Capítulo 106. Una mafia menos

Al cabo de los días, Jack se mantuvo constante de los movimientos de los Black Mouth en los últimos días. Y esta, era la noche para llevar a cabo todo lo planeado.

Armadas hasta en los dientes, Sara y Lara se aproximaban al territorio de los Black Mouth, mientras Jack vigilaba la zona. Cuando este les daba luz verde, avanzaban disminuyendo la distancia a su objetivo que, de cierto modo, les pertenecía.

Ambas contemplaban la zona desde lo alto de una azotea, teniendo una visión clara de los guardias que aseguraban el territorio en las escaleras de incendios.

Lara barría la zona en busca de más guardias que pudieran estar ocultos. A diferencia de Sara, estaba circulando por toda la azotea, dando vueltas de un lado a otro, llevándose la mano a su vientre reiteradas veces.

Estaba llena de inquietud no ya sólo por ella, Lara, y la reacción de Leonardo cuando se entere de lo que estaban llevando entre manos —aunque también era de lo que más.— Temía por la seguridad de su bebé.

Lara alarmada por el frío silencio, se giró buscando a la morena con la mirada. Casi le resultó imposible debido a la rapidez con la que iba de un lado a otro, terminando por explotar de los nervios.

Lara: ¿Te puedes estar quietecita? Nos van a pillar de tanto moverte.

Sara: Esto no es buena idea. Me estoy exponiendo a mí y al bebé en peligro por un... sucio dinero. —Admitió frustrada a la vez que decepcionada consigo misma.—

Lara: Lo sabemos, pero tú eras la que decía que no hay otra opción. —Replicó frunciendo el ceño y cruzando los brazos. Por supuesto, no estaba de acuerdo.—

Sara: Y no la hay. Es decir... Debo ser yo quien asegure ese dinero, únicamente yo. A mi no me importa ese dinero, pero... —Sobrecogida por los nervios, era incapaz de explicarse correctamente. Lara resopló de resignación.—

Lara: Lo entiendo, y no te culpo. Por lo que dices debe ser mucho dinero, y no podemos confiar en nadie. Pero Sara, esta no es una buena idea.

Sara: No lo es. Pero no sé qué otra cosa podemos hacer... —Unos repentinos sonidos de su móvil la alarmaron. Sacó el móvil del bolsillo, observando en la pantalla de que se trataba de Nora, pidiéndole que ni se le ocurriera hacer nada de lo que fuera que estuviera tramando.— Y ahora Nora...

Nora: Sara, ni se te ocurra llevar a cabo lo que sea que estés planeando.

Nora: No hagas nada, por favor...

Era lo único que les faltaba a ambas para que la inquietud les inundase por todo su cuerpo, y por su fuera poco, crearles un nudo en el estómago.

En un intento por despejarse, decidió apagar el teléfono aún sabiendo que Nora tenía la razón en preocuparse.

Sara: Estoy siendo la peor madre de la historia aún ni siquiera haber nacido... —Dijo con decepción apartándose un mechón de su pelo hacia atrás resoplando.—

Lara: Por favor, Sara, cálmate. Somos kunoichis, ¿recuerdas? Podemos hacerlo. —Trató de tranquilizar tanto a su hermana como a ella misma.— Nos infiltramos, vamos a por el dinero, y nos largamos. Ante cualquier peligro, vamos armadas. ¿Estamos?

Sara: —Se tomó unos instantes para meditar el riesgo que estaban a punto de correr. Finalmente, asintió de acuerdo uniéndose a la disposición.— Vamos a hacerlo.

Sin más tiempo que perder, se dispusieron a acatar el plan tal y como lo habían organizado. Antes que nada, debían deshacerse de los guardias en las escaleras de incendios, pero eso era cosa fácil para ellas.

Se desplazaron hacia los edificios en los que cada uno observaba en cada lado. Sara fue por el de la derecha, mientras que Lara por el de la izquierda. Ambas los atraparon con facilidad para después golpearlos dejándolos inconscientes. Ahora la zona ya no contaba con vigilantes.

