88: Primeros cuidados

Alger no era alguien que durmiera demasiado, pero esta vez se sentía tan cansado que apenas se acomodaba y su ojo se cerraba para hundirse en un sueño profundo, pero no tenía simples sueños, ahora los recuerdos regresaban a él convertidos en pesadillas.

Su primer sueño no era más que un recuerdo de apenas un par de días atrás, solo se trataba del momento en que corrió dentro de su mansión al notar el fuego. Podía escucharla llorar a la beba, sabía que ella estaba ahí dentro, en peligro y, por un instante se olvidó incluso de su gran miedo al fuego, él iría tras ella, tras la niña que lo había arruinado todo.

Cuando Alger entró a su mansión vio el fuego frente a frente y por primera vez no revivió la aterradora imagen de sus padres quemándose, sino que sentía pánico, tenía miedo de que ella se quemara.

El fuego consumía todo a su paso, el humo se juntaba y formaba una nube tensa que sustituía el oxígeno, aún así, sin pensarlo se abrió paso entre el fuego hasta llegar a la puerta, pero al abrirla se abrió otro recuerdo. Se trataba de uno que había olvidado:

Alger era demasiado joven y novato. Black Hat le daba lecciones importantes, esta vez quería probar su lealtad.

—Así que... Vives para mí, pero ¿también matarías por mí? — preguntó Black Hat detrás de su escritorio, con una sonrisa que no podía esconder. Alger tragó saliva y asintió.

—Sí, le entregaría la sangre que desease, mi señor— contestó tratando de no tartamudear.

—Eso quiero verlo— dijo Black Hat mientras se levantaba e iba a su lado. El demonio con sombrero lo examinó y comenzó a hablar con firmeza:

—La mayor debilidad de los buenos corazones es el sufrimiento, pero no el propio, los estúpidos héroes siempre lucharán para evitar el dolor de los demás, aquel dolor que más les lastima es de aquellos que de verdad aman, la familia siempre será una condena a su integridad. Los rompe... Demuestra que puedes hacer eso.

Alger asintió mientras Black Hat meneaba la mano trayendo entre sombras a una familia que se protegía entre sus brazos. Alger los miró, él reconoció al padre, un afamado héroe, la mujer debía ser su esposa y el bebé su hijo. El héroe estaba derrotado, pero Black Hat había capturado a su familia. Era evidente el terror que sufrían, la mujer se aferraba a su hijo y el héroe los miraba con odio y desesperación, sabía muy bien su destino.

—Conoces muy bien a este gusano, se atrevió a suponer que era lo suficientemente fuerte para retarme, pero no es muy listo o inteligente, ni siquiera pudo proteger a su familia. No lo mates, aun, veamos qué tanto puede agonizar en su miseria al ver morir a los que ama— dijo Black Hat con júbilo pues no había nada mejor que ver sufrir a un héroe. Y lo había logrado. El hombre comenzó a implorar apenas lo escuchó.

Alger mordió su labio, la orden era clara; asesinarlos y gozar del dolor del héroe.

Su jefe era demasiado exagerado y realmente cruel. Él se preguntaba por qué hacer todo este espectáculo, había derrotado al héroe, por qué no solo asesinarlo, por qué condenar a toda su familia. Pero no podía protestar, sabía que eso también sería la muerte para él.

Alger se acercó a la mujer. Ella imploró y atrajo más a su bebé, el héroe intentó detenerlo, pero Black Hat lo contuvo mientras sonreía dichoso, tan alegre por ver sus juegos crueles.

El vampiro sostuvo a la mujer del cabello y la obligó a arrodillarse ante él. Ella lloró y lo miró directamente a los ojos, eso hizo que Alger se detuviera y cambiara su mirar al pequeño que sostenía. No entendía qué estaba pasando, él era un asesino, había acabado con la vida de tantos, tan solo para alimentarse y otras por diversión, pero ahora se sentía como si fuese la primera vez.

—¡Date prisa!— gritó Black Hat con impaciencia.

