90: Pecas
El auto estuvo estacionado en medio de la calle por varios minutos, dentro Alger miraba desconcertado a su alrededor. El lugar parecía muy común…, se trataba de un buen vecindario, de hecho, la casa que estaba vigilando era muy colorida y acogedora. Nadie creería que esa casita sería propiedad de un gran villano como lo era Penumbra, pero era de esperarse, ella era lista, no se iba a exponer. Aún así, a Alger le sorprendió.
Miró su teléfono y luego a la casa por última vez para estar seguro de que era el lugar, luego salió del auto y fue a la parte trasera para sacar a la bebé de su silla. Una vez que la tuvo en brazos le entregó un pequeño juguete; una imitación de juego de llaves. La niña lo tomó y luego de darle una sacudida se lo llevó a la boca. A él no le preocupó porque siempre se asegura de desinfectar sus juguetes.
Alger atravesó el jardín de enfrente con mucha prisa, el día era soleado, mucho más que en otro lugar, tocó la puerta con desesperación y al abrirse Penumbra se quedó tan sorprendida que no dijo nada por un largo tiempo.
—Penélope… —dijo Alger a modo de saludo, pero no sabía cómo empezar la conversación. Ambos se quedaron mirándose en silencio. Mientras tanto él pudo analizarla. Ella no llevaba su atuendo caracterizo de villana sino un modesto vestido que era largo, sus mangas cubrían hasta la muñeca, además de un par de botas, la sombra que sustituía su cabello se ondeaba al rededor resaltando de algún modo su rostro pálido. Ella era una mujer atractiva, según Alger.
Pero no solo él se detuvo a observarla bien. Penumbra también lo miró fijamente de arriba a abajo. Nunca lo había visto con algo más que no fuera un elegante traje y joyas, conocía bien su vanidad.
—¿Pendragon? —dijo ella, pero su mirada ahora estaba sobre la bebé. Penumbra comenzó a hablar, apenas articulaba palabra pues aún estaba en shock. —¿Quién es ella?¿Qué haces aquí? Tú nunca te presentas sin anunciar antes, supongo que debe ser una emergencia. Además, ¿no estabas muerto?
Alger suspiró.
—Se supone, pero tienes razón. Es una emergencia. Te contaré los detalles si me dejas entrar ahora. Estoy a nada de prenderme en llamas.
—En ese caso pasa, al parecer tienes mucho que contar —dijo ella mientras se alejaba de la puerta, pero sin quitarle la vista a la bebé. Alger entró a la casa y examinó el lugar. Tenía razón al suponer que era un lugar acojedor. Habían flores, cuadros coloridos y..., ¿Eso era un ratón blanco?
—Te has metido en apuros otra vez Pendragon, de verdad creí lo de tu muerte… Empieza por la lindísima bebé que sostienes. Escuché que enviaste a tus matones por el héroe de capa negra, pero se hablaba de un bebé de por medio… entones significa que no es tuya, ¿verdad?
—Sí, sí es mía —interrumpió Alger sosteniendo con más firmeza a la bebé quien dejó caer sus llaves de juguete, estas no cayeron ya que él las atrapó en el aire.
Penumbra cruzó los brazos y frunció el entrecejo. De verdad no parecía el vampiro malvado del que tanto se temía. Incluso su voz era más apasible. Algo serio había sucedido.
—Entonces. Supongo que tu emergencia se debe a ella. Manejaste mucho para llegar aquí. Pudiste haber avisado. No es seguro que tú estés aquí, además. ¿Cómo me encontraste?
Alger tomó asiento en el sillón y acomodó a la bebé en su regazo.
—Sí, se debe a ella, por cierto su nombre es Eileen. Y sobre cómo di con tu paradero, no deberías seguir publicando cada acontecimiento de tu vida en instagram, es fácil rastrearte. Gracias por preocuparte por mí, pero no creo que a tu estúpido novio héroe le incumba tus asuntos de villana. Estoy aquí porque me debes un favor, ¿lo recuerdas?
