Chama

          —Viste eso Duo —dijo Chama que estaba en el cielo con su animal nubel —. Pensé que ya se había acabado pero todavía quedan se ellos. Y yo no sé sí quiera seguir haciendo esto —dijo Chama y la nubel Duo hizo un estruendo cómo asintiendo con un relámpago.

          —Solo baja Duo, no tenemos otra opción ya esta será la última vez que cacemos a un hombre de Pico.

          La nubel descendió tan rápido que los seres de pico no le daba ni siquiera tiempo de ocultarse a pesar de que eran muy rápido tanto arrastrándose cómo a dos patas.

         Chama sostuvo su lanza con firmeza. Todavía le era sumamente difícil asesinar. Eran cuatro de ellos. Los últimos que había cazado no tenían muchos ánimos de lucha más bien solo huían. Lo que lo hacía más difícil para él. Lanzó la primera lanza acertandole a uno en el pecho que se desvaneció. Tomó otra lanza y apuntó al siguiente

          —¡No! —gritó la mujer Pico que se detuvo —Por favor no lo haga nosotros no somos guerreros solo queremos vivir por favor.

         Chama empezó a temblar y su lanza se le cayó de la mano. Descendió del cielo y la mujer de pico corrió con los otros ocultándose entre una frontera de raíces de árboles gigantes que parecían darle paso.

         Al poco tiempo llegó Caque cabalgando en una cebra.

         —¿Los viste cierto? —dijo Caque y vio la lanza clavada en el suelo y junto a ella unos amuletos de hueso que los Pico solían usar —. Mataste uno. ¿Qué se hizo el resto?

         —Se escabulleron dentro de de aquellos árboles que parecen territorio de los Flora —dijo Chama dudoso. Había conocido a Caque bien, se había dado cuenta que tanto el como la nueva generación de los Ani, disfrutaban el asesinar. No eran nada como él recordaba a los de su especie.

         —¿Qué esperas? Vamos por ellos —ordenó Caque su color de piel estaba bastante oscura y rojiza alternando en colores que Chama consideraba negativos.

         —Esperemos qué dice mi padre.

         —Ahora te mostrarás frágil cuando ya has asesinados a cientos de estos seres oscuros —dijo Caque.

         —Hay algo diferente en estos. Uno me habló, parecía pedir piedad —dijo Chama mientras se quedaba viendo sus manos —. ¿Y sí ya acabamos con todos los guerreros?

         —Hay que extinguirlos a todos —declaró Caque y sonrió —. Pero tienes razón consultemolos con el sabio Cagua.

         Caque se montó en su cebra y cabalgó. Mientras que Chama volvió a subirse a la nubel Duo y empezó a ascender a los cielos.

          Habían pasado veinticinco días desde que habían empezado su guerra con el ejército de pico. Chama había creído que todo iba a ser más simple, ya habían acabado con cuatro ejércitos más pequeño que el primero, Pero eran interminables ya ni siquiera sabía en la bestia sin control que se había convertido después de haber asesinado a tantos.

           Mientras volaba y el viento arremetía sobre su rostro sus pensamientos divagaban, ya ni siquiera sabía quién era. Incluso se había distanciado mucho de Persa.

         Persa su hembra no había estado con él todo esos días. Y ya su cuerpo le pedía un abrazo de ella.

          Los Ani ahora parecían nómadas, la mayoría de ellos se habían trasladado poco a poco por lo largo del continente Siafan esto según instrucciones del Sabio Cagua.

         Llevaban tiempo aplicando una estrategia de guerra para terminar de exterminar a los hombres de Pico; primero las tropas aéreas se encargaban de localizar posibles amenazas de los hombres de pico. Chama era el líder de ellos por lo que él siempre tomaba la delantera

         Caque líder de las tropas terrestres se encargaba de llegar al sitio donde la tropa aérea había encontrado enemigos.

         Chama creyó que todo terminaría con la extinción de los hombres de pico pero el sabio Cagua su padre, tenía un plan muy distinto, él quería formar un ejército para hacerse completamente con el control del continente Siafan. Según su propia palabra la misma madre Misa le había dicho que hiciera eso y que el objetivo final sería la magia oscura que se encontraba después de la zona prohibida. Chama sabía que había aún más en ese plan.