Alger tragó hondo, después le rompió el cuello. La mujer cayó aun con el bebé en brazos, y entonces todo se consumió en el grito desgarrador del héroe y el llanto del bebé.

—Debiste asesinar primero al estúpido bebé. Odio sus malditos llantos— le dijo Black Hat mientras se acercaba y recogía al bebé. Él lo examinó y luego sonrió con malicia. —La sangre pura de un inocente es deliciosa, pero por ahora puedes quedártela tú. Tómalo como una recompensa... Solo déjame el corazón, es lo que mejor sabe.

Black Hat sostenía al bebé como si fuese cualquier cosa y al mirarlo reflejaba deseo, babeaba y lamia sus dientes con ansia. Alger se quedó inmóvil... Jamás había matado un bebé. No era algo necesario... No era correcto.

La mente de Alger comenzaba dudar, aun más entre el llanto y los gritos del héroe. Black Hat estiró su mano para entregarle al bebé, pero él no lo sostuvo, Alger dio la vuelta y fue tras el hombre para morder su cuello. Lo mordió hasta que sus gritos cesaron y cuando murió solo se quedó mirando el cuerpo. No tenía la valentía para mirar a Black Hat, sabía que lo había desobedecido, podía sentir su mirada fulminante detrás de él.

—No puedes hacerlo... ¿Cierto?— habló Black Hat arrastrando sus palabras con enojo.

Alger tenía un nudo en la garganta, ni siquiera podía tragar saliva y su corazón iba tan de prisa que sentía que en cualquier momento se saldría de su pecho.

Black Hat sonrió ante la cobardía de Alger. El vampiro estaba tenso y no se atrevía a darse la vuelta para mirarlo siquiera, pero no fue necesario mirar, Alger escuchó un grito ensordecedor por parte del bebé, sus huesos crujir y luego simplemente silencio... Pudo oler la sangre y escuchar la risa de su jefe que se infundía en su mente, aquella risa que se convertía lentamente en un gruñido bestial.

Alger se dio la vuelta y alzó la mirada. Black Hat tenía la apariencia de un monstruo enorme; sus garras y sus colmillos goteaban de sangre... Él había asesinado al bebé y se lo había comido de un solo bocado. Tan solo imaginarlo le hizo estremecer, era perverso, era..., terrorífico. Alger había comenzado a temblar mientras se decía a sí mismo que jamás podría asesinar a un bebé porque eso no era ser un villano..., no había nada para describir aquello.

—La sangre que desee, dijiste. Pues que sea la tuya— vociferó la bestia antes de atacarlo.

+

Alger se despertó de golpe y con un grito. Estaba temblando y su sudor se marcaba en su frente. Ya podía recordar lo que pasó después. Ahí había comprendido que jamás debía desobedecerlo. 

Tocó su cuerpo tras recordar las heridas, pero supo que solo había sido un recuerdo muy vivaz, él estaba bien. La sangre seca de su traje de héroe no era suya sino de la persona de la que se había alimentado recientemente.

Miró de un lado a otro y suspiró de alivio al ver a la niña a su lado. Ella descansaba plácidamente.

Alger se recuperó y pensó en cambiarse, ya era hora de usar un nuevo y limpio atuendo no sin antes darse un baño, tal vez eso despejaría su mente.

Se levantó con intensión de ir al cuarto de baño cuando de repente se detuvo a mirar a la bebé. La niña había abierto los ojos y estaba haciendo un gesto extraño.  Alger no comprendió hasta que un desagradable olor llegó a él.

—Agh— se quejó mientras tapaba su nariz. —Acabas de ensuciar tu pañal. Que asco. ¿Cómo puedes tener esa cara adorable y al mismo tiempo ser una fábrica de popó?

Los labios de la niña temblaron, estaba a punto de llorar. Pero entonces la puerta sonó. Alger se alegró. Estaba seguro que se trataba de una recamarera. Había llamado una al llegar al hotel donde se encontraba.

Fue a abrir la puerta, tan poco que apenas podía verse su rostro.

