Capítulo 116. Asombroso

A lo tonto había llegado el mes de Septiembre. Como era habitual, el verano estaba pasando tan deprisa como un chasquido, por desgracia para algunos y por suerte para otros.

Durante todo este tiempo, Lara ha ocupado su puesto —a duras penas— como apoyo de Jack en los Kairos durante su tiempo de disponibilidad, hasta que llegara el día de iniciar el curso online en la escuela de adultos.

A pesar de que realizará el curso desde la sala técnica de la mansión, no iba a librarse de tener que visitar en persona la clase en la que había sido matriculada.

Era irritante para ella pensar que volvería a clase como aquella adolescente de la secundaria que fue, aunque le aliviaba el hecho de que sirviera de excusa para librarse de tener que lidiar con Jack y los Kairos en general.

Lara no tendía a ser una chica enteramente positiva, pero en este caso sentía una ligera facilidad para serlo. Empezaba a cambiar su punto de vista respecto al curso online puesto que le brindaba una libertad, hasta cierto punto, por supuesto.

No se molestó mucho en prepararse una pequeña mochila para llevar un cuaderno, un estuche y poco más. Se supone que la charla en clase tendría una duración estimada de una hora, tampoco se suele hacer gran cosa en un primer día, así que...

La animó caer en la cuenta de que debía dar un rodeo hasta el instituto, puesto que no estaba relativamente cerca de la mansión. Montar en la moto para rodar por la carretera siempre era un reconfortante desahogo para ella.

Cuando llegó, pudo ver a varios grupos subdivididos esperando en fila India para entrar. Aparcó la moto en un estacionamiento para motos y bicicletas, no sin antes asegurarse de custodiarla con una cadena con llave para impedir que cualquiera se la llevara.

Una vez se reunió con su respectivo grupo, les dieron luz verde para entrar en el centro y dirigirse al aula que les correspondía.

En pie junto a la mesa del profesor les esperaba la profesora que se haría cargo del grupo. Dándoles la bienvenida, les indicó que entraran.

De forma independiente, Lara se aseguró de tener su sitio junto a la ventana ya que todavía el verano no se había ido. Sonrió victoriosa cuando sintió la satisfacción de la refrescante corriente de aire acariciar su rostro.

La profesora esperó pacientemente a que sus nuevos alumnos y alumnas se sentaran en los asientos por los que se decantaban a sentarse.

En el minuto uno Lara empezó a resoplar de agotamiento, resignada a estar sentada durante una hora para solamente escuchar la misma charla de siempre que los profesores solían dar como de costumbre en el primer día. Lo que se resumía en la escasa atención que ella —y todos los demásiban a prestar en toda la hora.

Únicamente, en cosas importantes como el funcionamiento de los trabajos a enviar, los libros que debían obtener para seguir el curso y, sobre todo, los festivos.

No había nada más relevante que eso para todo estudiante.

Tras una hora —innecesariamente— larga, junto con el grupo de clase Lara salía del instituto. Estaba resoplando — nuevamente— esta vez de pesadez por la extensa y aburrida hora en el aula prestando atención a la mínima cosa relevante de la charla de la profe.

El grupo de clase se había disipado, la mayoría se iban por su cuenta, a excepción de un pequeño grupo de chicos y chicas. Algunos de dicho grupo observaban a Lara intrigantes, parecía que les había causado buena impresión.

La pelirroja se dirigía hacia su moto con la idea en mente de pasarse por los Kairos, ya que, por dedicación al curso online, se presentaría en reducidas ocasiones. Y hasta después del parto de Sara, era tan responsable como Jack del cotarro.

Una de las chicas del grupo, cuyo aspecto era de pelo recogido con flequillo, gafas y de alta estatura, captó su atención cuando se dirigió a ella.

Lucy: Hey... ¿Te apetece venir a tomar algo con nosotros? Soy Lucy, por cierto. —Con una amable sonrisa se presentó a la pelirroja.—

Lara: Lara. —Devolvió una pequeña sonrisa presentándose también a ella y al resto.— Y, em... Tengo cosas que hacer, lo siento.

Ralph: Yo soy Ralph. —Se presentó hacia la pelirroja.— Vamos, anímate, sólo por un rato, y nos conocemos algunos de la clase.

