𝕏𝕀. 𝕀𝕟𝕤𝕥𝕚𝕟𝕥𝕠𝕤 𝕒𝕘𝕦𝕕𝕚𝕫𝕒𝕕𝕠𝕤
Dedicado a ladymoonie por ser quien más se acercó al número de palabras de este capítulo.
Ella apostó por 4500 palabras, y el total del capítulo son 5095
Les aviso (a quienes todavía no se familiarizan mucho conmigo), que de vez en cuando apostamos por el número de palabras que tiene el capítulo de cierto fic, al final se le dedica el capítulo a quien más se acercó. Si quieres unirte, estaré preguntando directo en mi tablero cada vez que vaya a actualizar algo.
Espero que te animes, así podemos ser más amiguitos uwu
So, let's start with this soft shitteru que se llama así:
-Tiempo de embarazo: cuatro meses-
La junta típica del día sábado se alargó un poco más de lo esperado y JiMin está tan frustrado, ni arropándose en el nido, ni oliendo a profundidad la camiseta del alfa que lleva puesta, puede controlar a su lobo.
¿Recuerdan aquello de las rutinas? Bueno, ahora son sus lobos quienes las están imponiendo debido a la ardua necesidad que ambos tienen de estar juntos y así asegurar el bienestar del cachorro que viene en camino.
Y es que aunque ellos quisieran, no pueden evitar hacer las cosas del modo en que sus instintos les indican.
A medida que avanza el embarazo, sus instintos se van haciendo cada vez más agudos y a veces hasta se puede tornar molesto para ambos. Por ejemplo, en este momento YoonGi está haciendo temblar su pie mientras intenta poner atención a la reunión. Su hora de salida ya se pasó por quince minutos y el alfa empieza a inquietarse porque, del otro lado, el omega le está llamando casi estruendosamente porque lo necesita.
—De acuerdo, es todo por hoy —dice JiYong, cerrando su carpeta de pendientes y sonriéndoles a todos.
"Ya era hora", piensa YoonGi y se levanta de su silla rápidamente. No tarda más de dos minutos en recoger todas sus cosas dentro de la mochila para salir corriendo de ahí. Sin embargo, es casi ley eso de que cuanta más prisa tienes, el mundo conspira contra ti.
—YoonGi —le habla BeomGyu, el omega encargado de la producción de sonido—. Necesito tu ayuda con algo.
— ¿Qué tanto vamos a tardar en eso que me estás pidiendo? —Le pregunta en un tono casi enfadado. Y digo "casi", porque YoonGi se ha vuelto muy bueno encubriendo sus emociones en el trabajo.
—Solo cinco minutos, necesito que escuches este sonido de destello y me digas si queda con ese Guerrero Solar que estás diseñando.
—Es Guerrera, mujer, fémina, hembra. Y Beom, no quiero ser grosero, pero ya me tengo que ir —le da una sonrisita forzada y se coloca su mochila como señal de que tiene prisa—. ¿Por qué no me envías el sonido por correo y te contesto durante la tarde? Tenemos tiempo, JiYong dijo que ahora lo importante es concentrarnos en la interfaz del juego.
—Está bien —suspira y hace una mueca de disgusto—. Perdón por molestarte con eso, es solo que estoy emocionado. Es la primera vez que me encargo de algo tan especial, quería tu aprobación porque eres muy talentoso.
—Entiendo esa emoción, yo también me siento así por esta oportunidad que se me acaba de dar, pero todo a su tiempo. Envíame el audio y lo revisaré lo más pronto que se pueda.
—Ya déjalo, BeomGyu —entonces HoSeok rodea a YoonGi por los hombros—. Le urge irse porque su omega le está llamando, tiene deberes maritales qué atender.
— ¡HoSeok, indiscreto! —Le regaña JiYong desde su escritorio—. Ya váyanse todos, sé que tienen mucho de qué hablar, pero esto no es lavadero para que se estén pasando el chisme.
— ¡Okay, nos vamos! —HoSeok levanta ambos brazos a modo de rendición y le sonríe al otro omega, el cual no deja de sentirse algo triste.