Jack se mantenía oculto muy próximo al territorio, donde tenía perfecta visión de cualquiera que anduviera por ahí. No había moros en la costa, dándole disposición a las chicas para infiltrarse con seguridad.

Tuvieron fácil acceso a una de las ventanas, facilitándoles el acceso al interior.

Llegaron a una especie de habitación en la que se encontraban cajas con armamento. Aprovechando la ocasión, Sara le sacó varias fotos al armamento que pudo encontrarse en aquella habitación. Ya tenía un punto a favor para meter entre rejas a unos muy probables enemigos.

Retomando la auténtica prioridad, salieron de aquella habitación encontrándose con un largo pasillo, además de unas escaleras cuesta abajo a su izquierda. Era evidente que el dinero de Gran Jefe estaría bajo custodia en un lugar tan privado como el despacho del cabecilla del territorio.

Como auténticas Kunoichis que eran, inspeccionaron el pasillo en busca de la oficina. Cuando llegaron al fondo, vieron que el pasillo torcía a mano izquierda. Ahí se localizaba el despacho, pero como era de esperar, estaba custodiada por dos guardaespaldas.

Las chicas se miraron entre ellas compartiendo mutuamente la misma estrategia que tenían bajo la manga, dispuestas a llevarlo a cabo.

Lara lanzó una bomba de humo logrando interceptar a esos guardaespaldas. Cuando estos bajaron la guardia por la tos provocada, las chicas aprovecharon para tener la libertad de acercarse a ellos, y brindarles unos golpes con los que dejarles inconscientes.

Con cautela, abrieron el despacho de manera que pudieran asomarse desde fuera, y asegurarse de que no había peligro. Por suerte para ellas, estaba todo en calma. Entraron sin más al despacho, ya habiendo logrado la tarea de infiltrarse.

Lara: ¿Ves? No ha sido tan complicado. —Esmutó sonriendo con victoria.—

Sara: Esta era la parte fácil. Veremos cómo sigue... —Murmuró volviendo a sentir aquellas inquietudes antes de entrar. Resopló tratando de centrarse en la situación.— Vale, tú registra los estantes, armarios, taquillas, incluso por detrás de los cuadros. Yo me encargo de los cajones, del escritorio y de toda la parte inferior.

Lara: ¿Por qué toda la parte alta para mi? —Preguntó confundida frunciendo el ceño.—

Sara: ¿Qué importa? Sólo hazlo. — Insistió tajante, inspeccionando el lugar con la mirada.—

Lara: Espero que tú hijo no salga igual que el padre teniendo suficiente contigo... —Dijo sarcástica rodando la vista, resoplando con resignación.—

Sara: —Reaccionó ante la frase de la pelirroja. Pudo habérselo tomado con humor, pero en la situación en la que se veían metidas no era momento de risitas. Bajó la mirada pensando en la tremenda preocupación que debe estar invadiendo al líder en estos instantes.—

Leonardo se desplazaba por las azoteas como nunca antes. Corría como un loco, de izquierda a derecha, de aquí para allá tratando de localizar a su novia en donde quiera que esté.

Dedujo que se encontraba acompañada de Lara, pues tampoco había rastro de la pelirroja, lo que preocupó de igual modo a Raphael. Ambos se dividieron con la idea de encontrarlas más rápido, pero la suerte de uno era la misma que la del otro... Ninguna.

Miles de preguntas pasaban por su cabeza, tales como... ¿Por qué no le había dicho adónde iría? ¿En qué estaría pensando? Y lo más grave... ¿En qué lío estaría metida?

Tras el incidente que ocurrió hace poco, con Lara siendo perseguida por los secuaces de Shredder, inundó la mente del líder durante la agonía que sentía en su interior. Y no sólo eso, Sara es la líder de una banda que antaño operaba entre las mafias.

Recordar aquello le provocó a torturarse con la posibilidad de que una de las mafias tuviese cautiva a su dulce novia. La realidad era más seria de lo que era, había algo importante de lo que tener en cuenta... Estaba embarazada. Y era probable que tanto ella como su futuro hijo podrían estar en grave peligro.

