Capítulo 17

Pablo

Me cuesta mucho abrir mis ojos. Es como cuando tienes tanta resaca que hasta te duele parpadear. Mierda, me duele hasta respirar.

Intento abrirlos pero al más mínimo reflejo de luz siento punzadas en la cabeza y los cierro, no puedo ni levantar mis manos para cubrir la luz. Luego de varios intentos para abrirlos lo hago y al tratar de enfocar mi mirada veo como un grumo que se encuentra en el extremo se levanta y corre hacia mí. No tengo tiempo de reacción cuando siento unos brazos colgarse de mi cuello suavemente y a una voz familiar decir: — ¡Pablo! ¡Ya despertaste! Dios, estaba tan preocupada de que te tomara más días. Te extrañe tanto.

Lo único que puedo hacer—y con un esfuerzo regular— es rodearla con mis brazos, al momento de hacer eso ella empieza a sollozar levemente por lo que me separo y digo: —Oye, amor, no llores, estoy bien, mírame— levanto su rostro y con sus hermosos ojos negros me mira— estoy bien, un poco entumecido pero bien. No tienes por qué preocuparte.

Dicho esto tomo su rostro entre mis manos y la acerco para darle un beso, uno chiquito porque no tengo ni fuerzas para nada. Ella sonríe y se limpia el rostro mientras se levanta, yo me acomodo un poco dejando un espacio libre en la cama y palmeándola para que Aria se eche conmigo. Ella ríe y se sube a la cama, se acomoda y se apega a mi pecho, yo la rodeo con mis brazos y siento el olor al shampoo que siempre usa, el olor a flores y jabón me da tranquilidad, beso su coronilla y recuerdo lo que le dije medio consciente la última vez: —¿Ya tienes una respuesta?

—Pensé que no lo recordarías—dice alzando su rostro hacia mí bastante risueña—como estabas medio muerto no lo tome en serio.

— ¿Ah no? Bueno, a ti te gusta avergonzarme ¿verdad?— escucho su risa en respuesta— Lo haré de nuevo— toso un poco de forma fingida y la miro a los ojos — Arianna Bianchi, la niña que me gustó desde que la conocí, con la que he compartido tristeza y dolor y con quién me siento completo. Ah, maldición, esto suena a proposición de matrimonio. Iré al punto ¿Bien?— Hace ojos en blanco y luego sonríe — Aria, amor, se mi novia, se mi vida. Por favor. Te adoro y te prometo que te voy a querer cada jodido día de mi existencia, haré que cada día que nos demoramos en definir nuestra relación por cosas equis sean reemplazados por días felices, para los dos.

Aria se acerca hacia mí sonriente y dice: —Claro que sí tonto, no sé como podrías pensar que te diría que no.

Siento como una presión en mi pecho se disipa. Creo que nunca he sonreído tanto como hasta hoy. Miro a mi novia y la beso, se me olvida el dolor de mis pulmones o la debilidad que siento por el esfuerzo. La acerco a mí y mis manos se pasean por su cintura, Aria—en lo que creo yo es un ataque de valentía para ella— sube su pierna y la enreda en mi cadera mientras el beso se vuelve mucho más intenso, succiono su labio y empiezo a darle pequeñas mordiditas a su labio inferior, ella ríe y sus manos descienden a mi pecho halándolo más cerca y pasando sus manos bajo mi polo.

Empiezo a sentir una presión familiar en mi entrepierna, pero con pequeñas punzadas lo cual ignoro. Mis labios se pasean su mentón y llego a su cuello. Siento las punzadas de nuevo, esta vez más fuertes. Aria llega a mis labios de nuevo y siento su lengua jugar a sus anchas. Las punzadas se hacen insoportables por lo que me quejo y la asusto, nos separamos y dice: — ¿Te duele algo? Creo que fue mucho esfuerzo por hoy. Igual no quiero que mi virginidad sea quitada en un cuarto de clínica y mucho menos junto a Quique—dice lo último riéndose.

