Tristán

Ver a los tíos en una situación cachonda es bastante incómodo, pero por suerte me retiré con dignidad. Camino por los pasillos de Lovelace Company y me detengo cuando un WhatsApp me llega al celular.

"Tenemos que hablar".

Bufo cuando me notifica el segundo mensaje.

"Del beso".

Alzo la vista viendo a Priscila correr hasta mí, rápido borro lo que me envió esa persona y guardo el celular. No es que sea un fugitivo y que haya hecho algo malo, a mí me robaron un beso, ni siquiera le correspondí, aun así me siento culpable. No debería ocultar estas cosas, pero mi novia es problemática. Estoy pensando esto demasiado, maldita sea.

—¡Tristán! —Lloriquea ella y me abraza con la misma intensidad con la que ha llegado —¡Perdóname!

—¿Por qué te estás disculpando? —pregunto confundido.

Priscila se refriega los ojos con una mano y con las otra no me suelta.

—Soy una mala novia, una controladora.

Eso último ya lo sé, por eso no tengo la confianza de decirle algunas cosas. Por ejemplo lo del beso.

—No eres mala —le contesto acariciando su mejilla y le sonrío —. Solo estás herida —justifico su actitud porque su anterior pareja la engañó con varias —. Estoy seguro que esa inseguridad puedes superarla.

Ya que si no lo hace estaré en problemas.

—¿Por qué eres el mejor novio del mundo? —expresa sonrojada.

—No lo soy, también tengo mis defectos.

—Me tienes mucha paciencia —Se agarra de mi brazo, haciendo una gran sonrisa.

—Es que te amo —digo con sinceridad y ella apoya la cabeza en mi hombro.

—Yo también te amo —declara.

Comenzamos a caminar, hay que buscar un mecánico para el auto que se averió, mientras avanzamos por los pasillos el celular vuelve a sonar y me estremezco.

Maldita sea, tengo los sentimientos cruzados.