—¿Señor Pendragon? Traigo su pedido— habló la dama sacando una bolsa con toallitas húmedas, talco y pañales. También sacó un biberón con leche tibia. —El biberón es nuevo, supervisé que fuera hervido primero y la leche está a buena temperatura.

Alger estiró la mano y tomó todo evitando que lo viera.

—Gracias... Llegó justo a tiempo... Eh. Ya que está aquí, me preguntaba si usted pudiera... Ya sabe, el pañal.

La mujer lo miró y luego sonrió.

—Lo lamento. No puedo ayudarlo con eso. No me pagan lo suficiente.

—El dinero no es un problema para mí— respondió Alger de inmediato, casi rogando para que lo hiciera. En cambio, la empleada solo negó con la cabeza.

—Todos dicen eso— habló al final antes de marcharse.

Alger gruñó y cerró la puerta con un fuerte golpe. Y enseguida la puerta volvió a sonar. Él abrió pensando que se trataba de la mujer, pero esta vez era un hombre alto y de aspecto sombrío. Usaba lentes negros, un sombrero de ala larga y un cubre-boca. También tenía un maletín.
Alger lo reconoció de inmediato. Era su más fiel socio.

—Te estaba esperando. ¿Tienes lo que pedí?— preguntó Alger sin abrir la puerta por completo pues en su mano sostenía los artículos para la bebé y no quería que los viera.

El hombre se quitó los lentes y el cubre-boca dejando al descubierto sus ojos cafés destellantes y sus colmillos. Luego lo analizó y sonrió con burla. Estaba asombrado. Jamás había visto a Alger de esa manera; tan sucio y desalineado, incluso con sangre seca en su ropa. Alger era alguien que procuraba mucho su aspecto y siempre lograba asombrar e intimidar, pero ahora daba vergüenza.

—Sí— le contestó dándole el maletín. —Identificaciones falsas, tarjetas bancarias, una laptop, teléfonos y las llaves del auto que pediste. Lo encontrarás afuera.

Alger tomó el maletín.

—Olvidé mencionar que está vez el cambio de identidad es permanente. Así que asegúrate de darme por muerto. Di que un héroe de la asociación de sombrero blanco me asesinó. Mi casa será la evidencia. Estaré en contacto contigo, necesito una nueva casa. No despidas a nadie de mis secuaces, cuéntales el plan, pero que pase desapercibido...

—¡¿Agh, qué es ese horrible olor?!— interrumpió su amigo dando un paso atrás.

Alger se sobresaltó. Era claro que ningún vampiro con su olfato súper desarrollado pudiera pasar por alto ese aroma.

El hombre alcanzó a ver y escuchar a la niña y su mirada cambió por completo. Enseguida le reclamó.

—¡¿Qué demonios, Alger?! De qué se trata todo esto. Primero descuidas los negocios, te alejas y cuando reapareces presentas uno de tus amantes, después mandas a secuestrar a un bebé y luego planeas tu muerte de nuevo. Ya sabía que estás loco, pero esto es demasiado, incluso para ti. ¿Quién es ese niño que te  importa tanto?

—Es una niña— respondío Alger entre dientes. —Y no puedes quejarte. Todo lo que tienes, tu inmortalidad, tu fortuna, todo es gracias a mí. No cuestiones mi vida o acabaré con la tuya. ¡Sigue mis órdenes y cierra la maldita boca!

Su amigo entrecerró los ojos y lo miró atento sin decir nada de lo que pensaba. Simplemente asintió. Logró ver dentro otra vez y observar a la bebé que tenía las manitas en el aire, luego volvió a mirar a Alger y asintió.

—Estás es otra de tus malas rachas, ¿Eh? Otros de tus tontos caprichos. No es nada fácil jugar a ser papá, Alger. Te conozco desde hace mucho y sé que siempre quisiste ser uno, pero no creo que te sienta bien. No sabes nada de paternidad, menos con un bebé. ¿Quieres un consejo? Cómprate un libro para cuidar eso. Necesitaras un manual. Ja,ja,ja. Seguiré con tus órdenes, 'amigo'—le dijo con calma y resignando. Sabía que no le convenía discutir con Alger. Después de todo tenía razón.