—Gracias de todos modos, YoonGi, te lo enviaré en cuanto llegue a casa —hace una pequeña reverencia para él y esa es la señal, al fin es libre.
—Nos vemos, chicos, tengan un buen fin de semana —sonríe nerviosamente por última vez y entonces camina a paso acelerado por todo el pasillo, HoSeok le sigue detrás y luego ambos toman el ascensor.
—Te ves ansioso. ¿Estás bien? —Le pregunta y pone una mano en su hombro.
Ese contacto incomoda un poco a YoonGi, aunque se trate de su mejor amigo. Sigue siendo omega, de todas formas. El lobo de JiMin no discrimina entre un olor amigo o enemigo, él se defenderá en cuanto este entre en su territorio.
—No sé para qué preguntas si ya sabes la respuesta, Hobi —se aleja un poco para que su amigo lo deje de tocar.
—Lo siento si te molestó eso que dije en la oficina. Veo que estás más sensible que antes. ¿Cómo va el embarazo?
—Va bien, JiMin y el cachorrito están sanos, pero mi lobo me está matando, realmente es difícil incluso mantener esta conversación cuando tengo en mente otras cosas.
—Lo entiendo, te pone mucho más primitivo esto del embarazo —se ríe HoSeok—. Ya no te tocaré más, entonces. Aunque será difícil porque sabes que me encanta golpearte.
—Gracias por entenderlo —le sonríe y, finalmente, la puerta del ascensor se abre—. Te veo la próxima semana, Hobi.
—Nos vemos, señor primitivo —se burla y lo mira con la tentación de darle un golpe, pero se contiene.
Ambos se despiden y toman rumbos opuestos. YoonGi se sube desesperado al auto y conduce casi excediendo el límite de velocidad, pues su lobo está más inquieto que nunca. ¿Cómo osa este estúpido humano pasarse de la hora estipulada, justo cuando el omega está esperándolo para ser acicalado? YoonGi pelea contra sus ganas de acelerar más, pues por más sensible que se encuentre, todavía sigue siendo un humano regido por las leyes.
Y cuando finalmente llega a su apartamento, se da cuenta de que huele a HoSeok, pero el olor no es tan potente como para alterar mucho a JiMin.
O eso cree él...
Porque en cuanto entra, su omega lo huele desde su lugar en la cocina.
Y su rostro no es nada amigable...
— ¿Por qué llegaste tan tarde y por qué mierda hueles tanto a omega? —Se acerca a él, pero mantiene su distancia porque... ¡UGH! ¡El aroma a otro omega le intoxica malévolamente el olfato!
—Amor, te avisé en un mensaje que la reunión se extendería un poco y... ¿El olor? Es el de Hobi, a penas y me tocó...
— ¿Cómo que a penas y te tocó? —JiMin desplanta contra el suelo y empieza a lloriquear—. ¡Hueles como si HoSeok se te hubiera restregado por todas partes, maldita sea!
—Cariño, solo me rodeó con el brazo una vez, justo cuando la reunión finalizó.
— ¡Quítate la ropa en este momento! —Le ordena en voz alta, está enfadadísimo y ya con sus mejillas rojas y los labios hinchados por su berrinche.
—De acuerdo —suspira YoonGi y se resigna, total... ya los Kim les explicaron sobre lo que le pasa a los omegas cuando están en cinta.
Además de sentir una abrumadora necesidad de estar con el alfa en todo momento, también su olfato se agudiza, es casi el triple de sensible ante cualquier aroma intruso que intente invadir su lugar seguro. Esta es la primera vez que JiMin se altera de esta manera, anteriormente solo era suficiente con quitarle la ropa, besarlo, restregarse en él y darle una que otra mordidita en el pecho o en el cuello para marcar su territorio. Pero ahora la reacción es catastrófica.
Y no, no es que el aroma a mangos maduros de HoSeok sea escandalosamente molesto, sino que el lobo de JiMin se siente amenazado. Si estuvieran fuera de casa, esos aromas no serían molestos, pero dentro de su zona de confort no debe haber ninguna otra esencia diferente al de la pareja, o habrá problemas...
