Capítulo 9. Después de la tormenta.
Tom abrió los ojos, aun así, de poco parecía servirle la vista. A donde quiera que voltease solo había oscuridad. Asustado no quería ni mover las piernas, temeroso de que ni siquiera hubiese suelo fijo a su alrededor. El joven se abrazaba tratando de contener el poco calor que aún sentía en su cuerpo. Un sonido como el trino de un pájaro lo alertó.
"Re...da... "
A lo mucho pudo distinguir esas dos sílabas, alzó la vista y avistó una luz blanca azulada que parecía llamarlo como un faro. Respiró y dio un paso, al ver que era firme decidió seguir esa luz de esperanza. Poco a poco la luz se ampliaba y parecía fulminar en un punto especifico, entre más se acercaba más escuchaba ese cantar y las mismas sílabas. Tom se detuvo de freno, al fin había llegado, pero no podía comprender qué era lo que tenía delante de él. Un ser humanoide con grandes alas, el cabello largo le caía y ondeaba con destellos que asemejaban estrellas. Varios halos de energía blanca parecían coronarle; esferas de luz blanca y azulada le danzaban alrededor. El ser resplandecía en su totalidad, la energía que irradiaba vibraba en el ambiente emitiendo un sonido etéreo. Tom no podía quitarle la vista, le parecía que ni en su imaginación podría concebir algo tan majestuoso. Al admirarlo con más detenimiento notó que estaba envuelto en cadenas que le comprimían las alas. Tom no podía entender porque alguien tendría a tan sublime creatura presa. El ente abrió los ojos, tan iluminados como el resto de su cuerpo y fijó la mirada en el joven robándole un suspiro.
"Recuerda..."
Al fin entendió que ese era el murmullo que había estado escuchando.
"Recuerda..."
Parecía que el ente lo repetía, ¿acaso le estaba diciendo a él que recordara? Pero ¿qué era lo que quería que recordara? Tom se acercó al ente y notó a sus pies un grueso candado.
"Recuerda..."
No dejaba de oír y parecía que el volumen de la voz se incrementaba con su atención al candado. ¿Si lo abría recordaría?, aunque no estaba seguro de qué recordaría. Tom alzó la mirada hacia el ente, quien no había dejado de observarlo y un poco dudoso se atrevió a preguntar:
—¿Quién eres?
El ente no respondió, solo se escuchaba el mismo murmullo y ese coro etéreo que no había dejado de sonar.
—¿Qué pasará si te libero?
A pesar de que el ente no respondió con voz, parecía que lo había hecho a través de una corazonada.
—¿Recordar? —murmuró Tom—. Si te libero recordaré y seré...
Tom se apretó las manos, el ente le ofrecía un cambio, algo que él pensaba imposible. ¿Cambiar? ¿Curarse? ¿Liberarse? Su deseo oculto, la posibilidad de cambiar, dejar de ser un lastre y ser aceptado por todos, incluso por ella. Ser normal.
El joven se adelantó al candado dorado y lo tomó entre las manos, agarró aire, pero una voz conocida lo distrajo.
—¡Detente!
Tom se giró y contempló a ese niño de cabello dorado y lentes de grueso marco. Tom se hizo hacia atrás y dejó el candado. No podía creer que ese niño hubiese vuelto de sus pesadillas mentales.
—No te atrevas a liberarlo —le dijo el niño severo.
—Por, por favor. Si lo abro, yo... podré cambiar, podré dejar de ser un inútil.
El niño se acercó más a Tom para tenerlo de frente.
—Si lo liberas te arrepentirás —advirtió el niño—. Tú no puedes cambiar. Tú no mereces nada y tú único destino es el de ser un inútil.
—Pero, es muy doloroso y triste. Ya no más, por favor. Quiero cambiar.
—No puedes. Y si lo intentas vas a fracasar. Esta es la patética vida que alguien como tú merece. Y si no te gusta bien sabes cual es la salida, pero eres tan tonto que sigues aferrándote a la vida.
