Capítulo 107. El peor golpe

Habían pasado unas largas y tranquilas semanas. Pero la paz y la alegría tenían los días contados...

Después de la noche en la que Sara junto a Lara y Jack —operando como los Kairos— consiguieron hacerse con el dinero en el territorio de los Black Mouth, no se atrevió a molestarse en averigüar la combinación para abrir el maletín.

El dinero que anteriormente era de Ángel, y ahora había pasado a ser "su dinero", ya estaba en buenas manos. No había de qué preocuparse, menos cuando los Back Mouth acabaron entre rejas.

Leonardo estaba convencido de que hacerse con ese dinero fuese una buena idea, pensaba que la mejor alternativa era entregarlo a la policía. Quizá no era disparatada la idea de que podría estar en búsqueda.

De todos modos, no quería tener que intervenir en eso, ni siquiera pensaba decir algo. Recordaba las veces que Sara había expresado lo mal que lo había pasado crecer entre una red mafiosa. No tenía intención de continuar los trapos sucios de Gran Jefe y seguir sus pasos. Las intenciones de ella eran honorables.

Ese gesto le enorgullecía, sabía que sólo quería el bien para esa gente. Aunque la otra parte era una constante preocupación por la seguridad de su novia. Y que, además, debían tener en cuenta la de su futuro hijo, o hija.

Por lo tanto, Leonardo le prohibió detenidamente a Sara involucrarse en nada relacionado con los Kairos y con cualquier situación de peligro en todo lo que faltaba de embarazo. Ella aceptó sin rechistar conforme con la condición.

Ahora debían preocuparse por los análisis de su embarazo que Donnie llevaba a cabo con ayuda de Nora, quien también estaba intrigada e interesada por los resultados de estos, y, los posibles efectos adversos que pudieran llevar, o incluso si las cosas podrían complicarse.

Como suma de alegrías y buenas noticias, Lara y Raphael le anunciaaron a Splinter su compromiso. La reacción del maestro rata fue con buenos ojos, pudo verse en su mirada la inmensa alegría que sentía por su hijo.

La rata ya estaba feliz con la noticia de convertirse en abuelo por parte de Sara y Leonardo, pero el importante paso que habían dado Lara y Raph no iba a ser menos. Estaba feliz de que su relación de tanto tiempo con Lara se consolidara de tal forma que se unirán en Santo matrimonio. Hasta podía decirse que sus hijos estaban empezando a hacer sus vidas.

Pero aquel momento con Splinter además de emotivo, fue un tanto desconcertante. Parecía expresarse como si no llegase a ser testigo de su vínculo matrimonial. Tanto Lara como Raph no se esperaron aquella actitud de Splinter, ni siquiera eran capaces de acertar en describirlo. Pero era algo que daba de qué pensar.

Tal vez...

Splinter constaba de una premonición de que las cosas iban a dar un giro para peor.

Todos estaban rodeando a los futuros padres, quienes esperaban oír los resultados de los análisis que Donnie con ayuda de Nora les realizó a Sara para asegurarse de que ni ella ni el bebé correrían algún tipo de riesgo.

Sara estaba sentada sobre aquella camilla improvisada, balanceando las piernas pronunciando lo nerviosa que se encontraba. Leonardo no la soltaba de su mano desde que llegaron al garaje. Este depositó un cálido beso en su sien tratando de calmar sus nervios. A lo que su novia se lo agradeció con una cálida sonrisa.

La realidad es que él estaba igual de nervioso, pero prefirió mantenerse firme, además de que eso pondría más nerviosa a la madre de su bebé. Aunque para eso ya estaba Lara, quien resoplaba a cada minuto por tanta espera. A diferencia de April, Casey y Splinter, ellos esperaban en silencio.

Donatello estableció los resultados en la pantalla de su ordenador y a su izquierda estaba la muestra de sangre en el microscopio. Cuando se hizo con los resultados del análisis, Nora se asomó sobre sobre su hombro derecho para ver los resultados también. Mikey aprovechó el hombro izquierdo de su hermano inundado por la curiosidad.

