74: Guerra de corazones 2: llanto de un corazón roto.

La ceremonia no se había concluido, Black Hat no pudo hacer lo que tanto había esperado. Sólo tuvo la oportunidad de verlo y besarlo por última vez justo antes de caer inconsciente.

Habían pasado dos días desde entonces.

~

Una motocicleta iba a toda marcha por las calles vacías, el conductor usaba un casco cerrado y su bata negra volaba con el aire. Se estacionó frente la mansión de sombrero y bajó de prisa sin importar que la moto cayera, corrió hacia la puerta y se quitó el casco mostrando su cabello despeinado.

Slug entró a la casa y enseguida gritó el nombre de su amigo. Comenzó a buscarlo y en cuanto lo encontró Flug corrió a él con prisa, lo abrazó y comenzó a llorar.

Slug envolvió sus brazos en él, lo sostuvo a su pecho mientras deslizaba de arriba abajo sus manos en la espalda de su amigo. El joven lloraba de una manera tan desconsolada que Slug sintió pena por él.

—Ya estoy aquí Bolsita— le susurró abrazándolo con más fuerza.

El héroe observó detalladamente a su amigo, Flug se veía pésimo. El villano tenía ojeras además de tener los ojos hinchados por tanto llorar.

Demencia llegó no mucho después, se emocionó de ver a Slug y enseguida ambos hicieron un saludo afectuoso. Los tres estuvieron ahí por apenas unos segundos porque enseguida se escuchó el llanto de la bebé. Flug miró a la tableta y sin decir nada más se fue a atender a su niña.

Al quedar solo con Demencia, Slug aprovechó para pedir detalles. Ella también se notaba triste y con los ojos llorosos.

—¿Puedes decirme qué pasó?

Demencia agachó la mirada.

—Hace dos días... se supone que saldría todo bien. No fue así, Black Hat cayó en cuanto Flug llegó al altar. No tuvieron su ceremonia. Desde entonces no volvió a despertar, él llora día y noche.

—Black Hat... ¿No ha muerto?

Ella negó. —No, no lo sé. Flug dice que no lo está. Después de esa noche lo ha tenido en su antigua cama de cristal.

—¿Cama de cristal?— Slug se sobresaltó, recordó la cama hiperbárica así que pidió que lo llevase ahí. La chica obedeció y ambos se dirigieron al laboratorio. Demencia se detuvo y señaló una puerta bien blindada.

—Está ahí dentro, no me permite entrar... y en realidad no quiero verlo de esa manera.

Slug comprendió, así que asintió y entró solo.

La habitación era pequeña, había una mesa llena de hojas y una silla, pero nada llamaba la atención tanto como aquella enorme cápsula.

Slug se acercó distinguiendo a Black Hat dentro. Él tenía un traje sumamente elegante y supuso que era la vestimenta que usó para su boda. 

Llegó hasta estar a su lado y puso la mano sobre el cristal. Black Hat parecía estar dormido, respiraba de forma tan lenta que uno podría decir que en verdad no lo hacía. El héroe se dirigió a la pantalla y checó los datos; la presión atmosférica era muy diferente y su corazón daba un palpitar cada cinco segundos.

—Oh mierda— se dijo a sí mismo cuando terminó de analizar las lecturas.

Slug miró alrededor como si tuviese miedo de que Flug estuviera ahí y luego apretó el botón que abría la cápsula. La capa lanzó una honda de vapor y comenzó a abrirse lentamente, Slug aprovechó de inmediato para tocar su rostro, este estaba tan frío y para nada suave.

Slug se mordió el labio, se acercó más y abrió uno de sus ojos iluminándolo con una pequeña linterna que sacó de su bata, luego hizo lo mismo con la boca.

La cápsula estaba más abierta así que pudo inclinarse bien para seguir revisando, entonces algo llamó su atención: en el dedo anular de Black Hat se encontraba un anillo, era sumamente brillante por lo cual se notaba bien una pequeña figura; una curiosa imagen de avión.