Aquello terminó por hacerle sentir su corazón en un puño...

Estaba dispuesto a registrar cada barrio -pacífico y conflictivo- de la ciudad. Y no solamente por los conflictos en sí, sino también las zonas con actividad recurrente de drogas y mafias. El único inconveniente, es que le llevaría toda la noche.

Era curioso de sentir que, preocuparse por alguien que verdaderamente le importaba, nublaba su mente por completo. Hasta el punto de nublar sus pensamientos, y cegarlo de algo tan sumamente claro.

Tal y como Donatello les enseñó, trató de localizar la ubicación. El único inconveniente es que el móvil de Sara estaba apagado, aunque momentos antes estaba activo. Obtuvo una posible ubicación, pero nada era seguro.

Al borde de la desesperación, Raph se reunió con él. Aparentemente sin haber obtenido ningún avance.

Raph: ¿Y bien? —Preguntó esperando respuesta, deseando que fuese la que esperaba oír.—

Leo: Tengo una posible ubicación. Aún así... —Frustrado agachó la mirada suspirando con pesadez. Sintiendo un angustioso nudo en el pecho.— Como no las encontremos pronto, quién sabe lo que les podría ocurrir. Incluso a mi... –Fue incapaz de terminar la frase.—

Raph: Eh, eh. Cálmate, hermano. —Sujetó al líder de sus hombros para captar su atención, y tratar de hacerle entrar en calma.— Las encontraremos.

La tortuga de rojo dijo aquellas palabras con firmeza, convencido de que lo más seguro es que las encontrarían, sanas y salvas. Leonardo suspiró pesadamente tratando de recuperar la calma, y no dejarse llevar por su gran temor.

El sonido de uno de los T-phones los sobresaltó, mirándose entre ellos indecisos de cuál de los dos era el que estaba sonando. Las vibraciones que producía el dispositivo, avisó a Leo de que se trataba del suyo.

No se trataba de Sara o de Lara, pero si de alguien que podía ayudarlos en su búsqueda.

Leo: ¿Nora?

Nora: Leo, menos mal... ¿Está Sara contigo?

Leo: Ella y Lara han desaparecido sin nosotros saber a donde han ido. —Explicó brevemente acompañado de su acelerada respiración sobrecogido por la inmensa preocupación.— ¿Tú sabes algo?

Cuando la rubia les contó brevemente el plan que junto con los Kairos habían organizado para infiltrarse a un territorio enemigo, y hacerse con el dinero que antaño pertenecía a Gran Jefe, ninguno de los chicos se lo podía creer.

Raphael estaba atónito, pudo sentir un escalofriante escalofrío recorrió su cuerpo tras volver a escuchar ese nombre después de tango tiempo.

Mientras que Leonardo estaba frustrado. Le daba auténtico coraje que Sara estuviera al mando de una banda anteriormente mafiosa. Pero nada le resultaba peor que se expusiera ante el peligro, y querer ocultarlo. Por no hablar de que ahora ella cargaba con una gran responsabilidad, la de cuidarse de sí misma y al bebé al mismo tiempo.

Ambos dejaron las —completamente razonables—  frustraciones a un lado para retomar la seriedad del asunto. En cuanto se cortó la llamada con Nora, la rubia les proporcionó la localización exacta.

Cuando observaron que ambas ubicaciones -la que Leo logró localizar, y la que Nora les había proporcionado- coincidían, se miraron entre ellos esperanzados de que todavía no era demasiado tarde, llegarían a tiempo.

Del rato que llevaban buscando y registrando por todo el despacho, no habían encontrado absolutamente nada. Aunque de lo que sí se hicieron era de más pruebas en contra de toda esta banda enemiga.

Para sorpresa de ambas, esta era una de las pequeñas bandas que estaba bajo el mando de Shredder. Era una banda de entre las mejores, pero formaba parte de sus trapos sucios. Tarde o temprano, Karai junto con Shinigami podrían haberse echado encima de ellos, si es que Sara y los Kairos no se adelantaban.