—No pensé que fueras virgen, pensé que con tu antiguo novio...—gira su cabeza como diciendo no y poniendo los ojos en blanco—Perdona, y también perdón Quique— ambos volteamos y reímos, Quique yace en la cama de al lado aún dormido, él estuvo más expuesto al veneno que yo así que supongo que se demorara mas en despertar —Por cierto amor ¿Cuánto tiempo estuve inconsciente?

—Casi dos días. Cuando te traje me dijeron que al ser el que menos se expuso despertaría primero, las chicas están en cuarto de al lado, Lucas esta allá. Los demás no pudieron hacer nada para rescatar a Julieta, al parecer bloquearon la computadora de Quique y como ninguno está acostumbrado a tomar el control no pudieron idear nada. Cristianno está hecho una furia, se la ha pasado entrenando en el gimnasio y en patio trasero con su pistola, dijo que había algo que quería contarnos pero tú o Quique debían despertar para eso, debe estar llegando en una hora más o menos. Ademir se ha encargado de arreglar los autos, el tuyo y el de él. Además me contó que lo que tenías en tu maletero estaba muerto.

En ese momento la puerta se abre y Aria se sobresalta y se separa. Vemos como una morena entra pegada a su celular y al levantar la mirada dice fría: —Oh, ya despertaste. Qué bueno.

—Gracias... supongo—veo sus manos— no está haciendo frío como para que tengas guantes ¿Estas enferma?

La veo asustarse un poco pero enseguida se recompone y niega con la cabeza: — Tenía ganas de usarlos. Nada más. Aria, iré con mi hermano a dejarle una muda de ropa ¿Te traigo café?

—No, gracias pero si ves a Bastian por la cafetería dile que suba.

Asiente con la cabeza y se va, en realidad estamos en verano aquí en Lima, así que el usar guantes es algo raro, ella en sí es rara.

Quiero orinar. —Aria, quiero ir al baño.

La veo sonrojarse y decir: —Pero... Tienes un catéter puesto, como todos...

¡¿Quue?!

—Bien, mierda. Igual iré al baño y me quitaré esto, ayúdame amor, aún no puedo ponerme de pie solo.

Ella asiente y se para mientras yo intento hacerlo, mis piernas me arden pero recibo el dolor gratamente, al menos sigo vivo. Me apoyo en ella para poder caminar y me guía hacia la puertita que hay en el cuarto, mientras caminamos me doy cuenta de sus ojeras, contrastan con su piel pálida y hacen que se noten más: —Aria, debes dormir, ya estoy bien y estoy seguro que los demás no tardarán en despertar, ve a la cama y duerme, mientras, me bañare, esta ropa de hospital me encrespa los nervios.

Asiente aliviada y al dejarme en la puerta del baño se dirige hacia el pequeño sofá, tiene un bolso grande y la veo sacar un poco de ropa. Mi ropa. —Me tome la libertad de traerte una muda de ropa, pero tuve que plancharlas, eres un caso ah.

—Gracias amor—. Se acerca a entregarme la ropa y la acerco a mí para besarla, creo que nunca me cansaré de eso. Ella me abraza e intensifica el beso. Tengo unas ganas de mierda de meterla conmigo en el baño y follarla tan fuerte que todos se tengan que levantar por los gritos pero me logro contener, la alejo suavemente y le susurro: —Tú vas a acabar conmigo. Ve a dormir mientras me aseo ¿Si?

Ella esta sonrojada pero contenta, asiente y se aleja mientras entro al baño. Me deshago de la odiosa ropa de hospital y la pongo en el caño, junto a la ropa limpia, puedo ver que es un jogger junto a un polo en cuello redondo, no puedo usar un jean, me imagino que será mucho trabajo ponérmelo, tendrá que ser eso. Aunque me de calor.

Me demoro alrededor de diez minutos el asearme y cambiarme. Agradezco que Aria hubiera traído un sachet de mi shampoo, mi pelo estaba hecho una mierda.