—Ahora a la ducha, todavía hueles un montón —bufa el omega y toma con disgusto todas las prendas que el alfa dejó en el piso.
— ¿Y luego de la ducha podremos acostarnos en el nido? Tengo ganas de mimos...
—Oh, ya verás —le mira con cierta altanería—. Cuando te quites esa peste, me encargaré de hacer que cada parte de ti huela a mí, alfita apestoso. ¡UGH! ¡Ya vete a bañar o vomitaré si sigo oliéndote!
YoonGi ríe ante esa tierna y catastrófica reacción, le provoca tanta ternura esa sensibilidad. ¡Parece un pequeño pollito amenazador cuando se enfada!
Con toda la calma del mundo y feliz por estar al fin en casa, corre a la ducha dispuesto a sacarse el olor a otro omega, pues es capaz de pagar cualquier precio para que JiMin cumpla su tan amenazadora promesa de llenarlo de su aroma.
¿Habían conocido alguna vez un alfa tan paciente como este?
Raras veces se ven estos casos donde el omega explota y el alfa simplemente cede. Pero esto es lo mágico del embarazo: puede hacer que el omega se altere por cualquier nimiedad, pero al momento de estar juntos no hay nadie en el exterior que pueda negar la existencia de un irrompible y cálido lazo entre estas dos almas, capaces de calmarse mutuamente por más intensa que sea la erupción.
— ¿Estás seguro de que te lavaste bien?
—No lo sé, tú dime —bromea el alfa mientras se seca el cabello con la toalla.
—Apresúrate, te necesito.
JiMin hace pucheros mientras observa a su alfa prepararse para ir hacia el nido con él. El alfa lo mira a través del espejo del baño y ríe para sus adentros, pues el omega luce cada vez más tierno con esa pancita redonda. Lleva puesto ese pijama floreado con tonos rosas y blancos, acompañado de una amplia camiseta de mangas largas que, en conjunto con su rubio cabello y sus rasgos redondeados, le dan unos aires de inocencia y delicadeza.
Sin embargo, por dentro es todo lo contrario, pues en cuanto ve a su alfa acercarse al nido, llevando puesta únicamente una toalla alrededor de la cintura, se abre como un capullo y se deshace de sus prendas tan rápido como puede para que no halla barrera alguna que le impida impregnarse en YoonGi.
—Con calma, no te vayas a lastimar —le dice él y se hinca junto a su pareja.
— ¿Me ayudas? —Le pide entre pequeños jadeos, pues su cabeza se atora en el cuello de la camiseta de dormir.
El alfa accede a la petición y, con mucho cuidado, le saca la prenda. La imagen que tiene en frente aturde sus sentidos y altera a su lobo, al igual que cada noche. Piel tersa, pezones erectos, pancita creciente que le llama a cuidar de esas dos vidas que ahora dependen de él en muchas maneras.
Una vez el omega queda en ropa interior, éste mismo lleva sus inquietas manos a la cintura de su pareja y le retira la prenda. Esa simple desnudez ahora está limpia y pura, preparada para recibir todos los territoriales mimos con los que le amenazó.
—Vamos, omega, lléname de ti —YoonGi le mira expectante, causando en su pareja un incontenible deseo de restregarse como un loco contra esa blanquecina piel.
Y así es como ambos terminan envueltos en el desesperado toque del otro, entrelazándose de frente, completamente desnudos y vulnerables. JiMin se abraza tan fuerte como puede y acaricia desenfrenadamente a su amor, dejando besos en el cuello, pecho, hombros, mandíbula, mientras que con sus piernas entrelazadas lo atrae hacia sí. De esta manera, no solo sus intimidades se rozan, sino también la redonda panza se frota contra el plano abdomen del alfa, pidiendo por protección y a la vez marcando el territorio.
Ambos están ahora excitados, jadeantes. El lazo se siente hirviendo a medida que las caricias avanzan hacia toques más eróticos, pues YoonGi también se toma la libertad de amasar el suave y pequeño cuerpo de su omega, besándolo por igual en cada parte que le alcanzan los labios.
