101: PARANOIA
Todo en la organización era un alboroto. Desde que Black Hat había aparecido públicamente y dicho que todo estaba bien, que incluso necesitaba a nuevos integrantes, las llamadas no casaban.
Demencia creía que esto era un impulso para que las cosas continuaran como antes, que Black Hat lo había planeado, pero él siguió igual: tan triste y extraño.
Los demás dependientes empezaron a trabajar; compañías a la organización. Villanos. Incluso los de otros mundos y planetas. El único que seguía encerrado, esperando, era él.
Ese día era especial, Demencia no sabía el porqué, pero debía ser algo importante para Black Hat. El ambiente lo decía, era pesado, el cielo era oscuro, una total penumbra que rugía.
Era mejor ir a ver qué ocurría. Así que se escabulló por los pasillos, fue de aquí para allá y no tuvo éxito. Sabía que Black Hat estaba en la mansión, pero no lo encontraba. Tras un par de vueltas más supo que estaba caminando de un lugar a otro. Iba por el comedor, luego al sótano, de ahí a su oficina. No tenía un rumbo fijo.
Demencia ya lo había visto hacer esto un par de veces así que no le sorprendió. La novedad era que iba susurrando algo. Hablaba bajo y tenía la mirada perdida, después aumentaba la velocidad de sus pasos e iba abriendo las puertas de cada habitación, como si buscara algo.
Al final regresó a su oficina, se sentó en el gran sillón y se cubrió el rostro con las manos. Demencia lo miraba entre una pequeña abertura de la puerta. Era experta es espiarlo y casi siempre Black Hat la descubría, pero ésta vez parecía que no sabía ni dónde estaba, se notaba desorientado, confuso y distraído por sus propios murmullos.
Demencia había sido testigo de la decadencia mental de Black Hat. Cada día era más difícil de entender. Bien podría estar furioso sin motivo alguno, otras veces se encerraba en absoluta soledad o simplemente desaparecía durante semanas. Pero había notado que últimamente hablaba solo y para sí mismo.
Su pena iba más allá. Demencia ni siquiera llegaba a imaginar el dolor que sentía, por tanto no sabía cómo ayudarlo.
Lo miraba con lástima y se preguntaba cuánto habría querido a Flug. ¿Qué tan grande fue su amor para sufrir ahora de ésta manera? Era como si le hubieran arrancado el alma (si es que la tuviera).
Demencia se sobresaltó cuando Black Hat comenzó a hablar más alto. Era extraño, miraba de frente, hacia lugar en concreto, como si alguien estuviera ahí.
++++
Black Hat llegó a su oficina y se dejó caer con agotamiento en su sillón. Hiciera lo que hiciera no podía escapar ni olvidar; ese día, precisamente ese era el aniversario de haber conocido a Flug, se cumplían exactamente ocho años desde la primera vez que aquel muchacho encorvado y nervioso se presentaba frente a él, aunque sabía desde un principio que su timidez escondía detrás a una mente magnifica para la villanía.
No lo había tenido el suficiente tiempo. El tiempo para él era insensible, los años no significaban nada, había visto nacer y morir a millones de personas, pero jamás a alguien como él. Sus recuerdos eran más que apreciados, temía olvidarlo de nuevo, y de igual manera lo odiaba porque lo hería.
Se llevó las manos a la cara, de alguna manera estaba cansado. Meditó, pero luego negó fuertemente. No lo iba a hacer, jamás olvidaría a Flug, le prometió nunca más olvidarlo y, aun así, por un segundo lo consideró.
En ese instante escuchó un susurro que llamó su atención, miró de un lado a otro y lo miró, de nuevo.
No hubo mas que silencio, Black Hat lo miró atento, esperando que le hablase como siempre; con reproche, con rabia. Pero estaba ahí, de pie, mirándolo y torturándolo.
Cerró los ojos, se sentía pesado, luego llevó su mano al pecho, si tuviera un corazón latente ahora mismo estaría golpeado con fuerza.
«Es solo otra ilusión, no es real, está en tu cabeza», se dijo a sí mismo respirando profundamente. No quería verlo, hoy no.
