𝕍𝕀. 𝔼𝕝 𝕔𝕖𝕝𝕠 𝕪 𝕖𝕤𝕒𝕤 𝕔𝕠𝕤𝕒𝕤
-Hace tres años-
Su celo nunca había llegado de forma tan intensa. Antes simplemente se limitaba a faltar a las primeras clases, tomar sus supresores, darse una ducha fría y asistir a la escuela llevando el típico justificante que presentaba cada vez que su celo llegaba. Esas cosas eran habituales: las escuelas y los trabajos eran muy comprensivos con los ciclos de calor de alfas y omegas, por lo que tenían derecho a faltar el tiempo que durara el celo. Pero YoonGi odiaba faltar a la escuela, por lo que se obligaba a asistir siempre con montones de sustancias en el cuerpo que le ayudaban a apaciguar su olor a celo y los síntomas de este.
Sin embargo, en esta ocasión ni siquiera tuvo el valor de salir de su habitación y pedirle a la servidumbre que le buscara los supresores, tenía la mente completamente nublada y solo podía pensar en una sola persona:
—JiMin —intentaba llamarle con su voz de mando, su alfa le arañaba el interior, rogando porque el omega en cuestión estuviera presente para poder ayudarle con el celo.
Empezó a gruñir de deseo y dolor al mismo tiempo. Su miembro dolía como nunca antes, las feromonas eran insoportables hasta para él. Ignoraba completamente lo que pasaba a su alrededor, pero sus padres en la planta baja lo pudieron percibir e inmediatamente supieron a qué se debía ese olor tan intenso a arándanos mezclado con feromonas destinadas a atraer la atención de una pareja.
—Byul —le llamó la mujer a la criada—. Corre a la farmacia a traer los supresores, YoonGi acaba de entrar en celo.
—Sí, señora —ella hizo una reverencia y tomó rumbo a la farmacia más cercana.
—Nunca había olido tanto —comentó el señor Min—. ¿Crees que eso esté relacionado con ese aroma extraño a rosas que carga últimamente?
—No lo sé —le dijo ella con tono serio mientras leía su periódico—. No me agrada que huela a omega y se atreva a decir que se trata de un amigo, suficiente tengo con que haga amistad con el tal HoSeok. Él y toda su familia son tan despreciables.
— ¿Crees que debamos interrogarlo?
—Esperaremos a que su celo pase y después hablamos con él. Si está viéndose con alguna omega, debemos conocerla. Solo ruega porque ese olor no le pertenezca a un macho. Le quitaré la herencia si se atreve a manchar nuestro linaje con una escoria de ese tipo.
El hombre solo asintió y ambos compartieron su odio hacia los omegas varones. Minutos después, la criada llegó con una caja de supresores de la marca que le habían prescrito a YoonGi desde que se presentó a los 15.
—Llévalas a la habitación de YoonGi —le dijo la mujer, a lo que la pobre beta reaccionó con cierto pánico.
—Pe-Pero es el primer día del celo...
— ¿Y? —Ella levantó su ceja y la vio despectivamente—. Eres una beta, sus feromonas no te afectan y YoonGi nunca ha sido agresivo cuando está en celo.
—E-Está bien —la beta de cabello violeta asintió sumisamente, pero por dentro quería ahorcar al matrimonio Min por lo aprovechados que eran siempre con la servidumbre.
Ella subió las escaleras, sintiendo ansiedad por lo que le esperaría allá arriba, pues era la primera vez que se le ordenaba atender al joven Min en el primer día del celo, el cual era el más intenso de todos. Esa vez, sus amos sí que se habían pasado de la raya.
Tímidamente, tocó la puerta de la habitación de YoonGi, pero esta estaba entreabierta y los golpes solo hicieron que se abriera más.
YoonGi estaba semidesnudo en un rincón de su habitación, con las cortinas cerradas. Gruñía y se tocaba el miembro endurecido repetidas veces. La criada se sonrojó al verlo, a pesar de que ya lo había visto actuar así en sus celos anteriores. Sin embargo, esta vez se notaba más alterado.
—Amo YoonGi —susurró ella—. Le traigo sus supresores y un vaso de agua...
— ¡No quiero supresores, quiero a JiMin! —Era su lobo quien hablaba. Aunque la voz de mando no era tan efectiva en betas, la criada sintió un escalofrío recorrerle las entrañas por lo agresivo que eso se había escuchado.
—S-Solo tómelos, amo YoonGi.
El alfa, en un breve momento de lucidez donde se dio cuenta de que estaba semidesnudo y erecto frente a la criada, se levantó y caminó lento.
— ¿Qué día es hoy?
—Lu... Lunes, amo YoonGi.
— ¡Mierda! ¡Los malditos lunes tengo que ir a llevar almuerzo a JiMin! ¿Qué hora es?
—C-Casi las diez de la mañana, amo... Debería tomar sus supresores e ir a la escuela.
— ¡No quiero ir a la escuela, quiero a JiMin!
— ¿Quién es JiMin? —De pronto, su madre apareció en el marco de la puerta. Los instintos de YoonGi reaccionaron agresivamente al tener otro alfa frente a él, necesitaba proteger a su omega que no estaba presente, pero todo era inútil. Su parte racional le hizo callarse, sus padres aún no debían saber nada, no debía arruinar sus planes solo por un tonto celo donde estaba más susceptible que antes.
Así que tomó tembloroso los supresores y los ingirió aunque no quería. Realmente su lobo quería correr hacia JiMin para marcarlo, proclamarlo suyo al fin tal y como lo deseaba desde que se reconocieron como almas gemelas.
El terrible calor le estaba invadiendo y su lobo intentaba salir, retar a su madre con su voz de mando y salir corriendo de ahí. Pero logró contenerse a pesar de que el celo estaba más insoportable que nunca.
—Voy a tomar una ducha —dijo y simplemente pasó de su madre, se dirigió al baño para bajarse la fiebre con una ducha fría.