—Alfa, hazme el amor —JiMin ahora está satisfecho con lo que logró: su alfa está lleno del aroma de ambos, ya ni siquiera el olor a jabón está presente, solo el de ellos dos.
Los lobos han quedado satisfechos y libres de ansiedad por defender un territorio, ahora están listos para marcarlo de nuevo.
— ¿Cómo quieres que te anude, amor? —YoonGi mira sus brillantes ojos y no deja de abrazarlo, obviamente por el trasero porque le fascina tenerlo entre sus manos.
—Así, quiero estar sobre ti todo el tiempo, alfa —sonríe y guarda su rostro en la curvatura del cuello de su amado, luego se acomoda en la postura perfecta, esperando ser invadido por la cálida dureza de la que YoonGi es dueño.
Y con sumo cuidado, asegurándose de que la pancita no está demasiado apretada al encontrarse tan cercanos, el alfa le hace el amor delicadamente. Sus movimientos son lentos, pero precisos y uno más placentero que el anterior.
En el transcurso, ellos se sienten cálidos y necesitados de más, por lo que el gozo no solo lo encuentran en la penetración, sino en los suaves toques que propinan en la piel del otro, mientras se miran, mientras se aman.
JiMin se siente tan vivo y feliz, pero siente que le hace falta algo más. Entonces, haciéndole completo caso a su caprichoso lobo, se atreve a morder una vez más el cuello del alfa. Sus mordidas son suaves, pero suficientemente mágicas para dejar ahí una pequeña marca. Estas acciones puramente instintivas, llevan a YoonGi hacia la necesidad de corresponder. Así, penetrándolo dulcemente y dándole una que otra nalgada, también se atreve a morderlo en diferentes partes del cuerpo.
Brazos, pecho, hombros... en los cuerpos de ambos ahora está impregnada la esencia del otro, escandalosamente territoriales, como nunca lo han sido.
—Minnie, estoy a punto de correrme —le avisa el alfa, hablándole contra el cuello, preparando el terreno con un poco de saliva para rehacer la marca.
—Déjame ayudarte, amor —inesperadamente, JiMin lo empuja, llevándolo a quedar recostado y observando la gloria que es tener a su omega embarazado montándolo.
A JiMin aún le quedan suficientes fuerzas para montar bestialmente a su alfa, tal y como lo ha hecho montones de veces en el pasado. Y con la maestría que el destino le ha proporcionado, se mueve en círculos sobre YoonGi, luego adelante y atrás, haciendo temblar también su propio y pequeño miembro que no tardará en derramarse en cuanto sea marcado.
YoonGi está cada vez más ruidoso y tenso, ha llegado la hora de marcar. Con gran fuerza y habilidad, se levanta para envolver a JiMin, pero le permite que siga moviéndose tan rápido como sus caderas le permitan.
Su nudo se expande repentinamente y entonces la marca es realizada, reforzando el lazo ruidosa y salvajemente, pues JiMin gime altísimo y también se corre al sentir el nudo abrirse paso en sus entrañas sensibles y estrechas.
—Eres mío, alfa —le dice entre jadeos, mirándolo seriamente.
—Siempre lo seré, ahora y en nuestras vidas futuras —sonriente por el placer, YoonGi retira el cabello de ese angelical rostro y lo besa lento, profundo, con todo el amor que le tiene.
Entre ellos, dentro de su universo, sienten que este momento es genuino y único, indescriptiblemente hermoso, lleno de estrellas y colores que solo ellos pueden ver a través de los ojos del otro.
Debido a esta unión tan mágica, el omega ni siquiera tiene que pedir perdón por ser extremadamente territorial, ni el alfa tiene que ser tachado de sumiso por darle la razón a su pareja y complacerlo, pues ambos, de manera ancestral y por instinto, saben que es correcto y está bien porque están protegiendo la creciente vida que ellos mismos crearon.
