Capitulo 1
- ¡Buenos días, papá!/ Buenos días.
- Buenos días, Lanzel.
"Buenos días a ti también querido padre."
Pensó, más no lo dijo nada al ver que su padre la ignoro al entrar junto a su hermano. Tomo asiento al lado izquierdo de su padre, no sabía dónde acomodarse, el protocolo era desconocido para ella así que solo tomo asiento donde creía conveniente, recibiendo una mirada despectiva del hombre en la cabecera.
Los platos fueron servidos en un silencio incómodo. Trato de no mirar más que su plato al comer, no queriendo ser parte de la conversación que ambos hombres tenían entre ellos.
- Papá, estarás conmigo en la tarde ¿Verdad? - el adorable joven limpio su boca con delicadeza sin dejar de mirar con ojos de cachorro a su padre. - ¿Verdad que sí? Papi, por favor, lo prometiste.
Regis enternecido estaba por responder una afirmativa pero el ruido a su lado lo detuvo.
Cof* Cof*
Jubelian sentido su garganta arder y su nariz picar por tratar de retener la comida, la sorpresa de que su hermano llamará así al implacable y frío duque hizo que se ahogara con la carne. Lanzel, se levantó de su lugar para auxiliarla aunque su padre no lo permitió al el mismo palmear la espalda de la joven.
Poco después y con un poco de agua la joven calmo su tos y molestia, ahora se encontraba muerta de vergüenza frente a los ojos preocupados de su hermano y los fríos de su progenitor.
- L-lo siento, n-no mastique bien la comida. - Murmuró dejando el vaso en su lugar.
- No te preocupes Jube, en-
- Deberías regresar a tu habitación en silencio, Jubelian. - ordenó sin ocultar su enojo por la interrupción con su hijo.
La peliplata asíntio algo molesta, miro a su hermano y le sonrió levemente para no preocuparlo. Reverencio y salió del comedor con calma, por los pasillos se mostró sin ninguna perturbación hasta que llegó a su habitación donde prácticamente arrojo los guantes blancos que cubrían sus manos.
Quiso gritar pero eso solo llamaría la atención del duque y era lo menos que quería.
Su único consuelo fue gritar en la almohada para seguidamente golpearla con fuerza contra la cama. Aún así, seguía molesta.
¡Estaba por morir ahogada y ni siquiera pregunto si estaba bien!
Es cierto que la Jubelian original fue una marginada y nada favorecida hija que murió por sus propias manos en la desesperación de no ser torturada y asesinada por el principe heredero. Pero, nadie hablaba sobre el destino tan injusto que tuvo la "villana" , nadie sintió empatía por ella, nadie se puso en sus zapatos.
Ella estaba (literalmente) en los zapatos de la villana, y como toda persona lo único que anhelaba era sobrevivir, evitar ese mal final que tuvo Jubelian Eloy de Floyen.
Si tan solo fuera así de sencillo. Las cosas parecían cambiar por su hermano menor.
Cerro los ojos por unos momentos, concentrándose en alguna parte de la novela que mencionara a un hermano, alguna amante o querida del duque que diera con un hijo de más pero le era imposible, no había nada.
- Lanzel...- tapo su rostro con la almohada. - ¿De dónde apareciste?
- Papá, no deberías de ser tan duro con Jubelian.
El joven regaño a su padre, más el hombre mayor rio levemente por las expresiones que hizo su hijo. Corto su filete y le dió una gran porción a su hijo que, aún con el ceño fruncido comenzó a comer con un brillo especial ante más comida deliciosa.
- Perdóname, mi querido Lanzel. - el duque acaricio la cabellera de su hijo. - Pero ella no es mi hija, tu si lo eres.
- No digas eso. - devoro la carne de su plato y le miro con seriedad. - Tal vez mi hermana Jubelian no te guste, Papá. Pero yo la quiero mucho, por favor, se amable con ella.
La súplica del menor lo hizo meditar un poco su siguiente palabras.
¿Esa niña merecía algo de amabilidad después de lo que hizo?
- Por favor, Papá.
- Ella nos ha causado muchos problemas, casi te pierdo por una locura suya.
- Fue un accidente. Estoy bien ahora.
Regis suspiró, su hijo no estaba bien y el lo sabía. La maldición que aquella bruja le impuso le hacían la vida más complicada que al resto, todo por culpa de aquella niña que lo convenció de salir a escondidas mientras el estaba fuera del ducado.
Por suerte, su hijo e hija llevaban artefactos especiales que le alertaban del peligro. Ellos lo sabían, sabían que quitárselos no era una opción pero ese día... Ese día Jubelian quitó su collar y el de su hermano.
De no ser por Lanzel que escondió su collar no hubiera llegado a tiempo y su hijo, su hijo estaría...
- ¡En cerio estoy bien! - el adorable joven sonrió con ternura.- Soy feliz contigo, Papá.
Regis sonrió, atrajo a su hijo a un abrazo y beso su coronilla con suavidad.
Protegería a su pequeño, el único recuerdo de su amado esposo Circe.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top