Lara continuaba mirando en los puntos elevados, por si resultaba que se le había escapado algo. Sara se tomó un breve descanso después de mirar por todos los rincones y cajones de la habitación. Optó por sentarse en la silla que a la vista estaba que tendría mucho valor por la calidad reconfortable del mueble.

Al principio Sara no se había dado ni cuenta, ya que -sin descanso- pensaba continuamente en Leonardo y el bebé. Deslizó la mano gentilmente sobre su vientre pensando que ahí se encontraba su pequeño. Era un tierno gesto que ya se había vuelto una cálida costumbre.

Un extraño movimiento bajo su pie derecho la sacó de entre sus pensamientos. Frunciendo el ceño descendiendo la mirada al suelo, Sara tambaleó bruscamente el pie aún sobre sobre el suelo. Al parecer había una baldosa medio suelta, y eso era de todo menos una simple casualidad.

De un salto se levantó de la silla alarmando a la pelirroja de su brusco movimiento.

Lara: ¿Qué pasa? —Preguntó acercándose a ella.—

Sara: Hay una baldosa suelta... —Dirigió su mirada a la pelirroja con expectación, estaba claro de que ahí debía haber algo escondido.— Ayúdame con la baldosa.

La morena apartó la silla dejando ver con más claridad la baldosa misteriosamente suelta que había encontrado justo bajo el escritorio. Lara se arrodilló dirigiendo las manos a la baldosa que, con el tacto pudo notar que estaba completamente despegada del suelo.

Cuando agarró la baldosa para dejarla tirada a un lado, había una especie de agujero, como si estuviera hecho adrede. En su interior había una especie de maletín. Las chicas se miraron mutuamente atónitas del inesperado y oculto hallazgo. Sin más, Lara agarró el asa del maletín. A medida que lo sacaba del agujero, comprobó al instante el tamaño y el peso de este. Necesitó la ayuda de la otra mano para poder sacarlo.

Con algo de esfuerzo, lo dejó sobre el escritorio. Ambas contemplaron que se trataba de un maletín grande de gran tamaño. Y un detalle importante que era imposible de ignorar, contaba con una combinación numérica garantizando la seguridad de que solo fuese abierto por el dueño.

Lara: Bueno... ¿Qué otra cosa podría caber en un maletín así? ¿Armas? ¿Un cadáver a trozos? —Se preguntó en voz alta, tratando de corroborar que lo que realmente había en su interior se tratase de la cantidad de dinero que, según Sara, no era para nada pequeña.—

Sara: Este maletín me resulta familiar... Tengo la impresión de que lo he visto antes. —Afirmó fijándose sobre todo en el cuero que lo cubría, y de la seguridad con combinación numérica.—

Lara: Entonces... ¿Premio? —Frunció el ceño sin despegar la vista del inquietante maletín. Porque sí, estaba resultando un tanto inquietante de ver.—

Sara: Quizá. Pero no lo averigüaremos hasta estar en una zona segura. —Dirigió la mirada a la pelirroja, recibiendo una afirmación de acuerdo con su idea.— Bien, ayúdame a dejarlo todo como estaba.

Lara descendió nuevamente para colocar la baldosa en su lugar. Pero eso no era lo único que estaba por volver a su sitio. Entre ambas, dejaron el despacho tal y como estaba antes de que lo desordenaran. Aunque de igual modo, Samson se daría cuenta fácilmente de lo que faltaría bajo su escritorio...

Sara cayó en la cuenta de que tanto ella como Lara debían avisarles a Jack de su avance, pero ambas tenían los móviles apagados por si ciertas tortugas las localizaban, descubriendo el pastel de lo que estaban llevando a cabo.

Como era de esperar, unos pasos de fuera aproximándose hacia el despacho las alarmaron. Debían esconderse como pudieran, y rápido.

Dos hombres entraron al despacho, ambos armados ya que se habían encontrado a sus dos compañeros inconscientes delante de la puerta. Les llamó especialmente la atención aquel maletín que se encontraba sobre la mesa.