-Al siguiente día-
Esto de la sensibilidad a los olores pone a JiMin en un plano bastante difícil, pues una visita inesperada llega a su puerta en este nublado domingo.
TaeHyung al fin pudo hacerse un espacio en la agenda para visitar Seúl, después de tanto tiempo sin ver a su mejor amigo. Luego de que tuvieron esa pijamada, a TaeHyung se le complicó un poco visitar a sus amigos debido a que le pidieron cubrir a un compañero alfa que estaba en su periodo de incapacidad debido a que acababa de ser padre.
Y en cuanto este otro omega entra a la casa de la pareja, JiMin no puede decidir si gruñir o abrazar a su amigo.
—Tranquilo, no le voy a hacer nada a tu bebé ni a tu alfa —TaeHyung se disculpa y se aleja un par de pasos. Ahora comprende más la situación de JiMin, ya que se tomó mucho tiempo para leer sobre el comportamiento de omegas embarazados.
Así que ahora comprende que no debe tocar absolutamente nada que no sea necesario o seguro se irá de esa casa con un nuevo apodo en su lista: manco.
—Lo siento, es que estoy muy sensible, lloro todo el tiempo, me enojo mucho también, odio los olores de los otros omegas en mi casa... ¡Y todo el puto día quiero comer danoninos y kimchi! ¡He estado a punto de combinarlos en la licuadora!
— ¡Asco, JiMin! Si haces eso seguro te enfermas del estómago. Solo aguanta cinco meses más, pequeño berrinchudo—sonríe el omega y le ofrece un abrazo a su mejor amigo, pero este se niega rotundamente.
—Te he extrañado mucho, pero no puedo abrazarte ahora —JiMin suelta sus lágrimas, apenado porque su lobo está siendo tan irracional y primitivo.
—Está bien, no pasa nada. ¿Tienes neutralizador de olores? —JiMin asiente—. Bien, me pondré para no fastidiar esta visita. Y perdona que no he podido venir, el trabajo extra me ha arruinado muchos planes.
—Lo entiendo, en mi trabajo también hay mucho por hacer. Si te soy sincero, estoy deseando que ya se llegue el séptimo mes para poder estar todo el día en casa con YoonGi, cada vez me es más difícil despegarme de él en las mañanas, pero por otro lado no quiero dejar de ir al taller. ¡Esto es tan complicado para mí!
—Tranquilo, aguanta un poco más, ya pronto podrás quedarte todo el día con tu obstinado alfa —TaeHyung lo acompaña a la cocineta, donde, obviamente, hay un plato con kimchi a medio comer y un vasito de danonino que aún no ha sido abierto.
— ¿Obstinado quién? —De pronto, YoonGi llega de su estudio, se agrega a la conversación y todos ríen como idiotas, dándole una buena bienvenida a TaeHyung, manteniendo una sana distancia, claro está.
Luego, JiMin casi baña a TaeHyung en su spray neutralizador de olores, pero de todas maneras no es suficiente porque su lobo sigue sensible, pero capaz de tolerar esa presencia intrusa.
Entre risas y conversaciones, sus instintos sensibles se van apaciguando poco a poco, pues YoonGi también ayuda al mantener el contacto constantemente, mimando y abrazando a JiMin.
Durante esta acogedora visita, los tres se sientan a comer y después, como es habitual, sacan sus cartas y se ponen a jugar.
— ¡Miraste mis cartas cuando fui al baño, Tae! —Le regaña JiMin por enésima vez.
— ¿En cuál ocasión? Has ido a hacer pipí como veinte veces desde que llegué.
— ¡Es que la niña me presiona, tengo que ir! —JiMin se frustra increíblemente rápido, deja su mazo de cartas desparramado en la mesa y se cruza de brazos.
— ¿Cómo que "la niña"? —Se sorprende TaeHyung—. ¿Ya te dieron el sexo de tu cachorro?
—No, le dijimos a los médicos que preferimos esperar hasta el día del parto, pero yo sé que va a ser niña —se limpia las lágrimas del berrinche, YoonGi le ayuda con algunos besitos en el cuello.
— ¿Apostamos? —Juguetea TaeHyung.
