decidiera el atuendo correcto para su hermosa hermana.
Por mucho que su padre diga que su hermana era alguien insignificante y poco agraciada a comparación de el. Lanzel no lo creía así, su hermana era una mujer de gran belleza y elegancia que, sin importar como y que usará se vería magnífica.
Cada atuendo que usaba era un ejemplo para las demás señoritas. Seguían y seguían a la persona con mayor estatus y belleza solo para llenar su ego y sentirse alguien en este imperio.
Personas sin importancia. Desagradables.
Lanzel podría confirmarlo, sin tener en cuenta el hecho de que su hermana era rechazada en los círculos sociales por su comportamiento inaceptable.
El único que brilla y era seguido a cada instante era el.
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