          El continente Siafan era bastante grande y había tantos animales mágicos como también seres poderosos. Estaban las Naturales, los Pico, los seres de Flora del país Ramo en el territorio que estaban, Los Golems o criaturas hechas de rocas, los habitantes de Malu que eran como seres de hongos, Los del país Chufe básicamente era montañas llena de trolles y los orgullosos y vanidosos del país Sal, seres hecho de Gemas.

        Chama no creía que ninguno de esos seres se unieran a la causa de Misa y los Ani, ya hasta a él le costaba creer en esa causs.

        Él estaba sucio, no se había bañado en al menos diez días, la poca agua que conseguían era para beber y no podían estar desperdiciandose, ya que tenían a muchos animales en su ejército que a pesar de todo cada día se reducía más.

         Intentó dormir mientras llegaba a su destino pero no podía. Se miraba las manos e incluso su piel ya no parecía del mismo color, ya no era un grisáceo claro sino que se habían oscurecidos, quizás por toda la vida que había acabado en el último mes que aunque fuese de magia oscura era al final vida o al menos eso sentía.

         —¿Tanto para qué? —se preguntó en voz alta y un nudo casi lo dejó sin respirar, tragó profundo y sintió que tragaba una roca que lo ahogaba.

         Duo ya había llegado al último lugar donde se había encontrado Chama con los líderes de la tropa aérea.

         Morro estaba esperándolo volando sobre su Alicanto parecía estar dormido. Su cara denotaba bastante estrés y mucho cansancio.

         —Oye Morro... Despierta —susurró Chama con cuidado —. Vamos despierta...

        Morro se despertó agitado y se sostuvo de su ave brillante.

        —Disculpa, no pude aguantar las ganas de dormir —dijo Morro —. No encontré nada, creo que esta vez ya terminamos. Mis hombres se toparon solo con unas semillas de uva vivientes siendo guiadas por un arbusto de uvas, fue bastante gracioso y pacífico. Me fuese gustado verlo.

         —Eso sí que fuese sido bonito de ver compañero —dijo Chama y sonrió. Por un momento recordó que sus dos compañeros no eran tan sanguinarios como el resto —¿Electra donde está?

         —Debe estar dándole de comer a su murciélago escandaloso —dijo Morro.

         Electra venía volando sobre el murciélago con aleteos lentos y controlados.

         —¡Hola chicos! —exclamó Electra casi gritando y como sí le faltara el aire —. ¿Ya podemos descansar?

         —¿Encontraste algo tú o los tuyos? —preguntó Chama, esperando ser él, el último en encontrar a los seres de Pico.

         —Pues vimos cosas raras, por una parte vimos otras abejas gigantes que no pertenecen a nuestro ejército y llegamos a algo así como un jardín cercano donde un árbol parlanchín nos dijo que no podíamos pasar sin una invitación de Arit —expresó Electra, estaba bostezando constantemente.

         —¿Entonces se acabaron los hombres de Pico? —preguntó Morro más que alegre lucía aliviado. Pero su cara de alivio se desvaneció al ver la cara de Chama negando con el ceño fruncido.

          Los tres estaban cansados, no habían tenido descanso ni ellos ni sus animales. Ya casi ni se podían mantener en vuelo.

         —¿Qué viste Chama?, dilo de una vez —preguntó Electra —. Yo no sé hasta cuándo será esto.

         Chama le comentó lo acontecido con bastante detalles y los dos guardaron silencio.

         Electra y Morro tampoco estaban muy convencidos de lo que estaban haciendo pero no les gustaba decirlo delante del hijo del sabio Cagua.

         —¿Qué opinan de esos seres de Pico? ¿Cuántos les pidieron piedad a ustedes? —preguntó Chama intentando encontrar consuelo.

         —No nos preguntes eso —reclamó Morro —. Nosotros no tomamos las decisiones las toma tu padre.

         —Morro tiene razón, debes decirle a él y que él decida nada de lo que nosotros digamos importará —recalcó Electra.