Penumbra dejó caer los hombros.
—Creí que lo habías olvidado. Si se trata de eso está bien, te ayudaré, pero podrías por favor dejarme cargarla. Me está matando, es tan adorable— dijo mientras extendía sus brazos hacía ella. Alger dudó, pero se la entregó con cuidado. Penumbra empezó a juguetear con ella.
Alger empezó a hablar, explicando sobre su supuesta muerte diciendo que está vez viviría alejado con la bebé.
—¿Estás escapando de alguien? Debe ser eso, un gran lío para fingir tu muerte. Supongo que se debe a ella, ¿no? Sé que no es tuya... ¿De quién es? ¿Por qué es tan importante?
Alger se cubrió el rostro con una mano. No quería decirle la verdad a Penumbra, sabía que ella y Flug tenían una buena relación... Alger alzó la mirada de repente hacía ella. ¿Sabía que Flug había muerto?
Alger se aclaró la garganta y cambió el tema.
—No tienes que saberlo todo. Estoy aquí porque Eileen no se encuentra bien.
Penumbra miró a la bebé quien se veía completamente normal y cómoda entre sus brazos.
—¿Está enferma? Yo la noto bastante bien. Además, soy doctora, pero no esa clase de doctor, mucho menos un pediatra.
—Debes saber que ella no es humana, no por completo.
Penumbra le dió otra mirada a la niña.
—No es un vampiro, claro está, para mí se ve bastante humana... Solamente esa mancha en su naríz. No sabía que a los bebés les salía pecas...
Pero Penumbra dejó de hablar al ver qué Alger se puso de pie rápidamente y miraba tras de ella con una expresión seria. Al darse vuelta supo que Sunblast estaba ahí dándole la misma expresión a Alger.
Hubo un silencio pesado. Ambos estaban estáticos, pero fue Alger el primero en hablar mientras poco a poco tomaba una pose en defensa:
—Hola Capitán Bronceado— dijo con una sonrisa cínica.
Sunblast frunció el ceño, luego apretó los puños. El héroe vestía de forma casual igual que Penumbra y no había cambiado nada desde la última vez que Alger lo vió. Seguía siendo un gran sujeto con enormes músculos.
—Tú...— dijo el héroe arrastrando la palabra con gran desprecio. Entonces sus puños comenzaron a emitir una luz naranja.
Alger estaba en alerta, conocía los poderes de Sunblast y para los de su especie era de temer pues podía asesinar a un vampiro sin dificultad.
Penumbra podía sentir la tensión, estaba nerviosa. Cuando estuvo a punto de hablar Sunblast se impulsó hacía Alger alzando su puño brillante.
Alger esquivó el primer golpe y trató de darle un puñetazo en la cara, pero el héroe fue más rápido y pudo darle un golpe justo en el pecho. Como Sunblast tiene super fuerza el cuerpo de Alger fue impulsado hacia atrás chocando contra la pared. Todos los cuadros y adornos cayeron, incluso la caja de cristal donde estaba el ratón, el pequeño animalito corrió a esconderse.
—¡Sunblast, detente! ¡Sunblast!— gritaba Penumbra, y con todo el bullicio la bebé comienzo a llorar.
Alger miró su pecho y maldijo cuando vio su carne quemada y su ropa que ahumaba. Sunblast sonrió de manera victoriosa y se acercó despacio para volver a atacar, pero Penumbra se puso en medio moviendo a la niña de un lado a otro para que dejara de llorar.
—¡Ya es suficiente, Saúl!
Sunblast la miró y bajó los puños.
—¿Sabés quién es él, Penélope? Es Alger, un vampiro sangre pura... Una sandijuela, un maldito lunático. La última vez que estuvo en Atreno hizo una decena de homicidios en una noche y cuando lo encontré él...