Lara: —Regresó la mirada al grupo tras la amble insistencia. No estaba en sus planes socializar con los de la clase, pero la invitación del grupo acabó por convencerla.— Con que no me desaparezca la moto...

Lucy: Podemos ir al Starbucks de en frente, si eso te tranquiliza. —Le señaló el mencionado local ubicado en la calle de enfrente. La pelirroja accedió encogiéndose de hombros.—

Lara: Me sirve. —Unas risitas se pronunciaron entre el grupo celebrando la aceptada invitación.—

Se reunió con ellos después de haber cedido a la invitación del grupo. A Lara le irritaba la insistencia, fuese por lo que fuese. Lo único que la convenció fue la buena impresión que le estaba causando sus compañeros y compañeras.

Tenía pendiente visitar a los Kairos, y era algo que debía hacer más pronto que tarde. Aunque más le gustaba la idea de tomar algo con los compis si eso retrasaba el calvario de tener que soportar a Jack y a esa gente por un rato.

Las tortugas se habían puesto de acuerdo en pasar el día en la mansión, ya que Leonardo quería permanecer más tiempo junto con su mujer a medida que el ciclo del embarazo iba progresando.

Sara había pasado una semana en las alcantarillas,

No les apetecía nada quedarse sentados viendo la tele, como solían hacer gran parte del tiempo en estos últimos meses. Decidieron sacarle provecho a la sala de entrenamiento en el patio interior.

Donnie había hecho un par de modificaciones para lograr que el entrenamiento fuese todo un reto. Junto con Raph y Mikey se encargarían de poner a prueba sus modificaciones.

En lo que los chicos entrenaban, Leonardo estaba emocionado por montar la cuna para el bebé.
Ya iba siendo hora de preparar todo
ante la llegada de su hijo, la ilusión se hacía sobre la pareja por la entrañable situación.

Y, para qué mentir, era una ayuda para el de azul a mantener la mente ocupada, distante de todo pensamiento sobre Splinter y su responsabilidad como padre de la familia desde entonces.

No le ha llevado mucho rato montar la cuna, se podría decir que le había sido más fácil de lo que parecía. Por supuesto, se aseguró de que todo estaba bien atornillado y las piezas bien encajadas.

Sara se dispuso a prepararse un cuenco de macedonia, con el coste de la fatiga que —desde hace unas semanas— le producía bajar y subir las escaleras.
Su barriga había crecido bastante más en estas últimas semanas. Llevaba puesto un vestido multicolor de premamá para poder estar más cómoda.

La morena suspiró agotada a la par que frustrada en cuanto regresó con su marido.

Sara: Cada vez me cuesta más subir y bajar las escaleras... —Se quejó ella resoplando enfurruñada.—

Leo: Podía haber bajado mientras te quedas reposando. —La mirada incrédula de su mujer hablaba por sí sola.— Donnie nos ha asegurado que todo va bien, pero es necesario que guardes reposo.

Sara: Cariño, ya te lo he dicho. No quiero que el embarazo me vuelva dependiente, tampoco puedo estarme quieta sin hacer nada. —Protestó ella después de comer un poco de macedonia. Leo se acercó hasta ella y depositarle un beso en la sien, era su forma de mostrarle apoyo.—

Leo: Ya lo sé. Pero de eso se trata, cuidar no solamente de ti, sino de mí familia. —Una de sus manos viajó hasta la barriga de su amada y acariciar cariñosamente al bebé.—

Sara: —Una gentil sonrisa se pronunció ante el entrañable gesto de su marido. Aunque estaba segura de que trataba de darle la vuelta al asunto.— No me hagas el lío, romancero.

Leo: —Ambos compartieron una risa mutua mirándose entre ellos. Frotaron sus frentes entre sí tiernamente mostrándose afecto el uno al otro. Dirigieron sus vistas hacia la cuna, provocando que esbozaran unas cálidas sonrisas.— ¿Qué tal la ves?

Sara: No me puede gustar más. —Conmovida le compartió su sonrisa al de azul. Dirigió su mano a brindarle una gentil caricia a su barriga topándose con la de su amado.—

La pareja se alarmó cuando escucharon a los chicos entrando al pasillo. Se vieron invadidos por la curiosidad de ver la cuna montada.

Se echaron a un lado para dejar paso a los chicos y permitirles admirar la cuna a simple vista. Sara no pudo evitar reírse de la alegría por la reacción de los chicos.

