Capítulo #25
Después del funeral de Alina la pobre de su madre biológica quedó destrozada emocionalmente, pues jamás se imaginó que la próxima vez que vería a su hijita perdida sería sobre un frío ataúd, y ni hablar de mi hermana Mariangel, la cual se encontraba desesperada por encontrarme en donde fuera, ya que luego de que Yamilth me hiriera hizo que se perdiera toda pista hacia mi porque sabía que yo iba a lograr sobrevivir de alguna manera y así fue, pues una buena mujer me encontró y se encargó se curar mis heridas aunque no me conociera, sin embargo, al final aquella fue otra experiencia aterradora.
—¡Ohhhh!, ¿Qué?, ¡AHHH!, ¿Dónde estoy?, ¡Ayuda por favor!
—¡Ay Dios!, ¡Al fin despiertas!, ¡Tranquila!, ¡Estarás bien!
—¿Ah?, ¿Quién es usted?, ¡AHHH!, ¡No la conozco!, ¡Por favor no me haga daño, se lo ruego!
—¡No, calma!, ¡No te haré nada malo, al contrario!, mira, ¡Yo te salvé la vida luego de curar tus heridas!
—¿Es enserio?, ¡Ay señora!, ¡Disculpe!, ¡No lo sabía!, ¡Muchas gracias por ayudarme!, de verdad.
—¡No es nada pequeña!, ahora dime algo importante, ¿Tienes familia o recuerdas algún número telefónico al cual pueda llamar para que te encuentren hoy mismo?
—¡NO!, ¡Yo no quiero regresar a mi casa!, ¡Mi madre no me estará esperando, pues para ella es mejor que yo no esté o que no haya nacido!, mire, ¡Alguna vez tuve 2 mamás y ambas me abandonaron! —dije tristemente mientras que me acomodaba en la tibia cama que aquella señora me había puesto para descansar mucho mejor.
—¡Ay hija!, si no regresas a tu hogar te estarán buscando, pues tus papás deben estar muy preocupados, sin embargo tus heridas no están del todo sanas así que no podrás irte o si no se te infeccionarán. —aseguró la mujer que me había rescatado del callejón con una linda sonrisa, pues parecía ser muy gentil.
—Nadie me está esperando en mi casa ahora, es más, mi madre no es mi madre verdadera, probablemente esté presa ahora mismo y los señores que lo son de verdad me regalaron mucho antes de nacer, ¡No!, ¡Eso no son padres y por eso fue bueno que esté aquí!, pues vivimos muy lejos de mi casa. —dije algo adolorida y con algo de fiebre.
—Recuerda siempre que, "padre no es quien engendra sino quien educa", así que debes de quererla a pesar de que sea "adoptiva", ¿Y tu padre o hermanos?, ¿Los tienes?
—Señora, muchas gracias por preocuparse pero yo ya no tengo familia ni la necesito, además, la mujer que se hizo pasar por mi madre no me adoptó, ¡Ella me robó hace 15 años!, ¡Ah!, mi padre biológico me regaló sin piedad y mi padre "adoptivo" ni si quiera lo conozco porque quizá nunca lo tuve en realidad, ¡Eso no es una familia!, ¿No cree? —dije mientras lloraba muchísimo bajo las sábanas de la cama de aquella humilde señora.
—¡Dios Santo!, ¡Pero qué gran crueldad viviste!, ¿Y qué hay de tus hermanos?, ¡Ellos si te han de querer y de extrañar muchísimo!
—Yo... Yo tampoco tengo hermanos ni a nadie más. —aseguré llorando.
—Mm, ¿Entonces estás solita en este mundo?, ¡No, no lo creo!, ¡Malagradecida!, ¡Estás mintiendo!, ¿Así es como me pagas porque te ayudara?, ¡Oh si!, pero ahora mismo voy a buscar a tus familiares y les diré que estas conmigo. —dijo la señora al tratar de hacerme entender que necesitaba volver a mi casa.
—¿Qué esta diciendo?, señora, ¡Si yo le estuviera mintiendo no estaría aquí sola con usted!, además véame, ¡Sigo malherida!, ¡Uff!, mire, yo si tenía una hermana mayor pero no he sabido nada más de ella en estos días, ¡Dios!, ¡Mi hermana era la única persona que podía tenerle aprecio pero si lo que quiere es que yo me vaya lo haré ahora mismo!, perdón.
—¡No, no mi niña bella!, ¡No te vayas!, espera, ¡Sólo fue una broma casual para comprobar que no me mentías!, ¡Ya veo que me dices la verdad!, pero, ¿Cómo quieres que te llame?
—Mi nombre es Alejandra Druvalet, tengo 15 años de edad y estoy solita en este mundo, ¡Ohhhh!, ¿Piensa ayudarme, o ya no?
—¡Desde luego que si cariño!, ¡Esta es tu casa!, ¡Iuu!, ¿Alejandra?, ¡Ay no!, ¡Qué nombre más feo!, es más, te llamaré... Ruth Paez, sí, este será tu nuevo nombre desde ahora y para siempre, ¡Ohhhh!, ¡Bienvenida a tu casa nuevamente!, ¡Hija! —dijo la señora estando un tanto deprimida, pues me abrazó fuertemente.
...
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