La madre de YoonGi le miró con sospecha y la criada se fue al piso de abajo, pues se sentía demasiado incómoda entre esos dos alfas.
—Más vale que "JiMin" sea una hembra, o estarás muerto para mí, YoonGi —susurró ella con desprecio y regresó abajo con su esposo. No mencionó absolutamente nada a él, pero rápidamente le habló a ese investigador privado que trabajaba para su familia y le ordenó seguir a YoonGi a todos lados.
Habían pasado seis meses desde que YoonGi había adquirido ese aroma a rosas de castilla y siempre daba la misma excusa, que tenía un amigo muy oloroso con quien compartía trabajos en equipo constantemente; pero ahora ese aroma era cada vez más presente, ahora ese aroma tenía un posible nombre que debía investigar como fuera posible.
Su relación empezaba a peligrar por primera vez, pues habían logrado escabullirse bastante bien y además sus excusas sobre los aromas eran bastante creíbles.
JiMin había inventado que era el olor de su jefa y que ella le quería como un hijo, que era una alfa muy cariñosa con sus empleados y cada persona en el taller de costura cargaba un poco del aroma de Ahn HyeJin.
Y hablando del omega, estaba sorprendido porque su celo también había llegado de forma intensa. Los celos anteriores no tenían la intensidad de ese, pero para su suerte, él estaba preparado con sus supresores y su neutralizador de olores. No iba a permitir que su lobo hambriento de ser marcado le interviniera en sus planes. Además era lunes y almorzaría con YoonGi, no podía andar así de provocador, ya se habían abstenido bastante y YoonGi no tardaba en graduarse, solo debían aguantar un poco más...
Temprano antes de irse al trabajo, él tomó sus supresores y se colocó el neutralizador de olores que había podido comprar con su propio dinero ahorrado luego de meses de arduo trabajo. Estaba feliz porque YoonGi cumplió con su palabra: no faltaban al menos diez o quince prendas diarias en su máquina de coser. Secretamente estaba ahorrando para cuando llegara el momento de irse.
Así que salió de casa, llegó temprano y comenzó con los trabajos habituales antes de abrir el taller. Luego de limpiar, resurtir los carretes con hilo y organizar los rollos de tela, procedió a trabajar en las prendas que tenía pendientes.
Trabajó toda la mañana sin cesar y con un increíble entusiasmo que su jefa jamás había visto. Aquel comportamiento le parecía familiar, pues su omega, WheeIn, era de la misma forma en cada celo: laboriosa a más no poder, hiperactiva y con el ego y la sensación de logro hasta los cielos.
Y cuando se acercó la hora de comer, recibió un mensaje de YoonGi. Su espina dorsal se llenó de escalofríos, pues su lobo se estaba alterando a pesar de que estaba apaciguado por el efecto de los supresores.
[YoonGi]
Te espero afuera, hoy te llevaré a comer a un lugar especial, será como un picnic.
Su estómago se revolvió al instante y deseó que esos últimos diez minutos volaran rápido.
Y en cuanto se dio la hora del descanso, salió corriendo del taller, ignorando todas las miradas que encontraban extraño su entusiasmo.
YoonGi estaba parado del otro lado de la calle, reposando en su auto. El aroma de ambos estaba más fuerte, sus lobos podían percibirlo.
El celo les había llegado curiosamente al mismo tiempo, aquello nunca había pasado en los meses que llevaban de novios.
Esta situación a veces ocurre cuando alfa y omega tienen la necesidad vital de pertenecerse. El deseo se hace cada vez más grande, acumulando el calor como una olla a presión. Los lobos, especialmente los predestinados, a veces se comportan de esa manera con tal de que el acto de la marca se lleve a cabo.
—Hueles muy bien —le dijo YoonGi, JiMin intentó abrazarlo, pero el alfa se lo impidió por dos razones: estaban siendo observados y seguramente YoonGi no podría contener las ganas que tenía de comerse a su omega en ese momento.
— ¿Qué pasa? —Preguntó el omega, preocupado.
—Nos están siguiendo —le dijo en voz baja—. Sube al auto.
— ¿Quién nos sigue?
—Adentro te digo, sube.
JiMin hizo caso y subió. Estaba ansioso porque aquello de ser seguido no le daba buena espina.
— ¿A dónde iremos?
—A donde no nos puedan encontrar, nos esconderemos.
— ¿Por qué, amor? —JiMin estaba empezando a alterarse. ¿El momento de la fuga había llegado, acaso?
—Mi madre sospecha de nosotros —suspiró con frustración y arrancó el auto—. Vi al detective que mi mamá usa para investigar gente, me siguió desde que salí de casa. Creo que está intentando saber de dónde viene el olor a omega... Y además mi lobo lo arruinó en grande esta mañana.
— ¿Qué? No entiendo nada... ¿Tu lobo...?
—Me llegó el celo —suspiro tras suspiro, se avergonzaba de aquello—. Y más fuerte que nunca. Normalmente me controlo bien, pero esta mañana desperté sintiéndome urgido de ti y mi lobo te llamó con voz de mando. Mi madre y la criada me escucharon, quedé en evidencia. Así que ahora tengo mucho miedo de que nos encuentren, pero también tengo miedo de mi celo, si me descontrolé así ahora, no sé qué pasará en el próximo...
—También me llegó el celo hoy —confesó JiMin, avergonzado.
— ¿De verdad? —YoonGi se sorprendió y le tomó la mano mientras conducía.
—Sí —contestó con una sonrisa—. Increíble, nos llegó al mismo tiempo, como si se hubieran sincronizado...
—Creo que nuestros lobos nos están obligando a hacer cosas que aún no podemos, porque el mío se adelantó.
— ¿Y qué haremos ahora?
—Tendremos que ser más discretos, no puedo permitir que mi madre sepa de ti, no quiero que te dañe.
