15:MEMORIAS (1° parte)
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NOTAS: Bueno, tengo que explicarles un par de cosillas antes de empezar:
A petición de muchos he escrito 4 capítulos llamados MEMORIAS (este es el 1°) son sobre la vida de Alger por ello vamos a abrir un paréntesis para contar su historia, después de estos 4 caps. seguiré con la historia normal sobre nuestros pequeños tortolitos, si hay alguna duda no duden en preguntar.
En capítulos anteriores Alger mencionó que conoció a BH cientos y cientos de años atrás (exageré), pero para la congruencia de mi historia serán 500 años atrás.
El cap. es muy cortito :D
Espero que les agrade, ya saben: sus comentarios son amados y apreciados.
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Alger era un niño que vivía con sus padres en una mansión ubicada en medio de un bosque, en total aislamiento. Sus padres eran muy pacíficos, con una ideología apacible con respecto a los humanos, y con esa misma ideología habían educado a su hijo. Ellos le contaban todo sobre los humanos, sobre su cultura, su historia y todo su sentimentalismo, todo aquello que los caracterizaba siempre advirtiéndole que él no debería relacionarse con ellos, que al menos aún no estaba listo.
—¿Por qué no puedo conocerlos? —preguntó el pequeño Alger a su madre mientras ella trabajaba hilando en una vieja rueca.
—Querido, las personas le temen a lo desconocido, nosotros somos muy diferentes a ellos y además, los de nuestra especie han cometido muchas injusticias contra su raza, deben pensar que nosotros, esta familia, hará lo mismo.
—No, mamá, no lo haríamos, nunca, ¿verdad?
—No, pero no lo dudes, Alger, a pesar de ello debemos ser cautelosos, si tienen la oportunidad de asesinarte lo harán. Los humanos nos odian —contestó su padre quien estaba sentado en un sillón cercano, leyendo.
Alger asintió. Nunca había visto a un humano, pero al principio tenía una gran curiosidad por conocerlos, aunque esa curiosidad fue desapareciendo con el tiempo ya que sus padres le contaban cada vez más de todas las cosas horribles que hacían a otras criaturas. Poco a poco empezó a temerles.
Un día en una salida habitual por el bosque en el cual su padre leñaba mientras su madre recolectaba algunas frutas del bosque Alger se alejó demasiado de ellos al estar jugando entre los árboles, al darse cuenta que se había apartado demasiado decidió regresar, pero algo llamó su atención, se escondió entre los arbustos para espiar descubriendo que se trataba de un grupo de hombres. Quedó sorprendido, sus padres le habían dicho que muy lejos de ahí se hallaba un pueblo, pero que sus habitantes no exploraban cerca de su hogar. Recordó todas las historias sobre ellos y ahora que los tenía enfrente no sabía cómo reaccionar, pudo observar que sujetaban extrañas herramientas, pero no sabía de qué se trataba.
Sabía que debía alejarse, ir con sus padres y avisarles sobre las personas, pero en ese instante despertó esa curiosidad que siempre tuvo hacia ellos y fue tan grande que se arriesgó a tener al menos una conversación con ellos, quería hacer una charla creyendo que sería algo divertido.
Alger salió de su escondite acercándose directamente hacia ellos con una sonrisa, pero los hombres al verlo dieron un par de pasos hacia atrás susurrando entre ellos: «mira sus ojos y esas orejas puntiagudas», «debe ser uno de ellos», «es sólo un niño».
Las criaturas que ellos buscaban se identifican por sus ojos y demás características. Aquel niño tenía toda ellas.
—Hola —dijo el pequeño niño con una sonrisa, pero lo hombres sujetaron con firmeza sus armas ya que les había costado ver solo por un segundo los colmillos del pequeño para confirmar que era lo que estaban buscando.
De inmediato uno de ellos lo sujetó de los hombros arrojándolo al suelo, otro de ellos se acercó de prisa con una soga atándolo de las manos y piernas. Alger estaba aterrado, no había hecho absolutamente nada contra ellos, no entendía porque lo atacaban, empezó a gritar y trató de escapar pero fue inútil ya que los hombres lo habían dejado totalmente inmóvil, incluso le habían puesto un bozal impidiéndole hablar.
—¡Alger!
Todos voltearon en dirección a la mujer que había gritado, el pequeño niño vio a su madre quien estaba llena de miedo y con sus manos sobre su boca, estaba tan asustada que había soltado su canasta dejando regar las frutas que había recolectado.
—Ella debe ser su madre, ¡atápenla! —gritó uno de ello, entonces los hombres se acercaron a ella con sogas y armas entre sus manos, pero se detuvieron cuando el padre de Alger apareció protegiendo a su esposa.
—¡Largo! No tienen nada que hacer aquí, no queremos herirlos —dijo con una mirada amenazante.
—Son monstruos, ¡demonios! No deberían estar en este mundo, tenemos a su hijo y si ustedes no se entregan él va a ser el primero en morir —le respondió uno de ellos y en cuanto habló se acercó al niño lanzándolo al suelo para después darle una fuerte patada en el estómago, Alger se contrajo de dolor tratando de recuperar el aire. Sus padres se alarmaron pidiendo que se detuvieran, ahora con un tono suplicante.
—Déjenlo ir... por favor. Es un niño, es inocente.
La sonrisa del hombre se intensificó.
—Por favor, ¿inocente? es un depredador igual que ustedes —dijo con deprecio, luego habló de manera victoriosa— Hagamos un trato, dejaremos ir a su apreciado hijo si ustedes dos se entregan. Me pagarán más si regreso con un par de adultos en vez del cadáver de un niño idiota —dijo poniendo su pie sobre Alger amenazándolo con una espada a su corazón.
Todos sonrieron al ver a los padres cambiar su expresión mirando a su hijo con absoluto pesar y tras intercambiar miradas con el hombre ambos asintieron extendiendo sus brazos en sentido de rendición. Los hombres los apresaron con esposas de plata para asegurarse que no escaparan. Alger fue atado para evitar que los siguieran o hiciera algo en contra de ellos. Sus padres lo miraron afligidos y antes de que partieran se despidieron de su hijo con lágrimas en los ojos.
Alger tardó en quitarse sus ataduras y en cuanto lo hizo corrió de inmediato tratando de encontrar a sus padres perdiéndose varias veces en el bosque. Tardó todo el día en encontrar el pueblo pero cuando lo hizo ya era demasiado tarde, pudo ver como sus padres eran quemados en una enorme fogata en medio de una plaza y como todos festejaban la muerte atroz de quienes más amaba, de su familia.
Escapó del pueblo de inmediato regresando a su hogar, estaba triste y temeroso. Lloró durante días culpándose por lo que les había pasado a sus padres, ahora no solo tenía un débil sentimiento de miedo por los humanos sino terror absoluto, no sabía qué hacer ni a dónde ir. Ahora estaba completamente solo.
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NOTAS: Se preguntaran sobre los padres de Alger, bueno como se dice ellos eran sumamente inofensivos de hecho ni siquiera se alimentaban de los humanos sino que tenían su pequeña granja de animales campestres, vivían como simples aldeanos solo que en total aislamiento. Se puede decir que incluso le temían a las personas ya que sabían que su especie eran cazados y cruelmente asesinados por los humanos.
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