Se levantó y masculló más su labio, luego se dirigió a la pantalla y presionó el botón para que la cama empezará a cerrarse. Entonces la puerta de la habitación se abrió y Flug lo miró en shock.

—¡¿Qué estás haciendo?!— gritó, corrió y empujó a Slug contra la mesa.

La cápsula se cerró por completo. Flug revisó con la vista a Black Hat y luego su mirada fue a la pantalla, en esta se comenzó a registrar los latidos de Black Hat de nuevo, al parecer todo estaba como antes.

—Flug...— trató de hablar el héroe, pero su amigo quiso golpearlo, Slug detuvo su puño.

—Bolsa, escucha. ¡No le estaba haciendo daño!

Flug estaba tan asustado y enojado, su pecho estaba sumamente exaltado. Miró a Black Hat de nuevo confirmando las palabras de su amigo, Black Hat daba esas respiraciones ligeras y se escuchaba el pitar de su corazón.

—¡No la abras, puede morir!

—¿Crees que soy idiota? Apenas la abrí por un momento, tenía que revisarlo.

—No tienes que hacerle nada. Solo ve; apenas está vivo, tiene que estar ahí dentro—dijo y luego fue a tomar asiento en la única silla de la habitación para tomar aire y relajarse.

—Lo lamento tanto Flug. Vi los datos, parece realmente imposible que se encuentre de esa manera, es decir, ¿un latir cada cinco segundos? Sabes que nunca te desearía el dolor por el que estás pasando, pero... ¿tienes la seguridad de que despertará?

El villano se hundió de hombros —No— confesó. —Sé que no lo hará, por eso me quedó aquí con él, en cualquier momento morirá.

—Te estás torturando Bolsa, Ya pasaron dos días y me imagino que no sales de aquí. Sólo mírate, qué pasará si sigue así por semanas o meses... ¿Te quedarás aquí para morir a su lado? Tienes a Elyn, hazlo por ella... déjalo ir.

Flug se limpió sus lágrimas con la manga de su bata.

—Es que no puedo— contestó entre llanto. —Sé que moriría, pero, ni siquiera pude sellar mi amor... ni siquiera escuchó mis votos ni supo que me esforcé por crear nuestras argollas. Sé que debería aceptarlo, aunque, qué más me queda, ¿se supone que le entierre una daga en su corazón? Lo único que puedo es esperar.

Slug fue a su lado y tomó sus dos manos, lo ayudó a levantar, luego sostuvo su barbilla con ternura.

—Siempre supo de tu gran amor y luchó por ti. Quédate con esos buenos recuerdos... ahora cuida de Evilyn porque es su sangre. Sé que eres fuerte Flug, puedes con esto.

Flug mordía sus labios con un ligero temblor antes de volver a abrazarlo. Al separarse dio otro vistazo a Black Hat, por último, llevó a su amigo afuera.

—Viniste con prisa, vamos, debes tener hambre.

—Claro, además tenemos mucho de qué hablar, tampoco he visto a mi sobrina en un largo tiempo.

Ambos fueron directamente a la cocina. Al estar ahí se encontraron con 5.0.5 preparado la comida y con Demencia que sostenía a la bebé.

Slug se acercó con emoción, parecía ansioso por verla y cuando la tuvo en sus brazos no dejó de sonreír.

—¡Solo vean a este pequeño engendro del mal! Elyn, ¿extrañaste al tío Slug? —hablaba él y luego le hizo gestos ridículos. —Ha crecido tanto, eres buen padre, está tan limpia y sana.

—Sí... supongo, no es fácil cuidar de un bebé que es mitad demonio.

—Bolsa, es un bebé, ¿qué líos puede dar aparte de los pañales y los llantos?

—No lo imaginas... no te lo he dicho, pero ella.... mmm, ya usa su magia.

El héroe quedó inmóvil. —¿A qué te refieres?