—Oh, vamos. Esa vez solo estaba cenando— contestó Alger reponiendo la compostura y fingiendo que aquel golpe no le dolía.
Sunblast apretó los dientes y quiso golpearlo de nuevo, pero Penumbra lo detuvo.
—Él es mi amigo— dijo ella y el héroe se detuvo en seco. Parecía consternado. —Además ella es su hija, está aquí porque necesita un favor.
—¿Su hija? ¿Vas a ayudarlo? Penélope, no puedes...
—¿No puedo? Mírala, es una pequeña y hermosa bebé.
Sunblast miró a la bebé quien estaba dejando de llorar, su carita estaba húmeda y brincaba por el hipo.
Sunblast bufó, luego se pasó la mano por su cabello rubio mientras pensaba, al final le dio una mirada de confianza a ella y asintió.
—Está bien, pero apenas lo resuelvan jamás volverás a poner un pie en mi casa— amenazó a Alger. —Te largarás de Atreno o yo mismo te corto la cabeza.
—Saúl— dijo ella con amenaza.
Sunblast se apartó y al llegar a la puerta se alejó volando.
—Eso pudo haber salido peor— le dijo a Alger, pero su sonrisa desapareció cuando se percató de que el vampiro se desplomó presionando su herida.
—¿Estás bien?
—Sí, solo fue un golpe del hombre solecito.
—No te hagas el fuerte. Sé que te hirió. Vamos a mí laboratorio.
Alger se levantó y fue tras ella.
—Él dijo "mi casa". Sabía que era tu novio, pero no que vivían juntos. ¿No tienen conflictos de héroe-villano?
—Algunas veces, pero lo sabemos manejar.
Alger sonrió, pero no dijo más, conocía bien la historia de Penumbra y Sunblast, a pesar de todo nadie se oponía, incluso héroes y villanos toleraban tal cosa porque sabían que el amor no tiene barreras.
Bajaron unas escaleras en dirección al sótano, justo ahí se encontraba el laboratorio de Penumbra.
—Saúl nunca ha visto este lugar. Así que no te preocupes, estoy segura que no intervendrá de nuevo. No esperaba que te reconocieran de inmediato.
Alger se detuvo a inspeccionar un muro con armas de gran potencia admirando el intelecto de Penumbra para la fabricación de armas y mejoras en armamentos de combate.
—Nos enfrentamos un par de veces en el pasado, suelo alejarme de esta ciudad, es tan soleada. Todavía me sorprende que vivas aquí... Ya sabes, por tu condición.
Penumbra se detuvo, puso a la bebé en una mesa y le acarició su mejilla. Parecía pensar algo.
—Es mi cuidad, Alger. Además, sigo ayudando a los Umbras. Y ya no me consideran un enemigo público después de regresar a Sunblast a su tamaño original.
Alger tomó asiento en la misma mesa y volvió a alzar a la bebé quien de inmediato se aferró a él.
—Bueno. Tú decides— exclamó Alger.
Penumbra suspiró, fue hacia su computadora y empezó a teclear.
—Entonces. ¿Qué es lo que necesitas exactamente?
—Un análisis completo.
—Ok. Le tomaré unas muestras y en cuanto tenga los resultados te los enviaré.
Una vez que obtuvo la muestra se dedicó a curar la herida que Sunblast provocó. Mientras tanto él volvió a admirar su trabajo.
—Eres una gran villana, Penumbra. Podrías alcanzar más si te lo propones.
—Por ahora no tengo planes, Alger. Estoy a gusto con mis proyectos actuales, tengo mis clientes y sé que hago las cosas bien.
—Es verdad, al menos no te has unido completamente a la organización de... El sombrero.
Penumbra le dirigió una calida sonrisa.