—Está bien —suspiró y apretó la mano del alfa—. Ya falta poco, solo espera unos cuantos meses más y estarás graduándote.
—Intentaré resistir, pero por mientras debemos ocultarnos aún más.
—Lo entiendo —sonrió JiMin—. ¿Ya me vas a decir a dónde me llevas?
YoonGi miró por el espejo retrovisor y se dio cuenta de que el auto del detective ya no los seguía, o al menos estaba lejos. Entonces, se estacionó en la boca de un callejón.
—Corre, tenemos poco tiempo —YoonGi salió rápidamente del auto y JiMin le imitó.
— ¿A dónde vamos? ¿Dejarás aquí el auto? Se ve peligroso aquí...
— ¡HoSeok! —Susurró el alfa, llamando al mejor amigo que JiMin apenas tendría la dicha de conocer.
—Aquí estoy —y salió del callejón, junto con un amigo beta que tenía el cabello rubio como JiMin.
—Ten, nosotros abordaremos el autobús —le dio las llaves del auto a su amigo.
— ¿No me vas a presentar a tu futuro esposo? —Preguntó en tono de broma, mientras que el amigo de HoSeok, silenciosamente les dio un par de sudaderas amplias que se veían calurosas.
—No es momento, ahora debemos irnos antes de que el tipo aparezca —rápidamente, tomó las sudaderas y le ofreció una a su omega, quien captó la idea rápidamente y se la puso, junto con la capucha.
—Ya después tendremos tiempo de charlar, espero que YoonGi te esté tratando bien —HoSeok se dirigió a JiMin y este se sonrojó ante el omega. Sin embargo, su lobo se sentía a la defensiva porque otro omega estaba presente mientras ambos estaban en celo.
Pero aquella incomodidad solo duró unos segundos, pues el intercambio fue tan rápido que, cuando JiMin estuvo abordando el transporte público, apenas fue consciente de que se estaban yendo.
— ¿A dónde vamos?
—A comer comida callejera en una plaza bonita y con mucha naturaleza —sonrió YoonGi y, por fin, se permitió al fin abrazar al omega. Sus lobos se necesitaban tanto...
—Eres una cajita de sorpresas, Min YoonGi —sonrió el omega y besó tímidamente la mejilla del alfa.
—Quiero pedirte que te quedes el resto del día conmigo —le pidió YoonGi, casi rogando.
—Pero yo...
—Por favor —rogó de nuevo—. Solo faltarás media jornada y además tienes derecho porque te llegó el celo. Hazlo por mí, ¿sí? Realmente necesito tenerte conmigo hasta que mi celo pase, juro que no tendremos sexo, solamente necesito abrazarte y olfatearte para sentirme tranquilo.
—Está bien —le revolvió el cabello negro al alfa, haciéndolo reír—. Le llamaré a mi jefa para avisarle que me siento mal y necesito ir a casa.
—Gracias, gracias, gracias —YoonGi repartió pequeños besos en las manos de su omega.
Necesitaba tocarlo mucho más, desnudarlo si era posible, pero por ahora era el único contacto que podrían permitirse para no cometer una tontería antes de tiempo. Habían prometido que YoonGi no lo marcaría hasta después de fugarse. Era un hecho, ninguno volvería a mirar atrás una vez que YoonGi obtuviera su título universitario.
Cuando bajaron del autobús, YoonGi guió a JiMin hasta un lindo parque donde había distintos quioscos que vendían todo tipo de comida. Hacía frío, pero podían soportarlo porque sus cuerpos estaban calientes y se tenían el uno al otro. Estar al aire libre, si bien era lo menos apropiado debido al celo, era lo más prudente y sensato, todo con tal de no tropezar con la piedra del terrible deseo que sentían el uno por el otro en ese momento.
—Me siento raro —se quejó JiMin, luego de pedir su comida a la amable señora del quiosco—. No veo la hora de irnos, no creo ser capaz de soportar un celo más así, YoonGi...
—Paciencia, mi vida —YoonGi le apretó la mano y ambos tomaron asiento para esperar la comida—. Yo también estoy ansioso por poseerte, ya no solo mi lobo lo necesita, yo por completo tengo la urgencia de hacerte mío, pero viviendo aquí incluso tengo miedo de tocarte de más y que nos descubran. Tu olor es muy potente y llamativo.
— ¿Y qué haremos cuando nos escapemos? —JiMin miraba el cielo azul para poder obligarse a mantener la distancia con YoonGi. De no ser por los supresores, seguro tendría una erección terriblemente dolorosa en ese momento y además estaría lubricando como llave abierta.
—Juro que lo primero que haré, será marcarte. Y después conseguiremos trabajo, una bonita casa y después...
—Quiero cachorros, YoonGi —soltó de pronto el omega, aquello alborotó a YoonGi de pies a cabeza.
— ¿Quieres tener... bebés conmigo?
—Sí —sonrió, un brillo le invadió la mirada y volteó a ver a YoonGi, contagiándolo de su felicidad—. Y tampoco es solo mi lobo hablando, de verdad quiero tener una familia contigo. No me importa lo que la gente diga sobre que los omegas varones no podemos dar a luz normalmente, yo he leído mucho sobre el tema y sé que soy perfectamente capaz de eso. Quiero tener familia contigo, tal vez un cachorro o dos...
—También quiero todo eso y más —YoonGi de pronto soltó el llanto y se abrazó al omega—. Ta-También muero por tener cachorros c-con ti-tigo... aahh, estoy demasiado sensible en este momento.
— ¿Te lo imaginas? —JiMin también soltó algunas pequeñas lágrimas y abrazó con más fuerza a su alfa—. Un pequeño solecito que ilumine nuestras vidas, debe nacer en primavera para que pueda disfrutar del calor y de las plantas y ver las mariposas desde sus primeros meses...
