Mutua

          Mutua intentaba comprender unas palabras escritas en el grimorio que le había dado la reina Parta, estaba concentrada escuchando el ritmo de una melodía cuando se dio cuenta que el joven Senod tenía más de cuatro horas tocando sin detenerse.

          —Oye, Cantar es tu nombre ¿cierto?

          —Sí señora —dijo sin dejar de tocar el laud.

          —No soy una señora, debo tener solo dos años más que tú —Él senod moreno se sonrojó.

          —Señorita —Corrigió.

          —Descansa, no es necesario que toques más —le dijo Mutua y regresó al libro, el joven dudoso se detuvo y ella volvió a concentrarse en el libro hasta que una sombra le tapó la luz del sol que caía sobre las páginas, cuando levantó la mirada se alegró.

          —Roeo, ¿Qué haces aquí? —dijo y se levantó de la grama bajo el árbol.

          Mutua se estrujó los ojos mientras estos enfocaban otra figura acercándose, pero no estaba sola, una criatura hecha de rocas la acompañaban, no pudo evitar dar un grito de emoción. Una Ovaren ya curada y sin vendajes caminaba al lado de su rocoso gato gigante.

          El gato corrió hacia Mutua y lo acarició, este le respondió con maullidos restregó su cuerpo en ella haciéndola caer al suelo.

          —Lo encontré cazando en el bosque, Ovaren me dijo que se parecía al gato que tu le habías descrito —dijo Roeo con una voz muy serena y Mutua no dejaba de sonreír —¿Cómo estás Mutua? —preguntó.

          —Ahora estoy muy bien, gracias por traerlo —dijo Mutua, casi lloraba pero su orgullo no la dejó, no quería que la viera Kathagal se burlaría de ella y no quería escuchar su patética risa.

          —¿Mutua quién hizo ese golem de gato? —preguntó Kathagal, había aparecido de repente y lo miraba como si fuese un lingote de oro.

          —Un mago lo hizo para protegerme, se llama Garfald, ¿por qué?

          —Es una magia muy parecida a la magia primordial —sonrió extasiada —. Creo que voy a tener que estudiar a tu gatito.

          —No, a él no lo metas en tus cosas —soltó Mutua.

          —Como quieras.

          —De nuevo, muchas gracias Roeo, significa mucho para mí que lo hayas traído

          —Fue idea de Ovaren —aclaró Roeo y Ovaren giró la mirada pues esta estaba fija sobre Mutua —. Ella insistió en que ese gato era tuyo y que en el barco no dejabas de hablar de él.

          —Gracias Ovaren —repitió Mutua viéndola —. ¿Pero solo vinieron por eso?

          —No. —dijo Ovaren y Roeo la miró de reojo como diciéndole que se callara.

          —Kathagal, debo hablar contigo —la maga asintió y las dos empezaron a caminar distanciándose bastante.

          Tan importante es lo que tienen que hablar que se están alejando tanto pensó.

          —¿Cómo vas con la magia? —preguntó Ovaren interrumpiendo los pensamientos de Mutua, alguien la había curado tan bien que no se notaban cicatrices del accidente que había tenido en su pelea con el homúnculo.

          —Siento que no he aprendido nada —respondió Mutua.

          —Ella es la mejor de toda la ciudad —soltó Ovaren —. No hay nadie que te pueda enseñar mejor que ella.

          «Sí lo hay », pensó Mutua pero no lo dijo, quizás Garfald realmente decía la verdad y era el mago más poderoso, una creación de él había sorprendido a la mismísima Kathagal.

          —¿Ella te enseñó a tí? —preguntó Mutua intrigada. Pero ya sabía la respuesta.

          —Lo que sé me lo ha enseñado Roeo —soltó Ovaren y Mutua notó que ya empezaban a susurrar.

          —Fuese preferido que me enseñara Roeo —susurró aún más baja Mutua.

          —Roeo no es una maga —dijo ella —. Te explico, ella sabe utilizar algunos hechizos y sus ojos son muy buenos observando la magia pero la teoría, lo más poderoso y misterioso lo sabe Kathagal.

          —¿Entonces por qué no eres su pupila también? —Mutua se había hecho esa pregunta desde que empezó la conversación pero la había retenido para no ser indiscreta.

          —Porque ella no me aceptó. No me creyó capaz de realizar un simple hechizo pero no importa, después de un tiempo —Hizo una pausa dramática —. Zasss he podido abstraer mis propias palabras y creado algunos hechizos.