Tom apretó los ojos, el niño tenía razón. Lo mejor era dejar todo como siempre, rendirse y callar la esperanza ingenua que le prometía una vida diferente. La oscuridad empezó a consumir todo a su alrededor de nuevo hasta que solo quedó la tenue luz del ente que se desvaneció con una última suplica que insistía:
"Recuerda..."
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En el hospital el estado de Tom no se había calmado, Noel lo contemplaba impaciente. El metabolismo acelerado del joven degradaba los sedantes a una velocidad increíble y ya se le habían agotado las ideas al médico para estabilizarlo. Charles entró a la habitación, impotente observó a Tom cuyo cuerpo seguía iluminado.
—¿Alguna idea de Diamante? —le preguntó Noel al coronel.
—Todavía no. Me dijo que hablaría con Esmeralda. Hace tanta falta Zafiro.
—Lo sé. Si la reacción no se estabiliza podría destruir su cuerpo actual. A estas alturas, quizás la única opción es entregarlo a Herman para hacerlo regresar a su otro cuerpo.
El coronel no contestó más que negando con la cabeza.
—Sé que no era el plan —le dijo Noel al ver alterado a Charles—. Pero está en peligro de muerte. Creo que debemos exponerle esa posibilidad a Diamante lo antes posible.
—¡Carajo! —gritó Charles—. Si estaba todo bien, ¿cómo nos pudo pasar esto? —Charles se aproximó al joven que no había dejado de jadear y permanecía con los ojos apretados—. Por favor, amigo, ¡tienes que reaccionar! Sé que el poder de la semilla es inhumano, pero tú siempre has podido sobrellevarlo. Ahora también podrás... ¡Noel!
Charles llamó al médico al ver como lágrimas se le escapaban al joven mientras su respiración parecía calmarse. Noel analizó sus signos.
—¡Se está controlando! —informó.
Después de un par de minutos el cuerpo de Tom había dejado de resplandecer y respiraba tranquilo, parecía que el peligro había pasado. Aliviados, Charles y Noel esperaban expectantes a que Tom abriera los ojos.
—¿Crees que al fin recuerde? —le preguntó Charles a Noel.
—Esperemos que sí...
Tom apretó los ojos y poco a poco los abrió. Su vista se hizo más clara y pudo advertir a Noel y Charles.
—¿Coronel Toriello? ¿Doctor Emils?
—¡Ah! Maldición —chistó Charles alertando a Tom.
—Perdón... —musitó Tom sin entender que estaba pasando.
—Tranquilo, Tom, todo está bien. ¿Cómo te sientes?
—Pues, bastante cansado, me siento adolorido.
—Supongo que es normal —le dijo Noel—. ¿Qué es lo último que recuerdas?
Tom meditó un poco antes de responder:
—Estaba preocupado por Susie porque se lastimó el pie y... —Tom alzó la vista—. Solo eso... —dijo preocupado, solo aparecía en su mente ese extraño sueño que había tenido donde ese niño de cabello dorado parecía haber vuelto para atormentarlo como siempre.
Charles contempló a Noel con gesto torcido mientras negaba con la cabeza. Al verlo, Tom se agitó.
—¿Está todo bien? —preguntó el joven.
—Te digo que sí —le aseguró Noel.
—Creo que tuve un ataque, doctor. Juro que traté de controlarlo. No puede ser... ¡ellos me vieron! No puede ser... —Tom se agitó.
—Tom, calma. Cuando me refería a controlarlo no me refería a detenerlo. Cuando tienes estos ataques es porque hay algo que tu subconsciente quiere decirte. Los humanos solemos ignorar todo eso que está debajo de lo que somos. En tu caso parece que llevas mucho, mucho tiempo ocultando una parte importante de ti, ¿comprendes?
—Es que no quiero que me vean teniendo esos ataques; ahora ellos me vieron, ellos no querrán ya ser mis amigos, como todos, como siempre pasa. —Tom apretó los ojos, las incontenibles lágrimas hallaron luz empapando las pestañas y mejillas pálidas del chico—. Ya no quiero estar solo... —murmuró con la voz rota.