Salgo más cómodo del baño, ya no tengo dificultad para caminar y puedo ver a Aria acurrucada en la cama, bien, tiene que dormir un poco. Veo a Quique quien parece más pálido de lo que es, seguro yo estaba así hace unos días. Siento como la puerta se abre y veo a mi mejor amigo verme. El imbécil rompe a reír y acerca a abrazarme: —Cállate imbécil, mi novia está durmiendo, vamos a la cafetería a conversar, tengo tanta hambre que comería una de las cochinadas que Anto cocinara.

Veo su cara de repulsión ante mi comentario y ríe: —Sabía que serías el primero en despertar. Con que novia ¿No? Ya era hora mierda. Vamos, la cafetería es bastante decente. Ten, tenía tu celular, lo deje cargando en mi auto y cuando Mariel me dijo que subiera supuse que era por ti entonces lo saque.

Dejo a Aria en mi cama y le envío un mensaje diciendo a donde voy. Al llegar a la cafetería esta casi vacío, reconozco el lugar de inmediato, nuestros padres invirtieron en este lugar para poder tratarse sin tener que aguantar las preguntas sobre nuestras heridas o demás. Si no me equivoco ahora se llama Santa María. Pido un café negro y un pan con chicharrón, Bastian me mira con sorpresa, supongo que no debería comer tanto cuando aún estoy de cuidado pero me importa una mierda, tengo hambre. Bastian pide otro café y un triple. No hablamos hasta que doy mi primer mordisco, no está mal para ser comida de una clínica, bueno no debería estar mal para la comisión anual que le damos a este lugar. Bastian espera a que este masticando para hablar: — ¿Qué sabes de la situación actual? Ya le hable a Cristianno y esta de camino. No sé porque pero sospecho que ha hecho alguna estupidez, le dije que debíamos esperar y le llegó, se molesto y luego lo escuche hablar por teléfono. Más tarde me lo cruce en el gimnasio y entrenaba como loco. Me dijo: —Hermano, la cagué, la recontra cagué.

Y yo seriamente respondí: —Bueno, la primera vez que la cagaste fue cuando naciste pero dime, te escucho.

Casi escupo mi café. — Jajajajajajaja, carajo Bastian espera a que termine de tomar. Te pasas de tarado a veces.

Lo veo sonreír, este imbécil puede hacernos olvidar lo malo con sus chistes estúpidos, casi tan malos como los de Lucas: —Quería amenizar el ambiente con él, Cristianno solo se rió y dijo que hablaría cuando tú o Quique se despertaran. Oh, mira, hablando del rey de Roma, ahí viene.

Volteo para ver a Cristianno acercarse cabizbajo, no es hasta que se sienta que puedo notar las grandes ojeras que tiene. Como si no hubiera dormido en días, de seguro es eso. Nos saluda a ambos y pide un café, sin decir una palabra, luego que da el primer sorbo dice: —Ya era hora de que despertaras, te demoraste casi dos días ¿Como éstas?

Lo veo y suelta una risa triste, entiendo como la está pasando, si alguien se llevara a Aria yo no podría con la incertidumbre, estaría loco. —Estoy bien hermano, no te preocupes, vamos a recuperar a Julieta, Quique no debe tardar en recobrar la conciencia tampoco, además cuando se entere lo que le hiciste a su computadora va a estar bien emputado contigo

Cristianno me mira como un niño cuando le descubren la travesura: —No sabría decirte cómo fue que pasó, solo pasó y en mi defensa, también fue culpa del idiota de Bastian— este último lo mira indignado y los dos se ríen. Estoy inconsciente dos días y ya hicieron su desmadre.

