84: Un nuevo comienzo

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Cuando Black Hat cruzó la puerta tenía la mirada en alto, aunque no sabía que hacer ni a donde ir, estaba tan confundido... enojado... tan triste. Quería pensar que Flug, quien estaba en sus brazos aun vivía, que simplemente se encontraba en un profundo sueño como lo había estado él y que encontraría la manera de hacerlo despertar, podía fantasear con un nuevo reencuentro, pero su consuelo no ayudaba, sabía que no había latido en él, que su cuerpo estaba perdiendo calor y que sus ojos jamás volverían a encontrarse con los suyos. Darse cuenta de ello le destrozaba más el corazón y sus lágrimas caían con más desconsuelo.

La profunda tristeza se mezclaba con la desesperación y furia, que era evidente ya que en cada paso por las escaleras la madera grujía y en solo segundos comenzaba a arder.

Black Hat desapareció justo en el último escalón dejando atrás un rastro de fuego que comenzaba a extenderse, ese mismo camino de fuego que iba hacía la bebé. Pero ella ya no le importaba, ya ni siquiera pensaba en ella.

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Alger abrió los ojos de golpe justo al escuchar el fuerte llanto de Evil. No se había percatado de que había perdido la razón por algunos minutos, algo había pasado que de pronto se sintió tan mal, como si hubiese recibido un relámpago o como si le arrancaran el corazón... o más bien, el alma. Cuando eso pasó había perdido la razón, se había desmayado porque su cuerpo simplemente no lo soportó. Era extraño, se sentía mal, con una profunda necesidad de llorar y gritar, y, de hecho, no pudo contener su llanto. Sentía dolor en su pecho, no un dolor físico sino espiritual. Pero era difícil de entender, no dejaba de preguntarse, ¿por qué se sentía así? ¿Por qué estaba llorando de esa manera, por qué se sentía tan devastado y vacío?

Pero la a sangre que salía de su hombro llamó su atención, ésta ya había llegado hasta su rodilla, su traje blanco ahora era un desastre, la perdida de tanta sangre le estaba afectando, aun así, se estiró con cuidado dejando escapar un gemido de dolor por la espada que aun lo atravesaba y que al mínimo movimiento le cortaba más.

Tuvo la suficiente fuerza para levantar su brazo y quitar el arma, al caer se frotó la sien, limpio sus lágrimas y luego alzó la mirada en dirección al cielo dejando caer la mandíbula con gran asombro, en el cielo las nubes comenzaron a juntarse y luego engrandecieron cubriendo todo con una gran nueve negra que crecía más y más, en cuestión de instantes todo se había oscurecido como la noche, el aire comenzaba a agitar los árboles con fuerza. Alger no podía creerlo, no podía ser verdad, él sabía perfectamente quién era el único que podía crear una atmosfera tan siniestra como esa...

«Black Hat», pensó mientras veía que relámpagos recorrían los cielos y que junto con ellos estrepitosos truenos hacían temblar los vidrios de las ventanas. Aun con todo eso él aun podía escuchar a la bebé llorar.

Alger frunció el ceño, se preguntaba qué estaba ocurriendo, además que le costaba creer que Black Hat estuviese ahí, con vida, pero apenas las dudas comenzaban a saltar en su mente todo regresó a la normalidad: la nube negra se desvaneció tan pronto como se había formado, los relámpagos y estruendos desparecieron y las ráfagas de aire cesaron dejando únicamente el meneo sobre las copas de los árboles.

Él observó alrededor y luego su ojo se fijó en la ventana que daba a la habitación donde había dejado a Evil. Creía que Flug debía estar ahí con ella, pero un escalofrío recorrió su cuerpo cuando vio que dentro de la habitación había fuego. Alger no se detuvo ni un momento más a pensarlo y corrió lo más rápido posible hacia la habitación. Al entrar a su hogar notó que las llamas también estaban consumiendo la vieja madera de las escaleras, había todo un camino de fuego en dirección a la habitación donde se encontraba la beba, pero eso no fue impedimento para llegar arriba a pesar de que sí sufrió ligeras quemaduras.

Abrió la puerta y buscó entre la habitación que estaba completamente en llamas; las paredes, los muebles... Los peluches ya se habían consumido por completo al igual que las sábanas y la almohada de la cuna. Alger buscó desesperadamente a la bebé con la mirada pues el fuego había acabado con el oxígeno y el humo que se encerraba era algo peligroso para ella. Afortunadamente la encontró en el suelo, lejos del fuego. Él la tomó y enseguida salió de la casa junto con ella.

