Herencias
El mayor frunció levemente el ceño, usualmente la voz alegre y chillona de su alumna no le ocasionaba mas que ternura y risa pero esa mañana en particular tenia una jaqueca que mermaba su buen humor.
-Que sucede, Raki?-Se frotó las sienes con ambas manos antes de voltear con su mejor sonrisa fingida hacia su alumna, no pudo evitar preguntarse cuantas veces Mu, su maestro, haría exacto la misma cosa con él.
-El señor Genbu me invitó junto con los caballeros de bronce a desayunar, puedo ir?-Preguntó con una amplia sonrisa, a lo que Kiki arqueó una tika y miro al techo de su templo. Seria que al caballero de libra todo lo que acontecía le importaba poco? Era acaso el único preocupado por la reunión que Harbinger había organizado para establecer sus "mandatos" como nuevo Pontífice? Suspiró.
-No veo porque no, anda...solo ten cuidado al pasar por el cuarto y sexto templo.-Le vio serio.-Sabes que el caballero de cáncer no desea que toques nada y el de virgo odia ser interrumpido en sus meditaciones...
La pequeña meneó la cabeza hacia un lado, confundida. Imprudente e inocente como lo seria una niña de su edad, dijo con naturalidad.-Pero si usted siempre le interrumpe...
Kiki dio un respingo, sintiéndose sonrojar levemente.-Entre caballeros dorados no es problema, Raki.-Contestó como la primer excusa convincente que se le ocurrió y nuevamente, recordó a su maestro y maldijo en su mente por parecerse a él mas de lo que quisiera; haber caído en la misma trampa que el antiguo caballero de Aries...parecía una burla de los Dioses. Y tener precisamente una alumna que era igual o mas observadora e inquisitiva que él!
-Entonces, puede acompañarme? Por favor!-Le vio con aquellos enormes ojos que solía poner cuando quería algo de verdad, Kiki no era tonto, sabia que la intención de su alumna era no pasar sola el templo de cáncer que era tan horrible como su guardián, busco el lado amable y se inclino para poder verle a los ojos mejor.-Esta bien, permite que me quite la pijama solamente.-Dijo de manera cálida dirigiéndose a su habitación. Una vez ahí se sentó pesadamente en la cama.
-Hace ya 12 años...-Miró su closet, no se había atrevido a tirarlo sino todo lo contrario, lo atesoraba como una herencia. Frente a él se encontraba el atuendo tibetano de su maestro, una débil sonrisa se formo en su rostro.-Tenia mi edad...será que?-Se levantó y camino hacia el conjunto, estaba algo empolvado y la tela se veía un tanto opaca por el tiempo, mas no se le ocurrió una mejor manera de honrar la fecha que vestirlo.
...O...
-Tengo tanta hambre! Me preguntó que será lo que el señor Genbu...?
-Shhh-Hizo una seña el caballero de Aries para que su alumna bajara la voz, habían llegado a la casa de virgo.-Recuerda lo que te comenté Raki.-La pequeña asintió con la cabeza y ambos lemurianos ingresaron con calma al templo, encontrando a su guardian como acostumbraba.
-Raki, Caballero Kiki...-Dijo con una media sonrisa, conservando sus ojos cerrados mientras levitaba.-Desean atravesar mi templo?
-Perdona la interrupción, Caballero Fudo, pero nos permitirías...-El pelirrojo no pudo terminar su frase, pues sintió que su pequeña acompañante tiraba de su bufanda, o mejor dicho, de la bufanda de Mu y no pudo evitar sobresaltarse, ya que al estar frente al peli verde tenia los nervios a flor de piel y ese simple gesto basto para hacerlo saltar en su sitio.
-Raki!-Le reprendió por haberlo asustado de ese modo, a lo que la pequeña lo vio sumamente confundida, pero no por mucho pues después giró el rostro hacia Fudo, notando al escuchar sus pasos que se había bajado de su pedestal y caminaba hacia ellos.
-Es esa acaso ropa del Tibet?-Preguntó quedando a escasos pasos de Kiki, abriendo los ojos lentamente encontrándose con las orbes lilas que intentaban a toda costa no reflejar lo nervioso que se sentía.
-S-si, le pertenecía a mi maestro, Mu de Aries.-Dijo con todo el temple que pudo colectar.
El de virgo esbozó una sonrisa de lado, viéndole directo a los ojos con una profundidad que hizo a Kiki sentir que le temblarían las piernas, pero permaneció inmutable al grado que nadie jamas adivinaría sus verdaderos sentimientos, ni siquiera un hombre tan empático y perspicaz como lo era Fudo.
-Te sienta bien.-Dijo como quien habla del clima.-Pareciera que siempre te perteneció.
-No lo siento así.-Le interrumpió sin pensar, con aquella confianza que a lo largo del tiempo ambos habían construido, aun un tanto inmadura pero la suficiente para poder hablarse con naturalidad y que Kiki se enamorara de él en el proceso.
-No se porque no te gusta este atuendo en ti, te ves esplendido.-Replicó rápidamente, de una manera tan impersonal que no se sentía como un cumplido, mas tampoco sonaba dicho por cortesía. En ocasiones la manera de hablar de Fudo le recordaba demasiado a Shaka, y eso hacia las cosas aun mas raras y peores.
-Gracias.-Dijo quedamente, controlando su respiración para no sonrojarse.-T-tu, tu te vez muy bien también...
-"Mierda!"-Abrió los ojos como platos al escucharse y maldijo en su mente, porque dijo eso? Que necesidad había? Acumular tantas cosas para permanecer estoico delante de ese hombre que le hacia sudar las manos solo había traído que eso se le escapara como consecuencia, torpe! torpe! torpe!
Por segundos hubo un silencio bastante incomodo, aries y virgo tan solo se veian las caras, sin saber que hacer o decir, mas este fue roto de pronto por la voz alegre y chillona de Raki.
-Maestro, usted y el señor Fudo se quedaran mucho tiempo viéndose así? Es que tengo mucha hambre.-Se puso ambas manos en el abdomen, viéndolo con una cara de suplica tan simpática que incluso le saco al de virgo una leve risa. regresandolo a la realidad.
-Será mejor que se vayan Kiki, te pido por favor contemples un tiempo para hablar conmigo antes de la reunión de hoy, hay un par de cosas de las que también me gustaría conocer tu opinión.-Le sonrió con picardia, haciendo obvia referencia a su halago anterior.
El pelirrojo asintió tímidamente con la cabeza, luchando nuevamente para permanecer sereno.-Esta bien, hasta entonces...-Caminó a paso rápido, queriendo huir de ahí lo antes posible pero no pudo evitar sonreír como un tonto por la esperanza vaga que se había asentado en su corazón ahora. El sabia que estaba pagando un karma severo con Raki, pues si el mismo de niño había puesto en situaciones iguales o peores a su maestro.
Aun que no era justo culpar solo a Raki, pues el atuendo de su maestro le había jugado la mayor parte, rió entre dientes en su camino escaleras abajo hacia virgo, no solo le había heredado su armadura y prendas...
Sino también sus gustos...
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