Line
La noche estaba oscura, se escuchaban aves nocturnas cantar y uno que otro ratón escabullendose por comida, los aldeanos y rebeldes de Senod estaban glorificandose por su victoria, bebían y cantaban rezos al dios Alhel. El dios de la sabiduría que con la ayuda del maestro los había guiado en la batalla.
Line estaba comiendo carne que había sido cocinada en una vara por horas, mientras veía al pequeño niño Pez escabullirse del lugar, parecía estar escapando de su prima quien llevaba rato recostandose en su hombro mientras el constantemente la quitaba.
Line empezó a seguirlo entró a una puerta que llevaba a la torre más alta del puerto. Ella pensó que el niño probablemente estaba ideando algo tonto como un juego o ese tipo de cosas infantiles que solía hacer.
Hacía ya varios días que no hablaba con él. Ella se había alejado un poco desde que lo había visto asesinar tantos hombres con ese sombrío sable rojizo que lo hacía disfrutar el asesinar.
Dentro de la torre en las paredes que rodeaban las escaleras había varias antorchas algunas seguían con llamas fuertes y cambiantes mientras otras se extingían, las sombras traían recuerdos con cada paso sobre cada escalón recuerdos sobre su debilidad.
Recordaba el tiempo que había pasado con su abuelo aquél que le había enseñado a pelear con los puños para defenderse, pero ahora ella sabía que eso de nada le servía, todo lo que le había enseñado era inútil.
El mundo era mucho más peligroso de lo que su abuelo pensó. Probablemente su fuerza nunca sería suficiente para poder defenderse y mucho menos poder defender a los demás. Quizás siempre sería una mujer que debía ser salvada. Aún así allí estaba ella, con las personas más fuerte en el país-isla Senod.
Cuándo al fin llegó a la cima de la torre notó que ahí estaba el niño Pez acostado en el piso viendo el cielo sin nada más.
Line lo miró preocupada, no era muy normal en el niño estar quieto ni mucho menos callado, siempre había sido imperativo, inquieto y bastante indiscreto, ella pensaba que para él, el mundo solo era "amor" y diversión pero allí estaba con su mirada perdida en el espacio como notando algo más.
Line recordaba la noche cuando habían conquistado el primer puerto el día que el tiempo parecía detenerse y un color rojizo parecido a la sangre lo rodeó, incluso olía a muerte y sus ojos se tornaron fúricos y vacíos con ese sable oxidado en su mano. Ese día el niño pareció un demonio disfrutando y asesinando a los Jinetes. Pero recordó que cuando ella le habló se detuvo eso le hacía pensar que el niño tenía alma, tenía sentimientos aunque muchos solo pensaban que era una bestia asesina.
Ella se acercó al niño pacífico, por primera vez pareció un niño normal miraba el cielo inocente e hipnotizado con un brillo de curiosidad.
—¿Qué haces? —preguntó Line sacándolo de su trance.
—Solo estoy viendo las estrellas, sabes algo a veces me pregunto si las cosas fuesen sido diferentes —respondió él serio.
—¿A qué te refieres? —siguió Line y se acostó en el suelo junto al niño Pez. Normalmente cuando ella estaba cerca de él, el empezaba a decirle algún piropo y se sonrojaba pero esta vez siguió pacífico.
—Line sabes... yo he escuchado historias —hizo una pausa mientras se acomodaba para seguir contando —. Historias de cómo es el mundo afuera, de las herramientas que tienen las personas, de las cosas, de los animales mágicos, sabes... yo siempre he querido saber cómo es la magia pero nunca la he visto.
—Yo tampoco sé cómo es la magia y no había pensado en eso como tú —suspiró Line —. Debe ser algo muy parecido a los dones que tiene este país. Aquí también hay animales no son mágicos pero hay muchos, ¿no te fuese gustado tener una granja con muchos animales?
—Quizás, pero no fuese sido tan simple.
—¿Por qué dices que no es tan simple? Eres muy bueno pescando de seguro también serías bueno en una granja como aldeano —dijo Line y empezó a mirar el rostro del niño pero el seguía viendo las estrellas.
—Cuando mis padres murieron el maestro se encargó de nosotros, de educarnos y enseñarnos desde muy niños y él me dijo y siempre me ha dicho que es mi responsabilidad salvar el país de Senod, todos estos años me ha estado entrenando para eso y todavía no estoy listo —La voz del niño se notó más grave como sí tuviera un nudo reteniendo su garganta.
—Ya estamos cerca de ser libres, ya no será necesario que tú te hagas cargo de todo, ya puedes ser un niño y luego un adulto y ser un aldeano o viajar y convertirte en un mago —explicó Line sonriendo y estirando las magias al ritmo de sus palabras.