          —Entonces estaba equivocada —habló fuerte Mutua

          —Creo que tenía razón. Nunca fuese aprendido con ella. Lo mío es el bosque…

          —¡Ovaren!—dijo Roeo desde lejos —. ¡Vámonos!

          —Tan rápido se tienen que ir —soltó Mutua, no quería mostrar el interés que tenía en que se quedaran, pero no pudo evitarlo.

          —Ya nos tenemos que ir, no tenemos mucho tiempo —Mutua no lo había notado desde el principio pero tanto Ovaren como Roeo lucían preocupadas, como sí algo las estuviese atormentado y no lo quisieran decir.

          —¿Pasa algo que no sepa? —preguntó Mutua ilusa.

          —¿No te lo ha dicho Kathagal?

          —¿Qué? —Mutua pocas veces tenía conversaciones personales con la maga. Ella simplemente le enseñaba seria y cuando terminaban la clase normalmente hacía chistes para ella misma y se reía de forma burlona.

          —Se avecina una guerra —Ovaren no dijo más y tomó el cuello de Mutua y le dio un beso incómodo en la mejilla, uno prácticamente robado. Mutua no le reclamó por eso aunque la tomó por sorpresa —. Adiós, visítanos en el bosque —sonrió y caminó de espaldas despidiéndose con una sonrisa. Su corto cabello rojizo a penas y se movió con el viento.

          Mutua se quedó en silencio y quieta por unos segundos mientras Roeo se despedía desde lejos. Kathagal se acercó y le dio una mirada con sus ojos amarillos brillantes que la hizo andar enseguida.

          Aunque no solía estar con muchas personas, había escuchado rumores de que se acercaba una guerra, también que la diosa Misa había hecho varios ataques a las fronteras de la ciudad  a pesar de eso las rebeldes parecían estar sumamente confiadas. Confiaban mucho en su poderío y ni si quiera una diosa como Misa parecía darles preocupación.

          Mutua conoció un destello del poder de los dioses justo antes de llegar a la ciudad de las rebeldes, casi mueren cuando enfrentaron a un hombre natural poseído por la diosa Xige. Ahora la ciudad de las rebeldes se enfrentaría a un ejército liderados por la diosa de los animales. No temer a esa amenaza era una tontería.

          La magia era algo demasiado complejo, estaba fusionada con toda la existencia misma, cuando Mutua lo supo se dio cuenta que quizás todos los mitos de dioses que había escuchado eran cierto. Por otro lado Kathagal le explicó cosas diferentes a lo que había aprendido de su mentora Lobra. Pues aunque Mutua antes no conocía el término ciencia, se dio cuenta que este estaba demasiado ligado a la magia.

          Cuando Kathagal explicaba cambiaba mucho su personalidad y se ponía muy seria, manejaba términos teóricos exactos y los decía con tanta seguridad que a Mutua no le quedaba una pizca de duda de lo que le estaba diciendo ella misma lo había estudiado y  su vez comprobado.

          Eran muchas cosas las que le había dicho Kathagal y muchos libros que le hizo leer, repetía varias veces que para poder manipular las energías debía conocerse parte de su historia y sus conexiones con el todo. Pero el libo más resaltante y que impactó más a Mutua fue el de  “Leyes de la magia” escrito por Saiya el considerado uno de los más sabios magos, su libro era el más antiguo sobre los escritos de la magia.

          Había un mito que le contó Kathagal sobre este mago, uno que hablaba como Saiya se había enfrentado a tres dioses por separado y en las tres ocasiones había resultado el vencedor.

          «¿Era capaz Kathagal o alguna otra maga de la ciudad capaz de derrotar a un dios? »,  se preguntó Mutua y sus pensamientos repetían esa pregunta cada vez que escuchaba hablar de la guerra.

          Eran muchos los conceptos que debía aprender pero Mutua resumió varios de los conceptos de las leyes para hallarle ella misma su propia definición y de esa forma los memorizó:

          Ley del todo: que indicaba que todo estaba conectado y todo era parte del todo.