Noel y Charles se contemplaron consternados. Parecía que los estigmas que cargaba su amigo habían hecho una mella más dolorosa y profunda de la que imaginaban.
—Thomas —lo llamó el coronel—, amigo, te prometo que no lo estás y no lo volverás a estar.
—Charles y yo siempre estaremos para ti —le dijo Noel—. Escucha bien, esos episodios se vuelven ataques precisamente porque los reprimes, si te dejas llevar por ellos podrás controlarlos. Debes dejar de luchar contra ellos y escuchar qué es lo que te tienen que decir. ¿No recuerdas más? ¿Qué viste?
—Recuerdo nada más un poco —contestó Tom entre sollozos—. Vi, vi un niño en el bosque, lo he visto antes, en otras alucinaciones. Lo estoy recordando un poco, él suele llamarme hermano, él dijo que yo, yo... ¿era un asesino? —murmuró al recordar, angustiado contempló a los dos hombres—. ¿Qué significa eso?
—Sólo tenemos una pequeña parte de todo, tranquilo —le dijo Noel—. ¿Algo que quieras agregar, Charlón?
—¿Charlón? —balbuceó Tom y contempló al coronel. De pronto ese sobrenombre le sonó tan conocido.
—Hace tiempo mi grupo de amigos me puso ese apodo —admitió el coronel y se acercó a Tom—. No tengo nada que decir más que confíes siempre en Noel y en mí, ¿quieres? No estás solo, que te quede claro.
Tom se limpió los ojos y asintió tratando de sonreírle al coronel.
—Bien, te revisaré para corroborar si ya te puedo dar de alta.
Mientras Noel atendía al cadete, Luis y Fanny caminaban hacia la clínica de la Academia, en donde el doctor Emils les avisó tendrían a Tom. Luis llevaba consigo el gorro de Tom. Ambos cadetes se mantenían en silencio hasta que Luis lo rompió:
—Siento que vimos algo que no debíamos.
—En definitiva —respondió Fanny—. Todo es demasiado turbio.
—¿Verdad? Y me súper asusté, jamás imaginé a Tom comportándose así.
—¿Y qué me dices de todo ese espectáculo que vimos?
—¿Magia?
—La magia no existe, Luis. Eso fue FOLD.
Luis contempló a su compañera con consternación.
—Pero ¿cómo? Tom no tiene siquiera un implante y por más que se ha esforzado no ha logrado subir su compatibilidad.
—¡Exacto! Todo eso lo hace todavía más sospechoso. Por una razón nos ordenaron guardar silencio, además es obvio que el doctor Emils y el coronel Toriello sabían que esto le pasaría a Tom. Y esa manera tan despectiva en la que nos llamó humanos. Me hace pensar, ¿quién o qué será Tom? En definitiva, él guarda un secreto.
Luis se quedó quieto en la entrada, suspiró y abrió la puerta mientras pensaba en las palabras de Fanny que en realidad le hacían mucho sentido. Luis y Fanny subieron al primer piso en donde les informaron que estaba la habitación de Tom.
—¡Susie! —llamó Fanny a la joven que yacía sentada en la sala de espera exterior.
—¡Ah! Hola, Luis, Fanny —saludó Susie algo avergonzada mientras se ponía de pie.
—¿Qué haces aquí? —preguntó Luis.
—Pues, vine a ver a Tom. Pero no he podido entrar todavía. Están adentro el doctor Emils y el coronel Toriello.
—¿Te dijeron como está?
—Todavía no, Fanny.
—Comprendo. Oye, pensé que Tom te desagradaba.
Fanny cruzó los brazos e indagó a Susie con la mirada.
—¡Oh! ¿De verdad? Me pareció que era mi imaginación —dijo Luis—. Entonces, ¿por qué estás aquí?
Susie torció la boca y se sentó de nuevo.
—No tengo porqué darles explicaciones.
—En eso tienes razón —concordó Luis—. Bien, esperemos a que nos dejen verlo o tan siquiera nos den informes.
Los cadetes se quedaron en silencio. De pronto, Susie empezó a tronar los dedos y pareciendo no ser suficiente golpeteó el suelo con los pies. Fanny y Luis no entendían que pretendía con eso.