—Flug es un gran amigo mío, compartimos el mismo gusto por la ciencia, hemos ido a algunas convenciones juntos, antes hablábamos mucho por videollamada, pero supongo que últimamente se encuentra muy ocupado porque no me ha contestado los correos. Es muy encantador, solía mandarme regalos en mi cumpleaños... Bueno, el punto es que la organización ya tiene a un gran científico— dijo, pero cuando lo miró se quedó sorprendida. Los ojos de Alger estaban húmedos y miraba a la nada con una expresión triste.
—¿Te encuentras bien?
Alger se sobresaltó.
—Sí. Ya es hora de irme. Estaremos en contacto, lamento ser un inconveniente para el 'señor solecito'.
Ella asintió tratando de volver a sonreír.
—Muy bien. Sabés, algo me dice que eres una padre sobreprotector, la niña se ve bien, no deberías darle mucha importa a esa peca, incluso si hay más brotes.
Alger asintió y después se marchó.
~
Al llegar a casa volvió a la rutina. Le haría caso a Penumbra y no sé preocuparía demasiado.
Una noche después. Alger estaba en la cocina, preparaba algo de comida para él y mientras el biberón se calentaba jugaba con Eileen. Le sujetaba las manos, hacía que juntara las palmas y luego le levantaba sus bracitos haciendo ruidos tiernos. A la bebé le encantaba ya que no dejaba de reír.
Entre esas risas se escuchó una tos. Alger miró, se trataba de Fred.
—Eres todo un caso— dijo su amigo, y Alger se ruborizó por completo. —Aquí solo con ella, me imagino que todo el día te la pasas jugando.
—No tengo nada más que hacer —confesó Alger.
—Ya veo. Bueno, aquí está lo que me pediste— habló dejando una enorme bolsa en el suelo. —Pañales, leche y todo lo que tu cría necesita. Usaré el auto para regresar, lo traeré la semana que viene con el tanque lleno ¿Necesitas algo más?
—Sí. Quédate a cenar. Podemos beber después.
Fred se quedó parado y mirándolo con sorpresa, no esperaba eso.
—Ok... Me agrada la idea de beber.
~
Luego de una cena en silencio fueron a la sala frente a un ventanal donde de veía bien el exterior notandose unas enormes nubes negras. Al parecer llovería. Alger puso a la bebé cerca, sacó una botella y sirvió apenas un poco. Fred lo contempla, luego agarró la botella y alzó una ceja.
—¿Tequila?
—Es lo único que tengo.
Fred carcajeó, pero tomó todo de una sola sentada. Alger dio un sorbo.
—Oye. ¿Quieres decirme de una vez qué pasa? —preguntó Fred.
Alger respondió con una mirada dudosa.
—Me refiero a todo esto, es decir... Siento que no eres tú. El bebé, tu forma de hablar, incluso tu formalidad, jamás decías gracias o por favor. ¿Estás bien? No me vayas a decir la estupidez de que la niña te ablandó el corazón y quieres retirarte de la villania... O peor aún...
—¿Convertirme en héroe? No seas incrédulo. Estoy tomando tiempo, solo eso. Además, mis negocios siguen en pie, ¿no? No tengo por qué preocuparme. Es solo que Eileen es muy pequeña, necesito estar a su lado todo el tiempo.
Fred suspiró hondo.
—Si que has cambiado— musitó.
Alger no siguió la conversación, solamente siguieron bebiendo hasta que la botella se vacío.
~
Más adentrada la noche, Alger quiso dormir un poco, así que después de arrullar a Eileen con música de piano fue a la cama a dormir con ella.
Durante la noche la lluvia aumentó convirtiéndose en una tormenta eléctrica. Tras un fuerte trueno Eileen comenzó a llorar. Alger la abrazó, él sabía perfectamente lo que era temer a esos estruendos y recordó algo de su infancia que aún le dolía:
Una vez, en la mansión, su hogar, hubo una gran tormenta, los techos goteaban y su padre tuvo que poner refuerzos en las ventanas para que el agua no se colara dentro. Él era apenas un niño, el pequeño Alger asustadizo.