Mikey: ¡Oh, qué adorable! —Exclamó Mikey enternecido.—

Donnie: Muy mona. —Sonrió a la pareja.— A Nora le va a encantar. ¿Puedo mandarle una foto?

Sara: Faltaría más. —Sonriente le asintió al de morado.—

Raph: Ya era hora. —Se dirigió a su hermano dándole un leve golpe en el hombro. Leo le respondió con una risita.— Lara va a estar orgullosa.

Leo: Todavía falta colocar los almohadones y el juego de mantas.
—Sara asintió sonriendo con ilusión.—

Sara: Estoy deseando verla ya en la cuna. —Esmutó ella en voz alta sobrecogida de ternura. Se percató de la mirada que le dedicaba el de azul.— O cubierto... —Incluyó con retraso encogiéndose de hombros.—

Leo: —Le pareció graciosa la tardía corrección de su amada en la inclusión de ambos géneros.— Veo que tienes preferencia por el género. No es la primera vez que te pasa.

Sara: —Tímida sonrió por la observación de su pareja, y más por la sonrisa con la que la miraba. La realidad es que no mentía.— Me encantaría que fuese niña... lo admito. ¿Y a ti?

Raph: ¿Leo, con una hija? —Intervino en la conversación antes de que Leo respondiera.— Estaría bien. Ya tiene experiencia jugando al té con las niñas. —Recordó aquello dedicándole a su hermano una mirada burlona. Mikey y Donnie se rieron, a diferencia de Sara, ella sonrió conmovida.—

Leo: Tuvimos que lidiar con demasiados mutantes... Y no me habría gustado ver a esa niña mutada si para ello tuve que jugar al té. —Se defendió de la forma más madura, resaltando el incremento de mutantes gracias a ese gran fallo por parte de ellos. Sara sonrió enternecida.—

Sara: No sé, pero, siento que sería más tierno si fuese niña. Y a ti, ¿qué te gustaría más? —Cuestionó sonriente a su amado invadida por la curiosidad. Los chicos miraban expectantes al de azul.— ¿Niño o niña?

Leo: Si soy sincero... no estoy seguro. —Indeciso se encogió de hombros. La realidad es que no sentía preferencia por el género. Se conformaría del sexo de su bebé con tal de tenerlo en sus brazos.— Mi ilusión es la misma independientemente del género.

Mikey: Yo creo que molaría más que sea un niño. Así podemos hacer muchas cosas divertidas. —Pensó Mikey en voz alta dejándose llevar por sus ilusiones.—

Donnie: ¿Podrías dejar de pensar en el bebé cómo un juguete, Mikey? —Irritado de sus fantasías riñó al pecoso. Este se rió con nerviosismo encogiéndose de hombros reconociéndolo.—

Raph: Ya que no está claro el género, tendréis pensado un nombre al menos
—Se preguntó Raphael hacia la pareja. Los dos se miraron entre ellos indecisos, su silencio respondía por ellos.—
Vaya padres...

Leo: He estado dándole la vuelta a algunos, pero... Tal vez no te gusten. —Dijo Leonardo encogiéndose de hombros hacia su mujer.—

Sara: —Ella zizagueó con la mirada, no estaba segura de qué responder al respecto. Lo cierto es que no era fácil pensar en un nombre. No quería que fuese uno cualquiera, lo que haría más complicada la búsqueda del nombre perfecto.— ¿Probamos?

En el territorio de los Kairos se escuchó el estruendo de una moto aparcar en la zona. Nadie del lugar se alarmó puesto que reconocieron que se trataba de Lara. Aunque sin importar de su llegada, se podía escuchar desde fuera el escándalo que albergaba en el interior.

Con extrañeza, Lara entró al lugar observando que la gente estaba más alborotado de lo habitual, parecían como si estuvieran descontentos por algo.

Registró la zona hasta dar con Jack, quien observaba desde el segundo piso a los integrantes nerviosos, alzando las voces en señal de frustración.

Lara: ¿Se les ha acabado el whisky? —Preguntó Lara con su característico sarcasmo.—

Jack: Ojalá fuera simplemente eso.
—Negó resoplando con frustración.— Están desesperados porque no hay nada que hacer. Nos estamos yendo a la deriva como un barco destinado al naufragio.

Lara: Oh, venga, ¿desde cuándo eres tan "peliculero"? —En tono burlesca resaltó dicho adjetivo. Hizo una breve pausa mirando con incredulidad al pelinegro.— Cierto, desde siempre.