Alger cerró la puerta después de que su socio se marchara. Puso el maletín en la cama y le puso más atención a la bolsa con los artículos para bebé. Sacó el pañal y miró a la bebé.

—¿Debería darte de comer primero o asearte?

La bebé balbuceó.

—Bien. El pañal primero... Creo que es lo más asqueroso que haré en mi vida, pero es algo natural. ¿Cierto?

Alger hablaba más para sí mismo. Era la única forma de  calmar su negativa y tratar de convencerse a sí mismo de hacerlo.

Se acercó a ella. Él se quitó el saco y a ella comenzó a desabrocharle su ropa. La última vez que la habían aseado había sido en casa de los pueblerinos que los acogieron pensando que él era un héroe. Pero ahora estaba solo.

Alger arrugó la cara en cuanto miró el contenido del pañal y unos segundos después se alejó tapando su boca. Estaba a nada de dar arcadas. Nunca se le había revuelto tanto el estómago como ahora.

<<Pero que horror, esto es tan desagradable>>, pensó al dar un paso atrás.

La niña, en cambio, daba pataditas y babeaba con su mano en la boca. Ella solo esperaba.

Alger sabía que no había vuelta atrás, así que contuvo la respiración y lo hizo lo más rápido que pudo. Al final el pañal sucio se encontraba en la basura y la bebé estaba cómoda. Alger hizo un buen trabajo después de todo y estaba bastante orgulloso.

Él la tomó en brazos y prosiguió a alimentarla, pues no quería que la leche se enfriara.

Tardó mucho en encontrar la posición correcta, pero una vez que lo logró no despegó su mirada de ella. Era muy adorable verla sostener el biberón con esas pequeñas manitas.

Al terminar Alger la puso contra su hombro.

—Según sé debo darte palmaditas en la espalda y hacer que eructes... Solo no me vayas a vomitar encima.

Pero apenas lo había dicho pasó. A la pequeña se le regresó la leche y Alger se estremeció al sentirlo en su espalda.

La bebé comenzó a llorar y Alger a sentir el mayor arrepentimiento de su vida.

—Criar a un bebé. ¿Cómo se me ocurrió? Soportar los llantos inconsolables, los mocos, los pañales sucios y esa obsesión por llevarse los objetos pequeños a la boca— se decía a regañadientes, luego suspiró y puso a la nena en la cama para limpiarla.

Después de un rato y de haberla calmado comenzó a arrullarla. La tenía en sus brazos y la movía lentamente de un lado a otro sin apartarle la mirada. Ella tenía su puño en la boca y los dedos llenos de babas, pero cuando encontró la mirada de Alger dió un gran grito de alegría, sacudió los piecitos
Y sus ojos brillaron como estrellas.

Alger sonrió sin poder evitarlo.

—Oh no. Ni siquiera lo pienses, Alger Pendragon. No puedes enamorarte de este bebé— se dijo a sí mismo sabiendo muy en el fondo que ya lo había hecho.

Pero también sabía que cuidarla no sería fácil. Él no entendía todo lo que necesitaba y supo que tal vez su amigo tenía razón; necesitaba comprar un libro.

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Hola. Lamento haber desaparecido tanto tiempo y regresar con un capítulo muy corto, pero no tengo laptop, tiempo y no soy muy fan de escribir en teléfono, pero lo logré. 😃

Pues solo quiero agradecerles como siempre ❤️🎉💖🙏 ya saben que los amo. Trataré hacer pequeñas choco-aventuras de estos dos e ir poniendo pequeños detalles de qué pasó con todos los demás. Por ahora hay que concentrarnos en ellos dos y reir un poco después de tanto drama.

Les dejo el perfil de donde saqué la imagen y agradecerle. Sorry por tomarla tan así. No me odies, plis.

Nos vemos en la próxima. Pueden darme consejos para aventuras con la bebé. Estoy abierta a todo tipo de ideas.

Por cierto. Se preguntarán por qué Alger le puso ese nombre. ¿Recuerdan que así le decía a su esposa?

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