—Tú no entiendes. Yo no soy un niño, no puedo ser un niño, desde que hice la promesa con ese sable rojo que viste, perdí la oportunidad de serlo —El niño Pez se estaba esforzando de sobre manera para no llorar.
Line se quedó callada estaba acostumbrada a creer que solo ella tenía problemas y solo ella debía ser salvada. Pero ella no había nacido con un don no tenía la carga que presentaba tener uno. Luego de un largo silencio Line tragó profundo y habló.
—Tienes una promesa con ese sable que te hace perder el control, ¿pero por qué? —Line realmente quería entender.
—El maestro me hizo prometerle a la espada lealtad de sangre, era la única forma de hacerme más fuerte, cuando era un niño empecé a entrenar pero a diferencia de mi prima para mí no era tan fácil. Era realmente complicado, no aprendía casi nada, mis golpes eran débiles y no aprendía ningún estilo de pelea —explicó el niño.
—Tú no eres débil —destacó Line.
—Claro que sí, y lo sigo siendo. Cuando llegó el momento de darnos un arma a mí hermana le dieron la mejor la espada azúl que el maestro creó para mí y yo no me adaptaba a ninguna. Entrené por años y el maestro me enseñó a pelear con mi cabeza, codos y rodillas de es forma empecé a hacer más daño aunque fuere débil. Un niño criado para vengar a todos los asesinos.
—Sigues siendo un niño —aclaró Line desviando su mirada del cielo, sus ojos estaban brillosos lleno de lágrimas que el no permitía que salieran.
—Cuándo pensé que era suficientemente fuerte, el maestro me demostró que no lo era, hizo que mi prima me diera una paliza, desde entonces ella siempre quiere cuidarme, se siente como culpable de que ese día casi muero.
—Pero entonces no estás solo, la tiene a ella y aunque el maestro te haya forzado tanto para entrenar tu sabes que te quiere —intentó explicar Line pero no estaba muy convencida de lo que decía.
—No recuerdo mucho después de ese día, solo que después de un ritual también de sangre me volví más fuerte y así es como llegué a dónde estoy —explicó el niño.
Line suspiró y se quedó callada otra vez.
Por un instante el niño se llevó la mano a la cabeza y como si de repentinamente saliera del trance sonrió.
—Tranquila novia, no te preocupes. Yo estoy bien... ¿No ves lo fuerte que soy? —soltó su voz volvió a la normalidad y se levantó enérgico y sonrió genuinamente.
La voz del maestro sacó repentinamente a Line de su recuerdo y volvió a la escena terrorífica dónde se encontraba, la arena de combates.
—Sangre, es tu turno. Por favor, por primera vez en tu vida te voy a pedir que te concentres y no te distraigas, tú más que nadie sabes que no puedes perder, tienes que ganar este combate es el momento de que madures ya no es momento para juegos, ni para risas ni para sentimientos —dijo el maestro Line nunca lo había escuchado tan serio, pero ella sabía en el fondo que estaba preocupado.
—Para esto naciste y tú eres el que al final terminarás liderando todo el país —continuó hablando el maestro y el niño empezó a avanzar.
—Vamos primito, mucha suerte —dijo Azúl tomándole de la mano.
Line quería decir algo pero no lo dijo.
El niño pez borró su sonrisa de forma instantánea, caminó al puente serio.
Del otro lado del puente para sorpresa de todos empezó a avanzar un hombre que apenas parecía poder caminar correctamente, tenía una ropa un poco vieja, rota y sucia parecía un simple borracho tenía una espada delgada y fina dentro de una vaina en su cinturón.
El jinete sobre su cabeza llevaba una pañoleta roja, su nombre era Piaglo y tenía como cincuenta años. Alguno de los de los aldeanos parecía reconocerlo entre susurros Line escuchó que probablemente era uno de los maestros de los espadachines de Senod.
Cuándo terminó de cruzar el puente Line se dio cuenta que ni siquiera llevaba zapatos, iba descalzo, sus piernas eran peludas al igual que sus brazos, sacó su espada de su vaina y la empezó a girarla de un lado a otro haciendo a soplar el viento.
El niño pez levantó su mano hecha un puño y uno a uno levantó sus dedos y enseguida empezó a salir el sable oxidado que Line había visto antes. El tiempo esta vez no se detuvo.
El sable estaba mucho menos agrietado que antes, pero todavía se le podía notar el óxido y su tamaño no era más largo que la de su oponente.
—Este es el disque niño asesino —dijo Piaglo con voz confusa.
En la lejanía los cuatro Jinetes sentados en las sillas rojas se pusieron de pie e hicieron una reverencia, Piaglo hizo lo mismo en señal de respeto.