         —Pero pueden opinar —dijo Chama.

         Electra sonrió y negó con la cabeza.

         —Ya no eres el mismo inocente niño que llegó aquí, ya tú sabes cómo son las cosas —expresó Electra.

         —Sí Caque no hubiese visto todo no tendríamos que decirle al sabio Cagua —susurró Chama.

         —Las cosas como son —dijo Morro y empezó a descender en su Alicanto.

         —Lo peor es que todo esto no acaba aquí —dijo Electra su color de piel se tornó rosado y azúl al mismo tiempo —. Imagínate después de todo esto iremos a por el continente Siafan entero. Una locura.

        —Así lo quiere Misa —dijo Chama dudoso.

        —¿O así lo quiere tu padre? Es raro que Misa quiera todo esto.

        —Tú misma me dijiste que estabas cuando Misa se convirtió en un dragón ¿O no electra?

        —Sí yo estaba allí murieron muchos hombres de Pico y murieron mis padres y mis abuelos —contó Electra —. Pero hasta los dioses se equivocan ¿no?

         —Quizás algunos no pueden ser salvados y por eso ella quiere acabar con ellos. Es como cuando un animal no quiere ser dominado o cuando nos atacan y debemos defendernos —intentó Chama convencer a su compañera de vuelo.

          —¿Quién salvaba animales en peligro de extinción y ahora está extinguiendo con su padre toda una raza? Persa no le gustaría escucharte hablar así —respondió Electra.

         —Mejor dejemos este tema hasta aquí —Chama subió su tono de voz y su piel se tornó aún más oscura. Electra lo tomó con una orden y asintió obediente.

         —Creo que tenemos que descender el sabio Cagua nos está llamando puedo ver el destello de la luz alada desde aquí —dijo Electra —. Por favor no le comentes nada de lo que te dije. Realmente confío en ti.

         Chama asintió. Y le dolía el hecho de que por un momento ella pensara mal de él como para dudar.

         La luz alada no podía volar de noche y allí estaba al lado del sabio Cagua con su brillo rojizo bastante opaco.

         —¿Qué encontró la tropa aérea? —preguntó el sabio Cagua —. En un momento llegará el líder de la tropa terrestre Caque.

         —Morro y yo solo vimos criaturas de Flora —comentó Electra y en ese momento todos observaron a Chama.

         A la cabeza de Chama vino la imagen de los seres de Pico que vio. No parecían guerreros, ellos estaban simplemente huyendo pero estaba seguro que a su padre eso no le importaría.

         —¿Algo qué decir Chama? —preguntó Cagua, su piel tenía un tono rosado que se mezclaba con el pelaje de su ave la luz alada.

         Chama ya casi estaba decidido a no decir nada. Hasta que a lo lejos notó el cabalgar de Caque sobre una cebra junto a otros dos Ani que lo rodeaban.

         —Es probable que ellos sí hayan encontrado algo —dijo el sabio al observarlos y Chama se dió cuenta que tenía que hablar.

         —Yo ví a cuatro de ellos, se escabulleron a un jardín de los seres Flora —soltó Chama de golpe.

         —Por qué tardaste tanto en decirlo —preguntó el sabio Cagua que volteó a observarlo fijamente—. ¿A caso veo duda en tu mirada y en la de tus líderes? —la mirada del sabio Cagua cada vez parecía más la de un animal salvaje amenazado.

         —No —respondió Chama de golpe y negó con la cabeza —. Padre solo estoy cansado y solo soy yo. Necesito ver a mi hembra Persa y mi hijo Cote. Y como te comento, pude matar a uno y los otros escaparon dentro del jardín en ese momento llegó Caque.

         —Tendrás tu tiempo Chama. Entonces tendré que enviar a Caque a qué se encargue de buscarlos —susurró su padre. Y Chama no quería eso. Él conocía los métodos salvajes del guerrero Ani Caque.

         —Padre... Podrías enviar a otro —susurró Chama y Caque ya estaba a punto de llegar a dónde ellos aguardaban —. Sí queremos que el país de Ramo sea nuestro aliado debemos evitar la mayor pérdidas posible y él terminará matando al que se le atraviese.