—Y ese solecito tendrá tus pequeñas manitos. ¿Te imaginas? Si sale igualito a ti, me desviviría por él o ella todo el tiempo.
—No seas bobo —le pegó cariñosamente en el hombro—. Tendrá rasgos de los dos, obviamente. Sería hermoso que saliera con tu piel clara, con mis ojos y labios, pero con tu lindo cabello negro y tu sonrisa tan amplia que se le puedan notar las encías como a ti.
— ¿Y por qué no rubio, como tú? Sería un solecito por completo, brillante y lleno de amor...
—Salga como salga, lo amaré demasiado, tanto como te amo a ti, porque será algo que haremos juntos, será la máxima prueba de nuestro amor.
—Yo pienso... —suspiró YoonGi y al fin se separó del cómodo abrazo—. Que todo esto que hacemos ya es una muestra máxima de amor. Si yo no te amara ni te respetara, ya te habría marcado sin tu consentimiento, pero me he controlado todo lo que he podido porque quiero verte feliz y sé que solamente serás feliz si nos mantenemos tranquilos y dejamos que todo fluya discretamente hasta que llegue el día de irnos...
—Gracias por esto —besó su nariz y se acurrucó nuevamente en sus brazos—. Serán unos meses difíciles, sobre todo porque ya empezaron a sospechar de nosotros, pero saldrá el sol para ambos y todo estará bien, cariño mío.
—Resistiremos —suspiró contra el cuello del omega, permitiendo que el olor a rosas de castilla y danonino le apaciguara por completo—. Prometo que todo saldrá bien.
Esa tarde, tras comer y disfrutar de la vista de un parque en su etapa invernal, los sueños sobre tener familia afloraron y ya nada podía pararlos de fantasear hasta con el tipo de cabello que iba a tener, si iba a ser beta, alfa u omega, si iba a ser un artista o un nerd informático como su papá alfa, o si se dedicaría a la costura como su papá omega, o si simplemente elegiría la medicina, la psicología o la abogacía. Cualquiera de las fantasías sobre su primer bebé era motivo para una charla de horas y horas.
Era lo único que podían hacer para poder apaciguar las ganas que tenían de al fin hacer la marca, eso y los pequeños mimos que se daban, pues trataban de ser suficientemente discretos, ya que el detective seguía tras YoonGi día tras día.
Así que sus rutinas se habían convertido en ritos que esperaban arduamente toda la semana, al haber reducido los días que pasaban juntos. Ya no podían comer juntos todos los días ni tampoco podían besarse o abrazarse en público hasta que todo estuviera seguro alrededor, para lo cual, HoSeok y su amigo YeonJun habían sido muy útiles.
Al menos dos veces a la semana, se veían en diferentes callejones para intercambiar lugares y así poder escaparse en el autobús a cualquier lugar fuera del alcance del investigador. Y para reducir cualquier sospecha, HoSeok y YeonJun siempre vestían ropa parecida a la de YoonGi y JiMin, al igual que los colores de cabello. Tras intercambiar lugares, HoSeok siempre llevaba el auto a su casa y ahí permanecía con su amigo hasta que YoonGi le hablaba para que les recogieran en cualquier lugar de la ciudad y así volver cada uno a su lugar sin que nadie se diera cuenta.
Y si la madre preguntaba, YoonGi siempre decía que ese chico rubio que recogía en el taller de costura era su amigo con quien jugaba videojuegos los martes y los jueves en la casa de HoSeok y que era un simple beta.
El plan había funcionado. Pasados cuatro meses sin ninguna novedad (y porque además la madre de YoonGi tenía demasiado trabajo como para prestar atención), el detective dejó de seguir a YoonGi a todas horas, haciendo que al fin retomaran sus viejas rutinas poco a poco, sin ser demasiado escandalosos.
Además, los supresores y los neutralizadores de olor se habían establecido como ley entre el alfa y el omega, pues no podían permitirse ningún tipo de desliz. Ambos eran personas estrictas con los pies bien puestos en la tierra y, aunque a diario fantaseaban con la noche que al fin pudieran permitirse desatar todos los deseos guardados, tenían bien claras sus metas. A fin de cuentas, lo único que les daba la esperanza de que el sol saldría pronto para ellos, era el hecho de ser almas predestinadas y, tarde o temprano, el destino jugaría a su favor así como lo hizo para que pudieran conocerse.
-Actualidad-
Los sábados, a YoonGi le toca ir a las oficinas para revisar el trabajo de la semana. Generalmente pasa ahí todo el día y se desocupa a las siete u ocho de la noche. Así ha sido su rutina desde que adquirió ese nuevo puesto en diseño y programación de videojuegos. Si bien puede trabajar desde casa todo el tiempo, es obligatorio ir el sábado.
JiMin, por su parte, termina su turno temprano los sábados. A las tres de la tarde, él ya está en casa, listo para prepararse comida, ordenar la casa, lavar la ropa de la semana y ese tipo de tareas domésticas que se reparte con YoonGi para que todo en casa fluya como el agua.
Sin embargo, este sábado es diferente para JiMin porque ha estado sintiendo su temperatura subir desde muy temprano, ha estado muy receptivo a su alfa y este notó el aroma más intenso desde la madrugada, pero decidió respetar el espacio de su omega, ya que a él no suele gustarle cuando YoonGi lo toca sin hablarle antes, pues es un chico que siempre pone ante todo el consentimiento, incluso cuando sus instintos más bajos están presentes.
JiMin ha pedido permiso a su jefe para salir temprano, pues el calor era tan intenso que le impidió trabajar en sus pedidos, estuvo muy distraído toda la mañana e incluso alteró un poco el ambiente a su alrededor, debido a su intenso aroma.
A las doce en punto, por fin llega a casa y lo primero que hace es deshacerse de toda su ropa, pues el calor ha llegado casi a su tope.
El celo ha llegado. Esta vez, su lobo sabe lo que pasará y está entusiasmado, caliente, receptivo, sumiso y con ganas de...