—Niño... ¿Qué clase de magia oscura tienes que puedes invocar ese sable? —balbuceó Plagio —. Responde, ¿A caso te la dio un demonio?
—¡No me la dio un demonio! —gritó el niño Pez —, es el sable de mi promesa de sangre y mientras más sangre le otorgue más fuerte se vuelve.
—A mí eso me suena a pacto demoníaco, pero no importa, mi sangre no tocará tu sable.
El niño Pez tomó una posición diferente a las que había tomado antes, esta vez no se estaba dejando dominar por la espada, Line veía a un niño más serio, no parecía tener ira.
El niño levantó una de sus piernas y la mantuvo en el aire mientras se sostenía con la otra, así blandió su sable.
Piaglo el jinete separó un poco las piernas, adelantó la pierna derecha y giró la cabeza a la misma dirección y extendió su espada delgada.
El niño Pez ni siquiera pensó mucho y enseguida paso a paso se acercó a su contrincante lanzando su primer tajo para acertarle en el hombro derecho.
Piaglo desvío el sable del niño que tenía una velocidad sorprendente, el mismo impulso le sirvió para devolver con una estocada.
El niño tampoco parecía un espadachín común y bloqueó la estocada con facilidad.
Uno a uno fueron lanzándose tajos diagonales e impredecibles, pero ambos bloqueaban y desviaban el ataque y contraataque.
El jinete Piaglo se movía con agilidad arte y sutileza, un paso atrás un paso adelante y su espada la movía en círculos era tan delgada que se agitaba en el aire y se escuchaba su ligero estruendo, mantenía su mano izquierda detrás de su espalda.
El niño Pez sin embargo se movía de forma más dinámica saltando y blandiendo la espada con fuerza, soltandola en el aire cambiandola de una mano a otra cuando lo necesitaba, aún así no lograba acertarle al jinete.
—¿Quién es ese? —preguntó Line que ahora lo tomaba más en serio —. Es muy bueno con la espada.
—Creo que lo conozco, sí es el hombre que pienso entonces ha sido degradado bastante por la vida para tener ese aspecto —habló el maestro, se mostraba pensativo.
—¿Pero, es peligroso, el niño estará bien? —preguntó Line.
—Cuando lo conocí le decían el espadachín ideal, peleaba al lado del reino de Merlot. Pero aún estoy completamente seguro que mi discípulo le ganará —sostuvo el maestro.
Line a penas y podía imaginarse cómo era ese jinete de joven. Sí todavía se notaba tan hábil a pesar de su aspecto descuidado.
—Eres bueno —sonrió Piaglo —. No tengo ni idea de quién ganará este encuentro, pero estamos de acuerdo de que es divertido, ¿cierto, niño demonio?
—No tengo tiempo para divertirme —respondió el niño Pez y cambió su posición a una más rígida, como la que usaba al pelear con sus puños.
Se acercó paso a paso y esta vez empezó a atacar tanto con la espada, como con su cuerpo, el jinete podía detener los tajos de la espada del niño, pero esta vez también estaba recibiendo los golpes, codazos y rodillazos del niño que se movía junto a su espada como que si fuera una extensión de su brazo.
Un rodillazo certero le dio en el pecho al jinete y se quejó y su cuerpo se fue hacia adelante, el niño aprovechó para intentar desgarrarle el vientre, pero el jinete a penas y desvío el sable del niño y retrocedió enseguida.
Piaglo se dió cuenta que debía ser más rápido o terminarían matandolo ya estaba sudando y para Line lucía más nervioso.
—Es difícil creer que el niño pez haya podido con tantos jinetes antes y ahora no pueda con este —soltó Line molesta —. Es frustrante.
—El domina el arte de la esgrima, no es un simple jinete salvaje como los otros —explicó el maestro.
—¿Cómo puedes estar tan tranquilo y confiado?
—El maestro confía en mi primito, ahora confía tu también. Él va a ganar —interrumpió la pequeña asesina.
El sable se estaba empezando a oxidar otra vez y él niño estaba empezando a perder el control ya no se veía sereno y estaba agitado.
El jinete se acercó esta vez más rápido y casa vez que el niño intentaba darle un golpe con su cuerpo el se cubría con su espada, desviaba el sable del niño y también evitaba que lo atacara con algún golpe manteniéndolo lejos.
Los contínuos golpes entre las espadas estaban empezando a amellarlas y fracturarlas
El sable del niño Pez ya empezaba a soltar trozos de óxido. Line se dió cuenta que le estaba exigiendo sangre a su portador.
El tiempo parecía detenerse y Line notó la misma energía rojiza que había visto antes, ese olor nauseabundo a muerte estaba en el ambiente.