Cuando la pareja miró hacia Sara, la morena tragó con fuerza por la inquietud. Leonardo preguntó a su hermano con preocupación.

Leo: ¿Qué ha salido? -Preguntó sin soltar la mano de su novia. Esta acarició el dorso de su mano sobrecogida por los nervios.-

Donnie: Bueno... La realidad es que no era ninguna sorpresa después de que el rastreador de mutágeno reaccionara al embarazo... —Miró fijamente a la futura madre.— Hay rastro de mutágeno en tú sangre.

Leo: ¡¿Qué?! —Se exaltó soltando la mano de su novia para ver los resultados él mismo.— ¿Por qué...? ¿Cómo...?

Donnie: El adn del bebé está constituido por mutágeno, probablemente, un porcentaje bastante alto. —Ante eso, en las miradas de todos se podía apreciar cierta preocupación.—

Mikey: ¿Entonces va a ser cómo nosotros? ¡Qué tierno! —Exclamó derritiéndose de la ternura. Aquello provocó una risita en Sara descendiendo la vista hacia su vientre.—

Lara: Qué bien que papá no esté aquí para oír esto... —Murmuró sarcástica rodando la vista. Al instante se le vino a la mente aquel vergonzoso momento cuando se desmayó al enterarse del embarazo.—

Sara: Y... ¿Cómo es qué no... me ha pasado nada? —Se preguntó con incertidumbre revisando sus manos. Leonardo la miró más preocupado a comparación de todos. El rastro de mutágeno que había en su sangre era culpa suya. Y ahora más que nunca se sentía responsabilizado.—

Nora: No os alarméis por eso. —Anunció sonriente en tono calmada transmitiendo serenidad a los futuros padres.— Podría decirse que no se trata de un mutágeno lo "suficientemente dañino" como para mutar las células humanas.

Donnie: Simplemente, el bebé se está desarrollando a base de los genes de los dos. —Explicó. La pareja se miró entre ambos con una sonrisa enternecedora, aunque aunque no por eso estaban tranquilos aún.— Si todavía os preocupa, podemos seguir un control. Pero para ello me harían falta unos materiales... —Murmuró pensativo sujetándose el mentón.— Un transductor y un gel especial serán suficientes.

Raph: Bien... ¿Tenéis idea de cómo conseguir eso? —Preguntó frunciendo el ceño. Los demás se miraron entre todos, a la vista estaba que nadie tenía idea.—

Nora: Yo puedo conseguir uno. —Se ofreció conforme. Su novio la miró con sorpresa con el ceño fruncido.— Lo del hackeo funcionó. No habrá problema por hacerlo una segunda vez. —Le sonrió encigiéndose de hombros.—

Leo: Ya me las apañaré con el resto. Gracias por tú ayuda, Nora. —Agradeció a la rubia con una sonrisilla. A lo que esta respondió con otra sonrisa.—

April: Al menos Sara y el bebé están fuera de peligro. ¿Verdad, Donnie?

Donnie: Em... Sí, por el momento. Pero no podré saber mucho más sin esos materiales. —Resopló encogiéndose de hombros, ya que un simple "sí" no sería suficiente de todo lo que faltaba de embarazo. La posibilidad de que surgieran complicaciones estaba ahí.—

Splinter: Lo importante es que Sara y la criatura estén sanas y salvas. —Dijo con serenidad y optimismo, precisamente, era de lo que debían alegrarse, sobre todo los padres. Leonardo se reunió con su novia todavía inquieta.—

Cuando el grupo estaba por salir del laboratorio, Sara los detuvo bajándose de la camilla improvisada de un salto.

Sara: ¡Esperad! Hay algo que quiero compartir. Especialmente a ti, Leo. —Anunció con una gran aunque tímida sonrisa.—

Los demás regresaron con la morena invadidos por la intriga a lo que Sara quería compartirles. Leonardo no despegaba la vista de ella, esperando por su sorpresa.

Ladeó la cabeza confundido cuando la morena empezó a remangar su camiseta hacia arriba. Cuando finalmente dejó ver aquello que quería compartir, todos pronunciaron un enternecedor y extenso "oh".