—A veces cuando llora las ventanas se rompen o los muros se agrietan. Una vez la desperté sin tener cuidado y se asustó, los focos estallaron al momento.

—Eso es... ¿bueno?

—Lo es, mi niña tiene su magia, aunque, supongo que en cuanto más crezca será más difícil poder contenerla.

—No será problema para nosotros dos— dijo con mucha seguridad, luego tomó asiento. El oso azul sirvió y todos disfrutaron de la comida.

~

—¿Cuánto tiempo te quedarás? —preguntó Dem mientras lanzaba el plato lejos.

Slug volteó hacia Flug, él sostenía su cabeza con una sola mano recargándose con la mesa, su mirada se centraba en el plato, jugaba con la cuchara. Parecía tan distraído, ni siquiera notó lo que la chica había hecho o ya le estuviera gritando.

—Cuatro días— contestó.

El villano levantó la mirada. —Eso es mucho tiempo, no deberías, creí que sigues tratando de ayudar a White.

—Sí, hago todo a mi alcance, pero él está bien. Seguirá ahí, y los demás saben cuidarse solos. Por otra parte, tú me necesitas aquí.

Flug asintió, incluso él admitía que necesitaba ayuda.

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El primer día fue rápido. Ambos estuvieron atareados con la bebé, además, Slug se las ingenió para distraer a su amigo, no desperdiciaba ni un momento para hacerlo reír, aunque resultase difícil.

Ya había anochecido. Slug quiso dormir a la bebé, pero no pudo hacerlo. La niña lloraba y se quejaba.

—Ya no duerme tan fácil, Black Hat la acostumbró a dormir tocando el violín para ella. Él era quien le daba los biberones y esperaba hasta que durmiera— dijo Flug con tristeza.

Slug se hundió de hombros sin saber qué decir.

—Emm, hay que averiguar una nueva manera de hacerla dormir.

—No te preocupes Slug, pondré un poco de música de cuna, no notará la diferencia— dijo antes de buscar y poner la música. No mucho después ella se tranquilizó y durmió.

Ambos estaban al pie de la cuna mirándola y al darse cuenta que ya estaba en paz salieron.

—No me caerá mal algunas horas de sueño. ¿Puedo quedarme en tu habitación? No la tocaré como lo hiciste con la mía.

—Sólo la limpié— contestó Flug. —Claro que puedes quedarte ahí en estos días. Háblame si necesitas algo.

—¡Eh! No, ven conmigo.

—¿Quieres que duerma contigo? Odias las pijamadas.

—Sí, lo sé, lo sé. Pero necesitamos hablar.

Flug jugó con sus manos enguantadas. —Bien, vamos a dormir.

Ambos fueron a la habitación, Slug preparó algunas sábanas en el suelo y luego se tiró sobre ellas. Flug fue a su lado. Estuvieron charlando de nada en especial, después Flug se acercó a mirarlo bien, su amigo retrocedió con rubor.

—¿Qué miras?

—Siempre he querido saber qué método usaste para tus modificaciones. Ser un ciborg no debe ser fácil.

—Soy más humano que máquina. Esto sólo me ayuda en la parte física.

—Lo sé... te hizo cambiar, me gustaban tus ojos cafés, extraño esa mirada.

Slug agachó la cabeza. —¿Gracias?... Estás actuando raro. Quieres llegar a algo, ¿qué pasa?

El villano juntó sus pies y los abrazó hundiendo su rostro entre ellos. —Yo soy sólo un chico listo. No tengo magia o superfuerza. Voy a envejecer y morir, en cambio mi bebé tendrá una larga vida...

—Woo, Flug, ¿quieres ser inmortal?