— ¿Qué quieres perder? —Ríe YoonGi—. No te recomiendo que apuestes algo grande, porque JiMin está demasiado seguro y yo también.
— ¿Me están jodiendo? ¡Soy el rey de las apuestas! Va a ser niño, si tengo razón entonces JiMin tendrá que usar un disfraz de osito en el primer cumpleaños del bebé.
— ¿Hablas en serio? De ninguna manera me voy a poner eso, prepárate para ponerte tú ese disfraz en el cumpleaños de mi HIJA y además cantarás una canción para todos —JiMin alza una ceja y se burla de su mejor amigo, quien claramente es igual de terco que él y permanecerá con su postura hasta el final.
— ¡Es un trato!
—Como sea, vas a perder —recalca JiMin—. Ve eligiendo el disfraz, puedes ser el osito cariñosito rosa, ese color le sienta bien a tu cabello teñido de rubio, te verás súper tierno.
— ¡Ya veremos, omeguita de pacotilla! —Se burla TaeHyung y entonces tira su última carta, mostrándoles a los otros dos un triunfo más en su juego de cartas.
—Estoy seguro de que hiciste trampa, no tengo pruebas pero tampoco dudas—JiMin le señala con el dedo y hace un puchero, cosa que llena de ternura a YoonGi y, como es habitual, lo abraza por la espalda y le acaricia la pancita. Está cada vez más grande y adorable.
Cuando terminan el juego, TaeHyung trae su mochila a la sala para entregar un presente especial.
—Te traje estos lindos regalitos —le ofrece a JiMin unas pequeñas bolsas de color rosa y perla.
— ¿Maquillaje? —Pregunta YoonGi, impresionado porque JiMin ya tiene demasiado maquillaje.
—Cremas, idiota —se ríe TaeHyung—. Son para que la pancita de JiMin esté hidratada todo el tiempo y le salgan menos estrías. Veo que ya está creciendo, te ves realmente tierno.
—Muchas gracias, Tae.
—Lo que sea por mi mejor amigo en todo el mundo. Ahora debo irme, no quiero dejar más mi aroma o sus lobos querrán botarme en cualquier momento.
— ¿Cuándo volverás?
—Si tu lobo territorial me lo permite, vendré cada dos semanas como siempre. Si no, podemos hacer videollamadas y nos vemos hasta el baby shower, tú mandas. ¡Ah, estoy tan emocionado por esto! ¡Ya quiero tener mis propios cachorros también!
—Apresúrate a encontrar a tu alfa, entonces —JiMin le sonríe y finalmente, se abrazan olvidando por un segundo el problema de cierto lobo...
Y al sentir a ese omega, JiMin gruñe y aquello hace reír a los dos presentes.
—Nos vemos, amigo, cuídate y come bien, que ya noté que te gustan demasiado las chucherías. ¡Y no mezcles cosas raras en la licuadora!
JiMin tuerce los ojos y le saca la lengua. ¡Nadie le va a decir lo que puede o no meter a la licuadora!
—Estoy comiendo bien, YoonGi se está asegurando de eso.
—Así es, no te preocupes. Nos vemos después, Tae.
Cálidamente se despiden, esta vez sin abrazos porque a Tae le dan miedo los gruñidos de JiMin, pues pareciera que en cualquier momento se le echará encima y le destruirá la cara a arañazos.
Una vez que TaeHyung se va, el lobo de JiMin al fin puede descansar de la tensión que estuvo aguantando todo el tiempo debido a la invasión a su territorio, cosa que YoonGi también estuvo sintiendo y por ello tuvo que abrazar al omega durante todo lo que duró la visita.
Y ahora que están solitos, JiMin no puede evitar reaccionar para deshacerse de todo olor ajeno que TaeHyung dejó en su cuerpo.
— ¿Qué haces, amor? —El alfa le mira divertido, pues el omega se desviste con torpeza y arroja las prendas lejos, frenéticamente.
—Mi lobo está inquieto por el aroma de Tae, no puedo evitarlo.
— ¿Te ayudo?