Leonardo abrió los ojos expresivo junto con un suspiro ahogado, esbozando una sonrisa de emoción. La barriga de Sara al fin mostraba una notoria curvita, pronunciando que ahí se encontraba su bebé aún en desarrollo.

Compartiendo la misma emoción, Sara le dedicó la misma sonrisa invadida por ese sentimiento tan bonito y enternecedor de verse al fin la barriguita en crecimiento por el desarrollo de la criaturita.

El líder aproximó la mano hacia su abdomen no sin antes pedirle permiso con la mirada. La morena asintió reiteradas veces sin borrar la sonrisa, y sus ojos empezando a humedecerse. Cuando Leonardo deslizó gentilmente su mano sobre aquella curvita en la que se encontraba su bebé, era incapaz de describir las impresiones que se adueñaron de él.

Leo: Es... Es increíble... —Apenas pudo decir en un tono casi roto y entre cortado. Dirigió la vista hacia su novia para verla a sus ojos cristalinos, mientras ella acarició el dorso de su mano, compartiéndose ambos la misma sonrisa de amor y afecto.—

Los pensamientos fugaces que pasaban por la mente del líder no eran precisamente pocos. Nunca creyó que llegaría a pasar algo tan emotivo y único como el tener un hijo. Después de creer que no tendría oportunidad de amar y ser amado, de tener una relación amorosa.

«Todavía me cuesta creer que estés en camino, mí pequeño». Pensó entre sí el líder, esbozando una amplia y cálida sonrisa.

Todos observaban con esas sonrisas por la entrañable escena. Aunque Splinter se mostraba más emocionado y feliz a diferencia de todos.

Mikey: ¡¿Puedo tocarlo yo también?! ¡¿Puedo?! —Pidió dando brincos de entusiasmo, haciéndose paso hasta la morena.— Porfa... —Suplicó arrodillándose frente a la futura madre.—

Sara: —El líder la miró con resignación, con Mikey casi siempre era imposible decir que no, por no decir siempre. Entre risas por las exageradas súplicas del pecoso, ella asintió.— Sí, pero con cuidado.

La tortuga de naranja dio un último salto de alegría cuando Sara le dio permiso. Leo se aseguró de que Mikey cumpliera con su palabra, y así fue. La tortuga palpó con cuidado el bulto de su vientre, notando una ligera presión en su interior.

Mikey: Qué adorable. —Sonrió ampliamente nuevamente enternecido por el bebé que lo convertirá en tío.—

Sara: ¿Verdad qué sí? —Afirmó esbozando la misma sonrisa que la tortuga de naranja.— ¿Quieres ser la siguiente, Lara?

Lara: Si Mikey me deja... —Dijo indirectamente logrando que este le permitiera tener el primer contacto con la barriguita embarazada de su hermana. Pensó que no iba a sentir impresión alguna por sólo dejar la mano en aquella curvita. Se equivocó.— Se me hace... Curioso...

Raph: ¿Cuánto tiempo crees qué tardaremos en darle un primo o una prima? —Preguntó con una sonrisilla logrando poner nerviosa a su prometida.—

Lara: Primero espera a ver qué tal se me da con el pequeñín de ellos. —Respondió dedicándoles una mirada burlesca a los futuros padres.—

Leo: Así que, ¿tú serás la siguiente, Lara? —Cuestionó con una sonrisilla ladeada. La pelirroja se mostró avergonzada a su pregunta.—

Lara: Antes me tengo que casar, intrépido. —Le devolvió aquella sonrisilla en un tono burlona.—

Casey: Está claro quien va a ser la niñera. —Dijo sarcástico a lo que el resto les pareció gracioso.—

El final de la serie de Chris Bradford había llegado finalmente a su fin. Y como era de esperar, resultó ser una completa ridiculez decepcionante. Nada lejos de la calidad de esa serie, todo sea dicho...

Leonardo se ausentó un momento para reunirse con Splinter, le preocupaba el que su padre y maestro estuviera tan distante últimamente además de apenas dormir.

Pero la rata no quería hablar de lo que le estaba pasando estas semanas, prefirió enfocarse en su principal pupilo. Para su sorpresa, Leonardo descubrió que Splinter sabía que desde que era muy pequeño, él sería digno para ser el líder de sus hermanos.

