3. Área de gastronomía
Lucía
Meto el dedo en la salsa y la pruebo, es pasable pero no es buena, agarro la olla entonces la tiro, la chica que la hizo chilla.
—¡¿A esto llamas comida?! —le grito —¡¡Nunca serás chef con esta clase de sabores!! —Miro al muchacho que tiene al lado —Y tú fuera de la cocina, ni sabes preparar una presentación.
—Lo... lo siento —Baja vista el chico estando apenado.
—No puedes tratarnos así —se queja la tercera en el área de gastronomía. Me acerco hasta ella y tiembla ante mi mirada intimidante —. No... no eres perfecta, ni la profesora, no tienes la autoridad para mandarnos.
—Disculpa, pero ustedes me pidieron que los ayude, si no te gusta mi manera de actuar, mejor búscate a otra.
—Yo no dije... —expresa asustada y luego cambia de actitud —. Vete al infierno idiota, no eres más que una presumida.
Me acerco a su rostro y se paraliza cuando sonrío.
—Puedo hacer que te arrepientas de eso y hundirte más en tu fango, pero no lo haré —Me quito el delantal y lo tiro al suelo —. Caigan al foso solos, adiós —Abro la puerta de la cocina y me largo oyendo sus lamentos, pero no me importa.
Si no entienden mi técnica y no quieren mejorar, no es mi culpa.
Me detengo en el pasillo de la universidad cuando Evan se acerca junto con una chica.
—Oímos gritos —me dice él preocupado —¿Todo en orden?
—Seguro estaba ahuyentando a los pobres de gastronomía —se burla Esmeralda y yo frunzo el ceño, pero vuelvo a sonreír.
—Cierto ¿Puedo asustarte a ti también si quieres?
Nos lanzamos miradas asesinas, entonces Evan se pone en medio.
—Chicas, chicas —repite para tranquilizarnos —¿Hace falta?
—Sinceramente no —Le pongo el pie a él y se cae, así que me río —. Siempre te terminas tropezando —me burlo.
Me mira de mala manera y se levanta enojado, pero la estúpida de su acompañante es quien lo defiende.
—¿Quién te crees que eres? Eres una bruta, una maldita, una mala persona, eres turbia como tu padre, ese tipo raro que sale en las noticias y que mató a su primera hija.
—Esas son puras mentiras, tú no sabes nada de mi padre —digo indignada y Evan intercede.
—Esmeralda, no puedes decir eso.
—¡Pero es verdad! —Se defiende —Todo el mundo sabe lo que le hizo a tu madre, ¿o no?
Él alza una ceja.
—Mi madre no es una santa, pero eso ya está más que arreglado, así que no mezcles las cosas.
—¡Pero, Evan!
—Ya, ya, dejemos de pelear ¿Amigos? —Sonríe y nos mira a ambas.
—Voy a arrancarle esa lengua de mosquita muerta que tiene —confieso y ambos quedan pálidos.
—¡Lucía! —Oigo esa voz melodiosa y alegre que me irrita tanto, entonces de repente siento una brazo. Mátenme —¿Ya te estás peleando tan temprano? —Se ríe Priscila sin alejarse.
—¡¡Ah Pri, suelta! —me quejo.
—Pero mi amiga gruñona favorita, necesita abrazos para dejar de pelear —Hace puchero.
—¡¡Ya estamos grandes para que me molestes así!!
—Bueno, bueno ¿No hay abrazo para mí? —Llega Tristán.
¡Al fin!
Su novia corre a abrazarlo y se besan apasionadamente como si no hubiera un mañana. Aprovecho para ver a Evan que se ha quedado callado, mirándolos como si estuviera en una especie de hipnosis, luego reacciona y sonríe, le habla a su acompañante.
—Bueno, Esmeralda, vamos a clase —le indica y la chica asiente.
Veo como se retiran.
Eres tan evidente Evan, se nota lo mucho que te gusta Priscila, y como me irrita. Sí, debo admitirlo, yo oculto mejor mis sentimientos por él, que él por ella. A veces no me gustaría ser tan observadora, para no darme cuenta de mi amor no correspondido. Ya que es doloroso y eso apesta.
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