—¡Bien! —exclamó Susie ante la sorpresa de ambos cadetes—. La realidad es que, conozco a Tom desde hace mucho.
Luis y Fanny se observaron sorprendidos, no esperaban que Susie de pronto explotara.
—Él y yo éramos amigos, su mamá y la mía se conocen desde hace tiempo. Pero, él —titubeó Susie y se mordió los labios antes de seguir—, hizo algo que me fastidió mucho la existencia.
—¿Tom? ¿Hacerte algo? —preguntó Luis incrédulo—. Tom es prácticamente inofensivo.
—El Tom de ayer no me lo pareció —murmuró Fanny.
—Lo que pasó fue que se me declaró —respondió Susie ignorando a Fanny—. Me sentí incómoda y mal al respecto, le pedí que se alejara de mí y desde entonces no le volví a dirigir la palabra. Hace ya más de tres años de esto. Todo empeoraba porque hubo gente que me decía que Tom seguía obsesionado conmigo, que él decía y hacía cosas, eso me hizo sentir peor al respecto.
—¿Y era cierto eso?
—Una vez lo enfrenté al respecto, pero...
Susie calló y bajó la mirada.
—¿Pero? —insistió Fanny.
—Él no me rebatió, de hecho, no me dijo nada. Pensé que no era capaz de defenderse, pero ahora caigo en cuenta que quizás él no hablaba porque le prohibí dirigirme la palabra. Y, cuando supe que lo habían reclutado, asumí que no aceptaría para no incomodarme. Sin embargo, vino y eso me hizo enojarme más con él, así que... —Susie recordó las palabras que le dijo Tom justo ayer—. La verdad ya no sé que pensar.
—Espera, Susana. ¿Crees que Tom accedió a la beca para perseguirte hasta acá?
Susie asintió todavía con la mirada baja.
—¡Ay, amiga! Pues sí tienes la cabecita algo retorcida.
—¿Por qué lo dices? —preguntó Susie.
—Por dos razones. Una, cuando recibes la beca es una orden de la mariscal, negarte te condenaría a la encarcelación. Dos, esto además implica el pago de una indemnización para cubrir la supuesta inversión. De hecho, incluso aunque te corran por reprobar debes pagarla si tienes beca A o B.
—¿De verdad?
—¡De verdad! Papá me lo confirmó esta mañana. Pero como nadie rechaza la beca lo primero no pasa. Y como todos los B y A en principio son excelentes es raro que reprueben. Dudo que Tom haya venido a perseguirte como dices, para mí solo quería evitar ambos escenarios. Tom no viene de familia militar como tú y yo, ni de familia adinerada como Fanny.
—Yo tampoco sabía eso —meditó Fanny en voz alta.
—O sea que yo le reclamé injustamente a Tom. ¡Soy una persona terrible! —gimió Susie.
—No, no te digas eso —la animó Fanny—. El Gran Mariscal decía que todos merecen segundas oportunidades, quizás es tu momento de esa segunda oportunidad para Tom. La verdad, no sé que tiene ese niño que me agrada. Y ahora más con todo ese espectáculo que nos dio... ¡Cierto! Lo conoces de hace mucho, Susie, ¿sabes si Tom es diferente?
—¿Cómo diferente? —preguntó Susie.
—Es que, Fanny cree que todo lo que vimos ayer fue una expresión de FOLD de Tom.
—¡Sí! ¡Sí! Lo fue, y expresó varios principios; eléctrico, fuego, y plasmático. Los ojos le brillaban, así que podrían ser alerta y reactivo.
—Pero si Tom ni siquiera tiene un implante —dijo Susie—. Y nadie puede expresar más de tres.
—¡Exacto! —exclamó Fanny—. ¿Tú sabes algo?
Susie meditó un poco, no se había detenido a pensar en esas particularidades que Fanny señalaba sobre lo sucedido ayer. Quizás las palabras de Tom le sorprendieron más que el espectáculo.