Él asintió. Su amigo se levantó con enojo y comenzó a desvestirse para dejar al descubierto todo su pecho. Slug tenía su cuerpo bien definido pues era atlético, aunque se veía bastante dañado. Señaló sus quemaduras y las cicatrices de sus cirugías reconstructivas, luego habló con prisa:

—¿Piensas en volverte en un robot por completo? Eso es sumamente estúpido. Somos humanos, Flug, nosotros tenemos ciclos y eso incluye morir. Yo sólo soy parte robot, y créeme que fue demasiado difícil y doloroso pasar por eso, jamás renunciaría a mi humanidad y no te modificaré si eso me estas pidiendo.

—No hablo de eso... hay más maneras de tener vida eterna. Pienso en la más conveniente.

Slug cruzó los brazos sobre su piel desnuda. —Sí, las hay, pero todas implican perder una gran parte de ti, lo sabes; siempre hay un precio que pagar. No pasarás por eso. Eres joven Flug, ¿por qué estás pensando en eso?

—Porque se supone que por ahora debo ser el sucesor de Black Hat, y porque quiero estar siempre con mi hija. Él quería eso, pero no pudo darme ese poder...

—¡No!— interrumpió con enojo. —Entiendo que quieres protegerla, pero te estás apresurando. Sólo existen maneras oscuras de tener lo que quieres, no darás tu alma a cambio, no perderás tu humanidad, ¡no renunciaras a tus sentimientos! ¿Entendiste?

Flug hundió más los hombros tras el regaño de su amigo y al ver su cara triste Slug suspiró. Se puso de nuevo su suéter de cuello alto y habló con mucha paciencia.

—Kenning. Yo... yo te qui-... te aprecio— dijo de manera entrecortada, forzándose a hablar. —Eres muy importante para mí, cada vez que me llamas corro hacia ti y me lamento mucho de no vernos en años. Ambos necesitábamos de nuestros consejos. Pero ahora estoy aquí y no dejaré que metas la pata como sueles hacerlo. ¿Quieres buscar la manera de tener inmortalidad? Bueno... te ayudaré.

Flug le sonrió de manera grata. Su amigo se apresuró a hablar:

—Ya veo que tienen en mente algo difícil, pero sobre todo lo demás, ¿qué piensas hacer ahora que eres el encargado de todo esto?

—Tengo mucho que hacer con mi bebé. También he dado respuesta a algunos asociados, nadie sabe que Black Hat ya no está... pero eso está de más. ¿Qué hay de ti y White?

Slug se movió con incomodidad. —Es fuerte y cruel. Logró meterse en mi mente y me aterraba... llegó a controlarme. Ya solucioné eso. Quisiera que salga de esa prisión y al mismo tiempo creo que es lo mejor, así nadie está en peligro. 

El científico suspiró, se levantó y entró a su closet hablando más alto. —Una vez dijo que el sentimiento más fuerte en el mundo es el amor. Él está así porque te odia.

Al decirlo Slug mordió su labio con culpa. Su amigo siguió hablando estando dentro:

—¿Has intentado expresar tus sentimientos, los que sientes ahora?

—Con todo el desprecio con el que lo traté, no me creería. Estoy seguro que no lo hace y eso lo frustra más, por eso trato de volver a fortalecer nuestra relación; le hablo cada noche.

Se abrió la puerta, Flug apareció con pantaloncillos cómodos y desnudo de la parte superior, caminó a su cama y se puso una camisa azul con iniciales de la NASA, después soltó su cabello. —No sucederá hoy— habló mientras se envolvía en las sábanas. Su amigo cruzó los brazos, se acostó por completo y miró al techo.

—No, y la verdad no creo que me extrañe. Son solo un par de noches, por ahora me alegra estar aquí.

Flug se acomodó más y en voz baja le agradeció. Nadie hablo después de eso porque se quedaron dormidos enseguida. 

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Para White Hat la ausencia de Slug en la primera noche fue un tanto extraño. Buscó con su mirar de un lado para otro esperando que apareciera de entre uno de los árboles. Al amanecer aun lo esperaba.