Estaba en su habitación, debajo de las sábanas en compañía de su mascota, un gatito. Y en cada trueno su cuerpo saltaba. De pronto la única veladora se apagó dejándolo en total oscuridad. Alger se levantó, pero no pudo avivar la llama.
Un nuevo relámpago iluminó la habitación y con ello un estruendo que lo sacudió todo, incluso su mascota huyó de miedo. El rayo había caído al lado de su habitación, en un árbol ya que pudo escuchar como la madera crujía. Alger nunca había escuchado algo así y salió de su habitación corriendo.
—¡Mamá! ¡Mamá!— gritó al llegar a la habitación de sus padres. Alger se detuvo en la puerta y miró dentro. Su madre estaba en la cama haciendo costura y su padre estaba a su lado, dormido.
Su madre alzó la mirada y dio una divertida risa, puso al lado su costura y dió unas palmaditas en la cama. Alger corrió y se metió en medio de ambos.
Su padre se despertó y se hizo a un lado.
—¿Estás asustado? Solo se debe a la lluvia. No te va a pasar nada— lo consoló su madre mientras limpiaba las lágrimas de su hijo.
Alger la miró y el brillo de sus ojos carmesí al igual que los de él le brindó paz. Además, estar entre el calor de sus padres siempre le quitaba cualquier miedo.
—Madre, ¿puedes contarme mi cuento favorito? —le preguntó al mismo tiempo que le daba un abrazo.
Su padre se incorporó.
—Es buena idea. A mí también me gusta esa historia.
Ella abrazó de nuevo a Alger.
—Está bien, les contaré la historia: Había una vez, en un gran palacio un muy, muy apuesto príncipe. El príncipe era muy feliz, pero un día el tirano de su padre le pidió que hiciera algo horrible, algo con lo que estaba en desacuerdo... ¿Sabés que era, Alger?
El niño asintió.
—Sí, su padre quería que se casara con alguien que no amaba.
—Muy bien, correcto. Entonces, su padre le decía que si no se casaba con aquella mujer que él no amaba jamás podría ser rey, y eso era lo que el príncipe siempre anhelaba. Él quería ser una rey bondadoso y justo, pero no iba a permitir que escogieran por él algo tan importante, sobre todo porque él ya amaba a alguien más. Así que decidió desafiar a su padre y huyó con la persona que amaba, dejando atrás su vida y amigos.
—Tengo que mencionar que él príncipe hizo lo correcto —interrumpió su padre. Jamás se arrepintió.
—El príncipe y su amada encontraron el lugar perfecto para vivir juntos y no les importaba que sus familias ya no los querían pues se tenían el uno al otro, aunque poco después hicieron su propia familia, tuvieron un hermoso hijo, y vivieron felices por siempre.
—Muy felices —enfacitó su padre abriendo los brazos para tomarlos a ambos dándole un beso en los labios a su esposa y uno en la frente a su hijo. Los tres rieron y Alger olvidó su miedo.
Alger salió de ese recuerdo con un sobresalto sin darse cuenta que una lágrima rodaba por su mejilla. Era difícil creer que antes una simple historia lo hiciera sentir mejor y que la frase "vivieron felices para siempre" fuese el mejor consuelo y su propósito. Sacudió su cabeza como si con eso pudiera olvidar, así que abrazó más a su bebé y le dió un beso en la frente. Para consolarla.
Por la mañana, al despertar notó que la pequeña tenía otra diminuta mancha negra en su rostro, justo después recibió una llamada, era Penumbra quien ya tenía los resultados.
*****
Notas
Fue un pequeño capitulo, pero me gustó mucho en realidad.
En mi fic Penumbra y el solecito son pareja y viven juntos porque me gusta la ship y creo que ellos merecen ese final.
Tengan presente la historia que le decían a Alger. Será algo muy importante después.
No puedo creer que ya llevo más de cien capitulos de esta historia.
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