—Sí, quítate la ropa también y ve al nido.
—Yo me refería a...
— ¡Al nido! —Ordena el omega, señalándole con el dedo.
El alfa simplemente obedece entre risas. Le hubiera gustado ayudar al omega a desnudarse, pero esta oferta es más tentadora ya que significa un inminente y necesario encuentro sexual lleno de mimos y amor.
Para cuando JiMin llega al estudio, el alfa le está esperando sentado en el centro del nido, usando solo su ropa interior, de piernas abiertas para hacerle espacio al omega, quien está completamente desnudo, presumiendo su pequeña panza y trae cargando en la mano izquierda una de las cremas que le regaló su mejor amigo.
JiMin sonríe con cierta perversión y se acomoda entre las piernas de su alfa, recostando su espalda en ese blanquecino pecho. YoonGi le rodea el torso con ambos brazos, atrayéndolo para impregnarlo de su aroma y regalarle ese tan deseado calor.
— ¿Puedes... puedes ponerme crema en la pancita? —Le pide el omega tímidamente.
—Claro —el alfa está más que gustoso de dar esa clase de afecto. Él, tanto como el omega, desea impregnarlo con su aroma, poseerlo y amarlo con más fuerza que el día anterior.
Con toda la calma del mundo, YoonGi primero acaricia la pancita donde se está cocinando ese tan deseado cachorrito. A palma abierta, recorre esa preciosa redondez mientras deja pequeños besitos en los hombros y el cuello, teniendo como consecuencia el total atontamiento de sus sentidos al intoxicarse de la esencia que las distintas marcas expelen, yaciendo presumidas en esa piel, mostrándole que ese omega le pertenece en cuerpo y alma. Pero ese no es el único olor que idiotiza a YoonGi, hay algo más abajo que también llama su atención.
Ahora que el embarazo está más avanzado, el aroma del alfa se pronuncia con más intensidad en todo el cuerpo del omega, opacando casi por completo el de rosas de castilla y danonino de fresa; pero el vientre pareciera tener su propio aroma tenue, como si anunciara a cuatro voces que está cargando una nueva vida; es una esencia que YoonGi no puede definir con certeza, solo sabe que es dulce y tranquilizante y que le invita a seguir besando y mimando al omega.
Continuando con su ritmo suave y delicado de besos y caricias, el alfa llena sus manos con esa crema especial de aromas cítricos y la esparce por todo el vientre, haciendo ligeras presiones de vez en cuando, sin desatender sus hombros, espalda, cuello y nuca. El omega está tan relajado y feliz, suspirando involuntariamente cuando el alfa roza esas zonas erógenas tan cerca de sus caderas. Pareciera que el embarazo lo ha puesto más sensible incluso en ese sentido, pues cada tierno encuentro sexual siempre es como estar haciéndolo por primera vez: intenso y lleno de emociones indescriptibles.
—Luces tan tierno, mi amor —el alfa rompe el cómodo silencio, pero continúa dando suaves masajes que reconfortan al omega.
— ¿Tú crees? —Él intenta abrir los ojos para seguir con la conversación, pero las manos maestras de su alfa lo enajenan tras cada caricia, al igual que los mimos que sigue recibiendo allá arriba.
—Sí, tengo que confesar que he fantaseado mil veces con verte presumir una pancita. Encuentro esto muy... sexy.
—Es porque eres un pervertido —ríe JiMin. Intencionalmente, toma las manos que masajean su vientre y las lleva más abajo...
Ahí donde su miembro ya ha despertado debido al montón de caricias para nada inocentes que el alfa le estuvo dando.
—Lo dice el que se ofrece en bandeja de plata cada vez que quiere sexo, o sea todos los días —YoonGi ríe también, pero sigue con el juego que JiMin empezó.
Con una de sus manos, ahora le acaricia la ingle y con la otra le propina un dulce placer que va de arriba hacia abajo en su pequeño miembro.
—No te molesta eso, ¿cierto? —JiMin echa sus manos hacia atrás y se sostiene del torso que le cobija la espalda. A ojos cerrados, disfruta de ser acariciado en sus zonas más sensibles a la vez que la voz de su alfa le endulza el oído.
