CAPITULO 2


La fuerte lluvia que cae sobre Bangkok no ha cesado en todo el día. La noche ha caído, Porsche, desde su bañera donde puede ver gran parte de la ciudad, está perdido en sus propios pensamientos. Una copa de vino en su mano, le hace compañía mientras observa como golpea la fuerte lluvia en su ventanal.

Un mensaje de texto llegó a su teléfono, por lo que apoyó la copa y tomó su celular para responder. Kinn no ha regresado a casa, ha pasado el día fuera.

—¿¡Tawan!? —sus dedos inmóviles, indecisos si leer aquello que acaba de recibir o definitivamente ignorarlo.

Luego del incidente con su hermano, Tawan se fue a Inglaterra. Nunca se supo de él, hasta hoy.

—Sé que han pasado muchos años, solo quiero pedir perdón. Regresaré a Tailandia. Te contacté primero, porque creí que tenía que decírtelo...—Porsche leía en voz alta aquel mensaje de texto—. Si decides que no deseas verme, está bien. Espero que todos estén bien. No esperaré una respuesta de tu parte. Cuando llegue a Tailandia te diré y si lo deseas, eliges tú el lugar. Gracias.

Colocó su teléfono donde estuvo anteriormente y se hundió dentro de la bañera. La idea de ver a Tawan le desconcertaba, pero sabía que era una cuenta que aún no estaba debidamente cerrada. Por lo que una reunión con él, no le parecía tan descabellado, después de todo.

Porsche, aun sumergido bajó el agua, sintió como unas conocidas manos frotaban sus hombros hasta su pecho. Kinn había llegado a casa y fue directamente a ducharse con Porsche.

—¿Qué haces ahí dentro? —preguntó Kinn, sentándose en un borde de la bañera.

—Nada, estaba relajando el cuerpo —dijo Porsche, recostando su rostro en las piernas de Kinn. Pero su rostro no parecía estar relajado en lo absoluto.

—¿Qué pasó, Porsche? —volvió a preguntar Kinn a su amante, mientras acariciaba su cabello.

—Tawan me escribió —dijo sin rodeos.

—¿Por qué lo hizo? —preguntó Kinn con voz calmada.

—Dice que volverá a Tailandia y que quiere encontrarse con nosotros y pedir perdón —explicó Porsche.

—¿Le crees? —preguntó Kinn. No es que no le crea a Tawan, pero su vida ha estado bien hasta este momento, ¿Por qué de repente quiere pedir perdón?

—No importa si le creo o no —decía Porsche, saliendo de la bañera—. Solo no quiero que Phraphai se vea envuelto en esto, es todo.

—Si quieres verlo, invítalo a la casa, así no puede hacer nada —sugirió Kinn—. Además, puedes ver si sus disculpas son sinceras.

—¿No quiere que se lo lleve a la cama, señor Kinn? —preguntó Porsche sarcásticamente. Era obvio que estaba molesto. Kinn, solo pudo negar con la cabeza y sonreír, antes de responder.

—Al único que quiero en mi cama, es a ti.

***

Los nuevos clientes extranjeros han llegado a Tailandia. Son una pareja de esposos que han vivido muchos años fuera del país. Tharn Thara Kirigun y su esposo, Type Thiwat Phawattakun. Con ellos, su joven hijo Rain.

—¡Bienvenidos a Tailandia! —dice Kinn a sus invitados.

—Gracias, muy amable —respondió Tharn. Su esposo, correspondió brindando una cálida sonrisa.

—Este es nuestro hijo, Phraphai —dijo Porsche—. Y este es nuestro talentoso sobrino, Phayoo.

—Fue el arquitecto de la obra, ¿cierto? —preguntó Type.

—Sí —respondió Phayoo.

—¡Ah! Este es nuestro hijo, Rain. Se transfirió aquí, también estudia arquitectura —dijo Tharn.

Los ojos de Phayoo se quedaron perplejos, su cuerpo ni siquiera reaccionaba. Aquel guapo joven que se encontraba junto a él, le hizo perder toda noción del tiempo.

—Phayoo... Phayoo —decía Porsche, con una sonrisa en su rostro.

—¡Oh! Lo siento —avergonzado, entró a la oficina, fingiendo trabajar. Pero periódicamente volteaba a ver al gran salón donde aún estaban los invitados, buscando la mirada del apuesto joven.

Rain, tiene un rostro típico del tailandés, pero vivir en el extranjero hizo que su piel se volviera más blanca. Su pelo, no muy largo caía a ambos lados de su rostro. Su cuerpo parecía frágil, era una persona que, de verla dirías que es delicada, en todo.

—¿Eso... fue lo que creo? —preguntó Phraphai, cuando ingresó a la oficina. Él y su primo se conocían muy bien, por lo que Phai ya sabía perfectamente lo que estaba pensando su primo.

—¿De qué hablas? —dijo Phayoo, saliendo de la oficina. Pero fue detenido por la figura que ingresaba.

—He olvidado mi cargador de batería, ¿puedes prestarme el tuyo? —dijo Rain. Sus modelos de teléfono eran de la misma marca, por lo que fácilmente pueden ser usados por todos.