—La verdad no, pero fue como uno de esos ataques que solía tener. A veces Tom tenía esos episodios, por decirlo así. De pronto le dolía mucho el pecho y la cabeza, empezaba a decir incoherencias y actuaba muy raro. Supongo que la medicina lo fue calmando poco a poco, pero también su espíritu se fue apagando.
—¿Cómo es eso? —preguntó Fanny.
—Tom, él era más alegre antes. Quizás no extrovertido y alocado, pero era feliz, soñaba, se emocionaba. Poco a poco se volvió más y más sombrío. Cuando tuvimos el incidente creo que todo empeoró. Los amigos que tenía se alejaron de él, tachándolo de raro, no lo soportaban y parecía que él se había rendido, se quedó solo. —Unas cuantas lágrimas se escaparon de los ojos de Susie—. Lo dejé solo —sollozó.
—Tranquila, amiga. —Luis la abrazó—. Es como dice Fanny, quizás esta es una señal para que recuperen su amistad. Cuando nos dejen verlo entra tú primero y habla con él, ¿cómo ves?
Susie se enjugó las lágrimas y le asintió a Luis.
—Tom es afortunado de tenerte a ti y a Fanny como amigos.
—La verdad, sí —respondió Luis.
—Susie, dime, ¿sabes que es un Eón?
—Creo que no —respondió la joven—. ¿Por qué?
—Ayer escuché al coronel decir que Tom se estaba convirtiendo en Eón.
Luis y Susie, confundidos, contemplaron a su compañera.
—Yo sabía —continuó Fanny— que un eón es una unidad de tiempo. ¿Qué tendría que ver eso con lo que vimos ayer? Decidí indagar más y encontré otro significado para esa palabra. Eón, o Aeon, para los gnósticos y organizaciones basadas en esa fe, una encarnación divina.
—¿Cómo un dios? —preguntó Luis incrédulo—. ¿Por eso nos llamó humanos? ¿Cómo si él no fuera uno?
Fanny alzó los hombros y respondió:
—No lo sé, pero al Eón lo relacionan incluso con el Cristo de la religión cristiana, o con sus ángeles. Una supuesta manifestación de lo divino.
—¿Tom? ¿Un ángel? —murmuró Susie.
—Claro que debe haber una explicación lógica para esto. Ni la magia ni la divinidad existen.
Susie y Luis meditaban las palabras de Fanny, en eso la puerta de la habitación de Tom se abrió. Un aliviado doctor Emils y coronel Toriello salieron.
—Cadetes —los llamó el coronel al verlos—. ¿Qué hacen aquí?
—Buenas tardes, coronel, doctor —saludó Luis con propiedad—. Es que queremos saber como sigue Tom.
—Comprendo —respondió Noel—. Tom se encuentra estable. De hecho, voy a preparar su alta y pueden pasar a verlo si quieren. Le mandaré un cambio de ropa deportiva.
El par de hombres se alejó de los cadetes. Fanny y Luis animaron a Susie a que entrara ella primero. A Susie le pesaban las piernas solo de recordar las palabras que le había dicho Tom, pero debía afrontar la situación. Susie abrió la puerta y se adentró a la habitación ante un sorprendido Tom.
—¡Hola, Tom! —le dijo al acercarse a su lado, pero el joven avergonzado bajó el rostro—. ¿Cómo te sientes?
Tom no respondió, en cambio se encogió de hombros.
—Puedes responderme. Ya no me molestaré si me hablas.
—¿De-de ve-verdad?
—Así es, háblame porque quiero que vuelvas a hacerlo.
—Su-susie, no quiero molestarte.
—No lo haces. Tom, lo que me dijiste ayer... No sabía que te sintieras así.
Tom parpadeó y negó con la cabeza.
—¿Qué fue lo que te dije?
—Espera, ¿no lo recuerdas?
Tom negó una vez más. Susie le contó lo que pasó y todo lo que le dijo, omitiendo la última parte. Tom, agobiado, abrió los ojos y se cubrió la boca negando.
—No, yo jamás, jamás te diría algo así. Po-porque fue mi culpa, to-todo fue mi culpa, todo siempre es mi culpa —decía Tom ansioso.