Digo lo primero que se me ocurre: — ¿Pusieron el nombre de Mica no?—me burlo al momento que ambos se golpean la frente— Eso es tan obvio, de seguro también algo sobre el futbol. En serio deben pasar más tiempo con Quique de vez en cuando, no era necesaria una contraseña ¿Saben eso no? —Ambos me miran asombrados— Les explico: Del Carpio es bastante metódico con sus cosas, en especial con eso, si se fijaban bien en su escritorio tiene como una pequeña pelotita al lado de uno de sus monitores— asienten— eso es un detector de huellas dactilares. Si no me equivoco nos permite la entrada a todos nosotros, tiene nuestras huellas guardadas en caso le pase algo a él, pero ustedes siquiera se molestaron en revisar antes de ponerse a jugar con una computadora ¿No?

Los tres reímos porque lo necesitamos, tenemos que pasar muchas cosas a partir de hoy y necesitamos de un momento de paz. Puedo percatarme que la postura de Cristianno se relaja, tengo una leve sospecha de lo que ha podido hacer, puedo estar casi seguro que ha llamado a su papá para pedirle ayuda. No puedo reclamarle nada, si yo tuviera al mío vivo no duraría en llamarlo, pero hay un problema: Su padre es un hijo de puta. Él fue quien nos dijo que debíamos seguir con lo que nuestros padres hacían, nos dio nuestros primeros trabajos y contrató a varias personas que nos amaestraron en el uso de armas, recuerdo que la mayoría eran militares retirados o que no podían aparecer públicamente. Vagamente recuerdo que todos ellos estaban metidos en problemas de corrupción del gobierno hace como quince años, tal vez más.

Poco a poco dejaron de venir y nunca más supimos más de ellos, seguro los mataron. Sin embargo, lo que me seguía intrigando es como todos nuestros padres murieron y él no, siempre he pensado que prefirió salvar su estúpido pellejo a morir junto a sus camaradas, a sus amigos, y por eso lo repudiaba.

El viejo de Cristianno no hace otra cosa más que moverse a su conveniencia y si en todo caso decidió ayudarlo es porque algo a cambio pidió. En medio de mis pensamientos no me percate que Cristianno me estaba mirando, le escucho decir: — Tú ya sabes lo que hice ¿No?

—Quiero que me lo digas tú, hermano, sabes que somos una familia, a pesar de cualquier estupidez te vamos a apoyar y ayudar en medida de lo posible.

El moreno asiente y nos mira, luego toma aire y suelta: —Llame a mi papá.

Bastian abre mucho los ojos y grita: — ¡¿Qué tú qué?! — Una de las enfermeras que está en la cafetería voltea y hace señas de que bajemos la voz, me disculpo con la mirada y le doy un manotazo en la nuca, él reacciona y se sienta, bastante alterado. Suspiro y digo: —Esta bien, no tienes por qué sentirte así, tu padre tiene muchos contactos y si no me equivoco ha tenido relación con Montenegro y su sequito ¿No? Es algo bastante sensato pero hay que tener en cuenta que él solo ayuda a cambio de otra cosa. ¿Qué es lo que te ha pedido?

—Quiere que mate a todos, mejor dicho que desaparezca todo lo que haya acerca de él. Debe de tener algo importante relacionado a mi padre. No estoy tan seguro, pero Montenegro estuvo metido en ese caso sobre el "SIN" ¿Recuerdan? Ese lugar donde desaparecían a los opositores al gobierno en los noventas, donde se decía que había salas de tortura y todo.

— Si, algo recuerdo vagamente, éramos niños todavía como para saber acerca de eso—dice Bastian más tranquilo— En fin, podemos hacer eso pero debemos tener esa información, aunque la desaparezcamos, para que el haya pedido eso debe de ser importante y sabe que no le fallarías porque eres su hijo, de seguro debe creer que ignoramos completamente el tema. Debemos hacer que siga creyendo eso.

— ¿No pudiste pensar eso estos dos días que Pablo estuvo durmiendo?—dice Castillo con una expresión de burla— necesitas a tu "amorcito" para que te funcione el cerebro, tarado.