          Electra y Morro guardaron silencio pero sabían que Chama sabía la verdad.

           —Entonces manejemos esto como los políticos de los otros países —dijo el sabio —. Él irá conmigo y contigo. Además trae a tu familia lo tomaremos como una reunión. Le enviaremos un mensaje a ese jardín y aprovecharemos para pedirle que se unan a nosotros mientras buscamos a esos últimos seres de Pico.

          —Pero padre....

          —Aceptas o envío a Caque a qué me traiga a esos seres de Pico —dijo el sabio con voz firme. Chama asintió.

          —¿Enviarme a dónde? —preguntó Caque que acababa de llegar sonriente y bajando se su cebra.

          —Retirense tropa aérea—ordenó el sabio Cagua —. Ahora hablaré con la tropa terrestre —. Electra, quedas al mando de las tropas aéreas en la ausencia de Chama.

          —Sí señor —dijo Electra que se subía en su murciélago y alzaba vuelo y Morro la seguía.

          Duo descendió y se fue volando con Chama.

          Chama no sabía que pensar pero al menos ya vería a Persa y a su hijo, era extraño como incluso el color del nubel Duo también había cambiado de blanco algodón a un gris de nube de lluvia. Quizás era la oscuridad que emanaban los seres de Pico que se habían pegado a él. Ese color en su piel lo obsesionaba también creía que podía ser porque estaba corrompido por todo lo que había tenido que hacer en la guerra.

          —Dejar todo. Es una buena opción antes de que termine siendo en un mounstro —suspiró Chama y la nubel asintió con un relámpago. Pero no era tan simple, dejar a todos sus compañeros atrás, a sus hermanos Ani, a los animales e incluso a su papá. Probablemente lo mejor que podía hacer era convencerlo de detenerse. Pero no tenía el valor.

          Persa se encontraba en un pequeño una pequeña laguna algo lejos pero gracias a la nubel solo le tomó unas horas llegar.

           Allí estaban en resto de Ani que no estaban participando en la guerra.

          Cuando Persa vio a Chama bajarse de Duo corrió a abrazarlo, no quería soltarlo Persa lo notó más delgado pero de alguna forma más fuerte y maduro, sabía que su Chama no era el mismo. Ella se separó y lo miró con su cara cambiando a un color rosado y ojos llorosos y lo golpeó con el puño cerrado en el brazo.

         —Creí que estabas muer..

         —No lo digas, te entiendo. Ya estoy aquí —susurró Chama interrumpiendola y ella lo volvió a abrazar.

          —Vamos quiero que veas a Cote y a su amado osito congelado Oice.

          Persa lo guió a dónde estaba su hijo y él se sorprendió por todo lo que Cote había crecido en unos días. Su piel tenía un color blanco casi puro que cambiaba en tonalidades de azúl y rosa.

         —Está de ese color porque siempre está abrazando al osito congelado —explicó Persa. Y ves... Conserva un ojo de color azul y otro negro.

          —Él es único —sonrió Chama.

          —No te vuelvas a ir —susurró Persa y suspiró, pero Chama guardó silencio.

          —Quiero bañarme —soltó él. Persa se dió cuenta que Chama estaba frío no parecía el niño de antes.

          Mientras Persa buscaba alguien que cuidara a Cote Chama se quedó con su hijo era muy juguetón y amigable lo hacía sonreir.

          Una señora Ani amable que siempre cuidaba a Cote lo fue a cuidar.

           En el camino al lago en varios momentos Persa intentó pedirle a Chama que considerara quedarse pero el constantemente la evadía. Por lo que prefirió cambiar el tema.

          —Quiero ver a mis padres —dijo mientras Chama aún guardaba silencio —. He hablado aquí con varios Ani y ninguno me ha dicho nada sobre ellos, es como sí toda mi familia y los cercanos hubieran desaparecido, no saben nada de ellos.

          —De seguro volvieron a las orillas del Mar Ani dónde antes vivían contigo —explicó Chama.

          —¿Y por qué nadie me sabe hablar de ellos? —preguntó Persa.

          —Es raro —dijo Chama.

