56. Me niego
Evan
Como helado sentado junto a mi abuela en el sillón. Ella va despacio y cortés untando cada cucharada. La señora Elena es muy refinada.
—¿El abuelo era serio como el tío Ian o loquito como mi mamá? —le pregunto y me mira raro.
—Jovencito, no tengo nada bueno que decir de la promiscua de tu madre, pero no puedes hablar así de ella.
Muevo los hombres sin importancia.
—Bueno, no está aquí para regañarme, y estoy seguro que mi adorada abuela macabra no se lo dirá —Sonrío ampliamente.
—No podría decírselo aunque quisiera, no tengo permitida la entrada a su vida y la verdad no me interesa hacerlo, tú eres una excepción solo porque no puedo sacarte de mi casa, entras igual —se queja y me río —. No te burles, es cierto, me recuerdas a tu abuelo, él hacía lo que quería, como un loco desquiciado, ni siquiera sé qué le vi.
—Quizás era encantador.
Se queda en silencio un momento hasta que sus mejillas ancianas se ruborizan.
—Era... un buen hombre.
—Genial, porque parece que el genero masculino te cae mal —aclaro y se sobresalta.
—¿Qué dices niño? —exclama indignada.
—No tienes muchos empleados masculinos y a tu chófer no la tratas muy bien que digamos.
—Que observador —acota cortante.
—Por suerte le pagas bien —Me río.
—¿En serio le preguntaste? —Me mira desconcertada.
—Obvio —Me como una cucharada de helado —. Que rico —Me relamo los labios —. Hey, abuela.
—¿Qué? —dice molesta.
—¿Creés que me parezco a mi mamá o a mi papá? El otro día hice algo que me asustó —Río otra vez.
—¿Qué hiciste? —pregunta curiosa pero sigue comiendo despacio.
—Golpeé a mi primo.
—¡Oh Dios! —expresa alarmada.
—Tranqui, está bien, lo que pasa es que dijo algo de mi amiga que no me gustó y mientras se mecía en esa silla, haciéndose el pedante, le puse el pie y se cayó para atrás, la fuerza de gravedad hizo el resto.
—¡¿Y lo dices con tanta tranquilidad?!
—Estaba enfadado, ¡¿sí?! Dijo cosas horribles de Lucía y no lo tolero, Lucía es una buena chica.
—Creí que la muchacha que te gustaba era una tal Priscila —comenta de lo tanto que hemos hablado.
—Pues sí, pero ya me rendí ¿Qué tiene que ver eso con Lucía? —Meto otra cucharada de helado en mi boca —Es mi amiga y la defendí.
—Bueno, no te veo como un chico que golpee personas y creí que te parecías a tu abuelo, él solo se enojaba cuando me herían, era un hombre muy alegre, pero cuando se enfurecía, era un peligro —Se ríe.
Me río también.
—¿Qué estás sugiriendo abuela?
—Que te gusta Lucía.
—¿Qué? —La miro raro —¡No! —Niego rotundamente.
—¿Por qué no?
—Porque eso es ilógico, Lucía es mi amiga, además si fuera así, entonces pinché el preservativo a propósito como mi papi —me burlo.
—Oh dios, que horror, no.
—Viste, te digo, ilógico —Me como otra cucharada de helado.
—Pero por otra parte, fingiste ser el novio de Lucía —comenta lo que le he contado —. Nunca la habías visto como una chica más, hasta que la besaste.
—Abuela, no digas disparates.
—Piénsalo, te comportas extraño porque de manera inconsciente, en el tiempo de más que pasaste con ella, comenzó a gustarte.
—Me gusta Priscila —le aclaro.
—Gustaba —me corrige y me mira seriamente —. No te veo llorando por Priscila porque te rechazó cuando te le confesaste, en cambio estás preocupado porque Lucía te está ignorando, por lo que me cuentas, la persigues por todas partes —Alza una ceja —, ¿o me lo vas a negar?
Me quedo tildado mirándola fijo, por un lado tiene razón, no he estado siguiendo a Priscila sino a Lucía y me molesta horrores que me ignore, pero la verdad no quiero admitir algo así, porque parece ilógico que haya girado mis sentimientos y ni siquiera me di cuenta, me niego a pensar algo así.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top