—Está bien, tenías un ataque y en ese momento dijiste la verdad, tu verdadero sentir. No me gustó verte tan molesto. Es más, creo que nunca te había visto enojado, por eso me impactó.
Tom deseaba que las sábanas se lo tragaran, no recordaba haber soltado nada de eso. ¿Cómo se le ocurrió decirle eso a Susie si él era quien tenía la culpa siempre?, ¿qué le estaba pasando por la cabeza en ese momento?, se preguntó el cadete.
—Perdón, perdón por eso. Perdóname, de verdad, perdóname por todo. No, no creo ni siento nada de eso. Ese, ese no era yo, yo no soy así.
El joven se abrazó tratando de contener el estremecimiento de su cuerpo.
—Está bien, Tom. Olvidemos todo, ¿sí? Empecemos de nuevo. ¿Amigos?
Tom bajó la mirada, no entendía que pasaba, ¿de verdad esta era la realidad? ¿No alucinaba las palabras de Susie?
—¿Re-realmente me pe-perdonas por todo lo que te hice? —preguntó frágil con labios temblorosos.
—Sí, claro. Es cosa del pasado. ¿Amigos? —insistió Susie.
Tom levantó un poco el rostro, algunas lágrimas se le escapaban y asintió. Al darse cuenta de ello, Tom se cubrió el rostro.
—Oye, tranquilo. —Susie bajó las sábanas para descubrir a Tom—. No me incomoda que llores.
Susie le sonrió a Tom y él lo hizo también. A la joven le pareció abrumador comparar al niño dócil que se secaba las lágrimas delante de ella con esa persona en la que de pronto se había transformado ayer. Esa persona capaz de mirarla a los ojos, pararse erguido y decir lo que sentía, era una cara que jamás imaginó que vería de él. ¿Y si ese era su verdadero rostro?, se preguntó de pronto la joven. ¿Y si Tom fingía su personalidad actual?, ¿por qué lo haría? Esa idea le pareció ridícula a Susie, Tom solo era un niño simple e indefenso, esa personalidad que de pronto manifestó seguro era producto de sus problemas mentales. Susie suspiró, decidió dejar de pensar en eso y se alejó hacia la puerta.
—Espera aquí. ¿Sí? —dijo la cadete y salió de la habitación.
Al cabo de un par de minutos, Fanny y Luis entraron.
—¡Tom! ¿Cómo estás? —preguntó Luis.
—Luis, Fanny, ¿qué hacen aquí?
—Pues, hemos venido a ver como estás —le dijo Fanny—. ¿Qué tal? Nos dijo el doctor Emils que ya estabas bien.
Tom asintió con suavidad.
—Eso es súper. Amigo, de verdad que nos diste un súper susto.
—A ver, Tom, ¡dime la verdad! —Fanny se acercó a Tom hasta tener a unos centímetros de ella su rostro—. ¿Qué fue todo eso? ¿Verdad que fue FOLD?
—¡¿Qué dices?! ¿FOLD? —cuestionó Tom intrigado a Fanny mientras se pegaba a la cabecera de la cama, aunque la chica acortó también esos centímetros que Tom logró ganar.
—Se sentía una energía intensa emanando de ti, hasta el doctor dijo que se había quemado —explicó Fanny con la mirada hambrienta de respuestas sobre Tom—. ¡Eso debió haber sido FOLD! ¡No hay otra explicación lógica! ¿Verdad?
—No, no recuerdo esa parte.
—¿En serio? —preguntó Fanny choqueada, se alejó por fin de Tom y contempló a Luis y Susie.
—¿De verdad no recuerdas? —le cuestionó Luis.
Tom negó con la cabeza.
—¿Qué fue lo que ustedes vieron?
Los chicos le explicaron lo que pasó en su experiencia y cómo lo sintieron.
—Si no hubiera sido por el coronel y el doctor, ¿nos habrías matado? —Luis fue el último en hablar, y quizás el más angustiado.