La segunda noche fue más desesperante. Una parte de él comenzó a preocuparse y al mismo tiempo sentía mucha ira.

Intentó moverse aun sabiendo que sería algo imposible, luego de unas horas de lucha se detuvo. Enseguida tuvo una idea, así que empezó a mover su mandíbula. Pudo tragar unas de esas cadenas y cuando lo logró la masticó. Los grilletes cayeron como si fueran cristales, sorpresivamente esta no volvió a regenerarse.

White Hat abrió la boca en una risa maníaca, paso su lengua sobre sus dientes como si estuviese saboreando y carcajeó feliz.

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Slug se encaminaba al bosque, llevaba consigo su computadora y su portapapeles. Estaba emocionado de ir, pero al llegar y ver a White Hat entró en un gran estado de shock que incluso dejó caer su computadora y demás papeles. Había quedado asombrado por verlo con su lengua larga de fuera y a sus dientes rojizos que parecían estar bañados en sangre.

White lo miró y sonrió. El chico tragó saliva y recogió su laptop con nerviosismo. Se acercó y le dio un saludo casual.

—¿Por qué tardaste?— preguntó White con enojo, exigiendo una respuesta.

—Yo... tuve un inconveniente. Tengo mucho que hacer ahora que lidero la organización— contestó dudando de si debería responder. No dejaba de mirarlo y se preguntaba cómo era posible que su boca estuviese al descubierto. Así que tomó su porta papeles y comenzó a hacer notas al mismo tiempo qué lo rodeaba.

—White... ¿Tú hiciste eso? ¿Cómo rompiste una de esas cadenas?

El demonio solo carcajeo en voz baja.

Slug volvió a estar frente a él, terminó sus notas y se dirigió a su laptop, tomó asiento y estuvo haciendo lo suyo como todas las noches. White lo miraba en silencio a pesar de ahora tenía la libertad de hablar.

Varios minutos después Slug alzó la mirada, cerró la laptop, se levanto y estiró. Fue y se detuvo lo más cerca que pudo. Sacó un cigarrillo, lo prendió y dio una gran calada.

—Sé lo que piensas; no es bueno para mi salud. No te lo había dicho, pero estoy intentando dejarlo, por ti— dijo y entonces se remangó dejando ver su brazo con algunos parches de nicotina. Luego de eso terminó su cigarrillo y lanzó lejos la colilla.

El demonio mascullaba sus labios y apretaba sus dientes tan fuerte que Slug podía jurar que escuchaba el rechinar que hacían.

—Sabes...— comenzó a habar mientras cruzaba los brazos. —Sé que no leíste ese diario por completo. No deberías dejar las cosas a medias... no supiste todo de mí.

—¿Debería saber más?— contestó con ironía.

—Verás... en este tiempo de ausencia pensé en que debería ser muy honesto contigo, así que debo contarte muchas cosas, que sea como volver a conocernos. Sé que no has perdido tus recuerdos de mí por eso hablaré de mi pasado, de todo aquello que hablaba en el diario, es mejor que lo sepas de mi propia voz— dijo con mucha seriedad. —Por eso te confesaré algo cada noche, ¿te parece divertido? El antiguo tú lo consideraría una gran idea. Así que esta noche te diré algo que siempre quisiste saber; solías preguntarme si me había enamorado antes... bueno, sabes que yo siempre fui un niño de la calle. Nunca supe quién eran mis padres y vagué sin rumbo por mucho tiempo. Estuve en pandillas, era un niño grosero y maleante, pero con mucho ingenio y ambición. No sabía de confianza, amistad ni algún buen sentimiento. Traicione a muchos y otros me hicieron lo mismo. Creía que por ser un poco más listo que los demás podría salirme siempre con las mías. Estando en el bachillerato ese ego creció. Era el mejor hasta que conocí a mi actual mejor amigo Flug. Aún recuerdo la primera vez que lo vi. Tan nervioso que apenas podía hablar. Era un niño raro y de inmediato lo hice otra más de mis víctimas. Adoraba hacerle bromas pesadas y golpearlo cada vez que podía. Aunque después se me hizo aburrido. Y poco después me dio lástima. El pobre lidiaba con las burlas de todo mundo y le tuve compasión sólo porqué era otro dotado. Ambos nos ayudamos y aprendí del sentimentalismo gracias a él... principalmente porque Flug me llegó a atraer física y sentimentalmente.

