24. Cena de confesiones
Alaric
Como planeé, Nina ha venido a cenar a casa, comemos en mi cuarto a solas, sentados en el piso, al lado de una mesa pequeña.
—¿Qué les dijiste a tus padres al final? —le pregunto —Ya sé, que viniste a la casa de tu amigo el raro.
Se ríe.
—Les dije que me fui de Lucía.
—Oh rayos, te estoy llevando por el mal camino, les mentiste.
—Fue divertido, nunca había dicho una mentira —Aplaude.
—Eres muy linda —Sonrío, apoyando el codo en la mesa y poniendo una mano en mi mejilla, mirándola atontado.
—Gracias —expresa alegre —. Eres un buen amigo.
Muevo mi cuchara sobre el tazón de sopa que me acabé.
—Siento la pobre comida que te estoy ofreciendo, la verdad no tuve tiempo de conseguir nada mejor.
—No hay problema, me gusta —Agarra su cubierto, tomando un poco de caldo —. Está rico, dile a tu mamá que gracias.
—Lo haré —Asiento.
Alza la vista.
—Tu cuarto está vacío y pequeño, el mío es más grande —opina y gira su vista a mirarme otra vez —, y tiene un montón de colores —me cuenta.
—Bueno, no es mi cuarto habitual, este es alquilado, vivo en un palacio en realidad, soy un príncipe.
—¡Wow! —expresa emocionada —¡Como las películas!
—Sí, así es.
—¿Puedo ser una princesa? —Apoya sus codos en la mesita y se agarra las mejillas.
Me río.
—Bueno, no funciona así, pero claro que puedes.
—¿Y cómo funciona? —pregunta asombrada.
—Naces como princesa o te casas con un príncipe.
—Oh, parece una regla estricta, que lástima —Suspira.
—Bueno, puedes casarte conmigo y serías una princesa —bromeo.
Hace una risilla encantadora.
—Pero somos amigos, no somos novios, eso hacen los novios.
—¿Y a ti te gustaría que seamos novios?
Sus mejillas se ruborizan y baja sus manos lentamente.
—¿Eh? —Se queda mirándome sorprendida con esos ojos verdes que hipnotizan —¿Por qué? —responde la pregunta con otra.
—Bueno, me gusta ser tu amigo, pero mi búsqueda sobre ti va más allá de una amistad.
—¿Sabés que soy diferente? —Ladea la cabeza —¿Es una broma?
—No estoy muy seguro de lo que hablas, pero soy sincero —Tomo sus manos y mira las mías —. Créeme, me gustas.
Aleja sus dedos de los míos y de repente procede a explicar.
—La gente se burla de mí porque tengo un coeficiente más bajo que el normal, por eso olvido las cosas y a veces no entiendo otras —Baja la vista, parece que le cuesta decir lo que sigue —. Sé que mis papás lo saben, pero me lo ocultan, y eso duele —confiesa.
Suspiro.
—De verdad, no sabía, siento si dije algo irrespetuoso o que te molestara, y sobre esas personas, no creo que comprendan el potencial que tienes, porque yo pienso que eres muy inteligente —Le sonrío, entonces ella hace lo mismo.
—Gracias, eres muy bueno.
—No creo, a veces hago enojar mucho a mi mamá —Hago una mueca.
—No hay problema, las mamás a veces se enfadan.
—Bueno... —Me inclino para levantarme del suelo —te llevaré a tu casa —Me detiene agarrándome de las mano —¿Qué pasa? —pregunto confundido.
—¿No vas a preguntarlo otra vez?
—¿Qué cosa?
Se ríe.
—Te olvidas más que yo, lo de ser tu novia.
—¿Quieres... —Hago una pausa impactado —¿Quieres que te lo pregunte de nuevo? —cuestiono todavía asombrado.
—Sí —Sonríe.
Vuelvo a sentarme.
—Vaya, esto se volvió incómodo.
—¿Por qué? —Ladea la cabeza.
—Es que pensé que la pregunta fue lo que te molestó.
Niega moviendo la cabeza.
—No me molestó, pensé que era un chiste —Frunce el ceño —, y no me gustan los chistes que me lastiman.
—Bueno ¿Quieres ser mi novia? Prometo no hacer nada raro, solo conocernos más —declaro.
—¡Sí! —responde enérgica alzando los brazos para acto seguido abrazarme —¡Seremos novios, yey!
Ah que bonita la Cenicienta.
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