Las chicas ocultas en los oscuros rincones, los acechaban a sus espaldas. Ambas se miraron entre ellas sabiendo lo que tenían que hacer. Se acercaron a ellos con lentitud, hasta que pudieron alcanzarlos. Los agarraron por las nucas y golpearon sus cabezas contra la dura madera de la mesa.

La intervención de esos dos era una clara señal de que debían abandonar el lugar cuanto antes.

Siendo Sara la portadora del maletín, salieron corriendo del despacho volviendo al pasillo por el que llegaron. Tenían la intención de regresar a la habitación de la ventana por la que habían entrado, pero más hombres llegaron para impedirles escapar.

Los esquivaron torciendo hacia las escaleras que habían localizado antes. Bajaron a toda prisa descendiendo a lo que parecía ser la planta baja del territorio. Pero para su desgracia, más hombres corrían en dirección hacia ellas.

Sara se limitó a lanzarles varios shurikens a los dos para aturdirlos. Lara fue directa contra uno de ellos, derribándolo al suelo con un salto echándolo al suelo. Al otro lo golpeó con un codazo en el pecho, teniendo la libertad de hacerle una simple llave tirándolo cara al suelo.

Las chicas se dirigieron hacia lo que parecía ser la puerta de un garaje no del todo abierta, era la única salida de la que disponían. Pero las cosas no estaban resultando fáciles más hombres salieron para acorralarlas.

Finalmente, las luces del lugar se prendieron, dejando ver una multiplicada cantidad de hombres armados. Y además, no estaban solos. Samson reía burlesco dirigiéndose a las dos. Por su parte, las chicas lo miraban amenazantes.

Samson: Así que... Tú eres Sara, y tú la otra. Escuché que habías ocupado el lugar que tú padre dejó entre los de su gente, ahora los famosos "Kairos." —Dijo resultando con burla, dirigiéndose especialmente hacia la morena.—

Lara: Perdona, amigo... —Lo llamó en un tono hostil, cosa de la que los hombres no permitieron apuntándola con sus armas. Ante eso, la pelirroja se mantuvo firme y amenazadora.— Os creéis todos muy hombres, ¿no?

Sara: —Dejó una mano sobre su hombro tratando de calmar su actitud defensiva.— Supongo que Ángel y tú no fuisteis muy amigos en los últimos tiempos.

Samson: Ese desgraciado me hizo una de sus sucias jugarretas, me traicionó dejándome tirado de la peor manera. —Contó brevemente.— De todos modos... ¿Qué te voy a contar que tú ya no sepas?

Sara: Entonces, deberías saber que Ángel y yo somos completamente distintos. Espero que al menos me debas algo de respeto. —Dijo firmemente, manteniendo la guardia en todo momento.—

Samson: ¿Por qué razón? —Cuestionó con superioridad.— Ni siquiera eres como ellos. No tienes ni idea de cómo funcionan la cosas por aquí.

Sara: Puede ser. —Respondió restándole relevancia.— Pero sé que te gusta el dinero... El de otros, especialmente.

Samson: Veo que no estás entendiendo... Yo no negocio, me adueño. –Aclaró con indiferencia.— Ángel se adueñó de mis armas y mi gente. Como moneda de cambio, yo me adueño del dinero que lleváis en vuestras bonitas manos, señoritas.

Sara: Debe estar a buen recaudo. De la manera tan sucia que Ángel lo consiguió, no permitiré que eso continúe. —Sentenció dejando claro que no se saldría con la suya.—

Samson: A diferencia de él, sabes lo que estás haciendo. Y eso me asombra de ti. —Resaltó con entusiasmo ante su valentía.— Pero deberías saber que estás jugando a un juego del que no saldrás bien parada.

Sara: No seré yo quien acabe entre rejas. Yo y mi gente contamos con la facilidad de desmantelaros a ti, a tu sucia mafia. —Amenazó con una sonrisa ladeada de superioridad— Es a ti a quien más le conviene dejarnos marchar.