Algo que la tortuga no esperó escuchar de su maestro, era su lugar como padre en la familia cuando Splinter ya no esté. Leonardo no entendía de qué estaba hablando su maestro, y menos, del porqué aquellas palabras, de su manera de hablar.

Como conclusión para aquella profunda conversación, Splinter le brindó a Leonardo una última lección que le serviría para toda su vida.

«Guiar a tus hermanos no debe venir de aquí, viene de aquí.»

Terminó la lección colocando la mano sobre su hijo, en el lugar donde se ubicaba el corazón. Aquello terminó de desconcertar a Leonardo, incluso llegó a la conclusión de que la rata le estaba ocultando algo. Como si supiera que algo iba a suceder...

Los chicos interrumpieron la conversación con una invitación a una fiesta en la guarida de los mutanimales. Mientras que Leonardo no terminaba de procesar la reciente conversación con Splinter, la rata no se lo pensó. Las chicas junto con April y Casey también se sintieron atraídos por la invitación a esa fiesta.

Después de tantos meses, el mutágeno que corría por las venas de Súper Shredder... Había sido perfeccionado gracias a Stockman.

Esta era la noche en la que iba a llevar a cabo su venganza, sin miramientos, sin un ápice de compasión, sólo así se desharía de sus debilidades. Y sí, eso incluía a la joven que crió... Karai.

No fue ningún reto para él todos los obstáculos del escondite de los mutanimales, llegando hasta ellos sin problema. Los mutanimales se enfrentaron a él como equipo, pero la mutación perfeccionada de Shredder era superior. Los derrotó fácilmente, uno a uno.

El momento en el que estaba frente a la joven a la que quiso como su propia hija, le resultó familiar... El final de Karai, sería igual que la fatídica muerte de su madre.

Ella, Shinigami, los mutanimales, todos sepultados bajo los escombros, rodeados por un incendio que iba en aumento. Afortunadamente para todos, las tortugas llegaron a tiempo.

Entre todos lograron sacar a sus amigos del —cada vez más derrumbado y prendido— lugar. Leonardo y Splinter sacaron a Karai, inconsciente. La tortuga de azul logró reanimarla en el exterior fuera del humo, a salvo.

Ya que la noche había cambiado bruscamente de parecer, Leonardo, Raphael y Donatello les pidieron a sus chicas que regresaran a la guarida y que no salieran bajo ninguna circunstancia.

Al principio no querían, les preocupaba demasiado el peligro al que se iban a ver sus amados. Pero debían garantizar la seguridad de sus chicas, una de ellas embarazada.

Splinter dividió al grupo en dos, cada uno iría en direcciones opuestas siguiendo el rastro de los enemigos. Leonardo no lo aprobó, asegurando que no era una buena idea. A lo que Splinter respondió con la última lección que le había brindado momentos antes.

Lo que nadie sabía, era que esa noche era la peor noche de todas.

Lara se encargó de llamar a su padre para avisarle de lo que estaba sucediendo, y de paso prohibirle que saliera fuera de la mansión. Él estaría a salvo custodiando su hogar cuidando de las mascotas, mientras sus hijas junto con Nora estarían seguras en la guarida.

Habían pasado un par de horas desde que regresaron a la guarida ellas solas, sin las tortugas, sin sus amigos, sin Splinter. La eterna y tensa espera empezaba a superar a las chicas.

Como pequeña distracción, Sara se enfocaba en su barriguita de embarazada ya ligeramente abultada. Pasaba la mano por encima esbozando una pequeña sonrisa. Aunque no por ello iba a sentirse mejor, eso sólo le hacía pensar más en Leonardo, y de ahí a preocuparse más por el peligro que pudiese estar pasando.

Lara no quería caer en el mismo acto reflejo, en su caso, con el anillo de compromiso que Raph le entregó. Pero no había mayor debilidad que esa para ella, no pudo luchar contra ese impulso. Por supuesto, con eso sólo conseguía ponerse aún más nerviosa.