—Para nada —le da un suave beso en la mandíbula—. Siempre quiero estar contigo, cada día aumentan mis ganas de cuidarte y mimarte.
—Yo también siempre estoy deseando más, justo ahora quiero más, alfa —para este punto, JiMin se ha dejado llevar nuevamente, ahora sus piernas están abiertas, comienza a lubricar y pequeños quejidos incitan su pareja a aumentar la velocidad de la masturbación.
— ¿Quieres más, omega? —Y él responde entre gemidos, asintiendo y buscando los labios del alfa.
Más...
Más besos en el cuello, tiernos toques que se van transformando en pequeñas mordidas, haciendo escocer un poco la marca recién renovada ayer después de la gran catástrofe del alfa oloroso a otro omega.
Más presión alrededor de la entrepierna que palpita deseosa tras cada bombeo. JiMin no es nada discreto al disfrutar, cada toque le hace estremecer y lubricar, atrayendo al sediento instinto del alfa.
El omega, ahora sosteniéndose de los cabellos del alfa, mueve sus caderas hacia adelante y atrás, rozando intencionalmente eso que tiene detrás, que no solo quiere sentir dentro, sino también lamer, chupar y exprimir. Al sentir la perversas insinuaciones, YoonGi reacciona y se saca el miembro de la ropa interior para permitir que su pareja le sienta directamente.
Pero aunque el omega está encargándose de la receptividad, es el alfa quien lleva los hilos del asunto, quiere hacer que su pareja eyacule primero. Así que con su fuerte brazo, sostiene a JiMin del torso y se asegura de que allá abajo, sus movimientos sean los adecuados para estimular hasta el orgasmo.
—Ya... ya casi, ¡mmggh! —Y luego estalla en un entrecortado grito, pues algo en él se ha desbordado, manchando la mano del bello alfa, quien le muerde el hombro, poseyéndolo en su totalidad. Si de YoonGi dependiera, ya habría marcado cada centímetro de ese cuerpo a pequeñas mordidas para asegurarse de que todo el mundo sepa a quién le pertenece, pero ya suficiente hace con llenarle de su esencia, líquida y olfativa, cada bendita noche.
— ¿Eres feliz, Minnie? —Le pregunta al oído a un exaltado JiMin que reposa su cabeza en el hombro de su amor.
—Lo seré más cuando me dejes probar tu leche.
¿Quién diría que el embarazo podía transformar así a este omega agridulce?
—Soy todo tuyo —YoonGi suelta a su sudado destinado, quien reacciona de inmediato, posándose de rodillas frente a la masculinidad de su alfa y retirando por completo la molesta prenda para permitirle a ambos mayor libertad de movimiento.
Y, como es costumbre cada día, JiMin se esmera en saborear cada centímetro, desde la base donde se forma el nudo, hasta la punta sensible y próximamente chorreante.
Cómodamente, quien recibe tal amor se permite abrir las piernas, cerrar los ojos y recostarse mientras se sostiene de los rubios cabellos del omega. Le deja que vaya a su ritmo, a veces lento y otras, más frenético, casi hambriento.
Los ojos del alfa se llenan de estrellas y su columna de espasmos placenteros. Su amado hombre al fin lo ha logrado exprimir con su habilidosa lengua y esas pequeñas manos que ayudaron a acelerar el proceso.
Complacido, JiMin se lo traga todo y corre a besar a su pareja para esta vez llenarse de su aroma por la parte frontal de su cuerpo, sobre todo en su panza que, redondita y cálida, busca protección en el regazo de quien ayudó a expandirla.
Entre mimos y besitos, alfa y omega concilian una ligera siesta dominical, acurrucados en el centro del nido, respirándose mutuamente hasta que sus lobos, al fin, se sienten en calma porque han logrado reclamar su territorio nuevamente.
¿Quién más se quiere unir a la apuesta por el sexo del bebé? xD
asta la proczima, amikos uwu
AgustDina
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