          Ley energía: explica que la magia tenía una conexión directa con el caos por lo que se podía convertir en cualquier tipo de energía con el debido procedimiento, la energía no se podía crear pero sí podía transformarse o modificarse. (Ella entendió como caos todo aquello que la rodeaba incluyendo todas las formas de cada cosa además que la mitología de los dioses la asociaban a la primera diosa original Begian quien era el caos mismo, madre de todos los otros dioses),

          Ley de la causalidad: Causa y efecto, implica que toda acción mágica tenía sus consecuencias, la más conocida de ellas era la que afectaba siempre al practicante su nombre era el efecto rebote. Mutua memorizó esto como la consecuencia de usar la magia, tanto para ella como para los que la rodeaban.

          Ley del equilibrio: El equilibrio para ella explicaba porque el mundo era como era y parecía estar relativamente ordenado y no de otra forma. El caos permanecía en un constante equilibrio, por lo que las cosas, objetos o energías, permanecerían en el estado del caos que las rodeaba, los magos podían cambiar esto en una zona determinada, pero mientras más se quisiera cambiar algo más energía se necesitaba y además se debía tener cuidado ya que se podría alterar el equilibrio y se perdería el control.

          Era extraño que Lobra no le enseñara la magia con teoría, quizás para los Naturales la cosa nunca fue tan complicada, la magia la llevaban a grandes niveles en su sangre. Esto lo entendió Mutua después de que Kathagal se lo explicara a detalle, se conocían varios tipos de magia, tuvo que memorizarlas ya que era importante para el proceso, poder identificarlas.

          Magia primordial, con energía gravitatoria, con energía temporal, con energía macro y microversal, con energía eléctrica, con energía de los metales, con energía de luz y calor, con alteración de la materia y antimateria, con energía mental, con energía espiritual, con energía espacio-temporal, antimagia, magia oscura, magia natural, magia animal, magia de dragones y magia de dones.

          A Mutua no le costó mucho reconocer varias que ya había visto, pero Kathagal le enseñó sobre otras que no parecían tan obvias. Le había señalado a Cantar, aquél joven que les interpretaba música todos los días. Según Kathagal ese Senod al igual que los otros tenían dones, cosa que en realidad era una magia que ni ellos sabían que estaban usando constantemente para mejorar sus habilidades físicas y mentales.

          La otra que no era tan obvia, era la antimagia aquella que le habían dicho que ella tenía. Kathagal le explicó que además de la diosa Crissa quien era la animagia misma no había existido más nadie con ese poder, incluso ella misma había escrito el grimorio que la reina Parta le había entregado.

          Mutua pasaba las noches pensando. Extrañaba a Lobra, incluso también a Lancel y Klauss que a pesar de que todos le habían mentido habían hecho de todo para protegerla. Pensó en que su mentora Lobra de alguna forma la había preparado para todo eso, ella era la única de sus hermanas que sabía leer, y aunque su mentora le había enseñado varias cosas nunca le habló de la antimagia ni de la magia oscura que parecía tener y le había prometido a Lancel usar en un hechizo.

          Los libros de anatomía e historia eran los más pesados y aburridos, a veces se dormía leyéndolos.

          —Mutua —la despertó Kathagal y ella pensó que la regañaría —. Ven, tengo que contarte algo.

          Las dos caminaron a una mesa donde tomaron un chocolate con un dulzor exagerado. Kathagal empezó a tararear una canción y luego empezó a cantar en un lenguaje que Mutua no comprendió, le hizo una seña al senod para que tocara.

           —¿Sabes lo que estoy cantando? —Kathagal puso una mirada retadora y traviesa.

           —No —dijo Mutua enseguida, esperó un comentario burlón de su mentora pero no lo hizo, solo continuó cantando.
        
           —Escucha esto, según dicen viene de esta canción hecha por los elfos —La cara de emoción de Kathagal daba miedo y luego se convirtió en una cara seria, sus ojos amarillos se llenaron de un negro profundo, sus pupilas se agrandaron, cuando dio un sorbo a su taza de chocolate su mirada se perdió. El joven senod interpretó una canción suave y ella empezó a hablar con una voz diferente a la suya.

           La Antimagia, era la contraparte de la magia primordial, la utilizó la diosa Crissa, esta contenía un vínculo especial con el caos para destruir o anular, de esta nacieron todas las anulaciones mágicas y energéticas, pero casi ningún ser puede utilizar la antimagia. Aún así la antimagia al igual que la magia y las energías están rodeando todo.

           Cuando supe esto, cuando me lo enseñaron comprendí nuestro propósito, somos el nexo todos aquellos magos son el punto en el que se une todo el caos, somos aquellos protectores del mundo, de toda las amenazas que se presenten para desequilibrar el caos. Todo empezó cuando Alhel y el resto de dioses inferiores lucharon contra Belsun el dios la luz, el sol,  el fuego y el calor.

