Capítulo 7

Arianna

—Aria, ven hija.

—Papi— dice la pequeñita de coletas y se abalanza a su papi. Mi papi.

—¿Cómo ha estado mi princesa mientras no estuve?. Te portaste bien supongo.—Si papi.

Ella se baja de su regazo y lo lleva a su habitación, hacia su escritorio y le enseña el dibujo que hizo hoy en la escuela.— ¿Te gusta papi?. Aquí estamos juntos, los tres.

Él mira el dibujo y con lágrimas en los ojos dice:— Si princesa esta hermoso, seguro mami estaría muy feliz. ¿Quieres ir a visitarla?.

—¡Si! ¡Quiero enseñarle mi dibujo!—Él cambia su mirada, ya no es esa mirada cariñosa hacia la niña, es hostil, como cuando iba a trabajar muy de repente.

—Bien, vamos Arianna.— La lleva de la mano por su jardin y todo cambia, todo empieza a arder en llamas. Cada cosa empieza a quemarse y a desaparecer.

No.

—Papi ya no quiero ir, quedemonos.

—No Aria, tengo que ir, tú debes quedarte princesa, debes hacerte cargo de todo.

La niña se asusta mucho pues voltea la mirada y su casa empieza a derrumbarse, todo es calor, un calor abrasador.—Iremos otro día, mami va a entender, por favor.— dice con lágrimas y aferrandose a la mano de su padre.

—No princesa, quedate, vas a estar bien, eres mi hija y debes ser fuerte como mami y papi ¿Si?.

—Papi no me dejes. ¡No te vayas!.

—Nunca me voy a ir princesa, siempre voy a estar cuidandote— señala su pecho y luego el de la niña— aquí, juntos, como con mami.

—¡Papi!— dice la pequeña— ¡Papi no! ¡Te vas a quemar!

—Lose mi princesa, tú no debes quemarte nunca, ¿Escuchaste?—la niña llorosa asiente— vas a jugar con fuego, esta en tu sangre, pero nunca te quemes, no como mami y papi, tú sabes todo—señala la cabecita de la niña— todo esta ahí, solo tienes que dejarlo salir princesa. ¿Lo harás por mi cierto?

—S-Si papi.

—Esa es mi princesa. Te amo, siempre. Estoy muy orgulloso de ti Arianna.— Dicho esto él se levanta y la mira por última vez y ella ya no es una niña, es una muchacha, soy yo. Me mira, sonríe y empieza a alejarse hacia las llamas.

—¡Papá!, ¡Papá no me dejes! ¡No, por favor!— Corro detrás de su sombra pero desaparece y yo estoy en el fuego.— ¡Papá! Por favor... ¡Papá!

—¡Aria!— siento unas manos sacudirme con fuerza. Me escucho gritar y abro los ojos aturdida casi en la oscuridad, excepto por la lámpara al lado de mi cama.— Ya esta, ya acabo princesa, soy yo, mirame.

Enfoco mi mirada y veo tres cuerpos, poco a poco los diviso bien, Mica con un vaso de agua y lo que sospecho la pastilla que olvide tomar, Bastian que esta a mi lado, mirandome con cariño y al pie de la cama, Pablo, completamente fuera de sí revisando todo lo que deje extendido en la cama antes de dormirme. Oh no.

—Olvidaste tu pastilla Aria, sabes que no debes olvidarla.—Si lose, lo siento, yo estaba... leyendo algunas cosas.

—¿De donde sacaste estas cosas?— Dice Pablo con una voz muy fría.— Son mías, me las dejo mi padre, siempre las sacaba pero no las entendía— piensa lo que vas a decir Aria— pero ahora puedo hacerlo.

—¿Qué son?— Dijo Bastian con voz expectante.

—Son de mi padre—señalo los libros— son sus diarios, eso fue lo único que había en su caja fuerte cuando la abrieron para mí. Creí que era algo más símbolico que otra cosa pero estuve toda la semana leyendolos, uno por uno y sacando apuntes de ellos—señalo las hojas dispersas— pero al parecer estaba muy cansada, dormiré un poco y mañana seguiré... hablando de eso ¿Dónde han estado todo el día?.

—Emm...

—Usa palabras Mica.

En ese momento se abre la puerta de mi dormitorio y entra Cristianno seguido de Julieta, Antonella y Ademir haciendo un trensito y bailando.— Vengan chicos ¡Vamos a festejar nuestros millones!—noto como todos le disparan miradas de odio.