Jack: No tienes ni la menor idea de cómo va este mundillo, Lara. —Reprochó Jack la pelirroja. Le irritaba que se tomara la situación como si de una clase de instituto descontrolada se tratara.—


Lara: Ni lo sé, ni me importa.
—Indiferente se encogió de hombros.— Te olvidas de que esto no es una maldita mafia. Sois un problema que un cabrón le ha encasquetado a mi hermana.

Jack: —Los dos se enfrentaban entre ellos con la mirada. Él decidió no entrar más al trapo, especialmente, porque Lara estaba en lo cierto. Suspiró con pesadez y optó por calmar la tensión.— ¿Cómo le va?

Lara: Con la forma de una pelota de playa hinchada. —El pelinegro rió ligeramente tras la cómica comparación de su estado.—

Jack: Todavía pienso que debo de estar en permanente estado de embriaguez...

Lara: Por fin coincidimos en algo. —Respondió Lara con incredulidad.— Ya... No estamos pasando el mejor momento en la familia desde aquello. Lo del bebé nos anima un poco, pero, nada es igual...

Jack: ¿Y te crees qué aquí estamos de categoría? —Resopló dirigiéndose a observar al grupo.— La alianza con Karai fue un éxito rotundo, se acabaron los trapos sucios del "cuchillos". Ahora no tenemos nada que hacer, se ponen más desesperados y frustrados cada maldito día.

Lara: Entonces habrá que improvisar algo, ¿no? —Sugirió Lara encogiéndose de hombros.—

Jack: Claro, será que no lo había pensado antes... si supiera qué hacer. —Incrédulo miró a la pelirroja.—

Lara: Eres un cabeza hueca, no das para mucho. —Burlona respondió descaradamente. La mirada de Jack por supuesto no era amigable.— ¿Quieres qué proponga una solución, sí o no?

Jack: Adelante, a ver qué sale de tú "mente prodigiosa". —En lo que Lara proporcionaba una solución, optó por esperar sentado frente a ella.—

Lara: —No hizo caso rodando la vista irrelevante. Se mantuvo unos breves instantes observando el lugar, para darse cuenta de que faltaba vida en el territorio.— Un pub privado.

Jack: —Por un momento no pudo dar crédito a la propuesta de Lara. Pestañeó resoplando con incredulidad.— ¿Cómo dices...?

Lara: Sí, un pub privado. Un negocio que podemos montar como tapadera. —Puso sus brazos en jarras indignada ante las risas incrédulas del pelinegro.—
No puedes decir que es mala idea, es una solución.

Jack: Vale, suena bien. Salvo por unos inconvenientes... ¿De dónde sacamos dinero para los suministros? ¿Qué ganamos con montar un negocio? ¿Cómo puedes estar segura de qué sea nuestra solución? —Mantenía una mirada seria hacia Lara esperando por respuestas válidas.—

Lara: Karai nos va a dar una parte por la colaboración. Piensa que si lo montamos bien, ganaremos beneficios. Y tampoco podemos estar aquí fingiendo que no pasa nada, cualquier día pasará la policía por aquí. Esa sí sería vuestra ruina, ninguna tontería. —Ella esbozó una chulesca sonrisa ladeada. Sabía que tenía razón.—

Jack: —Se levantó para observar el lugar en lo que meditaba la propuesta de Lara. Debía reconocerlo, no era mal plan, y, como bien se ha dicho, se beneficiarían del negocio si lo montaban bien.— Ya podías haberlo dicho mucho antes de volverte tan insufrible.

Lara: —Ambos compartieron unas mutuas risas de complicidad cuando ella le dio un amigable empujón.— Entonces, habrá que ponerse a la obra.

Karai: Veo que lo vuestro no es la paciencia.

Tanto Lara como Jack se giraron  alarmados de la inesperada presencia de la Kunoichi del Clan del Pie en el territorio.

La pelirroja observaba a Jack con el ceño fruncido cuando la expresión de este cambió radicalmente en cuanto obtuvo contacto visual con la Kunoichi del pie.

Jack: Y a mi me parece que le has cogido el gusto a pasarte por aquí. —Dijo Jack dedicándole una sonrisa ladeada.—

Karai: Puede. —Incrédula respondió ladeando la cabeza.— Consideraba que ya era hora de negociar los beneficios por lo que hemos logrado. Aunque no he podido evitar prestar atención a vuestra interesante conversación.