           El dios estaba decidido a destruir la fuente de vida y antivida, esa que tiempo después sería la que nos diera vida a nosotras y a todo lo que nos rodea.

           Alhel era el dios del conocimiento, la creatividad y los dones por eso siempre se ha dicho que el conocimiento y la creatividad pueden incluso superar la velocidad de luz.

           Él guió a los inferiores y lo ayudaron a crear con todo su poder un trineo capaz de viajar más rápido que incluso Belsun, más rápido que la misma luz.

           Viajó tan rápido por el caos con la esperanza de encontrar algo que pudiera salvar la fuente de vida y antivida. Hasta que llegó al vacío, un lugar donde todo parecía dejar de existir, el tiempo dejó de transcurrir para él y todo pareció una eternidad que crecía aún más.

           Nadie supo que vio Alhel pero él mismo contó que sentía que se había ido por Eones, cuando regresó a la fuente de vida y antivida no estaba solo. Iba acompañado de dos gemelas, las ultimas diosas inferiores y quizás las más poderosas. Ellas dijeron llamarse Hou y Crissa.

           Luego de su llegada el tiempo empezó a avanzar de nuevo y Belsun estuvo a punto de acabar con ellos. Las gemelas juntas crearon un hechizo tan poderoso que no dejaba que el fuego los dañara, ambas se declararon entonces la magia y la antimagia.

            El hechizo creó un escudo poderoso que se volvió nuestra atmósfera su poder hizo caer al mismísimo Belsun en un sueño.

           Algo se sobresaltó mucho dentro del pecho de Mutua pensó que era su corazón pero era algo más allá de eso, estaba en su sangre, no, estaba en todo lo que la componía. ¿Ese era el propósito de ella? ¿Por eso había nacido con el cabello negro? ¿Por qué estaba temblando? Pensó y Kathagal no dejó de mirarla.

           —Bueno… o algo así era la historia —soltó Kathagal para romper la tensión —. A mí me la contaron hace mucho tiempo jijiji puede ser que esté omitiendo detalles, lo cierto es que la canción elfica lo narra mucho mejor, pero ciertamente no sé traducirla. Solo cantarla —Kathagal la tarareó nuevamente.

           —¿Cuándo se supone que haré magia de verdad? —preguntó Mutua ansiosa —. De esa que hablas en tus cuentos y la que narran en las historias.

           —No sé si puedas aprender magia —replicó Kathagal —. Por ahora me parece imposible.

           —¿De qué hablas? —preguntó Mutua algo decepcionada.

           —Nadie nunca ha enseñado a alguien como tú —explicó —. Eres la primera que tiene una afinidad tan fuerte con la antimagia. Pero eso hace que te sea sumamente improbable usar magia.

           —¿Entonces por qué estoy leyendo toda esta teoría?

           —El único camino que se me ocurrió para que desarrollaras tus habilidades era que aprendieras lo que es la magia y como realizarla, después de todo la antimagia es el opuesto exacto y deberías poder desarrollar un método con las mismas bases —explicó Kathagal colocándose nuevamente seria.

           —¿No lo sabes cierto? —A Mutua se le habían roto todas las ilusiones que había tenido. No quería aceptar que le importaba, pero por primera vez empezaba a sentirse valiosa y eso se estaba desvaneciendo.

           —No. Es posible que tu antimagia siempre sea incontrolable.

           Mutua recordó todas las enseñanzas, meditaciones e incontables cosas que le había hecho practicar Lobra con la magia natural y nada había funcionado. Ya entendía que ella intentaba que ella desarrollara su propia antimagia pero fracasó y aún seguía fracasando.

           —¿Lobra lo sabía? —preguntó Mutua.

           —Creo que lo sospechaba pero yo no estuve segura hasta que te vi tomar el grimorio de Crissa.

           —¡Kathagal! —gritó.

           —Te he dicho que me llames maestra —recalcó la maga.

           —Enséñame a utilizar la magia, si fracaso esta vez entonces ya no seguiré. Ya me sé las leyes de la magia, ya sé los tipos de magia, ya sé gran parte de la historia de la magia, ya sé que se centra o tiene su origen en el cerebro y el corazón, ya sé que se puede abstraer con palabras, gestos y símbolos. Ahora quiero saber el cómo hacerlo.