—Mírame— dijo aquella ilusión. —Pensaste en olvidarme, pero no lo harás, primero déjame ir.
La voz resonó en la cabeza de Black Hat y él no supo si debía ignorarla, aunque no pudo. Sus instintos le hacían la guerra por dentro. Abrió los ojos y lo observó con el ceño fruncido.
—No lo haré— afirmó con suma seguridad. Aunque su mente se balanceaba y se sentía prisionero no se dejó doblegar.
La ilusión de Flug se abrazó a si mismo, de aquella misma manera que hacía cuando se sentía tan indefenso. Black Hat tragó hondo y apretó los puños tratando de contenerse, solía ir tras él a abrazarlo cuando hacía eso.
—¿Por qué me hiciste esto? Yo te amaba, era nuestra bebé. Debías cuidarla.
Black Hat ni siquiera se dio cuenta cuando empezó a respirar pesadamente. Ahí estaba de nuevo, las mismas palabras que repetía una y otra vez. Era como una pesadilla que se repetía siempre. De la calma había pasado al pánico, al miedo y ahora al odio. Evilyn, cuanto la odiaba.
—¡La culpa es de ella! ¿No lo ves?— gritó Black Hat al mismo tiempo que se ponía de pie. —Yo estaba de regreso, por ti y ella tomó tu alma... ¡La odio!
Flug llevó sus manos a su cabeza, con frustración.
—Déjame ir, por favor. Soy yo quien se debe ir y ella regresar contigo.
—¡No! ¡No permitiré que regrese, jamás! Es a ti a quien quiero, mírame, me estoy rompiendo... te necesito.
Black Hat comenzó a caminar hacia él, a ese rincón oscuro y lejano donde siempre lo veía.
—Daría cualquier cosa para que estés aquí. Te necesito, aunque sea por un momento... Regresa, solo tú puedes destruirme o rescatarme. Quiero que me lastimes, acaba conmigo de una vez. Ódiame, pelea conmigo, haz cualquier cosa, pero, por favor regresa.
Black Hat arrastraba sus pasos hacia él, hablando tan desorientado, frenético y anhelante. Y cuando estuvo frente a él y estiró la mano para tocarlo desapareció al momento como si fuese un fantasma. Black Hat retrocedió con resignación.
—No eres real, nunca has sido real— susurró con desilusión.
Demencia lo había escuchado todo y salió corriendo cuando Black Hat bociferó provocando que sombras siniestras corrieran por todos lados, consumiendo lo que tocaran.
******
Demencia no tenía ninguna respuesta clara, y así el tiempo siguió.
Aunque ya casi no se aburría, solía arreglar a duras penas a los robots y se encargaba de su colonia de mapaches. Solía ayudar a algunos villanos que solicitaban su ayuda y cobraba muy bien. Poco a poco una nueva realidad se acentuó.
Un día, recibió un mensaje donde la llamaban. No tenía nada qué hacer así que decidió aceptar, aunque el lugar de encuentro era muy lejos.
Asistió, el lugar de encuentro era un almacén viejo. Ella estuvo de pie, esperando mientras masticaba goma de mascar y revisaba su teléfono.
Entonces sintió la presencia de un encapuchado. Ella se puso en guardia, por si las dudas. Pero el hombre se acercó con calma y a unos cuantos pasos de distancia retiró la capucha que cubría su rostro. Era Slug.
Demencia no podía creer que era él. Enseguida se acercó y lo abrazó con tanta fuerza que Slug sintió que lo partiría en dos, además lo había levantado del suelo. Había olvidado la fuerza sobre humana de la chica.
—También me alegro de verte, Demencia— dijo él cuando ella lo soltó.
—Ya, no me alegra demasiado, no sé qué pasa contigo, idiota. ¿Por qué tardaste tanto tiempo en buscarme?
Slug miró a otro lado, avergonzado.
—Tuve una mala racha. No estuve bien... Sabes el porqué.
Un largo silencio se interpuso. Demencia sujetó su cabello y reflejó la misma tristeza que Slug, una lágrima se le escapó, pero disimuló muy bien al limpiarla.