A comparación de las hermanas, Nora era la que mantenía la calma por el bien de ellas. La rubia hacía el intento por tranquilizarlas con su optimismo, aunque tampoco podía fingir una total tranquilidad, se hacía ver que estaba tan sobrecogida como ellas. Entre todas se hallaba una competencia en cuanto al grado máximo de preocupación que se podía tener en este momento.

Momento en el que tenían la acertada impresión de que era completamente diferente a los anteriores. Eran plenamente conscientes de que Súper Shredder ha llegado a convertirse en la mayor amenaza más peligrosa que hayan podido tener hasta ahora.

Sólo podían confiar en la fe de que todo saldría bien, de que los chicos podrían contra él. Apesar de que les costaba tener siquera un ápice de fe...

Hasta que las tortugas regresen, todos sanos y salvos.

Las cosas habían sido para peor cuando se dividieron, aunque desgraciadamente, lo descubrieron cuando ya era demasiado tarde.

Todo había sido una maniobra de distracción para conseguir lo que querían, dividirlos. De esa manera, Súper Shredder tendría mayor ventaja en la lucha, y completar su venganza.

Leonardo, Donatello y Michelangelo arrancaron la Tortugoneta a toda velocidad después de la llamada de ayuda de April. Ninguno de ellos conseguía ser un oponente suficiente contra Súper Shredder. Era demasiado fuerte...

Incluso para el sensei.

La lucha contra Súper Shredder estaba teniendo lugar en la azotea del edificio Wolf, donde lucharon contra él por primera vez.

Ya no estaban muy lejos... de comprobar quien saldría con vida.

Splinter...

O Súper Shredder.

Las chicas fueron alarmadas por la llegada de un grupo. Se trataba de los mutanimales, quienes se presentaron con algunos rasguños y heridas tras la pelea. Eran conscientes de que la guarida era el lugar más seguro, además de que allí sus heridas podían ser curadas.

Las tres los recibieron alegres de que estuvieran bien al fin y al cabo, pero sus preocupaciones aumentaron cuando no obtuvieron respuesta de las tortugas y Splinter.

Mientras los mutanimales ya se encontraban a salvo en la guarida, las chicas sentían el corazón en un puño por la tardanza del regreso de los chicos. Aunque tan sólo ver las heridas que portaban sus aliados mutantes, ya podían hacerse una ligera idea de cómo han ido las cosas ahí arriba.

Las chicas se sobresaltaron cuando escucharon un vehículo frenarse en las vías del metro justo a la entrada. Sabían que ese vehículo sólo podía tratarse de la tortugoneta.

Esperaron impacientes por recibirlos, esperanzadas de que regresaran todos sanos y salvos después de unas largas y angustiosas horas de espera.

Físicamente, algunos estaban más dañados que otros. Y los que mejor habían aguantado la lucha, eran los más abatidos. La realidad es que todos estaban igual de destrozados...

Cuando observaron a los chicos cargar con el cuerpo aparentemente sin vida de Splinter... fue tan demoledor como el inmenso dolor que transmitían aquellas caras que sus parejas nunca habían visto hasta ahora.

Los chicos torcieron en dirección al dojo, pensaban que lo que era la habitación de su maestro era el lugar idóneo hasta que fuesen capaces de pensar qué hacer.

Las chicas se miraron entre ellas conteniéndose las lágrimas. En cuestión de segundos sintieron como una desagradable presión en el pecho les rompió el corazón en montones de pedazos.

Les costaba de creer que Splinter ya no esté. La figura paterna que había llegado a ser para todos. Para Sara y Lara había sido un importante referente además de figura paterna desde tantos años. También lo era incluso para los mutanimales.

Cuando las tortugas salieron del dojo cabizbajos y en silencio, pudieron escuchar los sollozos que a las chicas se les empezaban a escapar. Hacían el fracaso intento por contenerse, pero era inútil...

Cada uno fue con su chica correspondiente, quien mejor sabía cómo consolarlos, y ahora era cuanta más falta les hacía. Ya que Mikey era el único de los hermanos que no tenía pareja, sabía que con Leatherhead podía encontrar el consuelo.