Como respuesta, Samson se limitó a reírse de las amenazas demasiado altas. Con sólo alzar su mano derecha, dio la orden a sus hombres de atacarlas de cualquier forma con tal de detenerlas.

Las chicas unieron sus espaldas sacando sus armas. El maletín estaba en el suelo detrás de ellas, pero la prioridad no estaba en protegerlo. Sino de protegerse amismas.

Lara: De acuerdo... Resolvamos esto a tú manera. —Se dirigió amenazante al cabecilla.–

Sara: Lara, no puedo luchar... —Murmuró dirigiendo la vista a los enemigos, quienes se acercaban cuidadosamente para llegar hasta ellas.—

Lara: Coge una de estas. —Le ofreció su pistola izquierda, era la mejor arma con la que podría defenderse dado su situación.—

Sara: ¿Qué? ¡No! —Negó firmemente empuñando su katana, sin despegar la vista de los que se aproximaban.—

Lara: No seas tonta y cógela. —Insistió. Le extendió aún más la pistola, pero Sara se negó a usarla. Resopló con resignación, y ya no pensó en contenerse más. Disparó cerca de ellos para asustarlos.—

Sara: —El movimiento de Lara no la libró de cuatro tipos que iban por ella, todos armados. Antes que nada, debía deshacerse de las armas. Sacó y lanzó varios shurikens contra ellos logrando destruir sus armas. Ahora sólo debía defenderse.—

Uno de ellos corrió a por ella para derribarla. Con facilidad logró esquivarlo, y lo atacó con la katana haciéndole un corte en la espalda. Otros dos se pusieron de acuerdo para atacarla a la vez. Esta se limitó a esquivar a uno para derribarlo con una patada, y al otro lo golpeó y barrió sus piernas derribándolo también.

Se sorprendió de que el último se hiciese con otra arma con el que dispararla. Era un error atacarle de frente. Saltó rodando por el suelo hacia una columna como cobertura.

Lara también tenía ciertos problemas. Se escondió en uno de los muebles que había por el lugar, el cual estaba al lado de la columna.

Lara: ¡¿Dónde está Jack?! —Se encogió intentando que no fuese alcanzada por ninguna bala.—

Sara: ¡No lo sé! ¡Tenemos qué hacer algo, esto nos viene grande! —Exclamó pudiéndose notar cierto temor en su voz. La situación se les había ido de las manos, completamente.—

Lara: ¡¿Alguna idea, jefa?! —Gruñó cuando una de las balas estuvo muy cerca de alcanzarla. Dejó de esconderse de su cobertura unos breves instantes para dispararles.—

Sara: Solo una... Vamos a dividirnos. Tú custodia el maletín, yo intentaré alejarlos. —Lara asintió conforme. Lanzó una bomba de humo con el que detendría el tiroteo por un momento. Salió de la cobertura dirigiéndose hacia la puerta del garaje.—

La idea funcionó, logró atraer a algunos de los tipos que las interceptaban. Recordar que aquellos hombres iban armados, la impulsó a salir corriendo como nunca antes.

Se tomaba un breve instante para mirar detrás de ella sin detenerse, la perseguían. Sabía que a esos hombres no les importaba tener que disparar si así lograban detenerla. Por lo que debía esconderse en las sombras si para ello lograba salir bien de esta.

En la huida, había llegado a parar a un callejón. Suspiró con pesadez ante el dilema. Contaba con la ventaja de que los había dejado atrás, pero cualquier descuido bastaba para que la atraparan.

Escuchó los pasos de aquellos hombres pisando la esquina. Aprovechó la oscuridad para camuflarse del entorno, pero la tensión y el miedo se apoderaron de su ser. Solo podía tener suerte, o estaba acabada.

Se sobresaltó asustada cuando escuchó golpes y gemidos de dolor. Parecía que se estaban peleando entre ellos tras perderle la pista, o, quién sabe.

Se quedó quieta unos breves instantes por aquel abrupto silencio. Con cautela, se asomaba deshaciendo el camuflaje con el entorno.