Alger se detuvo a mitad del jardín frontal y luego cayó al suelo con ella en brazos. Respiró hondo, sacudió un poco su traje para apagar algunas cenizas y después puso toda su atención en ella. La pequeña lloraba y comenzaba a respirar mejor, pero lo que le sorprendió a Alger era que su carita estaba herida, él la meció y siseo para tratar de calmarla, aunque se detuvo súbitamente al notar la herida sobre su ojo y que gracias a ella su cuenca se inundaba de sangre. Él limpió la sangre con su propio saco y al saber de la herida bastó lamer una sola vez sobre ella para que se cerrara. Aun así, Evil no dejaba de llorar.

Alger aún se sentía mal, pero dejaba de lado su estado por revisar a la bebé en busca de otra herida, por suerte ella se encontraba bien, solamente estaba asustada. Alger suspiro de alivio, luego la contempló mientras su corazón dejaba de latir tan apresuradamente. Estaba pensado, poniendo las piezas en orden, tratando de responderse; ¿por qué ella estaba ahí, herida? ¿Dónde estaba Flug? Se suponía que toda esa lucha había sido para llegar a ella y, ¿ahora simplemente había desaparecido dejándola en medio de una habitación en llamas?

Nada tenía sentido, mucho menos ese extraño acontecimiento. Él recordaba cuando Black Hat se enojaba de verdad y el cielo llegaba a tornarse de un color rojizo como si estuviese en llamas, también se pintaba de verde y había relámpagos. Aunque, esta vez había sido diferente, el día se había oscurecido, nunca había escuchado estruendos así y admitía que le habían provocado escalofríos. No había sido algo que demostrara la ira de Black Hat... Había sido algo igual de tétrico, pero no era ira, más bien parecía tristeza porque cuando los árboles se agitaban casi pudo jurar que el sonido que daban eran lamentos.

Alger agitó la cabeza, ¿Black Hat lamentándose? Era algo que no podía ni imaginar. De hecho, él volvía a sentir miedo de pensar que de verdad estaba vivo, o quizá su miedo era bastante real porque tenía prueba de ello.

Sacó a Black Hat de sus pensamientos y volvió a enfocarse en la niña, ella volvía a retomar su color rosadito, es más, su cara estaba enrojeciendo de tanto llorar, ya no estaba pálida ni débil como antes, ahora agitaba sus manos y pataleaba.

—Estás bien, ¿verdad?— le dijo mientras acariciaba su mejilla. —Puedo sentirlo, te recuperaste, pero ¿cómo... Do-dónde está Flug? ¿Por qué estás sola, sabes dónde está él? —le preguntó y guardó silencio como si fuese a tener respuesta.

Alger volteó atrás y dio un vistazo a su mansión, el humo empezaba a salir por la puerta y se oía claramente como la madera ardía. Él comprendía que no podía hacer nada pues su mansión era tan vieja que no tardaría en consumirse. Aun así, estaba formulándose un plan y necesitaba regresar adentro.

—Espera aquí, niña. Tengo un plan— le dijo antes de envolverla y ponerla en un lugar donde no se rodara.

Alger se adentró a la mansión. De las escaleras ya no quedaba casi nada, el fuego ardía con intensidad en la parte de arriba y apenas se estaba extendiendo por la sala, pero aun no llegaba a la habitación que necesitaba. Así que no fue difícil entrar y tomar lo necesario. De regreso a fuera no pudo evitar quedarse por un breve momento y contemplar el interior.

Sintió como un nudo se le formó en la garganta al recordar su vida en ese lugar; la infancia con sus padres, aquellos maravillosos años con Helene... con Flug. Todo eso se volvería cenizas.

Otra lágrima cayó cuando miró dos de sus cuadros quemarse al unísono. Se trataba de dos cuadros que el mismo había pintado de su querida Helene y de su amante que tanto había anhelado. Él hubiese querido tomar más de esa casa, tal vez una de las pertenencias de su antigua esposa, o algún objeto de valor, pero decidió no hacerlo. No estaba despidiéndose de ese lugar, tenía la plenitud de regresar algún día porque ese era su hogar, siempre lo sería.

Alger volvió con la bebé dejándose caer de rodillas ante ella, gimió de dolor nuevamente y acaricio su brazo, donde la espada lo había atravesado, no estaba sanando y lo comprendía bien, que por haberse desangrado no sanaría.

Así que volvió a suspirar y de entre los objetos que había sacado de la mansión tomó un libro.