Lara luchaba constantemente para no caer víctima del llanto, sabía que su prometido estaba lo bastante mal como para verla llorar tan rota como lo estaba él. Raphael se lo agradeció con una pequeña y tenue sonrisa. La atrapó entre sus brazos dándole la libertad de sacar el dolor que llevaba dentro para no ser retenido.

Nora quería ser quien consolaba a su novio. De sus ojos cristalinos se derramaban unas constantes lágrimas, pero eso no le iba a impedir brindarle el consuelo que Donnie necesitaba. Este la abrazó de tal forma que pudiera recostar su cabeza junto a la suya y el mentón sobre su hombro.

Sara no quería separar la cabeza del pecho de Leonardo, no pudo mantenerse fuerte, acabó viniéndose abajo por mucho que lo intentase creyendo que a su novio le dolería más verla derrumbarse, al pilar moral tan importante que era para él.

Este le mostró que podía mantenerse fuerte incluso en un momento como el que era este.

Cuando los sollozos se escapaban de entre los labios de ella, Leonardo la incorporó para secar sus lágrimas con los pulgares. Le dedicó una tenue sonrisa a modo de transmitirle toda la calma posible.

Leo: Intenta calmarte, podría afectar al bebé. —Se preocupó el.—

Sara: Dios mío, Leo... Lo siento, lo siento muchísimo... —Sollozó ella mirándolo a los ojos.—

Leo: Lo sé. —Suspiró regresando su pulgar hacia su mejilla para secar una nueva lágrima. Agachó la mirada haciendo un esfuerzo por contenerse.—

El líder sentía una ligera impotencia ante la necesidad de dejarse llevar. Dejar salir todo su dolor si para ello debía llorar, o incluso gritar. Pero estaba convencido de que lo más conveniente era mantenerse fuerte. Sentía que debía hacerlo por el bien de sus hermanos, por su novia, incluso por si de alguna manera pudiera afectar al bebé.

Sara acarició gentilmente sus mejillas transmitiendo al líder todo el apoyo y cariño que necesitaba, a pesar de que sus ojos continuasen derramando lágrimas continuamente.

Cuando Leo alzó su mirada topándose con la de su novia, agradeció el esfuerzo por apoyarlo sosteniendo una de sus mejillas cálidamente en la palma de su mano, brindándole leves caricias con el pulgar. Ella colocó una mano por encima del dorso.

La tortuga sintió la verdadera necesidad de dirigir la mano libre a la barriguita ligeramente abultada de su novia. Era una lástima que el desarrollo del embarazo fuese tan temprano para poder sentirlo con la mano. A pesar de esa emotiva ausencia, a Leonardo le reconfortaba notar aquella curvita donde en su interior se encontraba su hijo o hija.

Sara sonrió ampliamente por el gesto del líder. Dirigió ambas manos a la de Leo para pegarla más a su abdomen, de modo que pudiera notar la ligera presión en su interior a causa de la fecundación del bebé. De ese modo podía llegar a sentirlo ya empezando a desarrollarse.

Lastimosamente, habían llegado a caer en la dolorosa cuenta de que Splinter ya no estaría para ver la carita de su nieto o nieta. Lo único que llegó a ver fue la pequeña barriga abultada donde se encontraba la criatura.

Para Sara... aquello terminó por romperla. Leonardo comprendía perfectamente que darse cuenta de ello sólo aumentó considerablemente el dolor. La pegó a él envolviéndola entre sus brazos recostando la cabeza con la de ella mientras la mecía suavemente.

Jamás pudieron imaginar que el peor golpe para ellos sería la caída de su maestro...

Ya cuando pudieron tranquilizarse después de tantas lágrimas, y de haber atendido las heridas que portaban los mutanimales, las chicas tuvieron que hacer unas llamadas.

Lara había recuperado algo de fuerzas después de consolar a Raphael. No quería tener que ser ella quien le diese la noticia a Roth, pero... ¿Había alguien del grupo qué quisiera dar tal noticia?

La pelirroja apretó el móvil en su mano alejándose de todos en dirección a la entrada principal. Suspiraba reiteradas veces preparándose para el mal rato que iba a pasar, como si no fuese ya bastante por esta noche...