           —Está bien jiji —la maga mostró sus dientes —. Lo haremos.

           Esa noche también le costó dormir, su mente divagó en la idea de dominar la antimagia, se propuso en algún momento regresar a su clan y enfrentar a su padre y luego a los otros clanes. Todas las mujeres podían ser libres. También pensó que si no lo lograba perdería mucho tiempo, pasaría el resto de su vida en la ciudad de las rebeldes trabajando de vendedora, con la esperanza de algún ver de nuevo a Lobra.

           Los siguientes diez días Mutua empezó a realizar unos ejercicios diferentes, estos se parecían bastante a los que le enseñó Lobra, solo que esta vez llevaban más teoría y a su vez más concentración mental.

           Mutua creyó que ya dominaba tres de los cuatro pasos.

           El paso número uno era controlar el ritmo cardiaco de su corazón, solo con su mente, para eso pasó días y horas de concentración meditando. Le costó varios ataques de arritmia, su corazón perdió el ritmo normal varias veces, se asustó porque pensó varias veces que dejaría de latir.

           El paso número dos consistía en tomar el control completo de tu mente y cuerpo a tal punto de tratar de solo tener un pensamiento perpetuo de orden de tu conciencia a tu subconsciencia de todo pensamiento y función. No era nada fácil, pues no era tener la mente vacía, era todo lo contrario tenerla llena de un solo pensamiento una vez se dominara se podía avanzar con la tercera parte.

           El paso número tres debía realizarse en conjunto con el paso número uno y dos, era algo que resultaba muy difícil para cualquiera y a muchos lo llevaba a la locura, este consistía en dividir tu mente en dos, o más bien tus pensamientos, mientras que una parte se encargaba de pensar en una sola cosa, la otra te mantendría concentrado en lo que querías hacer. La primera mente tendría un pensamiento potente cargado de una chispa emocional o inspiradora que funcionara como combustible para que la segunda mente trabajara a una alta capacidad haciendo una función.

           Como último paso combinabas todo, acelerabas tu ritmo cardiaco para que tu cerebro y tu cuerpo funcionara más rápido y además tuvieras la energía mágica o antimagica suficiente, luego dividías tu mente en dos, una se concentraba en una emoción lo suficientemente fuerte y la otra concentraba la magia o antimagia para alterar la energía que se quisiera. Pero esa era otra historia, por ahora Mutua solo quería producir antimagia de manera consciente.

           —¡Lo tengo! —dijo Mutua emocionada —. Aunque ella sabía en el fondo que todo era un engaño. Kathagal llegó rápido a donde ella estaba practicando. Sus ojos estaban rojos. Y tenía una vena de la frente hinchada.

           —¿Estás segura? —preguntó Kathagal incrédula.

           —Sí.

           —Veamos —dijo.

           Kathagal tomó un vaso de agua de vidrio que tenía en la mano y sin decir nada un viento empezó a correr alrededor de su mano y el vaso, Mutua se sorprendió, nunca la había visto usar magia con el viento, pero allí estaba haciéndolo como sí su magia espacial no fuese poderosa.

           El agua en el vaso se congeló luego de unos pocos segundos.

           —¿Tienes magia natural? —preguntó Mutua incrédula.

           —Magia es magia —dijo ella, entregándole el vaso a Mutua pero Mutua no comprendió ese dicho.

           —¿Sabes que yo no puedo hacerlo cierto? —recalcó Mutua.

           —Ese vaso está congelado con magia —explicó Kathagal, descongélalo con antimagia.

           Mutua ni siquiera tuvo que concentrarse mucho, a penas el vaso estuvo en su mano este se descongeló rápidamente.

           —Lo hice —dijo alegre, pero en su mente dudó. Ella no había hecho nada.

           —Claro que lo hiciste, no puedes controlar cuando usas o no tu antimagia, lo que haces siempre inconscientemente es deshacer la magia en las cosas, pero en la naturaleza las cosas son solo energía y aunque están ligadas a la magia no son todavía eso, por lo que tu antimagia automática no te servirá para atacar.

           —¿Me tratas de decir es que no me sirve para nada?

           —¿Sabes cómo congelé el agua de ese vaso? —preguntó Kathagal.