White abrió más los ojos, Slug estaba confesando algo realmente impresionante.

Slug notó esa reacción, se ruborizó y rascó su nuca.

—Resumiendo; Flug me gustaba. ¿Y cómo no iba a hacerlo? Lo has visto, es tan lindo y asustadizo. Despierta un sentimiento de protección hacia él. Yo pasaba todo el tiempo a su lado y compartíamos muchos gustos. Pero ese sentimiento nunca llegó a ser amor, sino que se trasformó a un cariño de hermandad. Cuando tú me gustaste fue diferente porque no mucho después yo... comencé a tener fantasías inmorales contigo.

Slug miró a White y guardó silencio al ver otra vez esas lagrimas negras.

—White... ¿por qué lloras? Ahora puedes hablar así que dime.

 El demonio sonrió a pesar de que sus lágrimas ya estaban goteando. —El maldito aun lucha, y tú lo confundes más. Sigue así, frústralo, acaba con él porque cuando muera y la mínima esencia de bondad desaparezca de mí seré libre, por fin esta prisión se desvanecerá con él.

Slug contrajo las cejas. Tomó sus cosas y se fue de inmediato. Comenzó correr y en cuanto llego a la casa y a su habitación arrojó las cosas, fue a su cama donde se acurrucó como un niño asustado y es que en verdad lo estaba. Cuando Flug habló sobre el amor creyó que sería buena idea hablar de sus sentimientos, ser completamente sincero. Tenía la esperanza de que White pudiese enamorarse de él otra vez. Pero ahora que escuchó la verdad estaba aterrado.

Las teorías comenzaron a surgir y llegó a la conclusión de que White, o al menos una parte de su conciencia se encontraba ahí luchando contra su propio odio. La prisión mágica era prueba de ello, el poco poder del amoroso White Hat era quien mantenía ese sello, pero estaba perdiendo esa lucha porque una de las cadenas se había roto.

Slug apretó más su almohada. Si su querido perdía en su lucha interna significaba que moriría, que ya no podría rescatarlo y quedaría libre un ser maligno al cual no podía enfrentarse.

Ya no estaba seguro si confesar sus sentimientos era lo adecuado, no quería confundir más a White porque tenía miedo que eso fuese lo que llegase a matar.

~

Al otro día fue al atardecer y esta vez no llevó ninguna de sus herramientas para hacer análisis o anotar avances. Esta vez Slug lo miró fijamente y habló con firmeza:

—¡White, lo siento! Esto me esta consumiendo... sólo dime qué es lo que quieres de mí.

El monstruo se burló, estaba deleitado al ver su sufrimiento.

—Estúpido humano. Yo quiero verte sufrir... quiero verte muerto. En cambio, aquel que me mantiene aquí ni siquiera sabe qué debe sentir por ti. Ya no quiere la verdad, ya no quiere amor. Está tan confundido y frustrado, se debilita... está muriendo y llora porque sabe que ya no le queda mucho.

Slug lo miró tan atento que apenas podía parpadear. Negó fuertemente sin darse cuenta que ya estaba llorando.

—No... ¡eso no es verdad! White... te amo, te amo tanto. Por favor regresa, te necesito— dijo. El pobre chico con frustración en su voz rota. —Me arrepiento de todo, dame una última oportunidad, puedo ser una buena persona, puedo compensarlo... ya me salvaste una vez. Por favor, no me abandones. Sigue luchando, te lo ruego.

El llanto de Slug y la risa de White fue todo lo que se escuchó en el bosque antes de anochecer.

