64. Para siempre perdurable
Priscila
Toco el timbre de la casa de Tristán y espero a que me atienda. Aunque la que me abre es su mamá, así que avergonzada le sonrío.
—Hola, Cely ¿Está Tristán?
—Ay, siempre tan bonita —Me sonríe —. Creo que salió —aclara.
—¡¿Qué?! —Me sorprendo y miro el celular un momento, luego lo guardo en el bolsillo de mi falda —Pero me mandó un mensaje.
—Ah, ¿sí? —dice confundida —Pero me pareció que salió, espérame un segundo que le pregunto a Ian, yo soy una despistada —Ríe, luego se gira y se va corriendo —¡Ian! ¡¿Tristán está?!
—Sí, llego hace unos minutos ¿Por qué dejas a Priscila en la puerta? —Oigo que le pregunta.
—Oh sí, cierto ¡Perdón! —Se acerca y me empuja para que entre —Pasa, pasa, no me di cuenta, que verguenza.
Me río.
—Está bien, te conozco, Cely, no tienes que disculparte.
Une sus manos y sonríe.
—Te haré algo especial para compensarte.
—Oh no, no hace falta —Muevo los dedos.
—¡Claro que sí! —Se va corriendo a la cocina.
Me río, ella siempre tan divertida y animada ¡Me encanta!
Saludo a Ian que está leyendo tranquilo algunos papeles del trabajo supongo y luego me dirijo al cuarto de Tristán. No lo veo, qué raro. O sea, me mandó mensaje ¿Por qué me invitaría si no iba a esperarme? Hago puchero y avanzo por la habitación. Cerca de la ventana veo una bolsita, entonces frunzo el ceño ¿Esto es droga? La levanto mirándola detenidamente. No puede ser de Tristán, yo prometí que confiaría en él, así que esto debe haber sido plantado a propósito.
—¿Priscila? —Oigo su voz y me giro, en un instante me sonrojo porque solo tiene un toallón tapando sus partes, además del torso mojadito todavía —¿Qué haces aquí? —exclama sorprendido.
—Me mandaste un mensaje.
—¿Yo? No, perdí el celular hace dos días —me cuenta.
—¿Eh? —exclamo sorprendida y luego sonrío —¡Lo sabía!
Alza una ceja confundido.
—¿Qué cosa? ¿Ya empiezas con tu desconfianza o qué? ¿Me estás espiando? —dice intentando entender.
—¡No! —chillo y le muestro la droga —¡Alguien metió esto en tu cuarto para incriminarte!
—¿Qué? —Lo agarra y lo mira detenidamente —¿Por qué alguien haría eso?
—No sé —Muevo los hombros y luego levanto la mano a modo de jurar —. Pero yo nunca más desconfiaré de ti.
Sonríe.
—Que bien —Se queda mirándome un momento y luego cambia el tema —. Por cierto ¿Por qué estás enfadada con Evan? Pensé que se encontraba todo bien entre ustedes, que le habías dejado las cosas en claro —Alza una ceja.
—¡No es por eso! Es que golpeó a Adler y sabes que no me gustan los agresivos.
—¿A Adler?
—¡Sí, no sabes la sangre que tenía ese pobre chico!
—No creo que sea un santo —Niega moviendo la cabeza —¿No te enteraste el lío que armó con las fotos?
—¿Qué fotos? —Ladeo la cabeza.
—Ah cierto, tu profesor faltó, así que no tuviste clases, toda la universidad vio como Eithan se peleó con Alaric, al parecer Adler sacó fotos que se podían malentender y logró que se pelearan.
—¡Oh no! —Pongo las manos en mi boca —Entonces... —Me lo pienso bien y señalo la bolsita —¿No crees que eso lo pudo plantar Adler aquí?
—Esa es una buena teoría —Mira la droga —. Igual mejor la tiro antes de que alguien realmente me acuse sin tener pruebas.
—¡Sí, rápido! —exijo y luego agarro mi celular —Yo mientras le mandaré un mensaje a Evan para pedirle disculpas —Marco de manera veloz.
Entretanto Tristán va al baño a tirar la droga por el excusado, que hasta se oye el presionar del botón, yo me río cuando Evan me envía un "no hay problema" con un montón de imágenes divertidas. Escucho cerrarse una puerta, apoyo mi espalda en la pared y miro unos cuantos memes, hasta que noto que me quitan el celular. Mis mejillas se ruborizan viéndolo todavía con solo la toalla.
—Tristán, no te vestiste —le aclaro.
—Estoy emocionado —confiesa acercándose a mi rostro —. Cada vez demuestras más que confías en mí.
—Bueno, te dije que pondría esfuerzo de mi parte —Me muerdo el labio inferior.
—Me encanta la nueva Priscila —Apoya el teléfono en la mesita que tenemos al lado y luego toma mi barbilla —¿Puedes preguntarle si quiere ser mi novia otra vez?
—Tristán, no juegues con eso —Hago puchero.
—Yo no juego, yo voy en serio —Mueve sus manos a mis mejillas y me besa, entonces le correspondo —¿No vas a responder? —Siento nuestras respiraciones calientes cuando se aleja un poco.
—Tus papás están en el living —le aclaro.
—¿Y? Eso no contesta mi pregunta.
—Tú ya sabes mi respuesta, pero si te contesto, esto va a ser embarazoso.
—¿Y desde cuándo eres tímida? —Alza una ceja.
—No es eso, es una cuestión de respeto.
Se ríe.
—Sí que estás cambiada, igual no creo que se escuche nada desde aquí al living.
—¡Sí, pero tu mamá dijo que iba a cocinarme algo, o sea que va a venir!
—Entonces hay que apurarnos —Mueve las cejas —. Vamos, responde rápido.
Me muerdo el labio.
—Sí, sí quiero ser tu novia otra vez.
Al segundo estampa su boca con la mía y nos besamos de manera desenfrenada, como si no hubiera un mañana. Tristán corre todas las cosas de sobre la mesa y me sube encima del escritorio, mientras volvemos a besarnos. Rodeo mis piernas alrededor de su cintura y me deleito con esa deliciosa lengua.
—Oh cielos —Oigo a Cely abrir la puerta —¡Perdón! —Se va.
—¡Mamá! —chilla Tristán —¡La puerta!
—¡Consíganse un hotel! —grita de repente Ian y se escucha su risa.
—¡Mira quién habla! —grita el que ahora ha vuelto a ser mi novio.
—Tenés razón —Veo como su papá se acerca sonriente y nos cierra la puerta —. Cely, vámonos de aquí.
—¡Qué vergüenza, Ian! —Ella le responde —¡Además hay que buscar a las nenas al colegio!
—Están con sus abuelos, ya te olvidaste otra vez.
—¡Ah sí, es verdad, igual que vergüenza, no le digas esas cosas a nuestro hijo!
Siguen hablando mientras se oye como se van, se escucha la llave de la puerta de entrada, nos dejaron a solas en la casa. Tristán se ríe y luego me vuelve a observar, acercándose a mi rostro.
—¿En dónde estábamos? —me pregunta.
Rodeo mis brazos en su cuello.
—En que mi novio me hacía mimitos.
—Me parece buena idea —Nos besamos otra vez y confirmo, lo siento con todo mi corazón, esta vez, esta relación, será para siempre perdurable.
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