A penas vio lo que había ocurrido cuando unos brazos la atraparon sacándola de las sombras.

Sara: ¡No! ¡M-mmf! —Una mano tapó sus labios con suavidad. Forcejeó con fuerza intentando escaparse, pero el agresor no parecía tener intención de atacarla, ni mucho menos.—

Leo: Sara. —Llamó tratando de hacerla entrar en calma, ella seguía sin reaccionar.— Sara, ¡soy yo! —Logró hacerla reaccionar. Pudo notar la respiración de su cuerpo calmarse en cuanto lo vio.—

Sara: Leo... —Suspiró calmada sintiéndose segura. Asustada por el riesgo al que se había expuesto, sintió como su cuerpo temblaba además de sus labios.— Yo... Creía que podía...

Leo: ¿Te han hecho algo? —Revisó cada parte del cuerpo de su novia con eltemor de encontrarla herida. Pero además de ella, se preocupaba por alguien más en cuanto deslizó la mano a su vientre.— ¿El bebé está bien?

Sara: Estamos bien... —Llevó ambas manos para sujetar sus mejillas y atraer su mirada. Acarició la mejilla de su novio con gentileza repitiendo en un suave susurro. Leo suspiró aliviado.— Lo siento mucho... Yo... Tenía que...

Leo: Eh, tranquila. Ya está, shh. —La acogió en un cálido y reconfortante abrazo para calmarla. Se separó ligeramente para besar su sien, y suspirando con pesadez aliviado de al fin de encontrarla sana y salva, incluyendo a su bebé.—

Sara: —Lo abrazó escondiendo el rostro sobre su pecho. Se sintió peor completamente consigo misma de la angustia que invadía a su novio, y no era para culparlo.— Perdona por traerte así...

Leo: Espero que tengas una buena explicación a todo esto... Nora me lo ha contado todo. —Dijo él separándose de ella para verla a los ojos.—

Sara: —Se quedó unos instantes en silencio torciendo sus labios. Agachó la mirada arrepentida.– Lo siento... Tenía que habértelo contado. No sabía qué hacer...

Leo: Bueno, cuéntame. ¿Qué está ocurriendo? —Dejó de lado una pendiente conversación que tendría lugar una vez regresen a la guarida.—

Sara: Encontramos el dinero. Todo iba bien, hasta que nos interceptaron. Tuve que huir para que no se nos echaran encima. —Explicó captando la total atención del líder.—

Leo: Te creía más astuta, Sara. ¿Crees qué merece la pena arriesgarse por ese dinero? ¿Qué tan especial es para ti? —Cuestionó con decepción cruzándose de brazos.—

Sara: Nada, porque no es para mi. Lo único que quiero es ponerlo a buen recaudo. Solo yo puedo impedir que acabe en malas manos, Leo... —Rogó a su novio con la mirada hacerle entender su postura.—

Leo: —Resopló asintiendo comprendiendo las buenas intenciones de su novia. Pero eso no justificaba el riesgo, suerte que ahora tenía de su ayuda.— Está bien... Te ayudo.

Sara: ¿Sí? —Sonrió alegre por su comprensión.—

Leo: No creerás que voy a dejarte sola, ¿no? Solos... —Rectificó fijando la vista a su vientre, compartiendo ambos una gentil sonrisa.—

Sara: ¡Lara! —Abrió los ojos como platos cuando se acordó de Lara.— Tenemos qué ayudarla.

Leo: No te preocupes, Raph está en ello. —Sonrió aliviando a su novia.—

No muy lejos de donde estaban, la pelirroja salió huyendo del lugar llevándose consigo a los tipos que la atacaban sin descanso.

Sin percatarse de las direcciones, acabó acorralada gracias a un callejón sin salida. Ya era tarde para esconderse, uno de los tipos la estaba apuntando con su arma.

Lara apuntó al tipo con sus pistolas amigas. La tensión estaba en el aire por cuál de los dos apretaría el gatillo primero. Sonrió de lado cuando se percató de quien estaba detrás del tipo.