—Luis; no, yo jamás pensaría en hacerles daño. —En eso, Tom recordó las palabras del niño que lo llamaba hermano y asesino—. Yo soy incapaz de hacerle daño a alguien, jamás los lastimaría —les dijo con voz cortada y débil.
—Lo sabemos. —Susie le sonrió—. Tú no eres esa clase de persona. Seguro todo fue por tu condición mental.
—Perdóname, amigo. No estaba listo para algo así. Pero ¿eso fue FOLD como dice Fanny?
—Eso no es posible, yo jamás seré un folder, no pude haber expresado ningún tipo de principio.
—Tom. —Fanny contempló fijamente a su compañero—. Eso fue FOLD —le aseguró—. ¿Te dijeron algo el doctor Emils y el coronel Toriello? ¡Juraría que ellos sabían esto de ti!
—No, no me dijeron nada. Pero ya no quisiera hablar de eso.
—¡Tom! ¿No te das cuenta? Esto implicaría que eres un folder, quizás uno triple o más.
Tom entrecerró los ojos y negó con la cabeza.
—No soy un folder, jamás lo seré y menos podría lastimar a alguien.
Fanny se alejó de Tom, y los cadetes se quedaron en silencio. Pero Fanny no compraba eso de que Tom no era un folder, su instinto le decía que había un misterio que descifrar respecto a Tom y uno que seguro debía tener un gran impacto en un país donde los folders y la energía del FOLD eran pilares.
—Bien —siguió Fanny—. Entonces, ¿sabes que es un Eón?
—Creo que son mil millones de años, si no me equivoco —respondió Tom.
—Además de eso. Tom, ayer el coronel dijo que te estabas convirtiendo en Eón.
Tom abrió los ojos, ¿que se estaba convirtiendo en Eón? Fanny volvió a explicar lo que había encontrado sobre el significado de esa palabra.
—¿Tienes idea de eso?
Tom negó tratando de procesar esa información. La religión no era su fuerte, pero por lo que entendía él no podría estar más alejado de una manifestación divina. Sabía que era anormal, pero un anormal mundano, jamás uno tan espectacular. En eso un enfermero entró y desconectó la intravenosa de Tom dejándolo libre para moverse.
—Cadete, ya puede retirarse —confirmó el enfermero—. Le han traído ropa, prepárese para que no pierda la cena.
—¡Es cierto! Date prisa, Tom —lo apresuró Luis dándole palmadas en las piernas y le entregó su querido gorro a su amigo.
El enfermero se retiró, Tom despabiló y se apresuró a cambiarse. Unos minutos más tarde los cuatro cadetes se dirigían al comedor en silencio.
—Tom —Fanny rompió la afonía—, ya lo verás, estoy segura de que en realidad eres un folder, uno muy poderoso y puede que tenga que ver con eso del Eón. Si lo analizamos eso podría explicar tu beca A, ese es tu potencial.
Luis y Susie pensaban en las palabras de Fanny. Por una parte, a Luis le hacía sentido y la idea de que su amigo fuera en realidad un poderoso folder lo animaba, ¡él sabía que el ejército no cometía errores! No obstante, la parte del Eón le parecía críptica, le habría gustado consultar a su padre, pero bajo las órdenes que recibieron sería imposible. Mientras tanto, Susie no podía siquiera imaginar a Tom como un guerrero folder y no encontraba explicación para lo que había sucedido ese sábado. Tom solo deseaba que ese sábado fuese borrado de la historia.
—¡Tu caso me parece increíble! —exclamó Fanny—. Me gustaría ver eso del Eón para entender que es, ¡necesito respuestas! ¿Cómo le hacemos para que te transformes, Tom?
—Espera, Fanny...
—Quizá debamos cazar una tormenta eléctrica.
—Ya basta. Además, nos prohibieron hablar de esto —reprendió Susie a Fanny para el alivio de Tom.
—Perdón, perdón, es que les diré: ¡quiero ser investigadora de FOLD! Para ayudar en la empresa familiar, es mi sueño y por eso me pongo tan intensa. Discúlpame, Tom, no es mi intención hacerte sentir mal.