—Si Black Hat está convida, y al parecer con su poder demoniaco restaurado significa que nos puede encontrar, y hablo principalmente por ti, niña. Así que necesito esconderte— dijo mientras abría el libo y hojeaba.

Alger encontró lo que buscaba. Leyó lo escrito hasta aprender el procedimiento y luego se preparó: lo primero que hizo fue quitarle el collar en forma de corazón a la bebé. Lo observó fijamente recordando cuando Flug lo tomaba en aquellas veces que se perdía en sus pensamientos. Alger sabía que ese collar era algo que Black Hat le había dado a Flug y aunque nunca le reprochó siempre le disgustaba porque jamás se lo quitaba.

Aunque, también sabía que la piedra roja en medio no era cualquier cosa sino una gota de la sangre de Black Hat.

—Sangre de demonio, pero no de cualquiera— le dijo a la bebé mientras sostenía a lo alto el collar. —Tiene el suficiente poder para realizar cualquier hechizo. Y, afortunadamente, soy experto en eso. Cometieron un gran error al dejarte aquí, niña. No volverán a encontrarte nunca más —dijo con seguridad.

Alger inició el ritual. Le bastó una gota de sangre de ella, una de él y conjurar algunas palabras. En cuanto terminó y le puso el collar de nuevo éste resplandeció. Había resultado.

Alger guardó el libro, se puso una mascara que cubrió todo su rostro y un sombrero de copa color blanco que se adornaba con una pluma blanca.

—¿Sabes en qué más soy un experto? En las mentiras. No puedo hacer mucho en esta condición, necesitamos irnos de aquí, sé que hay un pueblo muy cerca, necesito ayuda y este disfraz nos servirá —habló al mismo tiempo que la tomaba. Evil por fin dejó de llorar, a la pequeña le había consolado que alguien le estuviese hablando.

Alger la sujetó con su brazo sano y comenzó a caminar. Aunque sus piernas temblaran y estuviese por caerse varias veces. Eso era algo que nunca había pasado, estaba más débil de lo que imaginaba. Y tenía mucho en que pensar. 

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White Hat miraba al anillo luego el rostro de Slug y de nuevo a la argolla. No sabía qué decir, las palabras no se formaban. Por un momento su mente se había paralizado y las emociones del verdadero White Hat se manifestaban, sólo era sorpresa.

Sin embargo, el silencio se rompió cuando una nube espectral se abrió y de ella apareció Black Hat.

Clemencia, Slug y White lo miraron no sólo con sorpresa sino con mido, en cuando Black Hat tocó el césped todo había cambiado, el cielo empezaba a oscurecerse, hacía más frío y sus cuerpos se estremecieron como si su mera presencia les hiciera doblegarse.

Slug había bajado el anillo cuando miró el cuerpo de Flug inerte entre las manos de Black Hat, que lo apretaba con tanta fuerza y a la vez con cuidado para que sus garras no lo cortaran.

Slug supo al instante que algo estaba mal. El cuerpo de Flug se veía herido y con algunas gotas de sangres como si hubiese estado pelando recientemente, pero, verlo inconsciente le preocupó demasiado. Se suponía que ahora que era un vampiro era mucho más fuerte, él mismo lo comprobó cuando luchó contra él. ¿qué, o quien pudo dejarlo en ese estado? Y, ¿Dónde estaba la pequeña Lyn?

—Qué... ¡Qué fue lo que le hiciste? ¡Dónde está la bebé? — gritó Slug dando un paso al frente, estaba más preocupado por su amigo y la niña, tanto que había dejado de lado la sorpresa de ver a Black Hat vivo.

Black Hat quien hasta entonces tenía la mirada baja y oculta bajo el ala de su sombrero no dio respuesta, él lo ignoró, en cambio dio un paso en dirección a White y lentamente alzó la mirada, al hacerlo todos pudieron contemplar una lágrima rojiza que rodó por su mejilla, atravesó su labio caído y llegó hasta el cuerpo de Flug. Black Hat estaba llorando. 

Cuando Slug y White miraron esa lágrima se estremecieron. Para el joven héroe eso fue una señal, Slug fijó su mirada en Flug por unos segundos y tal fue su sorpresa en ver que el pechó de Flug no se movía que incluso dejó caer el anillo de su mano.

Black Hat caminó, ni siquiera volteó a ver a Slug, pero grandes tentáculos sombríos se levantaron del suelo y los envolvieron, a él y a Clemencia, hasta la boca evitando que pudieran hablar.