Lara: Oye, ¿te he dicho qué estoy prometida con ese guapetón de atrás? —Señaló con su mirada.—

Raph: —En cuanto el tipo se giró, lo noqueó con facilidad.— Presumiendo de prometido, ¿eh?

Lara: Sí, bueno... Un poco de todo. —Señaló con sarcasmo mostrando sus armas y mirando al tipo en el suelo.—

De vuelta con el escondite de los Black Mouth, Samson estaba completamente solo en el lugar. Sonrió victorioso viendo el maletín a su alcance. Pero eso no duraría mucho.

Sara regresó con Leo al lugar. Esta lanzó su katana clavándose a escasos centímetros de la mano de este sobre el maletín. Detrás de ellos llegó la otra pareja.

Como factor sorpresa, Jack apareció en escena. Este no portaba ningún arma a diferencia de las chicas.

Jack: Ya he llamado a la policía. -Frunció el ceño confundido por la cero información de los avances del plan observando el panorama.— ¿Se ha terminado la fiesta?

Lara: A buenas horas apareces... —Respondió con su sarcasmo.—

Sara: Se acabó, Samson. —Sentenció amenazante aproximándose a él.— La policía viene hacia aquí.

Samson: ¿Crees qué no iré a por ti después de esto? —Amenazó a la morena entre risas.—

La expresión de Leonardo cambió por la amenaza. A diferencia de Sara, se lo tomó mucho más personal, pues eso incluía a su familia, y a su futuro hijo. Se hizo con su katana con la intención de atacarlo siguiendo sus impulsos.

Los demás observaban expectantes a lo que Sara pensaba hacer. Pero su código moral no era honorable. Lo golpeó en la cabeza con el mango de su arma, dejándolo inconsciente.

Ahora Samson y los Black Mouth ya no tenían escapatoria de la policía.

Ya a salvo en un callejón no muy lejos de lo que era el territorio de los Black Mouth, observaron dos coches patrulla de policía dirigirse al lugar. De entre los cinco, Sara era la que portaba el maletín del dinero.

Jack: Bueno, una mafia menos... Adiós, Black Mouth. —Esmutó observando a la policía llegando al territorio.—

Leo: —Tras escuchar al pelinegro, la impotencia que había estado conteniendo finalmente explotó.— Estás en un serio problema, amigo... ¿Cómo se te ocurre ponerla en peligro...? ¡Qué está embarazada!

Jack: ¿Qué yo...? ¡¿Cómo qué embarazada?! –Atónito dirigió la vista hacia Sara. Como respuesta, avergonzada deslizó la mano hasta su vientre.— Ya entiendo...

Sara: Quería ocultarlo para evitar un revuelo entre los Kairos y el exterior. —Explicó brevemente dirigiéndose al pelinegro.— Comprende que la situación es complicada...

Jack: No me extraña, una comprometida y otra embarazada. No sé qué es peor... —Las miradas despectivas de las tortugas se hicieron sobre él.— Eh, eh, calma. Está bien, no te preocupes por eso. Pero la próxima vez confía en tú socio.

Sara: Gracias... —Agradeció dedicándole una pequeña sonrisilla.— Hablaremos mañana.

Jack: Espero que tomes una buena decisión. —Dijo respecto al dinero, finalmente retirándose del lugar.— Felicidades...

Ambas parejas se miraron entre ellas compartiendo mutuamente que era hora de regresar a las alcantarillas para ponerse a salvo, después de tanto estrés y angustia acumulados en lo que iba de noche.

Todos estaban aliviados de que el peligro esta noche haya pasado. Pero la calma aún estaba un poco lejos de reinar en lo que quedaba de la noche. Destacando como casualidad que estaban en viernes 13...

¿Qué creéis que hará Sara con ese dinero? ¿Cuánta cantidad de dinero pensáis qué es?

Esas respuestas se resolverán, pronto.

Ahora preparaos para dos de los capítulos más prometedores que vienen estas semanas. 😉

¿Estáis listos/as?

SaraTmnt ✌🏻💚

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