1. La reina de la mafia
Belle
Cruzo las piernas luego de que me siento en una banqueta que está al lado de la ventana del cuarto de hotel, me mantengo observando el exterior para despejarme un poco y exhalo el humo de un cigarrillo.
No sé qué pensar, en un momento estoy feliz de la vida y al otro mi novio no es quien dice ser.
¿Hijo de Dasha Collins? No puedo creerlo. Esa mujer ha sido la enemiga de mi madre desde hace mucho tiempo. Ni siquiera tuvo la decencia de decírmelo, lo descubrí sola ¿Cuánto tiempo pensaba que podía engañarme? Soy una de las herederas de la mafia inglesa, tarde o temprano se sabría la verdad.
Como sea, apago el cigarro y lo apoyo en el cenicero que tengo en la repisa de la ventana. Saco de mi bolsillo una copia del testamento de mi abuelo y desdoblo el papel arrugado entre mis manos. Vine aquí, a la Argentina, para enfrentar a Evan, porque es mi deber, pero no sé si estoy en mis cabales como para luchar por la herencia. Aunque cuando le hablé de esta, tampoco pareció muy interesado.
Me río.
—Le gusta dormir —expreso mis pensamientos en voz alta.
—¿A quién? —Oigo en la puerta y alzo la vista.
Guardo el papel rápido, entonces frunzo el ceño.
—¿No sabés golpear la puerta para pedir permiso? —reprendo a mi manager que camina hasta mí.
El hombre rubio de unos cuarenta años sonríe.
—Había mucho silencio y me preocupé —declara.
Suspiro.
—No tenías porqué venir aquí, ¿sabés?
—Usted es la futura reina de la mafia, y por esa razón debo estar muy al pendiente de su seguridad, cualquiera podría hacerle daño, sobre todo en un país que no es el suyo, señorita.
—Vlad, no estoy de humor.
—Lo sé, quizás debiste haber seguido con tu carrera de modelaje y después venir aquí.
Giro mi vista hacia la ventana.
—No lo creo, estar en Inglaterra me estaba sofocando, necesitaba aire nuevo.
—Se refiere a Eithan, ¿cierto? —nombra a mi ex.
Frunzo el ceño y lo vuelvo a mirar.
—No quiero hablar de esto contigo, por favor retírate.
—Como desee —Hace una reverencia y se va.
Tomo el cigarro otra vez, entonces lo enciendo, poniéndolo de nuevo en mi boca.
—Maldita adicción —susurro.
No sé ni para qué recontrate a Vlad, creo que cuando descubrí lo de Eithan sentí que todo se derrumbaría si hacia todo sola, lidiar con este secreto me está matando ¿Y si mis padres se enteran? Ni idea qué podría pasar y mejor no quiero saberlo.
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