Elena

Una luz enceguecedora nubla mi visión, entonces alzo las manos. Cuando miro mi piel es aterciopelada como cuando era joven.

Levanto mi vista a ver el lugar todo blanco y avanzo descalza por este. Siento la arena en los dedos de los pies, entonces bajo la visión a mirar mi vestido, luego noto que lo blanco se disipa, así que a lo lejos veo una figura, parada frente al mar.

El viento mueve mis cabellos rubios y me le acerco. Aquellos ojos cafés se giran a mirarme y los míos se abren en grande por la sorpresa de ese anhelo de desear verlo otra vez.

Él sonríe.

—Te estaba esperando.

—Adrián.

Me ofrece su mano.

—¿Quieres caminar?

Sonrío también y asiento.

—Sí —Acepto su gesto y termino agarrándome de su brazo, para comenzar a avanzar en aquella playa.

Nos alejamos hacia el horizonte, como aquellas almas gemelas que necesitaban reencontrarse.

EL FIN DEFINITIVO.