Tom se limitó a sonreírle a Fanny.
—Igual y Fanny está en lo cierto. —Luis emocionado observó a Tom—. ¿No crees? Más allá de eso del Eón y a lo mejor es como dice y de verdad eres un folder.
Tom no respondió, la simple idea se le hacía disparatada, ¿cómo podría un inútil como él ser un folder? Durante la cena, Tom permaneció en silencio, su mente se batía sobre lo que acababa de pasar, las palabras del doctor Emils y sus amigos, ¿de verdad habrá sido FOLD? Tom descartó la idea de ser folder desde el obligatorio examen al que todos los terrenales son sometidos a los cinco años, donde le dijeron que era incompatible. ¿Y qué era eso del Eón? En eso vislumbró aquel sueño que había tenido, de pronto lo recordó, aunque vagamente. Si el Eón era algo tan increíble como decía Fanny, quizás el ente con el que soñó tendría que ver. Entonces eso significaría que... ¿él se estaba convirtiendo en ese ente?
Tom abrió los ojos ante tal conclusión y negó con la cabeza. Seguro que todo era una invención de su mente desquiciada como siempre. El joven levantó el rostro y admiró a sus compañeros, cada uno tan diferente de él; le parecía que él pertenecía a una raza opuesta. Eso fue suficiente para recordarle su realidad y dejar de lado fantasías absurdas.
El coronel Toriello y el doctor Emils tomaban un par de cervezas como les era costumbre cada domingo en la casa del coronel.
—Quiere decir que nunca lo lograremos. Estuvimos a punto de fallar o quizás sí fallamos. —Charles jugaba con el agua condensada en la botella usando el pulgar.
—Eres un paranoico, Charlón, este no es el fin. El Eón Rishon despertó, quizás no por completo pero la semilla se rompió, la flor apareció, sólo hay que nutrirla y cultivarla. Verás que esa flor volverá a brillar y él volverá. Tienes que tener fe.
—Eso intento —respondió Charles—. ¿Sabes que me da más coraje? El pobre ve a ese bastardo, ¡lastimándolo!
—¿Qué esperabas? Fue la última persona que vio, la última persona que pensó que lo traicionaría. Incluso nosotros nunca lo esperamos, ¡su propio hermano!
—Saint Porath, ¿por qué nos traicionó?
—Es un misterio. —Noel tomó un largo sorbo de cerveza—. Pero quisiera creer que traicionó al ejército, no a nosotros —soltó Noel su ingenua ilusión.
—Siempre pensé que si alguien nos traicionaría serías tú.
—Quizás, y de hecho he tenido la oportunidad; pero si lo hiciera, ¿con quién tomaría? Los militares son muy apretados y aburridos. Ustedes deben ser los únicos oficiales que me caen bien.
—Gracias, creo. He estado pensando, puedo mandarlo a tutorías, pensaba en Hilda.
—¡Oh! ¿Quieres hacer enojar a Lidia?
—No es eso, solo que Hilda es ideal para el trabajo
—Muy cierto y la idea le emocionaría. Además, no sé tú, pero a mí me preocupa como podría estar tratando Lidia a León. Esa mujer nunca ha sido de mi agrado, es demasiado elitista hasta para ser oficial y León está en una situación muy vulnerable.
—Por eso mismo creo que Hilda podrá ayudarlo. —Charles suspiró—. También pensaba en ponerlo de becario de Miri aunque quizás a ella no le guste la idea. Ella sigue sin notarlo, ¿verdad?
Noel negó con la cabeza y respondió:
—Solo tiene ojitos para ese otro muchacho.
—¿Crees que León sienta algo por ella incluso sin recordar el pasado?
—Él no me ha dicho nada, y tal vez no me lo diría, pero no me sorprendería que así fuera.
—Es una triste situación. Estar enamorado sin entender el porqué, y que la persona que amas ni te haga en el mundo.
Después de la tormenta eléctrica todo el domingo estuvo nublado y al anochecer la lluvia por fin se presentó. Los hombres se asomaron por la ventana, en su melancolía pensaban en su siguiente movimiento.
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