—Nido —susurra JiMin, apoyado en el lavabo e intentando recuperar su lucidez, pero el lobo es más fuerte que él.
Su piel está enrojecida, el lubricante empieza a exceder el límite de sus glúteos y su pene está tan duro que duele y chorrea pequeñas gotitas transparentes.
Guiado por sus instintos, corre hasta la habitación y empieza a buscar todas las prendas que huelen al alfa, luego quita de la cama todas las cobijas y sábanas, junto con la almohada izquierda, que pertenece a YoonGi.
Con el montón de prendas, principalmente negras, corre hasta el estudio donde ambos trabajan constantemente. Tira todo al piso y corre a buscar la colchoneta que siempre usa cuando practica un poco de yoga. Y ahí, en la enorme colchoneta que tiene su propio olor, deposita todas las prendas y luego corre para acarrear también las sábanas y mantas.
El aroma que expele el nido es completamente agradable para el omega, ya que le provee una inexplicable seguridad y, al mismo tiempo, una necesidad de permanecer ahí desnudo por mucho tiempo, su instinto le ordena concebir a su cachorro justo en ese lugar, donde la luz se cuela ligeramente por las cortinas que cubren el gran ventanal, donde alrededor están las cosas que ellos dos más aman: una computadora profesional y una máquina de coser. Justo ahí es donde JiMin decide formar su primer nido destinado a su tan esperado fruto del amor que lo une a su alfa.
Una vez que todas las prendas están acomodadas, formando literalmente un nido parecido al de un ave, con las prendas más pequeñas como piso y las más largas, como bordes, JiMin por fin puede tirarse sobre ellas y empaparse del aroma del alfa mientras, descaradamente, frota su pene sobre ellas y gime el nombre de su amor.
El terrible celo le está sobrecalentando y no puede pensar en otra cosa más que complacerse, abrazar la almohada del alfa y llamarlo a través del lazo.
Tan caliente e insoportable, su lubricante natural ha empezado a manchar las sábanas y la ropa del alfa. No puede aguantar un segundo más sin sentir algo dentro, pero sus dedos que embisten sin cesar su ano lubricado, no son suficientes. Necesita a YoonGi o siente que no podrá contenerse y saldrá corriendo desnudo de ahí en busca de su alfa para rogarle que le haga el amor.
A unos cuantos kilómetros de ahí, YoonGi recibe gustosamente a un miembro nuevo del equipo. Generalmente nunca se entusiasma con la gente nueva porque para él da igual quién está o quién no, sin embargo esta presencia nueva hace que a YoonGi se le caliente el corazón.
— ¡No puedo creer que seas tú! —Sonríe YoonGi y recibe con un gran abrazo a HoSeok—. ¿Por qué mierda no me dijiste que ibas a trabajar aquí? Bastardo hijo de perra...
—Hey, sin insultos, quería sorprenderte. La verdad es que apenas ayer me hablaron para contratarme de urgencia, así que estoy tan sorprendido como tú de estar aquí.
—Maldito, no llamas ni escribes. ¿Esperas que te reciba cálidamente luego de que te has olvidado de mí? ¡No has venido a visitarnos en dos meses, bastardo!
—Idiota, ya lo recibiste cálidamente —le regaña su jefe, JiYong—. ¿De dónde se conocen ustedes dos?
—Fuimos compañeros en la universidad —contesta YoonGi.
—Oooiii~. ¿Compañeros solamente? Lastimas mi corazoncito, YoonGi. Desde que estás con ese omega, yo ya no soy importante para ti.
—Déjate de cursilerías —sonríe YoonGi y le da un amistoso golpe en el hombro—. Siempre serás mi mejor amigo, imbécil. Y no compares, JiMin es mi alma gemela, es a quien debo darle toda mi atención y cuidados.
—Sí, mejor no digas calumnias con ese nombre, nuevito —le regaña JiYong—. Este hombre es el más honrado e idiota alfa que he visto con esos temas del lazo con su omega.
—Lo sé —sonríe HoSeok, pues él había estado presente en muchas de esas ocasiones donde YoonGi se desvivía y se ponía ansioso por ver al omega, sobre todo cuando su situación se complicó con lo del investigador que les estuvo siguiendo.
—Bienvenido entonces, HoSeok, espero que te sientas cómodo, sobre todo ahora que tienes a tu amigo aquí. Pero de igual manera, aunque sean muy capaces y todo, no quiero holgazanerías, tenemos un proyecto muy grande que debemos lanzar dentro de un año y no podemos bajar la guardia, hay mucha competencia en el área de estrategia en tiempo real, así que debes dar tu mejor esfuerzo siempre. ¿Me entendiste?
—Sí, entendido —asiente HoSeok con mucho entusiasmo—. Gracias por esta enorme oportunidad, estaré feliz de trabajar para esta gran empresa.
—Bien, el día de hoy vamos a revisar todos los avances que YoonGi ha hecho estos días y los vamos a probar, ahí es donde entrarás tú, HoSeok.
— ¿Y dónde están los demás? —Pregunta YoonGi—. BeomGyu ya debería estar aquí...
—Sí... sobre eso... entró en celo esta mañana —contesta JiYong, sintiendo un poco de pena, pues le avergüenza hablar de esos temas.
—Oh, espero que la pase bien con su alfa, entonces —le guiña el ojo a JiYong, haciendo que su jefe se sonroje y que HoSeok ría al ver su reacción tan vergonzosa.
—Suficiente, empecemos a trabajar —JiYong corta la incómoda plática que empezaba a nacer y comienza explicándole a HoSeok cuáles serán sus funciones.
La primera hora, fluye bastante bien y con un arduo entusiasmo por el nuevo videojuego que estarán desarrollando durante los próximos meses, la cual fue la razón principal por la que YoonGi fue ascendido, pues JiYong observó durante estos dos años todo el magnífico desempeño del alfa que, a pesar de ser recién graduado cuando ingresó a la empresa, era y es bastante competente, inteligente y creativo.
