66. Más que besos

Nina

¡No veo nada! Es que tengo los ojos tapados, pero la oscuridad no me gusta. Hago puchero.

—Alaric ¿Ya puedo ver? —Me toco la tela que tengo sobre los ojos.

—Un poco más —Me agarra la mano y camino detrás de él —¿Qué escuchas?

—Agua, el correr del agua —respondo —¿Es una fuente?

—Velo por ti misma —Me saca la tela y sonrío —¿Qué te parece? —pregunta.

Visualizo un lugar lleno de plantas y pasto, como pensé hay una fuente, pero esta tiene un pequeño recorrido que va al rededor de la reserva, jardín, no sé cómo llamarlo.

—¡Qué lindo! —opino emocionada —¿Puedo quitarme los zapatos? —pregunto esperanzada y se ríe —No te burles, me gusta así —Hago puchero.

—Claro que puedes, seguro sientes más a la naturaleza de esa forma.

—¿Qué quieres decir? —Ladeo la cabeza.

Camina a través del lugar, hay un poco de viento.

—Estuviste llorando por esa falsa foto, pensé en hacerte sentir mejor, así que busqué el lugar ideal para ello, lo reserve para solo nosotros dos. El agua, el pasto, los animales, todos elementos naturales. Dicen que son buenos estimulantes de la paz interior —me explica.

Me río.

—Eso es muy bonito, eres todo un príncipe —Uno mis manos —¿Te gusta mi vestido? —Le muestro mi atuendo blanco.

—Eres todo un ángel.

Me quito los zapatitos y corro hasta él para agarrarme de su brazo.

—Gracias.

Nos sentamos en el pasto y toma uno de mis zapatos.

—Creo que Cenicienta ya no necesita calzado, es toda una princesa.

—¿Tú crees? —Apoyo la cabeza en su hombro —¿Hablas de mí? —Me doy cuenta.

Se ríe.

—Claro que sí —Toma mi barbilla y me besa, entonces también le doy un besito.

—¿Y ahora qué hacemos?

—¿Mirar al cielo? —dice confundido y alza la vista, así que me río.

—Pero yo quiero más besitos —Apoyo mi dedo en la boca.

—Si te doy más besos tendré problemas —Hace una mueca que no logro entender.

Frunzo el ceño.

—¿Problemas con quién?

—Con mi decencia supongo.

Me lo pienso intentando entender.

—No creo que hayas hecho algo malo —opino.

—Pues no —Se sonroja y me río —¿Qué pasa? —Me mira.

—Estás rojo, tenés vergüenza.

—¿Recuerdas que todos me avisaron que no hiciera nada raro? —pregunta y asiento —Bueno, a eso me refiero con mi decencia.

—O sea que cosas raras es más que besos, que sería algo incómodo —digo intentando entender.

—Exacto.

—Tú hablas de cuando un chico y una chica están en una habitación solos, ¿verdad? —Levanto un dedo.

—Oh rayos, esto es embarazoso —Se toca el cabello rubio y mira hacia un costado.

—Alaric, tienes vergüenza de hablar de sexo —Me río —. Hubieras sido más directo y te hubiera entendido más rápido —Levanto un dedo —. No soy tonta, solo sé menos palabras que los demás y no me acuerdo de algunas cosas, pero no soy ni boba ni una niña.

—Lo sé —Me sonríe y luego se disculpa —. Siento si dije o hice algo que te molestara.

—No —Niego moviendo la cabeza —. Solo te expliqué.

—¿Y ahora qué?

Me río.

—Eso lo pregunté yo.

Me sorprende al agarrar mis mejillas y besarme. Siento la lengua de Alaric tocar la mía, es húmeda y me da calor, no puedo respirar. Mi espalda se inclina el pasto mientras me sigue besando, me aplasta. Besa mi cuello y me agarro con fuerza de su chaqueta. Creo que estamos haciendo lo que deberíamos hacer en un cuarto. Sus manos pasan por mis piernas y me muerdo el labio cuando hago un sonido raro. Creo que soy extraña para hacer algo como esto.

—A... Alaric...

—¿Qué pasa? —me pregunta mirándome a los ojos, otra vez tiene la cara roja, así que me río.

—Tenés vergüenza.

—No sé si llamarlo así, tengo calor —me aclara.

—Yo también tengo calor.

—Deberíamos irnos y comprar un helado —ofrece.

—No —Niego moviendo la cabeza y flexiono las piernas —. No sé qué hacer —digo confundida —, hay mucho más calor.

—¿Deseas que te quite el vestido? —Se muerde el labio aunque no entiendo el gesto.

—¿Y me darás más besos?

—Solo si quieres.

—Sí —digo tímida.

Comienza a quitarme la ropa, me saca hasta la interior, cuando tengo todavía mucho más calor. Me acaricia y me toca en partes que no sabía que podían sentirse bonito, es una manera extraña de llamar a la sensación. Me regala un montón de besos y cuando termina me cubre con mi propio vestido.

—Siento que faltó algo —le aviso agarrándome de la ropa que cubre mis partes pero que aún no tengo puesta.

—Sí, tuvimos sexo sin coito —me cuenta mientras se mantiene acostado a mi lado y yo estoy apoyando la cabeza en su pecho.

—¿Qué es eso?

—Te lo diré cuando nuestra relación avance —Me toca el cabello que ya está alborotado.

Frunzo el ceño.

—¿Sabés que puedo fijarme en internet, cierto?

Continúa sonriente.

—Sí, pero eso no logrará que lo haga más rápido.

—¿Por qué? —Hago puchero.

—Porque no planeo quemar etapas, además, hasta me pasé con lo que hice recién.

Sonrojada me cubro hasta la nariz con mi vestido.

—A mí me gustó.

Gira su vista hacia mí y se acerca a mi rostro, tomando mi barbilla.

—A mí también, pero la princesa se quedará inocente por ahora.

Me río.

—Me gusta cuando me llamas princesa.

—Bueno, princesa ¿Ahora sí comemos helado?

Asiento.

—Sí, vamos.

Nos levantamos y nos vestimos. Salimos del jardín agarrados de las manos. Estoy feliz, porque tengo el mejor novio del mundo. Caminar juntos, con los dedos entrelazados, sé que es especial.

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