Slug intentó no ser atrapado, quiso evadirlo e ir contra Black Hat, pero no pudo evitar la sombra que lo puso de rodillas frente a Black Hat y White. Él había visto atento como el anillo caía y se perdía entre el césped, aunque también ignoró a Slug para poner su mirada en su hermano.

Cuando sus miradas se cruzaron por apenas un instante White Hat no desaprochechó la oportunidad. Él dio una sonrisa siniestra, una sonrisa hiriente para Black Hat quien conocía bien ese gesto burlón, era él quien siempre daba esa sonrisa macabra, pero ahora su boca mostraba todo lo contrario, sus labios se apretaban con seriedad. 

Pero no dijo nada, Black Hat se arrodilló y frente a él puso con tanta delicadeza el cuerpo de Flug.

Slug y White abrieron los ojos a la par.

—Sólo tú puedes traerlo de vuelta, conozco tus habilidades, yo mismo he visto como lo haces. Sé que puedes traer a la vida a cualquiera, hazlo... regrésamelo —imploró Black Hat. Algo que ni Slug o White Hat hubieran imaginado jamás.

Aunque, en ese mismo instante Slug sintió que perdía la cabeza, si no fuese porque su boca se cubría habría dado un fuerte grito. Él intentó zafarse, se movió con desesperación, pero fue inútil. Lo único que podía hacer era mirar y escuchar mientras su corazón se rompía en mil pedazos... Flug, su hermano no podía estar muerto. Se negaba a creerlo a pesar de que su cuerpo estuviese enfrente y fuese evidente que no tenía signos vitales.

—Oh, Black Hat— dijo White Hat, ajeno al sufrimiento de Slug. Él meneó la cabeza y disimuló pena en su voz, aunque su sonrisa demostrara lo contrario. —¿Estás llorando, por él? ¿Por este vampiro el cual te abandonó cuando apenas tuvo oportunidad?

Black Hat apretó sus garras, su mirada fue a Flug, a sus labios en los cuales sobresalían un par de colmillos, y tras un instante de silencio y un gesto de duda se obligó a decir:

—Por favor... devuélvele su vida. Puedes hacerlo. ¡Hazlo!

—No —interrumpió con firmeza. —No hay nada que se pueda hacer con esta basura. Solo míralo, decidió dar su humanidad por vida eterna, por la misma que se le fue arrebatada. Perdió la vida cuando se hizo vampiro, ya regresó de la muerte una vez, y la poca vitalidad que le quedaba fue tomada ya. Ahora es un cuerpo vacío, es tarde, no se puede hacer nada por él.

Black Hat dejó ver sus colmillos. Incluso este White podía ver lo que pasaba, lo que él mismo descubrió cuando había mirado a Flug y a Evil en sus brazos:

En el momento en el que había visto a Flug supo que ya no tenía vida. Cuando miró a la bebé a su lado descubrió que ella había tomado el alma de Flug, ella había consumido su vida porque vio en ella su propia esencia, esa fuerza demoniaca que se alimenta de sangre y vida.

—Ella le quitó la vida, ¿no es cierto? —dijo White Hat y luego dirigió su mirada a Slug. —Ella es un demonio, después de todo. Y una criatura como ella necesita alimentarse de almas, no importa si es mitad humana, sigue teniendo hambre, necesita almas humanas como sacrificio. ¿Sabes por qué enfermó desde la luna de sangre? ¿Olvidaste lo que te dije? "Una luna de sangre despierta a las criaturas de la oscuridad", es este caso, despertó su herencia demoniaca... pero, ¿dónde está ella? ¿Dónde está la culpable de todo esto?

Black Hat, quien había oído con pena la verdad, o al menos lo que creía, alzó la mano mostrando la sangre que había en ella.

—La asesiné, le quitó su vida y yo hice lo mismo con ella.

White Hat miró la palma detenidamente y su sonrisa se debilitó por un momento al notar que la sangre de su garra pertenecía a la niña, él lo sabía, pues reconocía muy bien el aroma de la bebé.

—¿La asesinaste? Después de tanto, ¿así es como se termina? Te quedaste solo, con una herida incurable. Hubieras acabado con él desde un principio y ahorrarte toda esta porquería, ¡los sabías! Sabías que jamás conseguirías la felicidad, tú no estás hecho para amar, no lo mereces... Su destino nunca fue estar juntos y aun así desafiaron todo eso, aquí está lo inevitable, Black Hat, tu dolor, tu ruina... La profecía se cumplió, este hombre sería el responsable de toda tu desgracia, él solo significaba miseria para ti.