Pero mientras más pasa el tiempo, YoonGi comienza a acalorarse poco a poco, el sudor cubre su frente con finísimas perlas que apenas se notan. Intenta ventilarse y excusarse con que hace demasiado calor por ser verano, pero estando el aire acondicionado al máximo, aquel comportamiento atrae la atención de los demás.
Además, la cara de YoonGi se va tornando roja y las feromonas empiezan a esparcirse como balas en el aire. Al notar eso, YoonGi recuerda que la inyección anticonceptiva que le ayudaba a aminorar los síntomas del celo, había perdido su efecto tan solo hace días, ya que no se la volvería a poner hasta que su omega quedara embarazado.
E inminentemente, siente su lazo calentarse, casi hirviéndolo por dentro. Aquella sensación de desespero propio como ajeno, solo significa una cosa: su celo se ha sincronizado con el del omega una vez más.
—Oye amigo, no te ves muy bien —menciona HoSeok y abre una ventana, pues las feromonas del alfa empiezan a atacarlo y aquello, por naturaleza, le altera los sentidos incluso teniendo él a su alfa.
—E-Estoy bien, es solo que... ¡aaah! —Ni siquiera puede hablar, pues cada respiro que da solo esparce más y más calor en su cuerpo. Ahí, frente a sus amigos, le ha llegado el celo y está tan duro como una roca.
—Mierda, mierda, mierda —maldice JiYong—. ¿Es que todos se pusieron de acuerdo para que les llegara el celo hoy?
—Lo-Lo siento, JiYong —suspira YoonGi y se apoya contra la pared, intentando sentir algo fresco que le alivie su febril cuerpo.
—Está bien, lo entiendo —suena frustrado, pero no le queda más que aceptarlo—. Te llevaré a tu casa, apresúrate.
—JiMin, lo quiero ya —su lobo empieza a pedir por el omega, pero la voz de mando hace que el otro omega presente, se doblegue automáticamente.
—Sí, sí, cavernícola, te podrás coger a tu omega en cuanto lleguemos a tu casa, ahora camina —le apresura JiYong, que es un beta bastante gruñón y le avergüenza demasiado ver las reacciones de los alfas y los omegas. Internamente, agradece no haber nacido como ninguno de los dos para no tener que sufrir lo mismo que ellos.
A penas se queda solo en la oficina, HoSeok se siente más tranquilo al dejar de percibir la presencia del alfa en celo. Solo unas cuantas veces le ha tocado estar cerca de YoonGi durante sus ciclos de calor y la sensación no le agrada para nada, pues se siente sometido por una persona que no es su alfa y aquello podría traerle problemas de celos con su pareja.
Y bajando las escaleras torpemente, YoonGi se entontece cada vez más por culpa de la terrible calentura que necesita saciar en este instante.
— ¿Qué no estabas bajo tratamiento hormonal para controlar tu celo? —Le pregunta JiYong una vez que están dentro del auto de YoonGi. Su jefe opta por llevarlo a casa y regresarse a la empresa en un taxi.
—Lo... lo suspendimos...
— ¿Por qué?
—Es... es muy o-obvia la res... respuesta... ¡Aaaah, maneja más rápido, no puedo más! JiMin me está llamando...
— ¿Ustedes van a...? —Intenta preguntar, pero es imposible que alguien tan vergonzoso como él termine la oración.
—Sí, JiYong, suspendimos el tratamiento para poder embarazarnos... ¡Mierda, acelera, acelera!
— ¿Qué alaridos son esos? —Se burla JiYong—. Te recuerdo que conmigo no funciona tu dichosa voz de mando y además estamos en una zona de baja velocidad, ya casi entramos a la avenida y podré ir más rápido.
— ¡Aaggh, vete a la mierda! —Gruñe YoonGi y se intenta encoger, pero cualquier movimiento que hace es provocador de dolor y más choques de intenso calor.
Tras diez tortuosos minutos de camino, YoonGi se torna más ansioso e inquieto, pues están a tan solo unos cuantos pisos en el elevador para poder, al fin, enredarse en la cama con su omega para concebir un hermoso solecito.
Luego de estacionar el auto en su cajón, JiYong ayuda al alfa a bajar, le pone las llaves en el bolsillo de su saco y lo guía hasta el elevador.
—Qué valiente eres, YoonGi —le halaga JiYong mientras suben lentamente los pisos del edificio—. Mira que planear un bebé con tanta determinación... Espero que todo salga muy bien y que su bebé nazca sano.
—Gracias, JiYong —suspira YoonGi, intentando respirar con normalidad. Su calor está en el punto máximo, en el punto en que solo puede calmarse estando dentro de su omega—. Dis-Disculpa que tengas que verme así, pero debes saber que estas cosas son normales, acostúmbrate, vives en un mundo muy diverso.
—No me trates como si fuera un alienígena, claro que sé que estas cosas son normales —se sonroja JiYong y desvía su mirada, que de pronto se posó sobre la enorme erección en los pantalones de YoonGi—. E-Es solo que siento curiosidad y al mismo tiempo agradezco no haber nacido así, no te lo tomes a mal, pero lloraría si estuviera tan acalorado justo como estás ahora.
—Marica —se burla YoonGi—. En tu siguiente vida, espero que nazcas como alfa u omega para que disfrutes de esto. Duele, pero es grandioso una vez que tienes a tu pareja que te ayuda a liberarte...
—Ya, ya —se sonroja aún más y apresura a YoonGi para que salga del elevador—. Estás en tu piso, sano y salvo. Más tarde te mando un correo con tus comisiones de la semana. Que tengas suerte con tu omega...