—Se fueron a las carreras ¿Sin mi? Son unos malos hermanos, los detesto— digo con sorna— o ¡Ya sé! Mataron a alguien ¿No es así? ¿Porqúe no me lo dicen de una vez? Hemos estado pcoo mas de dos semanas guardando esta conversación ¿No? Pues ya estoy lista— ahora mi voz es mas seria y espero que sea convicente— he leído todo lo que he podido de mi papá y tengo una idea de lo que hacen ¿Alguien podría decir algo por favor?

—Aria, tienes que escuchar muy bien lo que voy a decir.—Dice Pablo con voz calmada. Bastian yace de pie junto a los fiesteros explicandoles algo por lo que ellos hacen un mojin y se van hacia el salón.

—Pues habla.— digo seria, pero en el fondo trato de comprender.

—Chicos...Y-Yo le voy a explicar, vayan abajo— creo que es la primera vez que escucho a Pablo tartamudear, esto es serio. Los chicos salen por la puerta y antes de cerrarla veo como todos hacen un trencito y se dirigen a la gran sala. Nunca dejan sus tonterías y los amo por eso.

En un completo impulso levanto la mirada y lo miro, se ve... asustado, sujeto con mis manos su rostro y lo acerco a mí, en un intento de calmarlo lo beso, es la primera vez que lo beso. Él no tarda en responderlo y mi intento de beso corto y casto se va a la mierda al igual que mi conciencia.

Ahora es Pablo quien sujeta mi rostro y me besa como si fuera el último vaso de agua en el desierto.

En el momento en que estoy dispuesta a ir al siguiente paso, se detiene, junta su fernte con la mía y me dice con los ojos muy dilatados y su respiración entrecortada:— Nosotros so-somos lo mismo que nuestros padres.

Eso completamente me baja toda la adrenalina, me quedó en shock pero es algo que ya me esperaba, desde que veo pistolas, excelentes punterías y como desaparecen de una noche a otra o durante el día era como un gran aviso de "Te estan ocultando algo"—Lose. Y lo único que me molesta es cuanto tiempo de demoraron en decirmelo, que falta de confianza eh.

—Mira yo se... ¿Espera tú sabías en lo que trabajaban nuestros padres?— dice bastante incrédulo.

—Que parte de "estuve leyendo los diarios de mi padre toda la semana" no entendiste— digo con una risita.

Él me mira como si lo que hubiera dicho es la mismisima palabra de Dios. De repente entra Bastian, su rostro muy aflijido y muy agitado. Pablo esta a punto de mandarlo volar por interrumpirnos pero al ver su cara se detiene.— Tenemos que ir a la clínica.—dice y nos apresura a bajar, agarro mis zapatos y junto los diarios, Pablo me mira y me entiende pues el junta las hojas y las oculta en el baúl que tengo debajo de mi escritorio, lo cerramos y nos miramos. Bastian nos apura y bajamos con él.

—Bastian...—nada—Bastian...—aún nada— ¡Bastian maldita sea!—él voltea y sin tener que preguntarle nada dice.—Es Enrique.

Oh Dios, Micaela...

En el pasillo escucho a Micaela llorar, ella siempre ha sido muy sensible pero no la he visto llorar y estar tan alterada desde el entierro de su mamá. Julieta y Antonella intentan calmarla.— Mica calmate, ya nos vamos pero tienes que calmarte.

—¡No me calmo nada! ¡Vamonos! ¡Vamos maldita sea!—cae de rodillas al piso—¡Por favor! ¡No puede irse!— sigue llorando pero Ademir la levanta en brazos y ella se aferra mucho a él, le susurra palabras tranquilizadoras logrando que su ataque paré pero sigue sollozando, mientras tanto Julieta dice:— Tendremos que dividirnos, si vamos juntos somos un blanco fácil.

El primero en hablar es Cristianno.— Conmigo va Julieta, Antonella y Ademir.

—No—dice el castaño al escuchar su nombre— Enrique es mi hermano, y no voy a dejar a Micaela sola—mira a Antonella quien ya lo estaba mirando con orgullo, se comunican entre ellos y el rompe el contacto diciendo— Yo voy con Micaela y que alguien maneje.

Bastian alza los brazos y dice.— Yo lo haré, tenemos que cuidar a las chicas—salimos de la casa y vamos hacia la cochera— Cristianno en tu auto entran cinco personas ¿no?.—Han entrado más de cinco hermo...—se detiene al escuchar el gruñido de Julieta detrás de él— Digo, si.

—Bien, vamos.

Me dirigo hacia Micaela quien sigue acurrucada en el regazo de Ademir.—Esta bien, él es fuerte, vas a ver que no es nada.

Ella alza la mirada y juro por Dios que nunca, jamás la vi tan vulnerable como hoy. En un susurro me dice.— No puede dejarme, él no. Es mi vida. Ya no voy a perder a mas gente.

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