102: La última promesa
NOTAS: ok. Mi fic de por sí está bien loco. Pero este capítulo es el más wtf de todo el fic. Lo sé, se sentirá extraño, pero fue lo que se me ocurrido, no me juzguen.
Dejen sus teorías locas.
*********
En uno de los rincones de la mansión de Black Hat se encuentra una cava de venenos especialmente privada. Ningún mortal es capaz de tomar un solo sorbo de aquellos venenos embotellados. Los ha guardado por generaciones. Le gustaba tomar una copa en las noches de luna nueva o en ocasiones verdaderamente importantes. Aunque, ahora cree que ya no habrá más.
Se encontraba en una esquina sin iluminar, sentado en el suelo, rodeado de botellas vacías. No tenía su gabardina consigo y en sus brazos sostenía uno de los últimos obsequios que le dio: una chaqueta de aviador.
La había adorado, la usó cuando tuvieron que separarse, y la usaba en su regreso. Sonreía adorablemente cuando la acariciaba, se cobijaba con ella.
Black Hat la abrazó con más entusiasmo, todavía quedaba un poco de su esencia en ella.
Tomó otra botella y la bebió por completo, pero no sintió nada por aquel corrosivo veneno. Era una pérdida de tiempo, lo sabía. Así que se levantó y fue a su oficina, arrastrando los pies.
Se dejó caer en su sillón y puso con cuidado la prenda en el escritorio frente a él, como si fuera hecha de cristal y pudiera romperse.
Pero en aquel momento alzó la mirada con tal sorpresa que no pudo evitar temblar. No podía creer que él estuviera aquí.
Se levantó de golpe y en ese momento todo se apagó, la oscuridad perpetua envolvió todo, era como estar dentro de un agujero negro, todo había dejado de ser.
—Has fallado— escuchó. La voz venía de todas partes y a la vez de ningún lado, estaba en su cabeza quizá. Black Hat apretó los puños, pero no dijo nada.
Entonces hubo un pequeño destello, como una chispa que fue creciendo hasta ser una silueta humana. Iba desnudo, aunque no se podía distinguir por completo porque su cuerpo era luz. Su rostro se sentía tan viejo y joven al mismo tiempo y sus alas caían detrás de él, derrochando partículas doradas.
—Tú que naciste con el primer acto de maldad, el primero que ha vivido entre ellos, y ahora, olvidaste quién eres. Tú que tientas y condenas, cometiste el error de desear la carne al igual que los caídos— dijo la voz con autoridad.
Black Hat mordió sus labios y agachó la mirada. Sabía que esa era la verdad, él tenía razón. Y por ello no tenía justificación, no podía decir nada.
El ángel siguió hablando:
—Mi mejor creación manchada por sangre, por rastro de humanidad, llegaste a pertenecer a ellos y te quedaste con lo más doloroso de su naturaleza: tristeza.
—Fui creado por la acción del humano— pudo decir Black Hat por fin, con reproche y vergüenza. —Tengo algo de ellos al fin de cuentas... Tenía un corazón y tuve sangre. Pero ya no queda nada de eso en mí... Nada más que una gota. La maldad pura regresó y vuelvo a ser sombras.
—Tu corazón tomó vida y el primer latir fue lo que te condenó. El amor los hizo salvos a todos menos a ti. El corazón que llevas te hace débil. La carne que sostienes te sigue haciendo humano, te quedaste con sus sentimientos y duelen. Déjalo ir.
Black Hat cerró los ojos con fuerza y se apartó negando, temeroso de que pudiera arrancarselo.
—¡No! Me he alimentado de millones de almas, las he arrastrado al mismo infierno, les he mostrado el pecado a los más puros... Yo he obedecido y lo único que pedí fue tenerlo a él... ¡No es justo!
—La justicia no nos pertenece. Cuando el cielo caiga tú y yo moriremos. Así debe ser. Lo sabes.
Black Hat guardó silencio un momento. Después levantó la mirada y miró a aquel ser de luz a la cara por primera vez.
—¿Qué haré, entonces? Ya no puedo esperar el atardecer, es demasiado tiempo y la condena terrestre duele. He amado, deseado... he pecado. Mi naturaleza se corrompió. Vi aquello que los hizo salvos, su felicidad me tocó... Y-yo lo amo con todo mi ser y no soporto el dolor de haberlo perdido... Si pudieras concederme un alma, si tan solo pudieras regresarmelo...
—Volverá a ti —dijo el ángel robándole la respiración a Black Hat. —Regresará cuando seas uno con el acto de sacrificio. Será su recompensa.
Black Hat se quedó de pie con los ojos entornados, no lo entendió, pero no importaba, ahí estaba la promesa. Así que sonrió medianamente y la última lágrima, la última gota de sangre que quedaba en él resbaló por su mejilla.
El ángel se acercó, levantó su mano y acarició el rostro de Black Hat llevándose aquella gota de sangre consigo.
Abrió los ojos como si acabara de salir de un sueño. Estaba allí, en su oficina. Black Hat tocó su pecho, luego su cuerpo se hizo en un montón de oscuridad y de él se separó un cuerpo: el de Flug.
Volvió a tomar su forma, ahora tenía a Flug en sus brazos y lo miró con nostalgia, felicidad y ternura.
El cuerpo de Flug estaba exactamente intacto, era como si acabara de morir porque aún conservaba su calor, todavía había un ligero rubor en sus mejillas, pareciera que abriría sus ojos en cualquier momento.
Black Hat besó su mejilla luego le dio un fuerte abrazo, poco a poco su cuerpo volvió a consumirlo hasta que fueron uno de nuevo. Black Hat terminó abrazándose a sí mismo. Sentía el cuerpo de Flug en sí y no lo dejaría nunca, se había arrancado su corazón, pero seguía teniendo uno, el de su único amor.
Entendería la última profecía, exigiría esa promesa:
Regresará cuando seas uno con el acto de sacrificio.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top