Slug estaba destrozado, pero no se rendiría y se prometió nunca volver a fallar. Sería un héroe ejemplar tal como siempre quiso White Hat, esta vez era una promesa que hizo entre un sincero llanto y un corazón roto. 

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Aquellos días de estancia del héroe habían ayudado mucho a Flug, pero eso se acabó. Su amigo tuvo que regresar a su hogar advirtiendo que no podría regresar pronto a menos que se tratase de una emergencia, entones llegaría enseguida.

Una vez que partió Flug volvió a encerrarse en aquella habitación con Black Hat para hablarle romántico y llorar.

Así pasaron un par de semanas. Flug escuchó los consejos que su amigo le daba en llamadas y se concentró en cuidar bien de su bebé. Poco a poco volvió a verse feliz al lado de ella pues la adoraba y cada instante lo hacía estremecer con su ternura.

Todo el tiempo jugaba con ella, se empeñó a construirle una carriola y daban paseos cortos de un lado a otro de la mansión y sus jardines. También la llevaba con Black Hat.

Era media noche. Flug salió de la habitación después de hablar con Black Hat, le había contado un poco sobre su día, esto era algo que hacía y le gustaba. Tenía esperanza de que Black Hat lo escuchara.

Cruzó su laboratorio y corrió con su bebé. Ella estaba dormida, sólo estuvo con ella un par de minutos antes de decidir ir a dormir, pero en su camino se detuvo y miró en dirección a la oficina de Black Hat, él no había ido ahí desde lo ocurrido.

Tomó valentía y fue, abrió la gran puerta, entró y no dejó de caminar hasta que estuvo frente al escritorio. Al estar ahí tomó el cráneo rojizo por apenas un momento, fue al gran sillón y tomó asiento sintiéndose pequeño en la habitación oscura.

Flug se agachó y buscó entre los cajones, al no encontrar nada volvió al sillón, miró a su alrededor y suspiro profundamente al ver cada uno de los adornos y cuadros de Black Hat. todo estaba tan silencioso que enseguida escuchó un ligero 'toc' que se repetía. Flug se levantó y miró a la ventana. Afuera se encontraba un ave de plumaje negro y rojo que con su pico tocaba el cristal.

El ave llevaba consigo una hoja diminuta, un mensaje.

Flug entrecerró los ojos, no tenía un buen presentimiento. Aunque no dudo en abrir la ventana. El ave voló a él y se posó en su mano. Él sacó el pequeño pergamino y en cuanto o hizo el avesucho se fue. Él lo miró irse preguntándose por qué aquel método tan antiguo de entregar un mensaje.

Así que buscó un ángulo con más luz y leyó atento las pequeñas letras, al terminar se llevó una mano a su cabello y lo despeinó con frustración. El mensaje era de Alger.

Sintió un gran escalofrió que recorrió cada centímetro de su cuerpo, arrugó la hoja entre su mano y salió de ahí con prisa. fue a su habitación, trató de dormir, pero no lo logró. Ahora no dejaba de pensar en Alger.

Leia la pequeña carta una y otra vez, y temblaba más al hacerlo. Alger le había escrito a Flug de una manera tan casual. Pero lo que le aterraba era que se trataba de una invitación; Alger invitó a Flug a una cita exactamente en la noche de luna sangrienta.

Él podía rechazarlo, no dar respuesta, pero no podía. Aquella atracción por él no se lo permitía. Era extraño de explicar, sólo sabía que le era inevitable pensar en él. Ahora sus sueños no eran el problema porque a veces podía recordar aquella noche y le excitaba.

Sabía perfectamente que eso no era correcto, pero las memorias de miedo que tenía de esa noche cambiaban ocasionalmente y era como una lucha contra su propio cuerpo que lo prefería. Era una atracción maldita que lo atormentaba. No podía negarlo; quería, más bien, necesitaba verlo. 

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