Lara: Estamos en una situación complicada, y... no se me ha ocurrido nada mejor. —Karai se rió por la curiosa mente de Lara para las decisiones.— Y bien, ¿qué opinas?

Karai: Me parece bien. —Ella asintió compartiendo su aprobación por la propuesta.— Pero, primero, habrá que ver cómo nos organizamos entre nosotros si pretendemos que funcione.

Jack: Si no tienes nada mejor que hacer, podemos dedicarnos un rato a negociarlo. —Con la vista señaló ese pequeño despacho que tenían reservado.—

Karai: No me gusta venir para nada. —Sin dudarlo estaba dispuesta a negociar.—

Lara: Así me gusta. —Estaba orgullosa de que a Karai le interese hacerse partícipe. Pero le espantaba tener que estar en medio de un coqueteo constante entre esos dos.— Ya me decís cómo queda la cosa, me retiro a la mansión.

Karai: ¿Te vas en lo más interesante? —Preguntó Karai.—

Lara: Me reclaman allí, ya sabes como está el asunto. Mejor me voy para allá. —Explicó Lara.— Y más os vale que no me coloquéis la peor parte.

Fue toda una sorpresa para Lara lo que se encontró cuando al llegar. Los chicos estaban lanzando nombres al aire con la intención de ayudar a los futuros padres a encontrar el nombre perfecto para el bebé.

Ni a uno ni al otro les gustaba los nombres propuestos, tampoco querían que sea un nombre simple. Los dos se asegurarían de buscar un nombre con un significado especial. Una significativa búsqueda que la mayoría de padres y madres miraban por sus hijos/as.

Leonardo terminó saturado por las sugerencias de sus hermanos, lo agradecía, pero escoger uno de entre tantos nombres no era cosa fácil.

Lara: ¿De verdad he oído decir "Lavinia Fontana"? —Con dificultad pronunció dicho nombre cual trabalenguas.— ¿De dónde ha salido? ¿Una vampiresa, o algo?

Donnie: Se trata de una de las mujeres reconocidas del renacimiento. —Explicó Donatello el origen del nombre que había sugerido.—

Lara: No había otro nombre más... no sé, ¿normal? —Incrédula cuestionó Lara a los chicos. Se sentó al lado de su hermana para brindarle suaves caricias sobre su barriga como si protegiera a su sobrino.— Pensad por el bien de la criatura, por favor.

Raph: —Entre risas le dio la razón a su prometida mirando burlón al de morado.— ¿Qué tal tú primer día?

Lara: Una hora allí sentada para solamente dos cosas relevantes de toda la charla. —Resopló con indignación.— No sé ni para qué he ido...

Sara: ¿Por eso has venido con cara de asco? —Preguntó Sara con una sonrisilla divertida.—

Lara: Peor. Estaba visitando a Jack en los Kairos cuando apareció Karai por negociar las partes. Resulta que a Jack le mola Karai y se ponen a coquetear constantemente. —Hizo una muesca de repugnancia de tan sólo recordarlo.—

Raph: Espera, ¿Jack y Karai? —Preguntó Raphael asqueado. Su prometida asintió manteniendo aquella muesca.— Ew...

Sara: ¿Cómo va la cosa por allí? —Quiso saber ella preocupada de la situación entre los Kairos en su ausencia.—

Lara: Complicada... —Resopló rodando la vista.— Resulta que se están revolucionando porque no hay nada por hacer.

Sara: Eso no es verdad, todavía hay cosas de las que ocuparnos. —Al instante se percató de la mirada insinuante de su marido.— No estoy hablando por mí, cielo.

Leo: Aún así, no quiero que te veas envuelta en lo que hagan por el bien de nuestro hijo. —Justificó Leonardo de modo protector preocupado por la salud tanto de su mujer como de su hijo.—

Lara: Tranquilo, para eso estoy yo. Gracias por pasarme el marrón, intrépido. —Agradeció al de azul sonriendo sátira.—

Raph: A mí tampoco me hace gracia que te metas en líos. —Señaló el de rojo con inseguridad. Sabía que Lara era la mente fría de ese lugar, aunque no le terminaba por convencer su puesto.—

Mikey: Pero se supone que son buenos —Aclaró con la intención de calmar al de rojo.—

Donnie: Más bien especiales. —Dijo Donatello calificando al colectivo más apropiadamente. Sara asintió de acuerdo con el calificativo.—

Sara: Oh, tenemos que seguir con la cuna. —Con ilusión recordó a su marido abrazándolo del brazo.— Hay que poner el juego de almohadas y mantitas.

