Capítulo 54. Hogar, viejo hogar

Eran las 02:00 de la madrugada del día siguiente. Después de 19 horas de vuelo, llegaron al fin. Salieron del aeropuerto de Nueva Zelanda, y tomaron un taxi, el cuál les llevaría hasta un hotel.

Los tres muy agotados ni siquiera se dispusieron a deshacer las maletas, aunque solamente para sacar sus deseados pijamas para ponérselos.

Muertos de sueño, se echaron en la cama más cercana a cada uno, y pudieron descansar.

Eran las 10:00 de la mañana, y ya estaban todos levantados, y listos para el día que les esperaba.

Los empleados de la empresa de arquitectura les esperaban en la dirección que Roth les dio, donde exactamente se encontraba la mansión.

Cuando llegaron, de inmediato sintieron varias emociones a la vez.

Roth-*Se detiene* Bueno, aquí es.

Lara, Sara-*Se detienen y miran la mansión*

Sara-Increíble. Está igual a la última vez que la vi.

Lara-Mejor no recuerdes aquel día... *Responde retórica mientras miraba la mansión*

Roth-*Se dirige a los empleados de la empresa de arquitectura* Bien, este es el lugar. ¿Cuándo empezarán a transportar los muebles al avión?

Empleado-Hoy mismo, si usted lo desea.

Roth-Sí, claro. Cuanto antes mejor.

Empleado-Ustedes deciden qué muebles son los que debemos transportar al avión, y mi equipo y yo los transportamos.

Roth-De acuerdo. Chicas, ¿queréis ayudarme a decidir qué muebles se vienen con nosotros?

Sara-Sí, claro. *Responde con una sonrisa*

Lara-Qué remedio... *Retórica suspira*

Roth-Bien chicas, vamos a entrar. *Camina hacia la entrada de su vieja mansión*

Sara-*Camina junto a su padre*

Lara-*Aún quieta se queda mirando la mansión, no teniendo la disposición de entrar, pero después de todo, era su casa* Hogar, viejo hogar... *Suspira con resignación, y camina hacia la mansión*

Sara, Lara-*Entran en la mansión y miran de arriba abajo*

Sara-No me creo que estemos aquí otra vez... *Mirando su vieja casa de arriba abajo, sintiendo una pequeña lástima por su mal estado*

Lara-Lo mismo digo, Sara. *Suspira resignada*

Roth-Vamos chicas, un poco de optimismo. Solo será una semana, ni más ni menos. Después de esta semana, volveremos a Nueva York.

Lara-Más te vale que lo cumplas.

Sara-Oye, Lara, ¿vamos a nuestra habitación? *Pregunta con un pequeño tono de ilusión*

Lara-Está bien. *Acepta encogiéndose de hombros*

Roth-No tardéis mucho, entre los tres tenemos que decidir qué muebles nos llevamos.

Lara, Sara-*Caminan hacia las escaleras, y suben hasta llegar al ala sur. Caminan por el pasillo de ese ala, hasta pasar por la puerta que daría a un largo pasillo, donde se encuentran las habitaciones. Siguen hasta el final, caminan hacia una puerta y la abren*

Sara-Vaya, está igual. *Entra mirando la habitación de arriba abajo*

Lara-*Al entrar mira la habitación de un lado a otro, y suspira* Aquí estamos otra vez... *Se adentra en la habitación y la mira de un lado a otro*

Sara-*Se acerca a su cama, y desliza la mano sobre esta. Reflexionando sobre los recuerdos que le estaban invadiendo la mente*

Lara-*A su lado se encuentra un espejo de cuerpo entero. Se acerca a este, y mira detenidamente su reflejo. Recordando el reflejo que veía de su yo niña, se queda mirándose su propio rostro, reflexionando sobre todo lo que había pasado, soltando un pesado suspiro* Han pasado tantas cosas...

Sara-Sí, demasiadas. *Se acerca a ella, y la abraza con el brazo por detrás de los hombros*

Lara-*La mira, y le dedica una pequeña sonrisa* Pero al menos, todo está yendo bien.

Sara-Sí, y tenemos novio. *Dice en un tono juguetona con una leve risita*

Lara-Cierto. *Ríe levemente y las dos se miran al espejo*

Sara-¿Vamos? Cuánto antes acabemos abajo, antes nos iremos. *Dice con una leve risita*

Lara-Entonces no perdamos tiempo. *Retórica ríe levemente y la abraza también con el brazo. Y entre las dos salen de su habitación*

Ambas hermanas bajaron para ayudar a su padre, y decidir entre los tres los muebles que se llevarían para la mansión nueva.

Todo lo que han decidido llevarse por ahora ha sido: Dos sofás, dos mesas, una mesita, dos lámparas, y un par de cuadros, todo del salón. Y de los dos pasillos, unas mesas, y unos pequeños sillones como asiento.

Los empleados cargaron los muebles hasta la furgoneta de la empresa, y dando por concluido el día para los muebles, se fueron con la furgoneta, para transportar los muebles al avión privado de la empresa.

Por hoy decidieron pasar el resto del día por la mansión, y recordar los viejos tiempos.

Al día siguiente volvieron a cargar más muebles, poco más de lo mismo, incluyendo muebles de la habitación de las chicas.

Ese mismo día en la tarde, Roth las llevó por las calles y lugares donde él estuvo con su difunta esposa y madre de las chicas.

Esa misma rutina se repitió otro día, y al día siguiente, Roth las llevó a la playa donde conoció a la que llegó a ser el amor de su vida, y la madre de sus hijas.

Roth-Aquí es.

Sara-Vaya, bonita playa. *Admirando el bello paisaje*

Lara-Sí, no me la imaginaba así. *Mirando su alrededor*

Roth-¿Y qué me decís del mar?

Sara-Es precioso. *Asombrada*

Lara-*Mirando el mar pensativa entristece* Es aquí donde la conociste, ¿verdad? *Le mira*

Roth-*Mirando el mar* Sí, aquí fue. *La mira*

Lara-*Mira el mar*

Roth-*Suspira y mira el mar* Recuerdo aquel día cómo si fuera ayer... El clima, la hora, la luz del aquel anochecer,...

Lara, Sara-*Miran el mar*

Roth-Y pensar que la vi por primera vez caminando hacia mí...

Lara, Sara-*Entristecen*

Sara-*Entristecida* Ojalá esté aquí ahora. *Entristecida abraza a Lara*

Lara-*La abraza mirando el mar* Lo sé, Sara.

Roth-*Las mira*

Lara-*Abrazando a Sara mirando el mar*

Roth-*Las abraza por la espalda, admirando el paisaje, y llenando su mente de aquellos valiosos recuerdos*

Ya de paso, Roth les enseñó el local donde trabajaba por aquel entonces.
Antes de abandonar la playa, dieron un paseo, disfrutando del tan agradable clima, y del bello paisaje.

Los días cada vez pasaban más lentos, y la mansión algo más vacía que el día anterior.

Las chicas trataban de pasar cada día mejor que el anterior, pero se les hacía muy pesado.
Sólo querían volver a la ciudad que consideran su hogar: Nueva York.

Y evidentemente, volver junto con sus parejas.

Pero tampoco se tomaban mal el hecho de pasar la semana en la ciudad en la que nacieron, de hecho empezaban a tomárselo con más optimismo.

Los recuerdos las invadían, la tristeza por lo sucedido las atacaba de vez en cuando.

Pero al menos...

Se sentían orgullosas de que, la ciudad que les vio nacer, las vea mejor que nunca.

Y bueno, si queréis decir qué os ha parecido.

Ale, pues a esperar, que encima viene lo bueno. 😉


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