No aguanto el comentario y río, siempre nos han molestado por el hecho de que uno no puede hacer nada sin el otro, somos más que mejores amigos, funcionamos muy bien como equipo y sabemos cómo piensa el otro, hasta nos enamoramos de la misma chica, pero Bastian es regularmente inseguro respecto a sus planes, es muchísimo más analítico que yo pero sin tener a alguien que pueda aportar o ayudar en la explicación de sus ideas no puede hacer mucho. Necesita un apoyo que lo ayude a establecer bien sus ideas y ese soy yo. Por eso funcionamos tan bien. —Olvidemos eso ahora, debemos hablarlo con Quique también, el va a ser de gran ayuda, tengo un plan que puede funcionar pero él tiene que dar su punto de vista también.

Ambos asienten y sé que están pensando, podemos robar la información de Montenegro y el indicado para ese trabajo es Del Carpio. Dudo que aún tengan su información en papeles pero mientras David Castillo siga pensando eso está bien.

Recuerdo de repente al imbécil que estaba en mi maletera, yo lo deje vivo, recuerdo no haberle golpeado tan fuerte como para matarlo pero Aria dijo que lo encontraron muerto: —Por cierto ¿Les sirvió el que estaba en mi maletera?

Bastian es quien habla primero: —En realidad nos acordamos tarde de él, ya estábamos casi en Lima y tuvimos que esperar a que tu auto llegara— Espera ¿Qué?— Y antes que digas nada, si alguien más lo manejo, carajo, éramos 3 y este inútil no hacía más que lloriquear. En fin, cuando abrimos tu maletera el hombre ya estaba muerto, no pudimos encontrar nada que nos diera alguna pista así que pensamos que se te había pasado la mano. Ahora que lo pienso tu eres el que más adiestrado esta en artes marciales y sabes medir tu fuerza, hay alguien más, y debe estar al tanto de nuestros movimientos.

—Julieta y yo sospechamos de Mariel, ella me comentó que es bien metiche—Bastian y yo reímos porque es algo que Julieta diría— ¿Qué? Solo digo lo que ella me dijo. Bueno, ella siempre es tan fría y observadora, todo lo contrario a Lucas, ese tarado me cae de puta madre y sé que hablo por todos nosotros pero es el mellizo de Mariel, tal vez es una fachada. No lo sé, solo supongo.

Bastian interviene: —Recuerdo que nunca la vi en las carreras, Aria insistía en ir a buscarla, pero en la mañana apareció tranquila en la casa, se excuso diciendo que se había con un chico y Lucas nos dijo que es algo común en ella, que por eso no estaba preocupado. Recuerdo verla cubriéndose las manos y con uno que otro arañazo en la cara, pero los ocultó con su cabello.

En ese momento recuerdo las manos de Anto: —Anto tenía las uñas ensangrentadas, como si hubiera querido defenderse y hubiera arañado todo a su paso, Ah, cierto, tenía un papel, se lo di a Aria ¿Alguno lo tiene?

Bastian saca su billetera y de ahí sale un pedazo de papel arrugado. Me dedico a revisarlo bien y no tiene nada, es como si solo hubiera sido un pedazo de papel insignificante. De repente una voz suave nos dice: —Tiene algo escrito, fíjense bien a contra luz, cuando les explique eso por teléfono les dije que era como si hubieran escrito muy fuerte y hubieran quedado trazos.

Volteamos y vemos a Aria, ella se ve aún somnolienta pero supongo que decidió venir hacia acá. Eso me gusta de ella, no necesita que nadie la defienda, no desde que sabe nuestro estilo de vida, es más, se la ha pasado entrenando y tiene una puntería muy buena.

Saluda a los demás con un abrazo y dice: —Creo que he llegado un poco tarde, tendrán que explicarme de camino a la habitación. Quique ya recobró la conciencia y me mando traerlos. Quiero ver cómo se va a enojar cuando sepa que malograron a su segundo bebe—se da cuenta que no entendimos el chiste—El primero es su auto, tontos.

Pagamos la cuenta dela cafetería y nos dirigimos al ascensor. Es momento de nuestro contraataque. 

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