          —¿Tu papá no te ha dicho nada al respecto? —preguntó Persa pero Chama negó con la cabeza.

         Al fin habían llegado al lago y cuando Chamo llegó su rostro cambió. Corrió al agua con todas sus fuerzas y Persa sonrió contenta. Él empezó a nadar rápido mientras se quitaba la mugre de su cuerpo. El agua estaba fría pero su cuerpo se adaptó bastante rápido. Aunque aún no dejaba de tener ese color grisáceo oscuro. Le pareció extraño que Persa no le comentara de su extraño color de piel.

          Intentó limpiarse y frotarse la piel con fuerza pero parecía estar manchado para siempre. Lo hizo con más fuerza y desesperación hasta que no pudo evitar soltar las lágrima. Persa notó esto y nadó rápido a dónde el estaba.

          —Vamos tranquilo yo te ayudo —dijo ella al llegar y el no dejaba de llorar —. Empezó a lavarle la espalda.

          Era de noche y estaban solos, Chama estaba tenso pero sentir a su amada lo hizo calmarse. Casi había olvidado lo suave de sus manos y de la paz que le daba cundo ella lo tocaba.

          —¿Me acompañarás con mis padres? Solo quiero verlos y saber que están bien, luego solo volveremos a ser nosotros —dijo Persa —. Ya no quiero que sigas así. Mira como te tiene todo esto. Estás frío, triste y ya casi no sonríes. Yo solo quiero estar contigo, con mi hijo, con el osito congelado hasta con tu nubel Duo. Y obviamente mi Mono azúl. Solo nosotros.

          —Sí, sí. Sí a todo lo que tú digas —le respondió y soltó una leve sonrisa. Y entrelazó sus manos con las de ella.

          —Entonces nos vamos mañana —declaró Persa.

          —Espera...

          —¿Qué? —preguntó Persa.

          —Solo un día más. Solo te pido el día de mañana. Mi padre me necesita.

          —Pero acabas de decir que me dejarías decidir. Ya tienes que alejarte de eso —dijo Persa y con sus cerrados suspiró.

          —Necesitamos ir nosotros, tú, mi hijo y yo. Y ya. Es eso o permitir que Caque vaya y termine matando a seres de Flora.

          Chama le terminó de explicar la situación y ella aunque no muy convencida aceptó con la promesa que después de eso huirían y buscarían a sus padres.

          Persa se sorprendió ya que ella y muchos de los Ani que estaban allí pensaban que los seres de pico, ya se habían extinguido.

          Ambos conversaron por horas bajo la luz de la luna y las estrellas y la pequeña laguna y empezaron a meditar sobre quién realmente había hecho más daño si los hombres de pico o los Ani.

          Chama permaneció callado por un instante pero casi sin control gritó.

          —¡Es claro que ellos han hecho más daño de eso no queda duda! —pero Chama dudó de todo lo que dijo y por primera vez sintió que le mintió a Persa. Porque él sentía que los Ani habían hecho más daño que los hombre de Pico.

          —¿Seguro? —preguntó Persa.

          —Sí tan solo la madre Misa pudiera responderme eso me aclararía muchas cosas —dijo Chama mirando el cielo —. Yo sé que tú no crees en la diosa Misa pero ella guía a mi padre.

         —No dudo de su existencia porque hay pruebas de eso. Lo que no creo es que los dioses se merezcan todo el triunfo de las cosas que nosotros hemos logrado y siento que no le debemos nada. Miranos aquí, estamos peleando sus batallas y ¿dónde está ella?

          —Ella nos ha salvado, salvó a mi padre la última vez y nos seguirá salvando —respondió Chama casi implorando al cielo llorando.

          Persa se dio cuenta que el sabio Cagua le había lavado el cerebro pero aún así, todavía veía una pizca de inocencia en él. Ella le dió un beso en la frente y sostuvo su cabeza como un niño en su pecho.

          Chama se alegró al notar que su piel empezaba a tornarse de un color más claro, el mismo color que tenía antes de empezar la guerra entonces comprendió que lo que estaba mal era su corazón y no sabía si estaba haciendo lo correcto.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top