—La suerte es para los tontos, lo mío es cosa de destino —YoonGi le ofrece una sonrisa socarrona y llena de orgullo—. Gracias otra vez por traerme, cuando el celo de JiMin pase, seguiré con los pendientes, porque ahora tengo que trabajar en algo más importante.
—Sí, sí, cavernícola —rueda sus ojos y sonríe—. Ve a procrear, nos vemos en la semana.
Dicho esto, YoonGi deja a JiYong en el elevador y se dirige rápidamente a su departamento.
Con torpeza, gira el cerrojo y abre la puerta. Lo que antes era puro temblor, se transforma en un vivaz reflejo de búsqueda a través del olfato, pues en cuanto cierra la puerta, las feromonas de su omega logran encenderle la piel.
— ¡OMEGA! —Gruñe, buscándolo por toda la casa mientras va deshaciéndose de su ropa húmeda por el sudor.
— ¡YoonGi~! —Esa voz...
Al escuchar ese gemido agudo, el alfa acude rápidamente al estudio, donde la imagen que encuentra le deja boquiabierto: justo en el centro de un enorme nido, su omega está intentando complacerse con ayuda de sus dedos dentro de su recto, su otra mano rodeándole el pequeño miembro rosado y su cabello pegado a la frente debido al sudor.
— ¡A-Al fin llegas... a-alfa! —JiMin no lo mira, pero lo siente y se retuerce entre las telas que conforman en nido.
Ahora que tiene a su alfa frente a él, saca los dedos de su interior y menea el trasero húmedo para provocar a YoonGi, mostrándole cuan listo está para por fin aliviar el celo de ambos.
El brillante líquido huele tan bien para YoonGi, es como su elixir de la juventud, chorreando de la fuente de sus deseos, que es el redondo trasero expuesto y preparado de su omega. ¿Quién diría que ese omega que normalmente es decidido y renegado, podría también ser tan sumiso durante el celo y jodidamente sensual, provocativo y ardiente?
—Hiciste que se me adelantara el celo, omega —le gruñe YoonGi, quien desesperadamente se termina de retirar la ropa, quedando duro y al aire para el deleite del omega—. Este es un hermoso nido...
— ¡Tómame, alfa! —El omega racional que YoonGi siempre conoció, ahora está completamente abrumado por el instinto y la necesidad de ser poseído, tanto que no deja de provocar al alfa con eróticos movimientos circulares que sus anchas caderas pronuncian.
—Quédate quieto —le ordena YoonGi, pues si continúa pavoneándose de esa manera, no podrá resistirse y simplemente se enterrará hasta el fondo y sin piedad. Y el alfa no quiere eso, a pesar de estar intoxicado de feromonas, quiere hacer suyo al omega de muchas formas posibles, no simplemente penetrándolo de forma bestial.
Al escuchar el mandato, con devota sumisión JiMin detiene todo movimiento y muestra el cuello, justo donde desea ser marcado nuevamente. YoonGi se relame los labios al verlo tan apetitoso y dispuesto.
Ambos están irracionales, cegados por el deseo, guiados únicamente por sus lobos que han sido liberados de sus jaulas después de dos largos años esperando el momento actual: donde nada les impidiera concebir un bebé, el producto de dos almas que se amarán para toda la eternidad.
Con toda la calma que puede reunir, YoonGi se coloca sobre el omega, enmarcando su dulce rostro entre sus manos, acomodándose entre las piernas que se abrieron automáticamente al sentir su aproximación.
—Te haré mío —YoonGi gruñe justo encima de la marca y olfatea el dulce aroma del omega, donde está también pronunciado su propio olor. Aquella sensación de posesión le sube el ego, le hace sentir importante y rebosante de vitalidad de solo saber que ese omega le pertenece.
—Ya soy tuyo —responde el omega, abrazándose de su alfa con brazos lacios y sumisos. La piel de ambos quema placenteramente y está tan húmeda que pueden deslizarse uno encima del otro sin dificultad. Juntos conforman un cúmulo de feromonas que provocan continuamente al otro y aquello les fascina.
Tras mirar esos brillantes y grandes ojos rebosantes de deseo sexual y aceptación, YoonGi comienza a servirse de los dulces encantos del omega, empezando por sus labios. Le besa tan profundamente, impregnando cada parte de la boca de JiMin con su propia saliva mientras que, allá abajo, su cuerpo reacciona tornando aún más húmeda su entrada, demostrando su docilidad y capacidad de recepción, comprobándole a su lobo que es perfectamente capaz de ser el receptáculo de todo su potencial como alfa.
JiMin gime cuando su alfa le toma las piernas para terminar de abrírselas, exponiéndole por completo su adorable parte trasera. El alfa coloca esas rechonchas piernas encima de sus hombros, como habitúa hacerlo en cada celo, y comienza a frotarse descaradamente contra el pequeño pene de su omega, gimiéndole en el oído y disfrutando de sus agudos y breves gemidos también. Con pequeños mordiscos en el lóbulo de la oreja, es suficiente para que JiMin se retuerza bajo ese blanquecino e imponente cuerpo. Su alfa simplemente lo vuelve loco.
—Qui-Quiero tener tus cachorros, a-alfa —cuando el alfa retira su boca de la oreja para bajar a olfatear nuevamente el cuello, el omega no puede evitar rogar entre gemidos y palabras entrecortadas—. P-Por favor, ha-hazme tuyo, alfa...
—Primero déjame saborearte, mi amor —susurra YoonGi contra el sensible cuello y después hace su camino hacia los rosados pezones, que si normalmente son sensibles, durante el celo se ponen erectos por sí solos.
YoonGi ama el sabor tan característico de su omega, que si bien es alcalino como todo fluido sexual, el aroma le vuelve loco, le atrae y provoca en él unas inmensas ganas de lamerlo todo.
—Cómeme todo, alfa —jadea JiMin, extendiendo sus manos para buscar soporte, pero está tan excitado que no puede pensar ni siquiera en lo que dice.