           —Ya sabemos lo de la concentración y todo eso… pero lo que se hace después es con la segunda mente hacer ciencia, tomé el aire a mi alrededor frío y le pasé esa temperatura al agua, hay suficiente aire para congelar un vaso, claro que sus grados los tuve que mandar a algún lugar pero no es algo que altere el equilibrio. Con la magia podemos modificar las energías y usarlas para lo que necesitamos. Con antimagia podrías quizás deshacer cualquier modificación deshacer las energías y la misma materia.

           —¿Es la única forma de congelar algo? —preguntó Mutua.

           —Con tu magia puedes intentar controlar todas las energías, también pude manipular el agua jugar con el enlace de los átomos y hacerlos estables hasta lograr la cristalización —dijo Kathagal mirándose las manos —. Pero eso sería más difícil de explicártelo.           

           Mutua asintió y aunque quería comprender todavía le parecía demasiado complejo.

           Kathagal volvió a tomar el vaso volvió a congelar el agua.

           —Esta vez tómalo y haz que no se descongele cuando lo tengas en las manos. Así me probarás que ya lo controlas.

           La orden le chocó en la cabeza a Mutua. Debía… solo debía para el flujo de antimagia en su cuerpo, pero ella tenía horas practicando para poder sacarlo de su cuerpo y darle ordenes.

           Intentó concentrarse en detener su flujo de antimagia y tomó el vaso pero el agua se volvió a descongelar enseguida.

           —Es… imposible.

           —Ten cuidado con lo que dices y más cuando dices lo que es posible o imposible —recalcó Kathagal… inténtalo otra vez.

           —Otra vez.

           —No puedo —dijo Mutua en su tercer intento.

           —Otra vez —repitió Kathagal —. No digas que no puedes.

           Pasó el día entero y las dos seguían allí. La noche había llenado el lugar de sombras. Kathagal le ordenó al joven senod que trajera leña y este ya estaba encendiendo el fuego.

           Las manos de Mutua temblaban por el frió del vaso que había descongelado todas las veces. Pero ella había notado que cada vez este tardaba más en descongelarse cuando estaba en sus manos.

           Su mente estaba agotada pero ya creía haberlo comprendido.

           Cerró los ojos y le pidió a su corazón que se calmara y este empezó a latir a un ritmo tranquilo, tan pacifico, lento y suave que sí alguien pusiera la mano sobre su pecho pensaría que no está latiendo, Mutua con esa paz dividió su mente en dos, por una parte llenó la primera mitad de su mente de un recuerdo junto a Lobra, ese día que la conoció mientras sus hermanas la molestaban por su cabello. Ella la defendió. Por otro lado sintió la antimagia salir de cada poro de su cuerpo y le ordenó detenerse y se detuvo, ella lo sintió.

           Mutua abrió los ojos y Kathagal la esperaba con el vaso de agua congelado ella lo tomó y este se mantuvo congelado. La cabeza de Mutua empezó a dolerle fuertemente en la sien pero aún así mantuvo su concentración. Hasta cayó sentada en el suelo. Y soltó el vaso.

           —¡Bien hecho! Jiji —dijo Kathagal y dejó su forma seria y empezó a saltar y aplaudir de la emoción.

           Mutua estaba viendo borroso.

Tanto escándalo por algo tan poco pensó Mutua. Pero estaba alegre de haberlo logrado.

           —Descansa —dijo Kathagal, mañana continuaremos.

           Mutua no quería dormir pero el agotamiento no la dejó aguantar por mucho tiempo a penas y pudo llegar a su cama guiada por Cantar.

           Se despertó con el sonido de alguien tocando fuerte la puerta de la cabaña donde se habían quedado ellos esos días.

           Se levantó curiosa de la cama y se asomó abriendo ligeramente la puerta.

           Habían llegado unas guardianas, pero Mutua no las reconocía. Estaban hablando en un tono tan bajo que solo escuchaba algunas palabras.

           —Tiene que ir porque …—dijo la mujer, estaba lejos y no se le escuchaba lo suficiente.

           —Le dije a la reina que iría después de que terminara con el entrenamiento básico de mi aprendiz —respondió Kathagal.

           —La reina Parta dijo que usted misma tiene que ir antes de que sea tarde —eso sí lo había escuchado Mutua muy bien.

           —Es un día completo de viaje debe salir…  —continuó la mujer.

           —¡Mutua! —dijo Kathagal que aún no daba la espalda —. Jiji, no seas tonta. Sé que estás escuchando. Mejor alístate… tenemos que irnos. Una guerra nos espera —teatralizó la pequeña maga dramatizando unos gestos de angustia.

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