—No —interrumpió Black Hat en un susurro mientras recordaba vívidamente la sonrisa de Flug. —Él era mi felicidad. Mi única pena es su ausencia.

White Hat comenzó a reírse, al principio fue una risilla sínica, pero pronto se convirtió en una carcajada desagradable.

Black Hat se levantó rápidamente, molesto ante tal acto, así que fijó su rápidamente hacia Slug, el joven héroe lloraba, no podía hacer nada más, el dolor de saber que Flug y que su hija habían muerto se reflejaba solamente con lágrimas y sollozos porque se sentía culpable, se decía que todo, cada error había sido de él.

Las sombras los soltaron, cuando eso pasó White dejó de reír. Cuando Slug cayó al suelo ignoró a Black Hat, comenzó a gatear temblorosamente hacía el cuerpo de su amigo pues no tenía ni las suficientes fuerzas para ponerse de pie.

«Lo siento, lo siento», repetía una y otra vez al mismo tiempo que sus lágrimas rodaban hasta su barbilla. El cuerpo de Slug cayó antes de acercarse más, pero en su último intento de llegar a él, extendió su mano para lograr tocar el rostro pálido de a quien había amado tanto.

Pero no pudo tocar su rostro porque Black Hat había pisado su mano. El demonio pudo recordar una confesión, recordó la voz de Slug hablándole, diciendo que él había alimentado a Kenn con la sangre de Alger, ésta vez no lo perdonaría.

Las garras de Black Hat crecieron aun más, aunque antes de hacer algún movimiento White Hat habló.

—¡No lo hagas!

Black Hat movió su pie para pisotear más la mano de Slug.

—Sí te importa, aun estás ahí, White —habló y alzó su mano contra Slug.

—¡No! ¡Basta! ¡Él es mío! —gritó y comenzó a moverse para soltarse de las cadenas.

Black Hat no lo dudó más, él se movió, le dio una patada para que estuviese boca arriba, y tan rápido como pudo lo tomó del cuello para enterrar sus garras sobre su pecho.

Clemencia gritó el nombre de Slug y fue en contra, pero Black Hat la lanzó lejos con un golpe. La chica fue a dar contra un árbol quedando aturdida. 

~

Todo había pasado tan rápido para Slug, él miraba los ojos rojos brillantes de Black Hat, sentía sus garras sobre su cuello y su propio pecho que subía y bajaba con pánico. Cuando la garra de Black Hat le apuntó él volteó a ver White, él se movía con desesperación, parecía que de verdad le importaba, que deseaba salvarlo como siempre lo había hecho, aunque, esta vez fue demasiado tarde. Slug sintió un dolor inmenso en su pecho, luego a su corazón comprimirse. Miró de nuevo a White quien ya tenía sus ojos azules, y las manos libres. Y eso fue todo antes de dar su último aliento.   

~

El delicado primer latir, y después otro, y otro más hasta que el pulso volvía a la normalidad. Luego calidez y, por último, un profundo suspiro, uno que le permitió volver a respirar.

Slug abrió los ojos con delicadeza, una flor estaba cerca y se agitaba con las demás sacudiendo su polen junto con el fresco perfume. La luz blanca traspasaba por entre las ramas llenas de hojas que se sacudían muy lentamente. Todo parecía estar bien, como un sueño perfecto. Él se sentía feliz, en completa paz y tan cómodo sobre un césped largo y extrañamente suave.

Movió una mano, sus dedos tocaron la tierra y sus sentidos cobraban vida de nuevo. La otra palma recorrió su pecho, ya no había herida o sangre, simplemente sentía su propia piel y corazón.

Entonces giró la cabeza al frente para mirar a aquel que se acercaba. Slug se encontró contra un rostro humano, alguien con piel tan blanca como sus largos cabellos que caían en su rostro.

Le sonrió, esa linda risa blanca se mesclaba con alivio. Slug buscó sus ojos y pudo sentir ese mismo alivio al encontrar una mirada azul que lo observaba con ternura.

Slug levantó la mano y le quitó el sombrero de copa blanco con listón azul, este cayó y por fin pudo contemplarlo; era White, con una apariencia humana. Estaba arrodillado hacía él, mirándolo de frente.

White Hat llevó su mano frente a él y abrió su palma, en ella se encontraba el anillo.

—Acepto —le dijo con voz serena, con la misma que había estado esperando, una voz gentil y dulce. White cerró su palma con fuerza y la llevó a su pecho dejándose caer a su lado, con una gran sonrisa de felicidad, estaba por fin de regreso.  

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