Raphael no quería tener que dejar sola a su prometida. Ella había sacado fuerzas con las que poder consolarle, ahora él iba a ser su apoyo moral cuando se derrumbase en el momento de decirlo.

Nora había recibido seis llamadas perdidas de su madre. Daba por hecho que debía estar preocupada ya que se estaba haciendo cada vez más tarde y ella no estaba en casa.

Donatello sabía que desde hace unas horas Nora debería estar en casa si no quería asustar a Janice, no eran pocas las veces que su madre se había llevado un gran susto. Por no olvidar de que su padre era el capitán de policía. Estaría dispuesto a enviar montones de patrullas con tal encontrar a su hija.

Donnie: Nora, será mejor que te lleve a casa. —Dijo él captando la atención de su novia.—

Nora: Va a ser que no. —La tortuga apretó sus labios nada conforme con la decisión de ella.— Donnie no puedo irme como si nada.

Donnie: Por mí no lo hagas. —Pidió tratando de convencerla, pero era en vano.— Tus padres se van a-

Nora: Donatello. —Nombró su nombre completo mirándolo a los ojos.— Nada me importa más que tú esta noche. No... no puedo dejarte sabiendo que me necesitas.

Donnie: —Se quedó unos breves segundos en silencio. Bien sabía que insistirle sólo era pérdida de tiempo.— Bien, pero... ¿Tus padres qué?

Nora: —Sabía que si hablaba con su madre le delataría el tembleque de su voz. En cambio, con su hermana pequeña lo tenía más fácil.— Voy a decirle a Alex que voy a pasar la noche con las chicas. Ahora vuelvo.

Donnie: Eres maravillosa. —Agradeció él con una pequeña sonrisa. La rubia le depositó un cálido beso en su mejilla acariciando gentilmente la otra mejilla.—

El único sonido de fondo que rompía el silencio eran las voces de las chicas con sus respectivas llamadas. Raphael tuvo que terminar de hablar con Roth ya que Lara no fue capaz de continuar hablando tras finalmente decírselo. Respecto a Nora, se escuchaba tranquila ya que su idea había funcionado.

El resto estaban sentados en el salón cabizbajos y en completo silencio. A pesar de todo el dolor, sabían que no podían pasarse toda la noche sentados sin hacer nada.

«Las cosas no iban a arreglarse solas».

Leonardo se repetía esa misma frase en su cabeza una, y otra vez. Dado por el simple motivo de que él sentía la responsabilidad de tomar la decisión de lo que debían hacer ahora.

Una cosa estaba clara...

Shredder no saldría vivo de esta.

Ese monstruo no iba a conformarse con Splinter. Era cuestión de tiempo que fuese en busca de sus aliados y sus parejas como sus próximas víctimas.

Pero primero debían pasar página respecto a su maestro. Sabían que no tenía caso dejar el cuerpo de Splinter en su habitación. Debían enterrarlo, darle el último adiós antes de encargarse de Súper Shredder.

Fue entonces cuando Leonardo recordó la granja en la que, gracias a su maestro, habían crecido verdaderamente como ninjas. Además de que no había mejor lugar donde poder enterrarlo.

La tortuga se dirigió a April para concederle el permiso de enterrar a Splinter en la granja, y así darle el último adiós. Ella aprobó la idea de Leonardo sin rechistar.

Antes de dar nada por seguro, tuvo que unirse al plan de hacerle una llamada a su padre. La granja era propiedad de sus abuelos maternos, sí, pero tampoco quería tomar todas las decisiones sin consultarlo con su padre.

La decisión ya estaba tomada. Prefirieron dejar pasar esta noche para poder descansar un poco —o mejor dicho, hacer el intento—, y de paso, asimilar que la pérdida de su maestro era la cruel realidad.

Creedme cuando os digo que la muerte de Splinter es de lo que más me ha dolido en toda la historia. 😥

Dejando eso por un lado...

Creo que sabéis perfectamente lo que se viene en el siguiente capítulo. 😋

Estoy ansiosa por cerrar con la temporada 4, porque nos esperan muchas cosas próximamente. 😋

SaraTmnt 💚

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top