La lengua del alfa se aproxima al ano bien lubricado de su omega, pasando por ahí su desesperante aliento que indica cercanía, más no contacto. Desesperante, pero excitante a más no poder. Tan solo la punta de su lengua rozándole el perineo es suficiente para garantizar placer absoluto en JiMin, el cual se proyecta a través de espasmos, gemidos incontrolables y lágrimas pequeñas corriendo por sus sienes.
— ¡Mmhh, sí, más, por favor, alfa!
Otra cosa que YoonGi ama, son los ruegos del omega, esas pequeñas señales verbalizadas que le indican al alfa lo bien que está haciéndolo todo. Así que al fin decide complacer ese "más".
Yendo desde el nacimiento de sus nalgas, hasta la punta del pene, YoonGi lame continuamente, esparciendo el lubricante por donde su lengua pasa. Simultáneamente, pellizca ambos pezones y juguetea con ellos. Su lengua hace maravillas cuando se detiene en la necesitada entrada del omega, donde lame constantemente y deja besos al por mayor, para luego volver a su rutina de recorrer toda su parte trasera, de vez en cuando succiona el lindo y rosado pene, luego regresa a sus pequeñas bolas y deja ahí montones de besos, saliva y enrojecimiento debido a la fuerte excitación con la que ha quedado el omega después de que su alfa se diera un festín con su trasero.
Sí, YoonGi es todo un alfa desinhibido cuando está en la cama con su omega. Nunca se detiene de lamer, chupar o morder por donde le plazca, sobre todo en esas zonas que son como botones de encendido en el cuerpo de JiMin. Pellizca sus pezones o lame su perineo, y tendrás un omega JiMin dispuesto a todo lo que quieras, pero obviamente eso solo era algo que pensaba YoonGi para sus adentros, pues jamás podría revelar esa información a nadie.
—Tómame, alfa, tómame ya... te necesito.
YoonGi no puede negarse, simplemente acata las órdenes de su omega caliente y desvergonzado.
La preparación de JiMin no pudo ser mejor, el celo le ayuda siempre a expandir su entrada para recibir cuanto antes al alfa, es por eso que cuando YoonGi empieza a introducirse, no hay rastro de ardor. Solo gemidos placenteros, lágrimas de felicidad y lobos ansiosos por revolcarse con fiereza para al fin crear una vida nueva.
YoonGi se aferra a los cabellos dorados del omega y le besa el cuello. Este simplemente se muestra más accesible y coloca bien las piernas sobre los hombros del alfa mientras es expandido dulcemente y el lubricante baja a chorros por las comisuras de su ano.
El alfa logra pronunciar sus caderas correctamente desde la primera embestida, pues la posición es perfecta para que el punto dulce del omega sea golpeado con brutalidad y todas esas cosquillas al fin sean saciadas.
No es de extrañar que el omega se corra varias veces en el lapso de una hora, cuando de celo se trata. Así que su placer se derrama sin vergüenza alguna, en pequeños chorros mientras YoonGi le sigue embistiendo, esta vez con más fiereza, pues su celo también está en el punto máximo.
Ambos se abrazan fuerte, entremezclan sus alientos y el sudor, sus olores danzan de un cuerpo a otro y provocan a sus lobos a más cercanía.
—Aaah... más fuerte, más... ¡A-Alfa!
—Omega, quieto —le ordena, pues JiMin está rogando a base de desesperados movimientos.
YoonGi lo que quiere es tenerlo completamente sometido, su lobo es más fuerte que él y disfruta doblegar al omega para mostrarle quién manda y, a la vez, quién lo ama más que nadie.
El omega se queda inmóvil y solo se limita a aferrarse en el abrazo y gemir alto mientras el alfa le embiste con fuerza. El sonido de sus fluidos chapoteando es tan sexy y obsceno, les llena a ambos de morbo y felicidad, tanto que YoonGi golpea fuerte a propósito y no solo para hacer gritar a su omega.
—Mierda, omega, te voy a anudar en este momento, eres mío, todo mío —le dice al oído al momento de embestirle una, dos, tres veces más hasta que el nudo va creciendo, al igual que el deseo de marcar.
JiMin ladea su cabeza, mostrándole su sumisión y mordiéndose el labio porque acaba de correrse exquisitamente. Segundos después, el alfa al fin se libera, expandiéndose hasta generar un poco de ardor, no solo dentro de su omega, sino el su cuello también, renovando así el lazo y llevándolos a ambos a flotar en una suave nube de felicidad y placer.
—Te amo —susurra el alfa en el oído de su omega—. Te amo demasiado y amaré a este cachorro como no tienes idea.
—Alfa, tienes que hacérmelo todo el tiempo, así nos aseguraremos de que quede embarazado...
— ¿No es eso un pretexto para follar a cada hora?
—Sí —contesta descaradamente y sonríe de igual manera—. Sabes que amo estar desnudo contigo y hacer el amor hasta quedarnos agotados. Y ahora tenemos más pretextos para hacerlo, pues sabes que probablemente no quede embarazado a la primera.
—Cierto, debemos esperar, pero yo estaré esperanzado para que sea en esta ocasión, pero no me importará seguir intentándolo hasta que al fin pase.
—Gracias, mi amor... este solecito nos hará muy felices y le haremos feliz de igual manera.
Y así, anudados y satisfechos, durmieron por unos minutos aunque la posición era algo incómoda.
E hicieron el amor tres días seguidos, mismos a los que tenían derecho en el trabajo y lo disfrutaron como si fuera luna de miel.
Jugaron con sus cuerpos como nunca. Tuvieron sexo rudo y ruidoso, lento y cuidadoso, en el baño, en la sala, la cocina, en el nido una y otra vez, en la silla de trabajo de YoonGi. Pero nunca en la cama, pues JiMin había tomado un enorme aprecio por ese nido y estaba decidido a dejarlo ahí durante todo el embarazo.
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