Lara: ¿La habéis montado ya? —La pareja asintió con una sonrisa de ilusión.— Al fin puedo verla de una pieza.

De un salto, la pelirroja se levantó del sofá para subir a la habitación. Los demás se vieron impulsados por curiosear y admirar su reacción.

Leonardo y Sara se miraron entre ellos aguantando sus risas por el revuelo que sus hermanos estaban causando por el bebé. Era de entender, van a ser tíos por primera vez. Podía notarse la ilusión de todos en el ambiente, algo que era alegre de ver para los futuros padres.

Aunque también cabe mencionar que llegaban a hacerse un poquito pesados...

Sólo un poquito.

Pasaron unos días y Leonardo no hacía otra cosa que estar constantemente atento a Sara y sus necesisades. A medida que pasaba el tiempo, más encima estaba él de Sara y el embarazo. El dolor de espalda y la fatiga la fastidiaba cada vez más, pero para eso estaba la tortuga.

Se aseguró de darle a Sara la mejor comodidad posible entre la blandura de la almohada y las suaves sábanas. Estaba siendo una bonita costumbre para él cuidarla con total afecto y dedicación, aunque para algunas cosas era excesivo.

No eran pocas las veces que la pareja debatía sobre el extremo cuidado y la dependencia que Leonardo tenía sobre Sara, tanto para las cosas buenas como las malas.

Pero más allá de eso, había algo que a ella la preocupaba constantemente. Sara era la primera que observaba la carga tan importante que recaía sobre los hombros de Leonardo.

Apenas que la tortuga se sentó en el borde de la cama para quitarse el equipo, ella se deslizó hasta sentarse a su lado.

Leo: ¿Necesitas algo? —Se preocupó Leonardo observando a la morena.—

Sara: —Negó ella suspirando con pesadez.— Estoy preocupada, Leo.

Leo: —De inmediato dejó su equipo tal y como estaba aún en su cuerpo para prestarle total atención.— ¿Preocupada, sobre qué?

Sara: Cariño, agradezco de corazón lo que haces por mí, cuidarme a todas horas. —Agarró la mano del de azul cariñosamente.— Pero no quiero que te quedes en casa. Sé lo mucho que te aburre no tener nada que hacer y no patrullar con tus hermanos.

Por mucho que pasara el tiempo, a Leonardo le asombraba la capacidad que Sara tenía para saber lo que él pensaba y como se sentía.

Tal vez vez estaba en lo cierto, pero esta situación era especial. Y los dos sabían que Leonardo era el más capacitado para lidiar con las más grandes responsabilidades y asumir toda carga sobre sus hombros. 

Leo: Lo hablé con los chicos en su momento, me han dado el espacio que necesito y... quiero cuidar de ti. De vosotros. —Se autocorrigió señalando sonriente al vientre de su amada.—

Sara: Sufro por la carga tan grande con la que tienes que lidiar. Ser padre de dos familias al mismo tiempo... —Agachó la mirada sin terminar. Leonardo la sujetó del mentón alzando su vista con delicadeza y buscar su mirada.—

Leo: No sufras por eso. —Alargó su mano para sujetar la de su amada, en la que se encontraba el anillo de casada.— Solo... quiero dar lo mejor de mí. Estar a la altura como sensei, marido y padre.

Sara: —Sonrió conmovida por el esfuerzo que Leonardo hace por su familia y cuidar de ellos. Era alguien que se hacía de admirar.— Ya eres mucho más de lo que crees.

Leo: Aún así, quiero quedarme contigo. Pasaremos por esto y más, juntos. —Sin desprenderse de la mano de su amada reposó la mano en su vientre.—

La pareja se compartía mimos frotando sus frentes entre sí sonriéndose gentiles mutuamente. Sus manos permanecían en el vientre donde se encontraba su bebé en desarrollo.

Admirar como el crecimiento del bebé aumentaba desde el vientre —así como el progresivo tamaño de la barriga— de Sara era una bonita experiencia cada uno de los días. Pero las cosas más maravillosas de vivir eran las sorpresas.