—Eh... me estoy yendo primero —respondió sin mirar el rostro de Rain—. ¡Hey! ¡Phai! Préstale tu cargador.

—Sí, señor —bromeó Phraphai. Haciendo que Rain riera.

Todos hablan de negocios, incluido Rain. Ahora está en último año de arquitectura, sabe muchas cosas y ayuda mucho a su padre.

—¿Puedo usar su baño? —preguntó Rain. Ya llevaba mucho tiempo intentando soportar los deseos de ir, pero no podía aguantar un minuto más.

—¡Claro! —respondió Porsche—. En ese pasillo.

—¡Gracias! —movió sus piernas lo más rápido que pudo dirigiéndose al pasillo que le habían indicado antes, sin embargo, tomó el equivocado.

En su desesperado intento de encontrar el baño, su pis fue filtrada por sus pantalones. Corrió por el largo pasillo, tratando de regresar al gran salón, pero un fuerte pecho se interpuso en su camino.

No fue intencional, pero el correr mirando el suelo para verificar si estaba dejando huellas de sus pies mojados, le hicieron no ver la persona que venía.

—¿Perdido? —preguntó Phayoo.

—Phi, por favor... yo... eh —intentó decir Rain. Phayoo se fijó en sus pantalones y supo, sin tener que preguntar, lo que había pasado.

—Ven, por aquí —le indicó Phayoo. Rain solo asintió con su cabeza y lo siguió.

Al ingresar a un gran dormitorio, Phayoo se dirige a otra sección dentro de la misma, el armario. Al salir, traía con él unos pantalones nuevos, medias y una nueva camisa.

Rain, quien era muy modesto, se rehusaba a usar todas las prendas, solo quería usar los pantalones, pero ante la mirada de Phayoo, accedió a cambiar todo.

—Cuando termines, sigues este pasillo, al final verás el gran salón —dijo Phayoo, dirigiéndose a la puerta.

"Cuando te conocí antes no eras tan tonto", pensó Phayoo, provocando que su boca dibujara una sutil sonrisa.

—Phi —llamó Rain—. ¿Ya te vas?

—Sí —respondió—. ¿Por qué? ¿Necesitas algo más?

—¡No! ¡Phi ha sido muy amable conmigo! —Rain estaba realmente avergonzado de la situación en la que estaba—. Es solo que... ¡Gracias!

—Hmm —asintió Phayoo, saliendo de la habitación. Al salir, no parecía el frío Phayoo de hace unos momentos. Grandes suspiros fueron exhalados. Sin proponérselo, el apuesto nong que había conocido días antes, ha llegado a él, como una repentina lluvia.

—¡Oh! ¡Phayoo! —exclamó su tío Kinn—. Phraphai dijo que te habías ido.

—Me iba, pero por accidente me encontré con nong Rain —dijo dirigiéndose a Tharn y Type—. Pero vine a decirle a los tíos que Rain tuvo un pequeño accidente en los baños y lo llevé a cambiarse un poco la ropa.

—¡Oh! ¡Gracias Phayoo! —respondió Type. Antes, Tharn solía ser el más amable de los dos, ahora es todo lo contrario. Type, es más simpático, tolerante, sobre todo, con su hijo.

—Me voy primero —dijo Phayoo, levantando sus manos en señal de respeto para sus mayores, a lo que todos respondieron levando sus manos igual.

—Phayoo, dile a Pete que iré mañana —dijo Porsche, brindándole una sonrisa a su sobrino.

—Hmm —asintió, volviendo a levantar sus manos para despedirse de su tío, Porsche.

Rain, por su parte, al salir de la ducha, encontró un papel, no tenía remitente, no decía nada más que...

—Llámame —Rain, leyó en voz alta la nota, con ella había un número de teléfono. Rain, no podía reconocer a Phayoo, ese día de la fiesta llevaban máscaras, pero los ojos y voz de Rain, quedaron grabadas en Phayoo, haciendo que le fuera fácil saber que había sido él.

Rain, al salir de la habitación caminó hacia la gran sala, como le había indicado Phayoo antes. Sus padres ya estaban listos para irse, pero una inusual coincidencia les detuvo.

—¡Oh! Tienes una camisa igual a esa en casa —bromeó Type.

—¡Pa! —exclamó Rain. Ambos padres rieron.

—Agradécele a los tíos, por permitirme usar su baño y su ropa —dijo Tharn en un tono serio.

—¡Gracias! —dijo Rain, levantando las manos mostrando sus respetos. Antes de que las tres personas con acento extranjero salieran de la casa.

"Querido primo, esta vez jugaste todas tus cartas", dijo Phraphai para sí mismo cuando entendió toda la situación. Phai ya estaba enterado de lo que pasó esa noche y sabía que esa ropa le pertenecía a ese chico. Al escuchar lo que dijo uno de los padres de Rain, todo encajó.

Afuera continúa lloviendo, cada vez peor. Todos en Bangkok se están preocupando por la cantidad de lluvia que ha traído esta tormenta. Sin poder imaginar, que todo eso, es solo el preludio de lo que le vendrá al ventoso cielo de Bangkok.

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