El niño Pez se movió a una velocidad sobre humana con el sable en la mano rajó el aire varias veces intentando desesperadamente matar al jinete que retrocedía confundido por tanta velocidad.
Cuando Piaglo perdió el equilibrio el niño Pez descontrolado le pudo acertar un fuerte codazo en el hombro y luego un fuerte cabezazo en el estómago que le sacó el aire y le hizo soltar su espada.
El niño aprovechó para darle un corte en el cuello pero el jinete a penas y retrocedió y esquivó, provocando que el sable solo cortara un poco su mejilla.
El sable se reparó enseguida, como sí la sangre de Piaglo fuese mágica. Era una gota de sangre de un espadachín prodigioso.
—He faltado a mi palabra —carcajeó Piaglo —. Ese sable se ha reparado con mi sangre.
La sonrisa de Piaglo desapareció, se mostraba molesto, levantó su espada del suelo y la empuñó con más fuerza, enseguida empezó a atacar al niño, ambos se movían como bestias salvajes pero sin embargo el jinete mantenía su estilo de mucha pero cuando el niño menos lo esperaba recibió un corte en la mejilla y luego otro corte en el brazo, rompiéndole incluso la ropa que llevaba puesta, aún así no sé detenían.
Uno a uno se escucharon las espadas chocar, Line estaba apretando los puños y ellos se movían cada vez y cada vez más rápido, pero el niño no parecía acertar.
El jinete acertó una punzada en la pierna pero no era una herida ni siquiera profunda. Esto solo hacía enfurecer más al niño Pez, ya casi no tenía conciencia Line lo notaba en sus ojos.
—¡Detente, no te dejes controlar! —gritó Line pero el maestro la calló.
El niño Sangre estaba envuelto en esa aura rojiza parecía una bestia fúrica sus movimientos se volvieron primitivos, ni le importaban los pequeños cortes del Jinete
El jinete retrocedía y desviaba cada uno de los golpes riéndose con cada movimiento pero ya estaba realmente cansado, en algún momento sus brazos o su espada iba a ceder, aún así seguía dando cortes y cortes al niño, que no parecía ni siquiera sentir dolor.
El sable pareció crecer por un instante y el niño aprovechó el momento para dar un salto inhumano y dió un grito de guerra pero no era uno de un niño, parecía de otro ser que estaba dentro. Con su espada en el aire lanzó tajo.
El Jinete sonriendo intentó detenerlo con su espada bastante amellada.
El sable rojizo terminó rompiendo la espada del jinete, aún así el pudo desviar el ataque pero de todas formas el sable terminó clavado en el hombro izquierdo del jinete que empezó a sangrar. El niño sacó la espada del hombro y la lamió.
Se escucharon balbuceos y susurros en ambos ejércitos. Piaglo todavía estaba vivo. Pero las heridas de el niño estaban sanandose con su sangre.
Piaglo se rió más fuerte, en ese momento cuando parecía que el niño ya estaba completamente curado empezó a temblar.
El niño cayó de rodillas y su cuerpo empezó a tornarse de un color amarillento y pálido, Piaglo tomó la mitad de su espada y la envainó.
El niño estaba allí arrodillado temblando ninguno se explicaba lo que pasaba.
—¡Primo! —gritó Azúl y aunque el maestro intentó detenerla no la alcanzó, ella sin pensarlo saltó al lado de la arena, pero no cayó en la cima del risco, empezó a escalar desesperada.
—El no sobrevivirá, su error fue confiarse de mi espada envenenada, está repleta de varios venenos, de plantas, hongos, serpientes y escorpiones. Ni un dios sobreviviría con ese veneno —declaró el jinete.
El maestro estaba congelado mientras Azúl seguía subiendo el risco, Line tragó profundo, miró hacia atrás y todos se estaban preparando para la posible inminente guerra.
—Sin más nada que explicar —el hombre desenvainó lo que quedaba de su espada y le cortó el cuello al niño Pez y lo pateó fuera de la arena.
Azúl a penas estaba llegando a la cima cuando vio la escena, tomó su espada dispuesta a asesinar a Piaglo.
—Maldi.. tramposo —gritó la niña, la saliva salía de su boca como la ira de su mirada.
Line se dió cuenta de que el ejército rival estaba listo para atacar también. Pero en un parpadeo el maestro apareció en la arena y detuvo a Azúl con un fuerte golpe en el cuello.
El cuerpo del niño desapareció en el agua Line no quería dejar de ver pero él ya no estaba, Line lloró, soltó sus lágrimas y se tragó su grito de negación. El niño Pez estaba muerto.
—Disculpen —dijo el maestro viendo a los jinetes en las sillas rojas —. Solicitamos un descanso —la mirada asesina del maestro pausó todo el ejército enemigo y ellos sabían que un "no" no era opción.
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