Justo en el mismo instante los dos se alarmaron a la vez. Habían notado un movimiento inusual en el interior del vientre. Permanecieron unos instantes inmóviles esperando por esos movimientos y asegurarse de lo que realmente significaba.

Los ojos de Sara apenas se estaban humedeciendo de la tremenda ilusión que la sobrecogió cuando Leonardo reposó sus dos manos para tener aún mejor contacto con las patadas del bebé.

Se miraron mutuamente con expectación, sus sonrisas crecían conforme más movimiento notaban bajo sus manos. Ambos por igual presentaban dificultades para describir con palabras lo que significaba para ellos sentir las primeras patadas de su bebé.

Leo: Es... E-es... —Zizagueó con la mirada intentando dar con las palabras acertadas. Aunque era indescriptible para él explicar ese sentimiento mágico que le conquistó sentir los movimientos de su bebé.—

Sara: Asombroso. —Dijo Sara apoyando a su marido con las palabras, sin poder dejar de sonreír.—

Leo: Es asombroso poder sentirlo. —Completó finalmente. Sonrió ampliamente con ilusión.— Al fin puedo dejar de tener envidia de que sólo tú pudieras sentirlo.

Sara: —Ambos se rieron entre ellos con diversión.— Está diciendo "hola, querido papá".

Leo: —Su sonrisa era imposible de desvanecerse, menos cuando escuchó esas palabras. Con cariño brindaba suaves caricias sobre el vientre asegurándose de mantener contacto con los movimientos de su pequeño.— Papá está aquí, mi pequeño. Siempre voy a estar contigo... y con mamá.

Sara: —Sonrió ella conmovida. Conectaron sus miradas entre ellos, transmitiéndose mutuamente el gran afecto que sentían.— ¿Cómo tenías en mente llamarle?

Leo: Sigo sin tenerlo claro. Aunque sé de uno que no te va hacer gracia...

Sara: ¿En serio piensas ponerle "Ryan"? —Cuestionó divertida ladeando la cabeza.—

Leo: Es nombre de héroe. —Defendió Leonardo con orgullo el nombre de su ídolo. Sara no pudo evitar reírse incrédula.— ¿Qué tiene de malo?

Sara: Te lo permitiré con la condición de que sea como segundo nombre. —Dijo Sara con firmeza sin dejar de sonreír.—

Leo: Supongo que es lo único que podré conseguir. —Ambos se rieron con diversión. Estaba contento de convencerla, a medias, claro.— Y tú, ¿qué nombre te gustaría?

Sara: Pensaba el de mí madre, pero... —Negó y resopló pesadamente.— No quiero que sea típico, ni que tenga que ver con costumbres. Tiene que ser un nombre con un significado de gran valor, tal y como lo va a ser.

Leo: Qué bonito. —Sonrió Leonardo conmovido. Sintió el cálido impulso de depositarle montones de besos al vientre, con la suerte de que el bebé seguía moviéndose.—

Sara: Tanto como lo será. —Su sonrisa no hacía más que crecer, era una experiencia tan mágica y tierna. Por supuesto, era un acontecimiento que debían compartir.— Vamos a darles la sorpresa a los demás.

Leo: —Asintió sin dudar. Sujetó la mano de su amada para ambos salir de la habitación en dirección al salón.—

Lara y los chicos estaban pasando el rato en el salón principal cuando se alarmaron por el repentino regreso de Sara y Leonardo, aparentemente, entusiasmados por algo.

Ellos insistieron en que cerraran los ojos ante la espera de una sorpresa que debían adivinar. La primera fue Lara, quien no se esperó en absoluto notar las patadas de su sobrino bajo su mano. Hizo el esfuerzo de contener su reacción hasta que los demás también tuvieran su turno de sentir el saludo de su sobrino —o sobrina.—

En grupo celebraron con emoción el primer contacto con el bebé que, en estos tiempos tan difíciles, les daba el prestigio de la ilusión y la alegría que estaban perdiendo desde que sus vidas se habían visto obligadas a cambiar.

No sólo regreso con nuevo capítulo, también con unas recién y preciosas vacaciones de las que podré dedicarme a subir cositas. 😋

Ya no falta mucho para que llegue una esperada sorpresa.

Estad atentos. 🤭

SaraTmnt 💚

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