—¿Tú sabes lo que pasó? Tienes que decirme todo lo que sepas. ¿Cómo es que ambos murieron?
Slug negó enseguida.
—Tampoco lo sé, Dem, pero sí de algo estoy seguro es que la bebé está con vida. Algo pasó con ella, desapareció, pero está viva. Estoy en su búsqueda.
Los ojos de Demencia dieron un brillo singular y casi lo abraza de nuevo por la emoción, pero se contuvo.
—Además, he tratado de comunicarme contigo desde hace meses, jamás contestaste a mis llamadas— dijo Slug mientras cruzaba los brazos.
—Ah, entonces eras tú el de los correos, ya nadie usa esa cosa. Uh, mira tu brazo, has estado haciendo mejoras, ¿eh? He visto algunos reportes tuyos en las noticias, algo sobre fuerza excesiva. Les das buenas palizas a esos tontos, intento de villanos.
Slug carcajeó.
—Sí, hay veces que no puedo controlarme lo suficiente... Hay tanto que me gustaría hablar contigo, pero seré breve: la razón por la que te contacté es porque quiero que vengas conmigo.
Demencia lo miró con duda.
—Ja, ¿a dónde exactamente?
—A mi hogar, con White Hat, con mis aliados... Con 505.
Demencia se apartó y sacudió la cabeza.
—No me voy a cambiar de bando, estás completamente chiflado. Primero muerta que hacerme super héroe, andar con ropa limpia y cara de estúpida... Espera, ¿505, él está contigo?
Slug puso mala cara.
—Me refiero a brindarte nuestro apoyo, y sí, él ha estado con nosotros desde hace mucho tiempo, ya es parte de nuestra familia, pero te extraña.
Demencia se puso a pensar.
—No necesito apoyo, he estado bien, incluso los Hatbots se han vuelto completamente obedientes a mí, de mí dependen, al igual que los mapaches y los restantes en la mansión.
Slug alzó las cejas.
—¿Estás hablando en serio? Vives con Black Hat, me sorprende que no te haya matado aún, ¿has visto lo que hace? Está fuera de control, se va vuelto totalmente inestable, ha asesinado a miles y los héroes más que nunca se han unido para combatirlo...
—No lo entiendes— interrumpió la chica. —No comprenden lo que pasa, está mal, muy mal y nadie puede ayudarlo. Yo sí..., bueno, no, pero qué más le queda. Soy su única compañía y la única ayuda para muchos en la mansión. No lo voy a abandonar. Solo necesita tiempo para sanar...
—¿Tiempo? Hace más de un año que Flug murió. Él no ha sido el único que ha sufrido por su pérdida. Además, él fue quien...
Slug cerró la boca y mordió sus labios, no le daría a Demencia que Black Hat había matado a su propia hija.
—Lo amaba— replicó Dem. —¿Qué sabes tú de un corazón roto?
—Sé más del verdadero amor que él.
Demencia le mostró la lengua, pero antes de que pudiera decir algo más Slug alzó la mano y le mostró su argolla. Demencia ya no dijo más.
—También me gustaría que fueras— le dijo con paciencia y en voz baja. —Mi ceremonia será en unas semanas, espero que estés ahí.
Demencia agitó la cabeza en negación.
—La última vez que estuve en una boda todo salió mal, lo siento Slug, pero no iré, de mí depende ahora la organización. Mi lealtad es a Black Hat.
Slug sonrió con ironía.
—Y aún así eres amiga de este héroe.
—Oh, no te sientas especial. Eres muy diferente a todos los otros. Además, fuiste su mejor amigo.
—Más que eso, fue como un hermano pequeño para mí— respondió Slug.
Demencia bajó la mirada.
—... Y como un hermano mayor para mí. Me agradas Slug, deberíamos vernos más seguido, un día trae a 505.
Slug lo prometió, luego se despidieron.
—Nos veremos pronto, Slug. Y felicitaciones. Disfruta tu luna de miel.
Slug se puso como un tómate.
—Lo haré —respondió.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top